viernes, 20 de noviembre de 2020

La Plata festejó los 138 años con el Teatro del Lago como escenario

LA CIUDAD | UNA CELEBRACIÓN ESPECIAL

Artistas platenses participaron de la propuesta que se transmitió a través de las redes sociales desde el coliseo del Bosque. Fue una jornada atípica, sin feriado, asueto ni eventos masivos


Con el magnífico anfiteatro Martín Fierro como escenografía, en el marco del emblemático Paseo del Bosque, artistas platenses llevaron adelante un espectáculo para celebrar los 138 años de vida de la Ciudad, que se cumplieron ayer.

La jornada en que se cumplió un nuevo aniversario de la Ciudad fue diferente a las que los platenses, por lo general, están acostumbrados a vivir. No sólo porque se enmarcó en contexto de pandemia, con homenajes a la fecha más de modo virtual que presencial, sino porque además, contrariamente a lo sucedido en años anteriores, no fue un día declarado feriado sino “no laborable. Entonces, mientras que la administración pública no trabajó, el sector privado, comercial y fabril, mantuvo la actividad igual que cualquier otro día hábil. Todos los negocios con las puertas abiertas y atendiendo público pincelaron un cuadro muy particular para un 19 de Noviembre.

En tanto, la propuesta municipal, encuadrada en la histórica sala escénica al aire libre rodeada del lago del Bosque y el espléndido arbolado del principal pulmón verde platense, restaurada luego de casi una década de abandono, pudo seguirse en vivo, como otras alternativas de los festejos por el cumpleaños de La Plata, a través del streaming oficial.

Así, se concretó el broche de oro de una serie de ofertas culturales y artísticas pensadas desde el Municipio para celebrar este nuevo aniversario de la capital provincial. El show contó con la participación de más de 120 artistas platenses en escena.

“Creíamos que este 19 de noviembre tan especial era una gran oportunidad para los platenses de poder recuperar este espacio y, tras iniciar su puesta en valor, tomamos a este aniversario como el puntapié inicial para generar una programación multidisciplinar, donde las distintas áreas de la cultura local puedan manifestarse y los vecinos reencontrarse”, dijo el intendente Julio Garro durante los festejos.

El espectáculo que, según se aseguró desde la Comuna, contó “con una impronta 100 por ciento local”, se desarrolló por una plataforma virtual en cumplimiento de los protocolos sanitarios requeridos por las autoridades para este tipo de eventos.

El espectáculo comenzó pasadas las 18.30 con la puesta en escena del grupo musical “La Fanfarria”. Tras ello, el evento le dio lugar a más de 40 bailarines representantes de distintos estudios de danzas de la ciudad, quienes interpretarán distintas coreografías musicales.

En otra instancia del show, el escenario del icónico y renovado teatro platense recibió a artistas locales que interpretaron grandes éxitos del rock nacional, grupos de cumbia y emergentes de diversos géneros, artistas visuales y clásicos de renombre internacional.

La celebración continuó con la presencia virtual de emblemas deportivos, artísticos y personalidades destacadas de La Plata, quienes irrumpieron en los festejos para desearle un feliz cumpleaños a su ciudad natal. Entre otras, se destacaron las presencias de Iñaki Urlezaga, Agustín Creevy, Celia Millán, Guillermo Barros Schelotto, Benjamín Rojas, Alejandro Zuccarelli Benoit, Marcelo Moura, Alejandro Gardinetti, Diego Cremonesi, Tomás Bond Rocha y Andrés Compagnucci.

El festejo se desplegó, asimismo, en distintos espacios municipales, con representantes de la cultura y el arte local.

Finalmente, el secretario de Cultura y Educación municipal, Martiniano Ferrer Picado, afirmó que “estamos felices de que un espacio tan emblemático de La Plata haya vuelto a brillar en una fecha tan especial para todos los platenses”; y agregó que “es un orgullo que muchas familias se sumen de forma virtual a este espectáculo inolvidable con bailarines, músicos, artistas y personalidades destacadas que nacieron en esta ciudad”.

El colorido festejo también contó con la participación del artista visual Matías Re, quien realizó una obra en tiza del Teatro del Lago que será donada al Hospital de Niños de La Plata para realizar una subasta y recaudar fondos para el nosocomio.

Con el paso de la tarde noche, el homenaje continuó en el Teatro Coliseo Podestá con la presentación de bandas emergentes del rock y el folklore local, quienes fueron ganadoras de un concurso convocado por la Secretaría de Cultura y Educación.

Para el cierre, el evento contó con la exhibición del tenor platense, Rubén Darío Martínez; junto a la soprano de nivel internacional, Paula Almerares, quienes brindaron un emotivo show acompañados por dos parejas de bailarines clásicos.

EL ANIVERSARIO EN LAS REDES

También las redes sociales fueron ayer una caja de resonancia del aniversario, con videos, fotos y mensajes que circularon durante toda la jornada entre los platenses.

Fuente: Diario El Dia de La Plata

viernes, 13 de noviembre de 2020

Un teatro posible

 

Otra puesta original producto de la pandemia

Las restricciones se vuelven procedimientos y el teatro parece un dispositivo invisible en Mi parte es todo, una salida para la ficción. 

Por Alejandra Varela


Nadie diría que esas personas dispuestas en una plaza en la ciudad de La Plata, a una distancia aceptable y que se mueven apenas para identificar los rastros encriptados de una narración, están asistiendo al desarrollo de una obra de teatro. Hay una serie de claves antes de llegar al día de la función. Un mensaje por WhatsApp donde se dan las coordenadas puntuales del encuentro y un audio que será conveniente no escuchar hasta el momento que la ficción ocurra. 

Allí, cada espectador, revive la instancia de estar en grupo en el devenir de un espectáculo pero la guía para no perderse entre las personas que vuelven a una plaza como si allí se recuperara un tiempo interrumpido, está concentrada en ese audio que escuchan desde sus teléfonos celulares. Hay algo íntimo, casi de una imaginación estimulada por lxs narradorxs que se suceden en esta historia encapsulada que hace de Mi parte es todo una variante del teatro invisible. 

Las voces que nos cuentan el devenir de algunxs jóvenes en la ciudad de La Plata, atrapadxs en trabajos precarios y en deseos tan fabulosos como posibles, nos llevan a identificar a actores y actrices disimuladxs entre las chicas que improvisan un picnic o lxs niñxs que arden por un poco de juego y de sol. Lxs integrantes de este elenco disperso podrían ser cualquier persona que se propone habitar la plaza por una tarde, solo nosotrxs, lxs que aceptamos ser espectadorxs de esta obra escrita y dirigida por Braian Kobla sabemos que allí sucede algo del orden de lo dramático y también de lo novelesco porque Mi parte es todo podría ser un libro que leemos y que nos impulsa a fantasear con sus personajes, un soporte dramático que se transforma en un experimento de lectura donde descubrimos a otras personas participando de una ficción que solo parecía suceder en nuestra cabeza, o la voz en off de una película que no podemos olvidar y que nos lleva a ver a sus criaturas en todas partes. 

Así el director y su grupo de artistas rescatan un trabajo sobre el espacio, sobre la puesta en escena invadida por lo impredecible de un entorno que también se integra como un elemento dramático. En el recorte que nosotrxs hacemos gracias a esa narración que tiene una belleza irónica, la melancolía de un presente que no entiende muy bien lo que va a venir, se genera otra manera de mirar lo cercano como si se construyera un híper realismo casi fotográfico que, a la vez, es alterado al extremo por una ficción imperceptible. 

Hacer del teatro un tiempo y un espacio paralelo es el gran hallazgo de este dispositivo brillante ideado por Kobla, una herramienta para que las restricciones se conviertan en procedimientos. No hace falta aquí hablar de la peste porque la escena que vemos tiene ese candor, esa herida que surge después de la catástrofe, como esa chica que lo único que quiere es bailar al sol.El mundo de los trabajos y las actividades permitidas durante el aislamiento surgen como relatos breves que se pulverizan. Como ocurre con algunos cuentos de Raymond Carver en la sucesión de episodios ínfimos se construye una trama con lo que es factible hacer ¿Cómo destrabar ese límite? Mi parte es todo entiende que el teatro no podrá volver a ser el mismo. Su título, que entraña una pequeña filosofía, habla de una manera de operar como comunidad al entender que el distanciamiento es una nueva versión de nuestra singularidad.Mi parte es todo es, también, una alternativa desde la acción en una época donde se corre el riesgo que el cuerpo sea percibido solo como un lugar de peligro. Aquí la presencia de actores y actrices viene a imantar esa cercanía. 

Para participar de esta obra comunicarse con el Instagram Miparteestodo.  

Fuente: Página 12

domingo, 8 de noviembre de 2020

A los 96 años, Élida evoca la fascinante experiencia de crecer en un circo criollo

 

LA CIUDAD| EL MUNDO PROPIO DE UNA PLATENSE EN LOS ESPECTÁCULOS CIRCENSES DE ANTAÑO

En plena pandemia, presentó un libro plagado de mágicos recuerdos y anécdotas sobre su infancia
de pueblo en pueblo


ÉLIDA, JUNTO A LOS SOBRINOS, FAMILIARES Y AMIGOS QUE LA APOYARON
PARA EDITAR 100 NÚMEROS DEL LIBRO / EL DIA


Por: Mónica Pérez
mperez@eldia.com

8 de Noviembre de 2020 | Edición impresa

El circo criollo dejó en Élida Salomé Carpenzano una huella tan marcada como la que quedaba en el campo cuando la troupe de artistas desmontaba las lonas para partir a otros pueblos. Ahora, con nueve décadas haciendo malabares en su vida, decidió reflotar sus recuerdos en “Mi infancia en el circo criollo”, un libro que refleja su niñez, la vida de su familia y la de un puñado de artistas trashumantes.

Hasta los 12 años vivió de pueblo en pueblo, con el ferrocarril como guía del itinerario, cambiando de techo, de escuela y de geografía, semana tras semana. “Es el relato de nuestra vida y de la alegría que llegaba a los pueblos cuando en las calles la banda anunciaba el espectáculo y venía la gente de todos los campos en carros para vernos”, evoca la autora mientras aclara que el texto también rinde homenaje a los Hermanos Podestá, precursores del circo criollo.

En noviembre de 2018 Salomé, como le gusta que la llamen en su faceta artística, comenzó un viaje hacia su historia y salió a la caza de imágenes cotidianas de su infancia para homenajear a la memoria de sus padres y a la de su tío Demetrio, quien introdujo a su familia en el circo criollo. Con el auxilio de una regla pudo burlar sus problemasde visión y guiar su escritura en el manuscrito.

Así la escritora revivió las vicisitudes de humildes artistas que durante años recorrieron los caminos del país para llevar alegría y emociones, pero también cultura a través de obras de autores argentinos que se ponían en escena bajo la lona circense o en pequeñas salas pueblerinas. Todo en épocas en las que no había radio, ni cine, ni televisión, ni siquiera teatro.

“El libro me permitió recrear los momentos felicesde mi infancia y entrelazarlos con las vivencias del circo criollo”, afirma la autora que ya a los 5 años hacía sus primeras interpretaciones o se animaba a ser apuntadora de los artistas.

Antes de la llegada del circo, un representante visitaba los pueblos y solicitaba permiso a las autoridades. Luego, un grupo de peones contratados en el lugar hacía el montaje de la carpa, mientras los artistas buscaban alojamiento en hoteles o en casas de familia, “no se vivía en carromatos”, aclara Salomé y agrega que por logeneral se quedaban en esos lugares entre 15 y 20 días.

Con el ritmo de una obra teatral, esboza pinceladas costumbristas y otras de tragedia, como las obras que se interpretaban en la segunda parte del espectáculo, luego de las actuaciones de payasos y malabaristas.

Entre las vivencias más dramáticas Salomé recuerda la muerte de su tío Demetrio Carpenzano, conocido como el payaso Beroldo. El artista interpretaba la última escena del drama “La muerte civil”, debía tomar veneno y desplomarse, uno de los momentos de mayor tensión en la obra. El guión se cumplió con rigor y el nerviosismo de los espectadores fue “in crescendo” cuando, pese al cerrado aplauso, el artista nunca se levantó. Había muerto de un infarto, pero la policía intervino hasta que constató que no había sido un envenenamiento real.

Con sus recuerdos de infancia, Salomé trae a la memoria de la cultura popular la vida de esos artistas y hace un homenaje a Pepe Podestá, impulsor del circo criollo. “Antes había trapecistas, animales, se hacía reír a la gente con pantomimas, pero Podestá se inspiró para que un escritor argentino volcara en forma de teatro el famoso Juan Moreira y lo llevó por todo el país”, cuenta la autora para referirse a los orígenes del circocriollo- ver aparte-.

Atrapante como una novela, el libro también evoca una mañana en la que la niña se despertó con el grito: “Beroldito- como llamaban a su padre-, es el fin del mundo” y al abrir la puerta sólo vio una espesa niebla rojiza. Las cenizas de un volcán de Mendoza habían hundido la carpa del circo.

Su vida fueron malabares y actuaciones, pero también momentos de angustia como cuando su madre se enfermó de escarlatina, días después de que naciera uno de sus hermanos. “En la mayoría de los pueblos no había médicos y hubo que internarla en Rosario”, recuerda.

En esas páginas se revelan historias de familias sin casas, cuyo mundo era una habitación en el que armaban dormitorio, cocina y comedor, siempre con un baño a compartir.

“Mamá era muy celosa de mi educación, a los 6 o 7 años ya me enseñó a leer y escribir, en cada pueblo que estábamos yo iba dos semanas a la escuela y era la atracción porque leía a primera vista, incluso algunos le pedían permiso a mis padres para que yo fuera a recitar”, apunta la artista que recién completó sus estudios de manera oficial a los 12 años, cuando la familia se radicó en La Plata.

El texto también se enriquece con datos como los $138 que se recaudaron en una función y con los que tenían que pagarse sueldos, los gastos de las instalaciones, los de propaganda y, además, separar la ganancia para el dueño.

El circo, que en algún momento se llamó Olimpo, mantuvo por 10 años la carpa, luego ofreció el espectáculo en tinglados o salones. En su época de esplendor llegó a tener 25 personajes en escena que interpretaron obras como "El puñal de los troveros" o "Juan Moreira".

Sin embargo, la crisis del 30 los golpeó como un latigazo, algunos artistas comenzaron a emigrar en busca de mayor estabilidad económica y, en 1936,la familia Carpenzano se radicó en La Plata. 

“Antes de irnos he pasado por el lugar donde estuvo el circo y vi la huella circular del contorno de la carpa y la más chica de la pista que pronto estarán cubiertos por la maleza. Recién tomó dimensión de lo que significa su presencia”, expresa la autora en una de las páginas que reconstruyen su vida en el circo criollo. Entre sus tesoros aún conserva fotos, manuscritos de época y el traje con el que en 1927 su padre personificó al payaso Beroldito.

SOBRE EL CIRCO CRIOLLO

El Circo criollo, origen del teatro argentino, se inició a mediados del siglo XVIII en Argentina y Uruguay para exhibir en carpas espectáculos que iban de pueblo en pueblo.

Las funciones constaban de dos partes, la primera de habilidades y la segunda de representación de un drama criollo. El primero y más famoso fue "Juan Moreira", que representa la historia del gaucho perseguido por la ley.

Este género marcó la identidad del teatrorio platense y una de sus páginas más relevantes fue escrita por los Hermanos Podestá, hacia finales del siglo XIX. Ellos empezaron con la actividad circense en Argentina y le anexaron el sainete criollo. Las obras contaban con personajes definidos como, por ejemplo, los payasos que hacían críticas sociales y políticas. Además se representaban danzas folclóricas argentinas.

En el libro también hace un homenajea Pepe Podestá, impulsor del circo criollo

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