martes, 17 de diciembre de 2019

Balance de la temporada teatral 2019

CULTURA Y ESPECTÁCULOS

La escena que logró sobrevivir a la crisis

A pesar de los problemas económicos, el panorama del teatro en Buenos Aires marcó una vez más su diversidad temática y su multiplicidad de miradas. La cuestión de género, la historia y la política local, y la actualización de los clásicos atravesaron la cartelera porteña. 

Por Candela Gomes Diez - 17 de diciembre de 2019 


La vis cómica, la última creación de Mauricio Kartun. 

En tiempos de bolsillos flacos y de hiperconectividad, el teatro sobrevive, en tanto ceremonia viva, como un ritual necesario. Ni las crisis, ni una comunicación cada vez más mediada por las pantallas, logran amedrentar a una actividad que en el ámbito local compite por la calidad y la variedad de su oferta con plazas teatrales destacadas a nivel mundial, como Londres o Nueva York. No obstante, el contexto de recesión económica y su consecuente caída del consumo repercutieron y afectaron en distintos niveles a los distintos circuitos en los que las artes escénicas se desarrollan (ver aparte).

Aun así, con el bajo poder adquisitivo y los incrementos tarifarios como principales obstáculos, el teatro se las arregló en el año que se va para seguir brindando a los diferentes públicos una cartelera diversa en contenidos y estéticas. Y aunque abarcar la infinidad de obras representadas a lo largo de 2019 resulta imposible, a continuación se ofrece una aproximación a algunos de los acontecimientos más significativos de la temporada.

En sintonía con los tiempos en los que la agenda de las mujeres se cuela progresivamente en todos los ámbitos, el teatro se hizo eco de ese debate emergente y puso en la escena la problemática de la violencia de género con distintas propuestas. Quien de alguna manera fue el encargado de inaugurar el año en esta materia fue el Teatro Nacional Cervantes, que bajo el título “La asamblea de las mujeres” ofreció una maratón de once horas de talleres, charlas y proyecciones, que contó con la presencia de distintas referentes del arte y la cultura. El teatro comercial, propenso a dramaturgias más livianas, también aportó lo suyo con el estreno de Después de Casa de muñecas, suerte de secuela del clásico de Henrik Ibsen Casa de muñecas, escrita por Lucas Hnath y dirigida por Javier Daulte, donde se visibilizó una vez más el destino de una mujer que rompe con los mandatos del matrimonio y la maternidad.

El teatro griego, por su parte, permitió poner en escena versiones de tres obras con similar perspectiva feminista: Fedra, de Juan Mayorga, y con dirección de Adrián Blanco, sobre una mujer condenada por desear; Lo mejor de mí está por llegar, versión libre y contemporánea de Medea escrita por Jorge Acebo y Juan Carlos Rivera, que reveló la cruda vida de una protagonista sometida a maltratos y abusos y Lisístrata, dirigida por Silvia Gómez Giusto, quien además se propuso aggiornar la obra escrita por Aristófanes, donde las mujeres inician una huelga sexual para obligar a los hombres a terminar con la guerra.

La trata de personas también tuvo su tratamiento a través de La Varsovia, de Patricia Suárez y con dirección de Mirén Remondegui, y de Flores de Tajy con dramaturgia de Sol Bonelli y puesta a cargo de Valeria Ambrosio. Y la injusta y desigual realidad impuesta por la clandestinidad del aborto en el país encontró un abordaje sin eufemismos en la notable pieza de Mariana Bustinza Lo que quieren las guachas. Ya cerrando el año, y en el mes de la No Violencia contra la Mujer -noviembre- coincidieron tres festivales que buscaron incentivar la reflexión a partir de la escena: “Mujeres a la obra”, “Medeas” y el “Festival Nacional sobre Violencia de Género”.

En la misma línea de concientización, las sexualidades disidentes y las interpelaciones al esquema binario en torno a la identidad de género ocuparon también un lugar en las tablas. Así, pudo verse la multipremiada, y reestrenada en la 12º edición del Festival Internacional de Buenos Aires (FIBA), Millones de segundos, del dramaturgo español Diego Casado Rubio, con un trabajo impecable de Raquel Ameri, interpretando a Alan, un adolescente transexual con síndrome de Asperger. Con su obra Orillera, el director y clown argentino Toto Castiñeiras también contó las vidas de personajes atravesados por tensiones vinculadas a la identidad de género y al despliegue de su sexualidad.

El grupo Piel de Lava, por su lado, siguió con Petróleo, su quinto trabajo en escena que se repuso en el Teatro San Martín y luego se mudó al circuito comercial del Metropolitan, con el mismo éxito arrollador. En la pieza, las cuatro actrices, también dramaturgas y directoras, componen a trabajadores petroleros que logran de a poco deconstruir sus prejuicios y estereotipos de masculinidad impuestos por la heteronorma. Sobre un amor entre hombres (o más bien el desamor), se vio en el Cervantes Testimonios para invocar a un viajante, con texto de Patricio Ruiz y una puesta dirigida por Maruja Bustamante que combinó diversos lenguajes y ofreció una potente reivindicación de la disidencia. En ese sentido, Príncipe azul, de Eugenio Griffero, y con el debut en dirección de Thelma Biral, propuso el reencuentro de dos hombres, cincuenta años después de un amor adolescente.

También el teatro, en 2019, puso entre sus temáticas recurrentes la historia y la política local, a veces para revisar acontecimientos sociales de relevancia histórica y otras para reflexionar sobre la actualidad. En Potestad, uno de los estrenos más resonantes del año, María Onetto se lució en el unipersonal escrito por Eduardo “Tato” Pavlovsky y dirigido por Norman Briski, donde se puso en la piel de un médico apropiador durante la última dictadura cívico-militar. En relación a la lucha armada en los años setenta, y tomando como disparador la desaparición de Roberto Quieto, dirigente de la organización Montoneros, en 1975, Susana Torres Molina escribió Un domingo en familia, obra que subió a escena dirigida por Juan Pablo Gómez. Y del mismo director también pudo verse Recorte de Jorge Cárdenas Cayendo, sobre el primer herido en la represión de diciembre de 2001.

Con un tratamiento más próximo a las problemáticas económicas actuales, se presentó Buena presencia, de Víctor Winer, y dirigida por Lía Jelín, una comedia sobre las estafas que sufre la clase trabajadora por parte de la especulación financiera, y a la que el humorista gráfico Miguel Rep, por primera vez al frente de la dirección de arte de una obra, sumó una estética de cómic. Con una propuesta similar, y para retratar, en clave de humor, las penurias que genera una economía en crisis, Los Macocos repusieron Los Albornoz.

A su vez, hubo propuestas que pusieron el foco en los mecanismos de la sociedad disciplinaria. En este sentido, hizo su aporte La naranja mecánica, la primera versión del clásico de Anthony Burgess estrenada en la Argentina, escrita y dirigida por Manuel González Gil. Allí pudo verse a Franco Masini en el rol del villano Alex, a quien el Estado decide someter a una polémica técnica de resocialización. Y con una lectura análoga también se estrenó Tadeys, fábula político-sexual escrita por Osvaldo Lamborghini, versionada por Analía Couceyro y Albertina Carri, que significó además el regreso al teatro de autor de Diego Capusotto en la piel de un psiquiatra que diseña un método con el cual el aparato estatal transforma a los jóvenes violentos en mujeres a través de la sodomización y el adoctrinamiento.

En el ámbito de la historia internacional, con formato de teatro documental, pudo verse en el Teatro San Martín Atlas del comunismo, obra de la directora, actriz y performer argentina Lola Arias, que dio cierre al FIBA. Allí, ocho protagonistas relataron sus vivencias en torno a los valores del socialismo desde la creación de la República Democrática Alemana, y hasta su posterior disolución en 1990, tras la caída del Muro de Berlín. En el mismo teatro, y con las actuaciones principales de Boy Olmi y Osmar Núñez se llevó a cabo la jugada apuesta de ensamblar dos obras inspiradas en hechos reales, que revelaron los complejos cruces entre la política y el arte y al mismo tiempo recordaron el horror del nazismo: Colaboración y Tomar partido, de Ronald Harwood, y con dirección de Marcelo Lombardero. En esa línea de advertencia acerca del vínculo entre los artistas y el poder, y el peligro de la degradación del arte que eso conlleva, se presentó La vis cómica, de Mauricio Kartun, en una puesta metateatral y con tono de parodia.

En cuanto al recuerdo de personajes históricos, se evocó la figura de Juana Azurduy, con Juana ¡vive!, protagonizada por Luisa Kuliok y dirigida por Rosa Celentano, mientras que en el musical Aquí cantó Gardel, de Mariano Saba y dirigido por Nelson Valente, se rememoró el último concierto del “Zorzal Criollo” en la Argentina. La ficción también permitió ver en escena el romance de Frida Kahlo y León Trotsky en Los amantes de la casa azul, con dramaturgia de Mario Diament y dirección de Daniel Marcove, y la relación entre los científicos y Premios Nobel de Física Werner Heisenberg y Niels Bohr, en Copenhague, obra del dramaturgo británico Michael Frayn, y adaptada por Mariano Dossena. Por su parte, el historiador Mario “Pacho” O´Donnell imaginó en La decisión cómo podría haber sido el encuentro entre los dirigentes Leandro N. Alem y Lisandro de la Torre, quienes jamás se cruzaron, en una puesta dirigida por Gerardo La Regina.

Y si de personajes relevantes se trata, el teatro una vez más rindió especial tributo al dramaturgo inglés William Shakespeare. Clásico de la cartelera porteña, el Festival Shakespeare celebró su novena edición y fue declarado de Interés Cultural por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires. Del director italiano Alessandro Serra, se vio en el FIBA Macbettu, puesta basada en Macbeth, y hablada en idioma sardo. Otro de los clásicos como Romeo y Julieta encontró una relectura actual a través de la grieta política argentina y de la mano de Irina Alonso quien escribió y dirigió León y Sarita, mientras que Martín Ortiz se inspiró en El rey Lear para escribir Cisneros, una tragedia argentina y Jorge Azurmendi estrenó Mucho ruido y pocas nueces.

Célebre pieza del autor isabelino, Hamlet agotó entradas en el Teatro San Martín con la versión dirigida por Rubén Szuchmacher y protagonizada por Joaquín Furriel, y un éxito similar se replicó en la pieza Ojalá las paredes gritaran, versión libre escrita y dirigida por Paola Lusardi, donde el personaje principal ya no es un príncipe, sino un joven millennial. De igual manera, la tragedia de Otelo también fue abordada con dos propuestas diferentes: Othelo, del clown argentino Gabriel Chamé Buendía, y Demoliendo Otelo, versión de la Compañía del Revés que puso el acento en la violencia de género.

Otro de los tópicos que abundan en la rica oferta teatral es el de las relaciones interpersonales, en su más amplio espectro. Al respecto, y en clave introspectiva, dos unipersonales ahondaron, desde una mirada femenina, en la psicología individual y en los vínculos afectivos. Tal fue el caso de La enamorada, de Santiago Loza, y con dirección de Guillermo Cacace, donde se pudo ver a la cantante Julieta Venegas debutando en la actuación para hablar de la maternidad, la lactancia infantil, el amor, la muerte y la vida eterna. Una criatura que habló de afectos y también de frustraciones fue Estrella, la nueva creación de Juan Pablo Geretto, quien dio voz a un ama de casa, revendedora de cosméticos.

Sobre la amistad, el autor y director Matías Puricelli puso en escena Nahuelito, coprotagonizada por Thelma Fardin, donde una confesión hecha entre dos amigas cambia su relación para siempre. Y sobre el amor, el dramaturgo Andrés Gallina presentó Los días de la fragilidad, puesta dirigida por Fabián Díaz que revela el vínculo alejado del amor romántico entre un poeta mudo y una futbolista. Por último, la familia tuvo también su abordaje escénico. Mauricio Dayub, bajo la dirección de César Brie, se destacó en El equilibrista, pieza con la que invitó a recordar los orígenes familiares, combinando elementos autobiográficos y ficcionales. Y, desde otro enfoque, la realidad de la familia disfuncional se vio en propuestas diversas como La casa de las palomas, de Victoria Hladilo, donde se expresan los conflictos dentro del núcleo familiar en medio de una fiesta de cumpleaños infantil, y La reina de la belleza, del irlandés Martin McDonagh y con puesta de Oscar Barney Finn, que reúne a dos parejas de personajes: una hija sometida por una madre abusiva y dos hermanos de experiencia y proyectos diversos.

Los números en rojo

Para el teatro, el año que termina deja un saldo positivo en calidad artística, pero negativo en relación a su rendimiento económico. Es que las crisis golpean duro en todos los frentes, y las artes escénicas no son la excepción.

Un informe elaborado por el Observatorio Universitario de Buenos Aires (OUBA), publicado el 4 de diciembre de 2019, recoge algunos de los datos que arrojó el balance de números en la actividad teatral, relevados por la Asociación Argentina de Empresarios Teatrales (AADET). Según esa entidad, las cifras actualizadas indican, de enero a noviembre, una menor cantidad de espectadores: 6% menos que 2018 y un 14% menos que 2014. Aunque si se habla de cantidad de obras, ese número se intensificó un 7% más en relación a 2018. En ese marco de recesión económica, una exponencial disminución de público y un aumento considerable de costos, AADET siguió poniéndose al frente de campañas como “Vení al teatro”, donde el público pudo acceder a más de 70 obras del circuito comercial a un bajo costo de 300 pesos.

Si bien el teatro independiente, por su parte, pudo convertirse en una oferta seductora para una buena porción de espectadores, por su calidad de propuestas y precios más accesibles, los resultados en su economía tampoco fueron mucho más auspiciosos. Según un relevamiento realizado por Alternativa Teatral en 34 salas, el nivel de público bajó casi un 1% respecto del año anterior, mientras que la recaudación subió casi un 26% también en relación a 2018, pero en un contexto inflacionario anual del 50%, lo cual dificultó cubrir el brutal incremento de tarifas que golpeó especialmente a este sector. Como hito compensatorio de la crisis, el teatro independiente celebró su día -30 de noviembre- con la reapertura del Teatro del Pueblo y con una jornada inédita en la que participaron más de 100 salas con funciones a 100 pesos.

Por su parte, el teatro oficial también hizo sus balances. En medio de un cese de actividades por conflictos gremiales, el Teatro Nacional Cervantes reveló en su informe de gestión de 2019 un crecimiento del 19% en relación a las funciones realizadas, en comparación con 2018, pero una caída de 9% en el porcentaje de ocupación. En este circuito, el Complejo Teatral de Buenos Aires es el que mostró los mejores números. Con una cartelera que sostuvo su calidad a lo largo de todo el año, y con días de precios populares que superaron apenas los 100 pesos, las cifras oficiales hablan que, al igual que en el Cervantes, las funciones teatrales superaron en un 8% a las del año pasado y, a diferencia del teatro nacional, el público aumentó en casi un 7%.  

viernes, 13 de diciembre de 2019

“Por qué tiene que haber algo y no más bien nada”: cuando la memoria es selectiva

 

Con dirección de Jimena Duca, Ensamble Frontón preestrena una obra basada en el filme “Afterlife” del japonés Hirokazu Koreeda

Ensamble Fronton

Con dramaturgia de María Marciani y Pamela Gualberto, y dirección de Jimena Duca, Frontón Ensamble presenta en calidad de preestreno “Por qué tiene que haber algo y no más bien nada”, una obra multidisciplinaria inspirada en la película “Afterlife” del japonés Hirokazu Koreeda.

Luego de encontrar la muerte, un número de personas llega a un lugar de paso donde unos funcionarios les comunican que estarán allí un tiempo hasta que logren recordar los momentos más significativos y cruciales de sus vidas y con ellos armar una puesta en escena, un compilado de recuerdos y flashes significativos de su existencia que serán representados allí. Luego de hacerlo podrán continuar hacia la eternidad.

Protagonizada por Leandro Balbín, Moira Castells, Agustina Fagni, Ricardo Ibarlín, Alejandro Kersfeld, Graciela Martínez Christian, Iván Morales, Daiana Ortellado y Emilia Rodríguez, la obra toma la trama argumental de la película y genera nuevas historias.

A partir de ahí, los personajes deberán enfrentarse a una situación que parece fácil pero que esconde su complejidad: qué recuerdos seleccionar.

Algunos se niegan a recordar, otros no encuentran ningún recuerdo significativo, otros recuerdan solo momentos de felicidad superficial o inventan momentos que no existieron. Las reacciones de los difuntos serán diversas pero habrá algo en común: todos experimentarán un paso de transformación personal.

Frontón Ensamble es una compañía escénica multidisciplinaria platense y cuyo punto de conexión es el entrenamiento conjunto en los métodos Suzuki y Viewpoints para la creación escénica. “Compartir una metodología de trabajo brinda un vocabulario común que imprime un sello único y potente a los materiales escénicos que resulten de la búsqueda y eso es lo que nos diferencia”, asegura Jimena Duca, directora de teatro, actriz, docente de puesta en escena por concurso (EDTA) y gestora cultural.

“Además de elegir trabajar en ciertas temáticas lo que nos reúne es sobre todo un modo específico de encarar el trabajo en escena”, agrega Duca, también licenciada y profesora en Artes combinadas por la Universidad de Buenos Aires con una maestría en Dirección de teatro por la City University of New York.

Frontón Ensamble estrenará dos obras el año próximo: en abril llegará “Por qué tiene que haber algo y no más bien nada”, de la que este fin de semana se mostrará su work in progress, y más adelante “Enseguida nunca más”.

Las dos obras fueron realizadas en colaboración con María Marciani y Pamela Gualberto, dramaturgas residentes en Bologna, Italia.

Con música de Iván Morales, iluminación de Ignacio Asborno, vestuario de Daiana Ortellado, y diseño y comunicación visual de

Emilia Rodríguez, el preestreno de “Por qué tiene que haber algo y no más bien nada” será este domingo a las 20 en Espacio Foli, 41 Nº 915, entre 13 y 14.

Fuente: EL DIA

miércoles, 11 de diciembre de 2019

“Si yo en silla y el público habla”: una acción para pensar en la retrospectiva escénica

 

Beatriz Catani está sentada y es todo oídos para espectadores que le cuentan impresiones tras haber visto sus obras

María Virginia Bruno
11 de Diciembre de 2019
Una espectadora le relata a la directora Beatriz Catani sus experiencias al ver una de sus obras

Después de años y años de ofrecer arte de las formas escénicas más variadas ahora Beatriz Catani se sienta a escuchar lo que su público tiene para decir sobre alguna de esas obras que ha dado a lo largo de su trayectoria de más de veinte años en los que ha presentado cuarenta proyectos.

Como una devolución de gentilezas, la dramaturga, directora, actriz e investigadora local es espectadora de su propia obra o, quizás, de los recuerdos o de la interpretación que el público les ha dado.

“Si yo en silla y el público habla” se enmarca en lo que Catani llama “Proyecto Atlas (de) las obras perdidas”, e invita a quienes hayan visto algún espectáculo suyo desde “Cuerpos abanderados” (1998) a “Cosas como si nunca” (2018) a contarle sus impresiones mientras ella, simplemente, está sentada escuchando.

Espectadores grabarán además notas de voz y completarán fichas escritas a mano en el marco de una acción que, a su vez, se convertirá en obra. El público, además, terminará conformando una cooperativa por función y hasta se les pagará.

¿Cómo se sintieron durante la función? ¿Se emocionaron y/ o lo hizo pensar? ¿Hubo alguna circunstancia que llamó su atención el día que asistieron a la obra (en la llegada, transcurso o salida)? ¿Cuál era la situación de su vida en ese momento? ¿Recuerda alguna particularidad (en su vida) en el día que asistió? Son algunas de las fichas que deberán responder los espectadores pasados de Catani, ahora devenidos en una obra en sí mismos.

El mes pasado, la artista platense realizó una primera acción que, este sábado a las 19, volverá a repetirse. Los interesados deberán inscribirse vía mail a elprincesahoy@gmail.com y serán contactados con instrucciones.

Esta experiencia -primera acción que da inicio a una serie de performances que irán involucrando a las personas que trabajaron, a las que fueron cercanas y al público de las obras referidas- es parte de la tesis doctoral que Catani presentará en la UNLP y en la Universidad de Castilla la Mancha, Madrid, acerca de las problemáticas de la retrospectiva escénica una temática que, según contó en diálogo con EL DIA, siempre le generó preguntas.

“La realización de retrospectivas en la cinematografía o el arte visual es algo frecuente. Ahora, pensando en el lenguaje escénico ¿cómo sería posible? ¿Cómo traer al presente y poner en diálogo la obra de los últimos veinte años de un autor?”, comparte la artista algunas de las inquietudes que la han llevado a tratar de responderlas a través de este proyecto.

Catani advierte sobre “un problema central que surge de la misma materialidad efímera del teatro”. En este sentido, remarca que “si la obra ya ha sido hecha, si ya ha sucedido, ¿qué queda ahora? ¿Podríamos pensar cuáles son los archivos de la escena? ¿La obra ha quedado en el cuerpo del actor?, ¿allí reside?, ¿durante cuánto tiempo?, o ¿en el espectador? ¿Hay un cuerpo para esa obra?, ¿hay una voz? ¿Cuáles son los lugares donde la memoria de la obra sigue constituyéndose?”.

Para la dramaturga hay una “imposibilidad y en todo caso la condición de posibilidad parece ligada a volver a producir un acto de creación”.

Así surgió esta acción que, en cierto modo, planea un cambio de roles, y que le permite a Catani indagar en el conocimiento de las formas de trabajo, las intuiciones y la cercanía con los materiales y con las personas que han formado parte de esas experiencias; un valiosísimo contenido que, en definitiva, le servirá como un primer acercamiento a la problemática de la retrospectiva.

Durante la acción, las obras, y los elementos que remiten a esas obras, “toman el espacio, al público trabajando, la constitución de una cooperativa de teatro y su ejecución con el reparto correspondiente del monto asignado a tal fin”. Le seduce a Beatriz esa imagen que va más allá de lo escénico, dice, y que refiere al tiempo y los modos de recordar.

En este sentido, se sorprendió Catani en su primera acción con público que compartió escenas cambiadas o que no se correspondían a la obra que mencionaban. “Hay un apropiarse del público de la obra, un volver a verlo, que es precisamente lo buscado”, revela la artista, a quien le sorprende “el efecto que dicen haber recibido de algunas obras; la incidencia en cuestiones personales, sí me asombra mucho”.

Luego de esta segunda acción, habrá otras para Catani, de las que ya nos enteraremos. Un atlas de imágenes y textos, y una nueva clasificación (ya no de obras sino de escenas) serán algunas.

También imagina, la inquieta Beatriz, un evento en vivo donde público y actores se confronten con sus archivos. Siempre pensando, cierra la artista, “en cómo atrapar algo de la verdad de la escena sin dejar de señalar la intervención de quienes ahora lo traen en el archivo que lo convierte en memoria”.

Producida por Grupo Patos, Experimentación y Producción Escénica (con el apoyo del INT), y Sala Teatro Lucía Febrero itinerante, “Proyecto Atlas (de) las obras perdidas” incluye la participación de Germán Retola, Juan Manuel Unzaga y Viviana Ghezzi. Espacio y gráfica: Inés Raimondi. Audiovisual: Maximiliano Nery y Romina Lapi. Iluminación: Eliana Cuervo. Dirección: Beatriz Catani.

Fuente: EL DIA

sábado, 7 de diciembre de 2019

Teatro Comunitario de Berisso: arte colectivo para transformar el barrio y la sociedad

ESPECTÁCULOS

El grupo presentó "Kermesse", su segundo trabajo, en la Semana del Teatro Comunitario que termina este fin de semana en diversos puntos del país, y sueña con la sala propia en 2020


“Otro mundo es posible si somos capaces de imaginarlo": así dice el slogan de la Semana del Teatro Comunitario, un encuentro de más de 40 grupos de teatro comunitario que culmina esta semana en diversos puntos del país y que busca mostrar cómo el arte puede volverse potente y transformador desde las creaciones pensadas desde lo colectivo.

Así define la iniciativa (cuya programación puede consultarse en www.teatrocomunitario.com.ar) María Laura D’Angelo, integrante del Teatro Comunitario de Berisso que fue parte de la Semana donde, además de espectáculos a la gorra o a precio popular, se brindaron diversas charlas y talleres, se realizaron proyecciones y hubo música. 

El evento se genera cada año desde la Red Nacional de Teatro Comunitario, un colectivo que busca potencia la forma autogestiva del arte de las tablas con más de 35 años de historia: el teatro comunitario argentino tiene sus orígenes en La Boca, de la mano de Adhemar Bianchi, apareciendo en dictadura y transformándose en aquellos tiempos en un pilar para la expresión de los vecinos. Allí nació ya la idea de un teatro “de la comunidad, para la comunidad”. En ese sentido, la Semana procura también llevar el teatro hacia la comunidad, pensando en que muchos vecinos quizás nunca hayan visto teatro, en busca de nuevos públicos, de acercar nuevos interesados al arte.

La Red la conforman grupos independientes y autoconvocados que toman el arte como derecho y “generamos expresión y creación donde todos y todas pueden participar: cuando más somos, más representativo es de la heterogeneidad de una comunidad en cuanto a creencias, ideologías, estratos sociales, prácticas…”, explica D’Angelo, y agrega que el teatro comunitario busca “generar un nosotros, romper con el individualismo, la meritocracia, una transformación individual que conlleva a una transformación colectiva, modificando nuestros entornos, nuestras barrios, y creemos que así nuestra sociedad. Así es que las obras buscan contar historias que tengan que ver con la memoria y la identidad de las distintas comunidades donde surgen los teatros, dando un lugar potente y claro a voces e historias que pueden estar oculta o invisibilizadas”.

D’Angelo es parte del Teatro Comunitario de Berisso, formado en 2005 con el mencionado Adhemar Bianchi como uno de sus impulsores (además de Ricardo Talento y Cristina Ghione).  La primer obra producida fue "Primeros Relatos", donde trabajaron con la identidad y la memoria de la ciudad: “Ser capital provincial del inmigrante marcó que la temática sea la inmigración , anclando en el trabajo en los frigoríficos de la zona y las luchas obreras y la vida en la mítica calle Nueva York”, cuenta la artista..

Con más de 40 integrantes de todas las edades, el segundo trabajo producido en Berisso fue “Kermesse”, que presentaron durante los últimos tres años y que mostraron el fin de semana pasado en el marco de la Semana del Teatro Comunitario: una obra interactiva entre actores y público donde la kermesse “se convierte en un sueño para plasmas sueños y anhelos de los que creen en la fuerza de lo colectivo”, y un duelo entre una presentadora que quiere apropiarse del espacio de juego y los trabajadores.

El colectivo, que también brindó en el marco de la Semana una charla abierta a la comunidad el pasado lunes, invita a participar a los vecinos: las reuniones son los lune sy jueves en la Escuela 9, aunque, cuenta D’Angelo, el gran plan para 2020 es avanzar con el sueño de la casa propia, la sala teatral, alguna vez impulsada por un actor de la región, Lito Cruz.

“Su muerte le quitó al grupo a un impulsor para terminar la obra. Y las dificultades del país no fueron los mejores momentos para avanzar en una obra de este tipo. Muy de a poco vamos gestionando apoyos, pero es mucho lo que falta, paredes, piso como primer paso y todo lo que sigue para ser una sala preparada para espectáculos varios”, relata D’Angelo. 

Las dificultades, claro, son las del teatro comunitario y las del arte todo en Argentina. 

“El país es un tesoro artístico y cultural hay músicos/as, bailarines/as , compañías teatrales, festivales de todo tipo. Pero necesita más apoyo y valor  de un Estado más presente, que no solo sea de palabra, un ‘que lindo’, un "que maravillosos nuestros artistas’, sino un apoyo económico y el valor simbólico”, opina D’Angelo. 

Y cierra: “Esperamos que este nuevo gobierno otorge al arte y la cultura el lugar que se merece: la comunidad precisa trabajo, su plato de comida pero también poesía, música, Teatro, eso también los dignifica. Quienes formamos parte del teatro comunitario en sus distintos roles y niveles de participación encontramos  un espacio que nos hace sentir parte de un proyecto colectivo, protagonistas y no solo espectadores de las realidades sociales y culturales de nuestra comunidad. Como decimos siempre en el grupo -cuanto más das más te llevas- una militancia desde el arte que compromete, esperanza, aun en la dificultad y genera bienestar”.

Fuente: EL DIA

martes, 3 de diciembre de 2019

Aúra: es momento de celebrar las artes escénicas

ESPECTÁCULOS | CUARTA EDICIÓN DEL FESTIVAL MULTIDISCIPLINARIO

Teatro, danza, música, circo y performances, tradicionales y no tanto, tomarán la ciudad desde mañana hasta el domingo

URRAKA PRESENTARÁ SU SHOW “KUTUMBRA”

Cuarta edición, cinco días, ocho sedes, treinta propuestas y un año de trabajo destinado a su organización son, a grandes rasgos, los números del Aúra, el festival platense que celebra las artes escénicas y que volverá a copar diferentes espacios platenses, convencionales y no, entre mañana y el domingo.

Teatro griego en canchas de fútbol, odas queer, circo, danza en museos, obras de teatro que terminan en fiestas, videodanza, viajes sonoros por parques, teatro de sombras, clown, carnavales deconstruidos, recorridos performáticos, flashmobs, hip hop y boleros son algunas de las propuestas que enriquecerán la programación de este evento que busca “transformar la ciudad en un gran escenario” con obras del país y la región.

Nacido en 2016 por una iniciativa de Mula Cultura, una organización de gestión cultural platense, el festival busca generar nuevas audiencias para las artes escénicas y por eso, asegura Carito Sueta, una de sus creadoras en diálogo con EL DIA, trabajan para que “suceda lo teatral en espacios no tradicionales y que se de el encuentro con un público no habitual de este arte”.

Con Aúra, destaca Sueta, “nos interesa provocar cruces entre espacios, públicos y disciplinas”, algo que los lleva a estar atentos a las “nuevas tendencias de creación en artes escénicas, exhibiendo obras y trabajos que van más allá de las fronteras disciplinares”.

En este sentido, esta edición presentará dos espectáculos site specific, es decir, que fueron pensados para ser realizados en un sitio en particular: “Fútbol, una tragedia griega” se ofrecerá en una cancha de fútbol (sábado, a las 20, en Club Crisfa), y “La Ópera encandilada”, teatro de sombras, en la fachada de la Estación Provincial (el domingo, a las 20.15). Ambos proyectos ganaron la convocatoria “Estímulo a la Creación” para creadores locales interesados en generar experiencias fuera de los circuitos tradicionales que organiza Aúra junto a la Secretaría de Arte y Cultura de la UNLP.

Respirando al ritmo de la sociedad, de sus cambios y, sobre todo, de sus pedidos de cambio, el Aúra presentará, este año, un perfil deliberadamente femenino de la mano de propuestas en las que se destaca la relevancia y potencia de las mujeres en la creación y producción escénica actual.

Se podrá escuchar, en este sentido, a Eli Almic, la nueva sensación hiphopera de Uruguay (viernes, a las 21, en Estación Provincial); descubrir el Tango no binario (sábado, a las 20.45 en Estación Provincial); pensar la historia de lo queer con “Hystórica” (viernes, a las 22.30, en La Grieta); experimentar un carnaval deconstruido con PEBA de Brasil (viernes, a las 19, en el Pettoruti) o ver obras donde destacan nuevas creadoras como “Hijas” (mañana, a las 21, en el Teatro de la UNLP) y “Destructivo de un desastre irruptivo” (sábado, a las 22.30, en La Grieta).

Este año, además, y como una novedad, se proyectarán documentales sobre artes escénicas y videodanza cuya selección está a cargo de Fesaalp y el Festival de Videodanza de Buenos Aires.

Con tres ediciones en el tintero y una en la gatera, los chicos de Mula Cultura disfrutan de ver florecer el jardín tras años y años de labrar la tierra. “Lleva tiempo consolidar un concepto y creemos que este año logramos consolidar el festival que imaginamos cuando comenzamos a idearlo”, reconoce Carito Sueta, feliz de que Aúra haya “crecido en cantidad de actividades, en la definición de ejes conceptuales de curaduría, en expansión geográfica y también organizativamente”.

Sobre todo en estas condiciones económicas tan adversas, que, sin embargo, les planteó un gran desafío al “poner un esfuerzo extra de trabajo en idear estrategias para disminuir el impacto de esta situación, para no perder la calidad de producción y artística que nos proponemos”.

¿Qué los motiva a seguir adelante con este proyecto? “Nos impulsa creer fuerte en la importancia y el aporte del proyecto para el sector de las artes escénicas. Los Festivales son plataformas vitales para el desarrollo de la cultura de una ciudad, generan visibilidad y circulación del arte, trabajo artístico, intercambio de saberes y sobre todo producen el encuentro necesario con el público.

Con entrada libre y a la gorra, excepto las actividades en sala para las que se podrán gestionar reservas a través de Alternativa Teatral, la programación, que se puede consultar día por día en la web del festival (www.AURAFestival.com.ar), se repartirá entre ocho sedes: Estación Provincial (17 y 71), La Grieta (18 y 71), Taller de Teatro de la UNLP (10 e/ 54 y 55), Museo Provincial de Bellas Artes “Emilio Pettoruti” (51 e/ 5 y 6), Jardín Botánico (60 e/ 117 y 118), VIL Teatro (11 e/ 70 y 71), CRISFA (14 y 71) y El Espacio (6 y 59).

La apertura del festival estará a cargo del grupo mutidisciplinar “La Ferviente” que organizó una performance de danza multitudinaria junto al público llamada “Movimiento olímpico”, que se llevará a cabo el viernes a las 20 en la Estación Provincial.

Fuente: EL DIA

Agenda Teatro La Plata

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