Entrevista con Erik Oña
Diagonales / 15.09.2011 | El director musical habla del camino que inauguró Gandini dentro de la música argentina
Como la Mujer Máquina que no puede dejar de narrar historias, La Ciudad Ausente parece ser un dispositivo que no para de generar explicaciones, valoraciones y abordajes desde diferentes miradas y lenguajes. Es una historia que mana de una herida abierta y que por ende, permite ver la naturaleza de las cosas. En sus personajes se verifica la afirmación del propio Piglia: “la ópera trabaja con situaciones dramáticas tan extremas que la gente ya no puede hablar ... Están al borde de la locura y por ende la situación sólo puede ser resuelta con el canto”.
Más allá de sus virtudes individuales, La Ciudad Ausente carga con otro fuerte simbolismo para su época: es el producto de una unión creativa entre dos artistas de trayectoria, un hecho inédito en la escena lírica local. Por un lado, el compositor Gerardo Gandini, una figura clave en el panorama musical argentino cuyas colaboraciones van desde Astor Piazzolla hasta Fito Páez y por el otro, el escritor Ricardo Piglia reciente ganador del Premio Rómulo Gallegos, autor de la novela pero quien además escribió el guión en el que se basa la ópera.
Dentro de la música contemporánea argentina su estreno en el Teatro Colón en 1995 fue considerado un hecho trascendental para el ambiente pero en realidad lo fue para toda la cultura argentina. Y esta oportunidad, el Teatro Argentino da un gran paso al reponerla para concretar la incorporación de esta pieza en el repertorio consagrado. En ese sentido el director musical, Erik Oña cuenta que “la primera vez que se realizó hacía ya dos o tres años que estaba viviendo fuera del país. Pero sí había trabajado con Gerardo Gandini antes de irme. Cuando recibí la invitación para participar de esta puesta venía trabajando un montón en ópera y teatro musical contemporáneo de vanguardia. En el acto me entusiasmé muchísimo pero no quise ver, ni escuchar nada previo sino que esperé hasta recibir y leer la partitura y por otro lado la novela. El otro día me preguntaba a titulo personal qué significaba dirigir este emblema de la música contemporánea argentina para mí en realidad primero está la alegría de hacer música de Gerardo después de tanto tiempo. Pero en general creo y tengo confianza en que este es el primer paso para que, con un poco de suerte, sea una pieza emblemática de la música argentina, no sólo de la música contemporánea. Que La Ciudad Ausente se esté presentando en el Teatro Argentino a cargo de otro equipo, no ya del compositor teniendo todo bajo control, es el primer paso para que definitivamente sea parte del repertorio”.
En las demás óperas que componen la temporada este proceso está más que asumido, sin embargo con La Ciudad Ausente se está inaugurando el ciclo. Es un hecho histórico. Según el director: “A partir de ahora la ópera entra en el ciclo normal donde un compositor la concibió y luego la toma otra persona. Por eso insisto que en el trabajo del intérprete es muy importante no leer nada, no oír nada, sí leer la historia. Para que uno respetando y siendo fiel al texto le pueda poner algo de lo suyo”.
La historia que de por sí en la novela se presenta compleja con distintos niveles y referencias, en la ópera según como fue concebida es aún más intrincada. Si bien se retoma el argumento de la investigación detectivesca del periodista que intenta descubrir el secreto de una Mujer-Máquina (olvidada en un museo y creada a través de un pacto fáustico realizado por el escritor Macedonio y un inventor), que canta historias eternamente, el relato de la serie de intrigas y conspiraciones por acallar su voz. En lo musical se encuentra la conjunción de tres microóperas que genera la Mujer-Máquina. Gandini trabajó aplicando a su obra la impronta a diversas escuelas pertenecientes a la tradición musical occidental.
En ese sentido Oña afirma que “la obra es muy de su tiempo y en ese momento Gerardo escribía con esa idea del postmodernismo, la mezcla de estilo, de géneros, con muchos cortes, con óperas dentro de la ópera. Las tres micros óperas son tres relatos distintos de esta máquina que Gerardo emparentó a su vez con tres estilos diferentes: la primera es Mozartiana, la otra completamente romántica y la otra es barroca. Éstas estaban vistas como citas a una estética y tenían que ver con el momento. Ahora decidimos iluminar otro aspecto por eso no son necesariamente citas ni está espejado, son historias de la máquina y están presentadas dentro de lo que se puede como parte de un continuo narrativo.
“En este caso decidimos poner el foco en la línea dramática, la relación de este hombre con la mujer. Es interesante porque él nunca pensó que cuando muriera, ella seguiría para siempre cantando. En esta puesta estamos haciendo más hincapié en que se entienda la historia. Desde la primera vez que subió a escena pasaron quince años y con el director de escena a Pablo Maritano nos parecía que era preciso después de todo lo que sucedió en el país iluminar otro aspecto dentro del argumento de la ópera”.
Por otro lado, en esos años también cambiaron las condiciones de realización un detaller que Erik no quiere dejar pasar “para mí fue una sorpresa muy grata que la orquesta suene mucho mejor que la que había escuchado hace 18 o 20 años. Si pienso en la época en la que me fui a vivir a fuera la mayoría de los grupos y ciclos de ese momento han desaparecido. La tendencia es a que las cosas no funcionen muy bien y sin embargo acá la orquesta ha crecido. Es una orquesta que suena bien y la gente tiene una predisposición al trabajo magnífica una cosa que a veces en otras orquestas es complicado. Lo comprobé en el Tristán y ahora trabajando con ellos”.
La Ciudad Ausente es un relato que si bien se sigue contando parece estar predestinada a ser siempre un hecho inédito. Por lo menos hasta que la historia diga lo contrario.
Cuándo
Dos últimas funciones para La Ciudad Ausente hoy a las 20.30 y el domingo 18 a las 17.
Fuente: http://www.elargentino.com/nota-157852-Es-una-opera-que-entro-en-nuestro-repertorio.html
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