Dos obras del Perú revelan otras perspectivas de la producción de ese país
Jueves 9 de setiembre de 2010 | Publicado en edición impresa LA NACION
Por Alejandro Cruz
Enviado especial
SANTOS.- Esta ciudad es la que Pelé hizo famosa, la del puerto más grande de América latina, la de las playas hermosas y la que parece tener más contenedores y camiones que habitantes. Es, también, la que se reinventa todo el tiempo. En este último plan se inscribe Mirada, el primer festival iberoamericano de artes escénicas realizado en tierras brasileñas que culmina pasado mañana y al cual fueron invitados algunos medios locales.
A juzgar por los cinco primeros días festivaleros, en términos artísticos la programación admite diferentes lecturas. Por un lado, algunos espectáculos militaron en esa línea de teatro de compromiso social y búsquedas formales que caracteriza al desarrollo de algunos países latinoamericanos. Una línea en la que las obras de los mexicanos de De monstruos y prodigios, los brasileños de Este lado para cima y los ecuatorianos de Passport pueden ser interpretadas como un tríptico que dialoga con las primeras ediciones del Festival Iberoamericano de Córdoba de fines de los 80. Lo cual, hay que reconocer, genera un extraño déjà vu .
Pero esto es Brasil y esa impresión de estar viviendo algo ya vivido coexiste con realidades que, para un porteño, parecen de ciencia ficción. Veamos: la obra Este lado para cima se realiza en la plaza Mauá, ubicada frente a la intendencia, en el sector histórico de Santos. Por empezar, el (flojo) trabajo reflexiona sobre la euforia económica y la explotación de los empleadores. Claro que si recordamos que este festival es bancado económicamente por el empresariado (algo que se explicó en una nota publicada ayer), genera un inquietante desconcierto. Pero el desconcierto es mucho mayor cuando, al final del espectáculo, los actores incitan al público a tomar la intendencia. En ese tren, de repente se dirigen hacia el señorial edificio "armados" con bombas molotov y seguidos a los gritos por un público enfervorizado. Segundos después, ya adentro, todo esa energía "revolucionaria" se desvanece y da cabida al convencional aplauso ante la sonrisa de la gente de seguridad del lugar. ¿Sería posible un trabajo así en la intendencia porteña?
Isabel Ortega es una de las curadoras de Mirada. Es actriz y supo trabajar con Antunes Filho (patriarca del teatro brasileño que presentó ayer su última obra). Mientras esperamos ver un trabajo callejero español apunta: "Brasil no tiene ningún festival de teatro nacional, no conocemos qué sucede en el resto del país. Eso es grave. Por otra parte, a los medios nacionales llegan las obras que se producen en Río y en San Pablo pero muy poco del resto".
Aún en esos mismo centros de poder se generan síntomas extraños. "Hace cosa de un mes, el diario Folha de São Paulo [uno de los más importantes del Brasil] publicó varios avisos buscando críticos de teatro", cuenta, no sin sorpresa, un periodista de aquí. Claro que toda esta realidad convive con un despliegue en equipamiento teatral y ayuda -tanto estatal como privada- que cualquier actor y director argentino envidiaría.
Esta primera edición de Mirada hace eje en la producción escénica porteña. Por eso están tres espectáculos de Daniel Veronese (verdadero niño mimado) junto a trabajos de Lía Jelín, Santiago Loza, Claudio Tolcachir y Marcelo Mininno que llegaron a esta ciudad próxima a San Pablo.
El nivel actoral y dramatúrgico de los espectáculos argentinos es algo que aquí llama la atención. Un nivel que las obras Urtain, de España, y Savana Glacial , de Río de Janeiro no tienen tanto que envidiar. La primera pertenece a la Compañía de Teatro Animalario y cuenta la vida del boxeador español José Manuel Ibar Azpiazu, al que todos llamaban Urtain. Urtain parece haber sido un hermanito de Bonavena: pelearon en la misma categoría, tuvieron sus momentos de gloria cuando ambos países atravesaban tiempos duros de domar, conocieron la pobreza y el glamour, y les llegó la muerte envuelta en tragedia. Su vida en manos de este elenco tiene momentos sumamente intensos y el nivel actoral del plantel masculino es superlativo. Como la obra española, los brasileños de Savana Gladial también apelan a un estilo de narración casi cinematográfico que encuentra una rica síntesis con el trabajo espacial y actoral.
Los espectáculos en sala (se usan varias que están desparramadas por varios puntos de la ciudad) se llenan. Sin embargo, las obras callejeras pasan un tanto inadvertidas. Danilo Santos, director de Mirada, hace su lectura irónica de esta realidad: "En estos momentos, la campaña política en la calle es tan fuerte que la gente debe creer que Mirada es otro candidato y, cuando ven a alguien hablando rodeado de gente, deben pensar que Mirada está dando un discurso. Por eso ni quieren acercarse". Cierto, las ciudades estallan de banderas, candidatos y remeras de todo tipo (la industria textil, agradecida).
Pero a juzgar por lo visto en los primeros días (y dejando de lado los espectáculos argentinos que ya tuvieron una amplia cobertura), la gran grata sorpresa son las dos experiencias que llegaron del Perú que trabajan la línea de cruce entre artes escénicas y artes plásticas. Una se llama Hecho en el Perú, vitrinas para un museo de la memoria , por el mítico grupo Yuyachkani, que está por cumplir 40 años. La otra, Los grumildos , una instalación de la artista Ety Fefer que se presentó, entre otros lugares, en la edición de Documenta del 2002. La primera se parece a escenas del fotógrafo Marcos López y su Pop Latino , pero hechas movimiento en 6 nichos que la gente va observando mientras se toma un pisco. La segunda recrea un cabaret del bajo fondo (de esos de los que Santos, como todo gran puerto, debe estar lleno) con música de fondo y, desparramados por ahí, pequeños títeres movidos por engranajes mecánicos que pueblan ese mundo tramposo, sexual, erótico y hasta tierno.
La primera tiene raíz teatral. La segunda viene de las artes plásticas. Ambas se encuentran en una indefinible línea de cruce y alumbran la posibilidad de apreciar a una manifestación artística peruana sin circular por los lugares comunes (hasta se ríen de la very typical imagen del Perú). Lo cual, es todo un hallazgo para esta primera edición de Mirada que, estratégicamente, decidió mirar a Iberoamérica y no dejarse llevar por las luces berlinesas y neoyorquinas de tanta influencia en esta región. Lo cual, más allá de lo artístico, es un hecho político que reafirma el indiscutible liderazgo del Brasil en la región.
Fuente: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1302635
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