MONTARAZ
María Virginia Bruno
8 de Mayo de 2018
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En “Montaraz”, las actrices hablan desde sus cuerpos |
En “Montaraz”, con dramaturgia y dirección de Braian Kobla, cinco hermanas -Anabelén Recabarren, Denisse Van der Ploeg, Eliana Giommi, Julieta Ranno y Natalia Maldini- se rebelan contra la vida en sociedad y los mandatos, contra el ser y los deberes, contra el teatro y su convencionalidad.
Con apenas cuatro pinitos de plástico, el bosque crece, frondoso, en un escenario despojado, en el que las criaturas agrestes se relacionan desde la intensidad de sus cuerpos, en permanente resonancia con el eco que en el espacio pareciera habitar.
Las hermanas dialogan sin sutilezas y con pocos modales. Y en sus diálogos no prima la razón sino el instinto. Como lobas feroces, aúllan y se muerden, pero también se quieren, se seducen, se acompañan.
El texto se recibe en el espectador como una provocación sensorial, una invitación a dejarse traspasar por algunos de los mecanismos que allí se plantean, y no precisamente desde la narración tradicional ni, mucho menos, lineal.
A través de estados actorales concretos, secuencias físicas, repetición de textos y destrezas corporales, las montaraces se sublevan y lo hacen, a pesar de las groserías y de la violencia, desde un lugar poético. A veces, sensual.
En escena, actrices que bailan, bailarinas que actúan, actrices que cantan y músicas que interpretan -y tocan la guitarra- hasta en inglés y en francés ofrecen una entrega física casi deportiva, y son celebradas por el público, al que llegan desde sus intervenciones impulsivas, desde la automatización de sus acciones o desde la profundidad de sus discursos, no exentos de humor.
Apostaditos en un lateral, dejando el centro de la escena para ellas, los músicos Juan Francisco Raposeiras y Andrés Dillon tienen, sin embargo, una intervención activa, ambientando ese bosque con canciones, efectos y sonidos que se repiten una y otra vez.
Entre las líneas argumentales, sobrevuelan ideas sobre la sociedad, el poder, la política, la democracia, el marxismo, el anarquismo, la represión, la libertad o el deseo, a veces agobiante, de existir en la piel de otros.
Rebosante, y hasta con un grillo invasor que no dejó de cantar ayudando a la ambientación de ese bosque natural en el que se mueve la obra, la Sala Discépolo de la Comedia cobijó, el domingo, la última función de “Montaraz” antes de su presentación en la Fiesta Nacional del Teatro, que se llevará a cabo entre el 12 y el 20 de mayo en Rosario, como única representante de la Provincia de Buenos Aires.
En La Plata, en tanto, la pieza volverá a tener funciones los jueves 24 y 31 de mayo, a las 21.30, en el Centro Universitario de Arte, con entrada libre y gratuita.
Fuente: EL DIA
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