sábado, 27 de octubre de 2018

Mauricio Kartun: “El teatro no es otra cosa que cuerpos creando sentido”

 

“Terrenal. Pequeño misterio Ácrata” vuelve a La Plata el próximo fin de semana y con una yapa: una clase magistral gratuita del dramaturgo y director en la que abordará la obra desde sus primeras imágenes hasta su montaje escénico

27 de Octubre de 2018
“Terrenal. Pequeño misterio Ácrata” 

Escrita y dirigida por Mauricio Kartun, “Terrenal. Pequeño misterio Ácrata” se ha convertido en uno de los grandes fenómenos teatrales del último tiempo, algo que el mismo autor no puede explicar con certeza porque sino, asegura, podríamos repetir los sucesos una y otra vez. A más de cuatro años de su debut, la multipremiada y aclamada obra regresará a La Plata el próximo fin de semana en donde, además de su doble función, el dramaturgo ofrecerá una clase magistral gratuita, “una disección poética desde la que observar su evolución, desde las borrosas imágenes iniciales a la versión escénica final”.

Con las actuaciones de Rafael Bruza, Claudio Da Passano y Claudio Martínez Bel, “Terrenal” se ofrecerá el viernes y sábado próximos desde las 21 en el Coliseo Podestá. El mismo sábado, de 18 a 20, Kartun dialogará con el público en la misma sala, cuyas entradas, limitadas, podrán retirarse hasta 2 por persona a partir de este martes 30 de octubre, de 15 a 20, en la boletería del teatro (se recomienda que los participantes hayan visto ya el espectáculo en sus funciones regulares y/o leído su texto).

La obra, que desde su estreno en 2014 ya ha tenido más de 700 funciones, presenta una versión conurbana del mito de Caín y Abel: Caín productor morronero. Abel vagabundo, vendedor de carnada viva en una banquina del asfalto que va al Tigris. Hermanos a los bifes compartiendo ese terreno, su edén berreta, partido al medio, al que nunca podrán volver morada común. La dialéctica imperecedera entre el sedentario y el nómade. Tatita, siempre ausente, que regresa al fin ese domingo melancólico.

En el marco de un contexto adverso para el teatro en general, “Terrenal” se presenta como una excepción con un recorrido que no se detiene, con más de 70 mil espectadores. Y sigue.

-¿Por qué?

-Saberlo sería manyar algo del recetario alquímico. Nunca tenemos demasiada idea del asunto. Por eso y para nuestra desgracia nunca podemos repetir los fenómenos. En mi hipótesis: hay ante todo algo muy eficaz y creativo en el trabajo de los actores que hace que se la disfrute en el minuto a minuto. Como siempre, el teatro no es otra cosa que cuerpos creando sentido desde su inteligencia mimética, esa capacidad tan atractiva de volverse soporte de otra cosa, de una construcción de materia comprensible; y en el caso de Terrenal esas inteligencias físicas crean algo además muy divertido. Se disfruta ante todo el trabajo actoral. Luego, la pieza ofrece algo viejo como el escenario: una idea teatro, una hipótesis que aun en su modestia nos permite pensarnos como comunidad. El combo parece haber armado algo singular que notamos en la platea: buena parte del público es gente que viene por segunda, tercera o cuarta vez. La energía que crea eso en las butacas sube como siempre al escenario y la cosa se arma.

-“Terrenal” plantea una mezcla de estéticas pero, ¿hay un momento en que debe tomar una decisión y decir ‘la obra se tiene que contar de esta manera’?

-Sin duda. Si la mezcla no liga se corta como la mayonesa casera. Y a mí que soy mezclador frenético me pasa demasiado seguido. Terrenal se fue batiendo durante muchos meses de ensayo pero por sobre todo en muchas temporadas de representación. Las propias funciones fueron dejando afuera incluso a objetos de la puesta original que se nos iban revelando como inútiles y llegó a esta síntesis en la que la mezcla se puso tan homogénea. Esa decisión es fundamental. No encontrarla incluso fue desvelo de largo tiempo durante el montaje.

-El mito que plantea la obra, ¿está incrustado en la Argentina?

-Lo bueno de los mitos si lo son es que son siempre universales. Esa es su característica, son eso que llaman inteligencia narrativa, relatos a través de los cuales los humanos venimos entendiéndonos desde hace siglos. Indagando en mitología hebrea descubrimos que la antinomia Caín y Abel es mito pre bíblico y representa la oposición entre dos grandes arquetipos humanos: el sedentario: el que acumula e invierte lo más importante de la vida, que es el tiempo, en hacerlo y conservarlo. Y el nómade: el que vive ligero de equipaje disfrutando por eso del instante. Tanto es así que Caín en hebreo antiguo significa “posesión”, y Abel: “nada”. Dos modelos que pueden reconocerse dondequiera que uno vaya. Tal vez por eso el espectáculo ha sido tan bien recibido en tantos otros lugares del mundo: padecemos todos a la misma dialéctica miserable…

-En esta visita a La Plata vas a tener contacto directo con la gente en el desmontaje de la obra. ¿Cuán necesario es para vos no perder la cercanía con el lector/espectador?

-El rito teatral es una ceremonia de sintonía: un grupo de espectadores afina alrededor de un relato. Normalmente no hace falta para el fenómeno más que el espectáculo, y es a través suyo que la cosa pasa. Pero sucede que una parte de ese público, los artistas, observan no solo el resultado si no sus procedimientos. Abrir esos procedimientos, sacarlos de cualquier misterio canuto me ha parecido siempre el acto de solidaridad básico interno de la tribu. He aprendido cosas porque escuché a algunos artistas explicar cómo hacían lo suyo. Y lo hago también. Ese seminario de desmontaje gratuito es el intento de exponer herramientas para que a cualquiera que le sirvan las pueda adoptar, adaptar, copiarlas. Compartiendo también nuestros estados de incertidumbre, que es la manera de no sentirnos tan solos frente a ella.

-¿Considerás que sentar un posicionamiento político claro es una premisa fundamental en tu obra? ¿Eso puede variar de acuerdo a la coyuntura?

-Escribo siempre sobre lo que me ocupa la cabeza. A veces es político y otras no. Se ve que la política viene obsesionando un poco el bocho porque las últimas tienen todas esa característica. Ojalá el país nos diese una tregua y apareciera la otra multitud de temas posibles.

-A diferencia de muchos directores, seguís yendo a ver funciones completas. ¿Por qué?

-Después de veinte años de ser autor de escritorio me decidí hace ya trece a dirigir mis obras porque comprendí que en el teatro la alegría estaba exclusivamente en los alrededores del escenario. La energía vital de esta forma rara de la literatura que se encarna en un soporte vivo está siempre ahí. Sigo las funciones de mis obras por un par de razones, la primera: por el gusto de vivir esa energía, la otra porque es lo que le puedo ofrecer al actor tras el estreno: sostener el ojo creativo sobre su trabajo para que pueda seguir creciendo. Terrenal es en esto buen ejemplo: el espectáculo ha ido evolucionando de tal manera que quien ve la obra varias veces se sorprende cada vez de esa metamorfosis.

-¿Hay señales en una idea a partir de las cuales considerás que ya está lista para ser una obra de teatro?

-Nunca tengo al comenzar algo semejante a lo que conocemos como una “idea”, es siempre algo más difuso, como una imagen fugaz, eso que deja el relámpago en la retina antes de volver a la oscuridad. Pero tengo para ellas mi propio test de fertilidad: que tenga conflicto teatral, que tenga una fuerte pertinencia a los universos que me gusta transitar y que vislumbre en esas imágenes algo semejante a una metáfora.

-¿Cuántas transformaciones puede tener una obra desde que pusiste el punto final de la escritura hasta el día que se llevó a cabo la última función?

-En porcentaje seguramente no son tantas, pero en poder expresivo, en significado, son muy importantes. Los ensayos revelan cosas, casi en el sentido fotográfico: pasan cosas de negativo a positivo. Siempre termino de entender lo que he escrito cuando lo veo en el cuerpo de los actores. Y los últimos misterios los develan las funciones y por último sus comentarios. Y claro, esos descubrimientos suelen pedir texto y uno se lo da.

Fuente: EL DIA

sábado, 20 de octubre de 2018

“Cosas como si nunca”: una obra atravesada por la historia, la ficción y los formatos llega al Argentino

ESPECTÁCULOS | DESTACADO DE LA CARTELERA

Escrita y dirigida por Beatriz Catani, con producción del Teatro Nacional Cervantes, desembarca en el TACEC desde este jueves

“COSAS COMO SI NUNCA” TRAE SU ENTRAMADO AL TACEC

Tras su exitoso estreno y temporada en el Cervantes, y después de una gira por provincias como San Juan y Córdoba, “Cosas como si nunca”, la obra escrita y dirigida por Beatriz Catani, en la que repasa un fragmento de la historia argentina en clave literaria, desembarcará en el Centro de Experimentación y Creación del Teatro Argentino desde la próxima semana.

Con funciones previstas para el jueves 25, viernes 26, sábado 27 y domingo 28 de octubre a las 20, se trata de un estreno especial no sólo por el vínculo afectivo que la dramaturga, directora y docente teatral mantiene con el TACEC sino porque, además, tanto ella como la mayoría del equipo son platenses.

Con las actuaciones de Gabriela Ditisheim, Trinidad Falco y Juan Manuel Unzaga, “Cosas como si nunca” incluye la participación como músico en escena de Ramiro Mansilla Pons, el sonido en vivo corresponde a Agustín Salzano, la realización audiovisual a Nahuel Lahora, el diseño sonoro a Agustín Salzano, la música a Ramiro Mansilla Pons, la iluminación a Leandra Rodríguez, el vestuario a Gonzalo Giacchino y la escenografía a Andrea Desojo Mc Coubrey e Inés Raimondi.

En la obra, que se ofreció en la sala Luisa Vehil del teatro nacional, Catani se propuso explorar los vínculos entre material audiovisual original y escena en vivo, lenguajes que se independizan, dialogan, coinciden o difieren, mediante personajes y situaciones que remiten a distintos pasajes de la literatura nacional.

En este sentido, las presentaciones en nuestra ciudad, que llegan luego de una serie de funciones en el interior del país, revierten casi calidad de debut porque, por las características propias de la pieza, cada sala predispone de manera especial en el público esos textos, esa maquinaria y ese dispositivo que la obra plantea.

“Me llama la atención el diálogo tan diverso del dispositivo con estas salas. Hay una idea de mostrar los espacios. La obra adquiere un cambio y una diferencia. Por esto tomamos cada puesta como si fuera un estreno”, aseguró Catani, en diálogo con EL DIA, y agregó: “Nos hemos encontrado tantas posibilidades de crear la obra, como tantos públicos, por eso me parece enriquecedor mostrarla en distintos ámbitos”.

Entusiasmada con esta temporada en el TACEC, y agradecida al Cervantes por haberla favorecido, Catani celebró este espacio de experimentación del primer coliseo bonaerense. “Si bien ahora está en un momento de crisis, en el marco de todo lo que pasa con la cultura oficial, me parece que tanto desde el punto de vista como público, por las propuestas que aporta a la ciudad, como hacedora de teatro, contar con esa sala siempre es grato. Me parece buenisimo apoyarla y que siga teniendo mucha repercusión y programación”.

Desde su base en la ciudad de La Plata, Beatriz Catani ha desarrollado una producción alejada de todo convencionalismo y tradición con la que se ha presentado, entre otros países, en Argentina, Alemania, Austria, Bélgica, Brasil, España, Holanda y Portugal. Rara avis aquí y allá, dueña de una poética en constante renovación, sus creaciones son siempre provocadoras, radicales y poseen una materialidad física y escénica conmovedora.

“Para mí es muy importante que aparezca la necesidad. Prefiero bancarme, aunque no la paso bien cuando no estoy enganchada en un proyecto creativo, anímicamente no me viene bien. Necesito sentir la necesidad, el deseo el deseo profundo de involucrarme con algún material, pero no me gusta forzarlo”, contó Catani, sobre cómo inician sus procesos creativos.

“Cosas como si”, según remarcó, fue amasado durante más de dos años y nació a partir de una imagen. “Hace tiempo ya, leyendo a Piglia, quedé fascinada con la mención a una actriz que en el siglo XIX lee Shakespeare en el desierto”. A partir de ahí, Catani creó una maquinaria escénica de textos, referencias y capas, con actuaciones filmadas y en vivo que evidencian lo que dice el mismo autor: “la realidad está tejida de ficciones”.

Fuente: EL DIA

domingo, 14 de octubre de 2018

Sistematizados: quemados por la rutina de un mundo cada vez menos personal

 

El Primer Laboratorio de Investigación y Producción Escénica del Coliseo Podestá presentó su primera obra

María Virginia Bruno
Aimetta y Kobla junto a los actores

Oveja perdida ven sobre mis hombros que hoy no solo soy tu pastor soy sino tu pasto también” es el nombre de la obra creada en el Primer Laboratorio de Investigación y Producción Escénica del Coliseo Podestá que, bajo la dirección del dramaturgo, director y docente Braian Kobla y del actor Federico Aimetta, tuvo un elogiado estreno en el teatro municipal.

Con las actuaciones de un sólido elenco de jóvenes actores surgidos de un proceso de audiciones abiertas, integrado por Mariel Santiago, Francisco Sendra, Sofía Boué y Agustín Recondo, la obra continúa con la tendencia de propuestas anticonvencionales, con una estructura cubista, original y moderna.

Sorprenderá a los habitués de la sala de 10 entre 46 y 47 la puesta que coloca al público arriba del escenario, sin butacas: los espectadores observarán de parados todo lo que suceda alrededor de una caja de madera en la que se desarrolla la trama.

Estamos en presencia de una oficina, podría ser claramente un espacio de coworking de esos que nacieron no hace mucho, en los que extraños comparte espacios laborales por horario. Pero no. A pesar de que estos cuatro también son extraños entre sí, son compañeros de una compañía internacional con sede en algún rincón del planeta, de esas que se preocupan por el bienestar de sus empleados, a los que nunca los han visto ni en la realidad ni en la hiperrealidad, regalándoles vouchers de descuento y colocándoles herramientas de entretenimiento como un ping pong, por ejemplo, para que su estadía en ese reducto laboral, tan despersonalizado como sus vínculos, sea más ameno. Para ir a trabajar con una carita feliz.

La rutina, de una vida moderna que se profundiza y se pierde en la sistematización de todo, y cómo los afecta (cómo los quema), queda de manifiesto en un recurso dramatúrgico celebrado que pone a los actores a repetir situaciones y diálogos en las que sus frustraciones van tomando la luz involuntariamente, como un reflejo. Afloran de una vez esos sentimientos de hartazgo, disconformidad, angustia, crisis.

Se sienten ovejas y buscan rebelarse contra el pastor que los guía desde la virtualidad de un mundo dominado por Christophers y Brendans, aunque en un intento desaforado, que los pondrá a interactuar con la tecnología en vivo, caen en la trampa que el mismo sistema global termina generando: un mundo del sálvese quien pueda, deshumanizado, sin compromisos, de cabezas gachas y aseveración.


La rutina así comienza un día más, entre computadoras, celulares y una pelota de ping pong que va, viene, viene y va. Y va, viene, viene y va.

Kobla, también a cargo de la dramaturgia, y Aimetta vienen de trabajar juntos en “No hay nada más hermoso que acariciar algo quieto” (va los domingos a las 21 en una casa del centro de ciudad), una propuesta similar en tanto a la función del espectador que, valga la redundancia, se presenta como mucho más que un espectador.

Es interesante ver cómo la gente atraviesa todo el proceso de obra, desde la apropiación del lugar (cuando llegan, la “maquinaria” ya está en funcionamiento), sus formas de mirar, las elecciones de qué o a quién seguir. Lejos de la oscuridad de la platea tradicional a la que la gente estaba confinada a estar e inmóvil, en esta propuesta el público se transforma en un elemento, se puede mover con libertad, se puede ver las caras, oler sus perfumes, rozarse. Una decisión que parece no ser casual. Podría pensarse al público, tal vez, como si fueran ovejas, repeticiones de esos cuatro empleados, sujetos despersonalizados que no se involucran, que solo asisten a ver. Podría ser por eso, quizás, que los personajes terminan siendo público, también.

Braian Kobla es dramaturgo, director y docente teatral. Se ha formado teatralmente con Matías Feldman, Santiago Gobernori y Ricardo Bartís. Su obra “The Good” fue publicada por la editorial Sur Surreal en la colección Poéticas Profanas. Como dramaturgo fue seleccionado para integrar el Catálogo Iberoamericano de Joven Dramaturgia de la Biblioteca Nacional de España (Madrid). Actualmente es becario del Fondo Nacional de las Artes por su obra “No hay nada más hermoso que acariciar algo quieto”.

Federico Aimetta es actor con trayectoria de casi 20 años, coordinador de talleres de técnica de la actuación, entrenador actoral y direccionador escénico. Parte integrante y fundadora de la sala cultural “Área chica”. Entre las obras en las que actuó se encuentran “Sodería Espósito”, “Imaginados”, “Mala Madera” y “No hay nada más hermoso que acariciar algo quieto”.

Tras sus primeras dos funciones con entradas agotadas, “Oveja perdida ven sobre mis hombros que hoy no solo soy tu pastor soy sino tu pasto también” tendrá otras dos presentaciones el miércoles y jueves próximos, a las 21. Las entradas son gratuitas y se podrán retirar el martes, entre las 15 y las 20, en la boletería del teatro, hasta agotar el stock (100 por cada fecha debido a la estructura que presenta).

Para agendar
• Qué: “Oveja perdida ven sobre mis hombros que hoy no solo soy tu pastor soy sino tu pasto también”
• De: Primer proyecto del Laboratorio de Investigación y Producción Escénica del Coliseo Podestá
• Por: Con dramaturgia de Braian Kobla, y dirección de Kobla y Federico Aimetta
• Cuándo: Miércoles y jueves, a las 21
• Dónde: Coliseo Podestá
• Entradas: Gratis, se retiran (solo 100 por función el martes 16, desde las 15, en la boletería del teatro)

Fuente: EL DIA

lunes, 1 de octubre de 2018

ENTREVISTA SOBRE LA ESCUELA DE TEATRO DE LA PLATA



Escuela de Teatro de La Plata una institución pública, gratuita y de calidad, con más de 70 años en nuestra ciudad.

Fuente: UNLP TV

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