La pandemia lo llevó a descubrir a su otro yo, ese que se escondía detrás del actor con el que convivió durante más de la mitad de su vida. Aceptó rápido que no volvería a actuar durante un tiempo y conectó con su profesión desde otro lugar. Hoy debuta en streaming
María Virginia Bruno
3 de Octubre de 2020
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“La gesta heroica” cuando pase la pesadilla en el Cervantes / Sportivo teatral |
A Luis Machín le duele enormemente tener una visión tan desesperanzada sobre el mundo post pandemia. Su pensamiento está en las antípodas de aquellos que idealizan la crisis creyendo que algo positivo puede emerger. “El que era bueno seguirá siendo bueno, y el que era malo, no cambiará”, afirma, no sin dolor, pensando en las nuevas generaciones, en sus hijos, a quienes le gustaría poder dejarles un futuro prometedor y por quienes, aún a sabiendas de este “pronóstico reservado”, no bajará los brazos.
Por eso, dice en diálogo con EL DIA, “uno trata de ponerle poesía a algo que no tiene”, apelando a ese instinto propio de los seres humanos que nos lleva a romantizar algún acontecimiento desgraciado, como la muerte, para poder soportarlo.
“Yo me quedo con las últimas palabras de mi madre, cuando me despedí de ella, hace un año. Como campo poético recuerdo eso, sus palabras, para tratar de soportar lo que fue el deterioro y la caída final”, reflexiona con profundidad el actor santafesino que en cuarentena ha atravesado otro duelo, el de su profesión.
“Lo digo sin ningún problema: el teatro murió. La expresión teatral murió. Va a resucitar, por supuesto. Es como la segunda parte de una película malísima en donde el protagonista resucita pero habrá que ver cómo, con qué condimentos, cuáles habrán sido los costos”.
Así y solo así, Machín acepta la existencia de otras posibilidades, como las virtuales, en tanto sirven para seguir “generando recursos” para una actividad sentenciada.
Durante la charla, este intérprete de cine, teatro y televisión, que ha sido parte de más de 40 ficciones, entre las que se destacan “Mujeres Asesinas”, “Padre Coraje”, “Viuda e Hijas del Rock & Roll” y “Sandro de América”, repetirá la palabra “experimento” para definir a estas nuevas formas de expresión que florecieron con la pandemia.
Un universo, el streaming, en el que debutará esta noche como protagonista, junto a su mujer Gilda Scarpetta y su hijo Lorenzo, del cuarto capítulo de “En Casa-Miento”, un proyecto coral de Nün Teatro que, escrito y dirigido por Nacho De Santis y Sebastián Suñé, se emite en vivo, desde la casa de los actores, a través de YouTube. Las entradas se consiguen por Alternativa Teatral.
“Es un experimento que no deja de ser válido para un momento excepcional que, lamentablemente, va a durar mucho tiempo”, advierte Machín, sobre esta “forma de subsistencia” que sirve para hacerle frente a “una encrucijada muy compleja” que “dejará a muchos en el camino, literalmente, porque la pandemia los ha matado”.
El actor reconoce que “es lindo” el fenómeno que se genera alrededor de esta propuesta -tras cada función, los espectadores virtuales se conectan a un Zoom en el que pueden conversar con el elenco- pero, aclara, “lindo para esta época”, dejando en claro que “no lo cambia” por el teatro presencial bajo ninguna circunstancia.
Desde que empezó a actuar a los 16 años, en su Rosario natal -habiendo nacido en el seno de una familia en la que no encontró rastro alguno de inclinación artística-, hasta los 52, cuando su esencia se vio cercenada, los procesos creativos en los que se vio involucrado Machín fueron presenciales. Por eso estas formas le resultan tan ajenas.
“El padre, su familia y el champagne” es el nombre de la historia que los Machín protagonizarán desde las 21, y durante los restantes sábados de octubre. En este capítulo, Luis es el padre “tacaño” de la novia que acaba de festejar su boda; su familia es su nueva familia; y el champagne es de los temas más debatidos de este proyecto contado por entregas mensuales.
Con Gilda, que también es actriz, habían compartido elenco en una serie que se llamó “Las palomas y las bombas”, sobre el Bombardeo en Plaza de Mayo en el 55. Con Lorenzo, el mayor de sus dos hijos -también son papás de Aurora-, y que heredó de sus padres la curiosidad artística, Luis había filmado una película en Rosario, en la que Gilda también había tenido una pequeña participación.
“La experiencia de actuar en familia es muy curiosa, es extraño. Nunca había ensayado en el living de mi casa. Había estudiado letra, en mi habitación, pero de repente uno se encuentra haciendo un acto creativo en un lugar que estaba un poco ajeno al proceso real de construcción. Pero ahora el living de la casa de uno es el núcleo principal del acto creativo”, cuenta Machín, azorado por las insólitas escenas de la vida real que le está tocando protagonizar.
“Es una experiencia que ni siquiera nunca la pensé, como la mayor cantidad de habitantes de este planeta, que nos vemos en situaciones que nunca nos hubiéramos imaginado, ni siquiera en el peor guión de película de clase Z”, admite el actor inmortalizado para muchos por la publicidad de cerveza “la tapa a gosca”.
FLORECIÓ EL EGOÍSMO
Cuenta Machín que apenas comenzó la cuarentena lo llamaron de diferentes radios, programas de tevé y medios digitales para pedirle contenidos para llenar espacios propios a costa de esfuerzo ajeno, reacciones que define como de “profundo egoísmo”, lo que lo lleva a seguir fortaleciendo su mirada pesimista sobre el mundo.
“Por eso siempre digo que no creo que cambiemos para bien, como se pensaba los primeros días de pandemia. Lo que primero surgió no fue la solidaridad, fue el egoísmo”, analiza el actor, y pone otro ejemplo, en la misma línea: “Ni siquiera creo que los aplausos para los trabajadores de la salud hayan sido solidarios, porque no se mantuvieron, sólo se hicieron durante 20 ó 30 días”.
Para el actor, se trataron de “acciones mediáticas” con las que no comulga. Como hermano de enfermera, su forma de celebrar a los trabajadores de la salud, no ahora sino “de toda la vida”, fue y será siempre a través de la urna, poniendo “el voto en territorios donde sé que se la va a defender como actividad esencial”.
Por eso, cuando tomó conciencia de que por mucho tiempo no volvería a actuar (estima dos años) se sentó a pensar qué hacer e ideó un proyecto de charlas que, en su presupuesto, no sólo incluyó sus servicios como moderador/entrevistador sino además el de sus invitados/entrevistados.
“A mí se me hubiera caído la cara de vergüenza de invitar a una persona al programa donde yo desplegaba mi conocimiento, mi interés y curiosidad y lo retenía una hora y media, o dos, consumiendo tiempo de su vida, para completar un espacio mío. Lo hice con la condición de que también el invitado tenga la posibilidad de generar recurso”, revela Machín.
Estas charlas, que durante la cuarentena lo mantuvieron ocupado, fueron parte de programas culturales de Santa Fe y Córdoba, en los que Machín conversó por vivos de Instagram -se pueden ver en su perfil- con personalidades relevantes de la cultura. Una propuesta similar encabezó para los socios y socias de SAGAI, que tuvo esta semana el cierre de su primera parte, con Graciela Borges como invitada.
Estos proyectos, que Machín llamó “Procesos creativos”, nacieron a partir de una necesidad: la de hablar de los temas que sentía se fueron dejando de lado en las diferentes entrevistas que le hacían.
“No se discutía lenguaje, no se hablaba de movimiento, de las problemáticas de los actores; sentí que no podía hablar de actuación, de lo que se pone en juego con lo que se actúa”, confiesa Machín, entusiasmado por haber podido concretar esta faceta con la que pudo conectarse con su profesión desde otro costado. Fue, no duda en señalar, “una de las cosas positivas que me pasaron en todo este tiempo”, además de lo que tiene que ver con la “vinculación familiar, por supuesto”.
LA POSTERGACIÓN DE UN SUEÑO
“Asteroide. Fin de un mundo imposible”, escrita por María Zubiri y dirigida por Cecilia Meijide, fue una de las obras seleccionadas en el marco del concurso “Nuestro teatro”, organizado por el Teatro Nacional Cervantes, que eligió espectáculos para representar en la sala María Guerrero, sin público y a los efectos de ser filmadas para su posterior subida al canal Cervantes Online.
Machín, junto a Carlos Belloso, Eugenia Guerty, Julián Larquier Tellarini y Camila Peralta, participó de este proyecto con el que, siguiendo un protocolo especialmente diseñado para ese espacio, volvió a los ensayos presenciales.
Vuelve apelar al término “extraño” para definir este reencuentro con sus compañeros máscara a máscara. “Fue algo nuevo porque fue presencial pero a la distancia. Estamos todos con máscaras, con protectores, pasándonos alcohol a cada rato, no nos podemos acercar, uno se saluda a la distancia, no se comparte más mate, ni una galletita, nada”, enumera con pesar cómo fue esta experiencia que fue grabada el jueves.
Lo más paradójico de esta situación es cómo terminó debutando en el Cervantes, con una propuesta híbrida de manera “presencial pero virtual”. Todo muy raro.
Porque en este año de pérdidas, a Machín le robaron la ilusión de debutar en la sala María Guerrero a horas nomás del que muchos aventuraban sería el estreno del año.
“Hicimos el ensayo general y se cerró el mundo”, lamenta en referencia a “La gesta heroica”, una adaptación argentina de “Rey Lear”, escrita y dirigida por Ricardo Bartís.
“La pesca” había sido lo último que Machín había hecho con Bartís, un espectáculo ofrecido hace doce años y basado en un club de pescadores que se llamaba “La gesta heroica”, nombre que, como un guiño, el creador del Sportivo Teatral que abrazó a un jovencísimo Machín cuando dejó Santa Fe para radicarse en Buenos Aires, le puso a su nuevo espectáculo.
“Bartís usa en sus obras elementos escenográficos que son elementos de otras, que se van resignificando. De hecho, en ‘La gesta heroica’, hay cosas de ‘El pecado que no se puede nombrar’, hace veinte años, y que después fueron pasando por otros espectáculos como ‘Por donde más duele’ o ‘De mal en peor’”, revela Machín.
Esta versión del clásico shakesperiano, en la que compartirá escenario con Facundo Cardosi, Clara Seckel y Martin Mir, está ubicada en Santa Teresita, “en un parque de diversiones paupérrimo, que otrora tuvo alguna gloria, en la que una familia muy decadente, afronta la división de tierras”, explica sobre esta historia que “como en todas las obras de Bartís, uno encuentra campos de resonancia en lo político, en lo social, en lo cultural”.
Siente tristeza por la frustración de esta pieza de cámara -solo admitirá 130 espectadores- que, como un acto de rebeldía tal vez, se animaba a darle “la espalda a la María Guerrero, con la gente sobre el escenario con nosotros”.
Por eso, como escribiera hace unas semanas en su cuenta de Instagram, cuando volvió al Cervantes para ensayar “Asteroide” y se topó con el cartel promocional de este proyecto por ahora trunco, “será más gesta y más heroica cuando esta pesadilla pase y la podamos hacer”.
Estima que será recién en 2022 porque no hay protocolo que valga, al menos, para esta puesta, imposible de hacer para la virtualidad. “Es una obra que se ensayó en la vieja normalidad, y se iba a estrenar en la vieja normalidad. No es un teatro que acepte así, tan rápidamente, un cambio de distancia, de fricción, de choque, de acción. Lo que se puede hacer ahora es con alcohol en gel y a la distancia. Algo que, dicho así, también acentúa un poco el carácter de la época: ausencia, distancia y soledad”, cierra el actor con palabras que resuenan a la dramática poesía que interpretaba su personaje en el elogiado unipersonal “El mar de noche”.
Fuente: EL DIA