
Por Maby Sosa
“Elegí ser actor para tener la posiblidad de contar los momentos de mi tiempo”, dice Juan Palomino, quien esta semana debuta en teatro mientras espera el estreno en cine de El abismo, película que lo tiene como protagonista.
El teléfono suena y después de varias veces, el contestador responde: “El compañero Juan está ocupado y no puede atenderte en este momento”, dice la voz efusiva y grave de Juan Palomino. El actor está ensayando una obra de teatro que estrenará el jueves y prepara un documental, que dirigió junto con Claudio Posse, que también estrena el 10 de marzo. Además espera que el 24 de marzo la película El abismo llegue a los cines.
Hijo de madre argentina y padre peruano, Palomino nació en La Plata y cuando tenía poco más de un año se trasladó con su familia a Cuzco, Perú, donde creció. En plena dictadura volvió para estudiar en la Argentina. “Me vine para acá en el ’78, un año muy complejo para la historia argentina. Así como estaba el Mundial, estaban los secuestros, las torturas y los campos de concentración. En esa época si no eras un militante o un tipo comprometido con esas ideas era difícil correrse a esa realidad y no seguir los medios de comunicación”, comenta Palomino, que desde el minuto cero comienza a hablar de política.
Su casa está decorada con juguetes. Robots, muchos autos de colección, un caballito de calesita y un volante que su mujer hizo fabricar especialmente para él. Mientras la sesión de fotos avanza, cuenta que a los actos del gobierno no va de traje y corbata, y habla por primera vez de Néstor Kirchner. “Cómo voy a ir de traje y corbata, si algo caracterizaba a Néstor era que no cumplía con el protocolo, ¿no somos compañeros? Nosotros no andamos todo el día de traje”, dice el actor mientras sonríe ante la cámara.
–Tu plan no era ser actor. ¿Cuándo elegís esta carrera?
–En el ’81, cuando dejé de estudiar Comunicación Social. Estaba en la carrera de Locución pero me di cuenta que me aburría. Ya había hecho teatro y en el ’81 me metí en el grupo Dimensión 80. Con ellos hice el Jardín del infierno, de Osvaldo Dragún, que era un autor prohibido en esa época, una obra que hablaba de las villas miseria. Desde entonces me voy perfilando. La segunda obra fue Atahualpa, el ocaso de la cultura. Por eso, soy consciente que concibo el teatro como un hecho político, como una militancia.
–¿Y en la televisión, cómo funciona eso?
–Es un espacio de trabajo profesional donde a veces me permito poder mostrar una faceta, si el personaje me deja. Eso me pasó en alguna telenovela y en algunos programas como Televisión por la identidad. Me siento, en esos casos, orgulloso de la televisión cuando la línea editorial te lo permite. Pero sí, la ficción es un espacio que me permitió ser conocido a nivel masivo y participar. Antes estaba más peleado con ser el galán, pero después salté a otras cosas. Creo que el teatro es el lugar del actor, de la poética. Cualquiera puede ser actor de cine o televisión, pero no cualquiera puede con el escenario.
–¿Pero te interesa? ¿Ves tele?
–Me interesan las ficciones que se aventuran a transmitir ideas originales o a contar otras historias, por ejemplo Vidas robadas, que hizo lo de la trata de blancas, o Montecristo, con el tema de los secuestros. Se hace interesante analizar los fenómenos de telenovelas desde esos lugares. No me interesa el costumbrismo por el costumbrismo mismo
–En una época actuabas mucho en las ficciones de Pol-Ka...
–Para mí, a partir de Soy gitano se repite todo. Esa telenovela estaba buena, se mezclaban muchos géneros, pero hacer costumbrismo por sí mismo es raro. Me interesa lo que hace (Pablo) Echarri como productor, aventurarse a una mujer bipolar, animarse a mostrar la vida de un abogado. Estoy como alejado de la tele. Pero a la vez, hice un piloto con Carina Zampini y Gustavo Bermúdez, de Quique Estevanez, que no sé qué pasó. Vengo de hacer dos películas y tengo un proyecto para hacer algo en Mendoza con la televisión digital, y otro proyecto para Córdoba. Ese tipo de ficción me gusta, ya voy a cumplir 50 años. Me parece que está bueno encontrarle un sentido a los rayos catódicos.
Juan Palomino es un kirchnerista de primera hora. Dice que su hija mayor, que también es actriz, no habla mucho de política, un poco a consecuencia de todo lo que habla su papá. “Dice que estoy muy monotemático”, explica.
–¿Cuándo empezaste a mirar este gobierno?
–Para mí hay como gestos, como el de bajar el cuadro en la ex ESMA. La creación del Ecunhi. Todo el trabajo de integración con América Latina. Yo lo voté a Kirchner. No lo conocía. También lo voté a Menem la primera vez. Siempre he votado al peronismo. Quizá no sea un peronista ortodoxo, pero me considero peronista. Se ha construido mucho durante este gobierno. En nuestro caso, los actores somos recibidos por primera vez y ahora somos dueños de nuestra imagen y se nos paga cada vez que nuestra imagen aparece en trenes, aviones, colectivos. Antes no teníamos esa posibilidad. Es un tipo que planteó la política desde la confrontación, pero es que había que revertir el eslogan del “que se vayan todos” de finales de 2002 contra la corporación política.
–¿Y qué pasó con su muerte?
–El lamentable deceso de Kirchner provocó un estallido pero visibilizó cómo los jóvenes están teñidos de esa mirada apasionada por la política de transformación. También es interesante cuando aparecen los artistas. Es una alegría porque la verdad es que uno se sintió muy solo durante mucho tiempo. Para muchos fue fácil aparecer cuando él murió, pero había que ser kirchnerista con él confrontando. Pero de eso tengo conciencia, yo elegí ser actor para tener la posibilidad de contar los momentos de mi tiempo.
–¿Tuviste problemas por ser kirchnerista?
–A mí me corrieron los del campo, nos metieron los tractores, sé lo que es que te griten, que te asedien, que te puteen. Eso me pasó en Firmat cuando tomamos posición respecto de la Resolución 125. A mí eso me costó, comerte el garrón de que algunos compañeros te digan, “qué te metés, si sos actor”, y después ves también cómo cambia la gente, se va acomodando. Yo no recibo nada de nadie. Es más, la tengo bastante complicada. Presenté proyectos en Canal 7, pero ahí estoy freezado, en todos lados. Creo que los hombres se definen por las actitudes, por las convicciones y por las conveniencias. Estoy haciendo teatro y no estoy en la tele, ni en la oficial ni en la privada, pero bueno, esos son los costos.
–¿Por tu ideología?
–No sé, pero tengo que aclarar que no recibo nada, porque aparecí en una foto junto a Andrea del Boca y Florencia Peña como que teníamos proyectos con Canal 7 y no. Presenté proyectos pero nunca recibí respuesta. También tengo que decirle a la revista Noticias, que creen que soy un abonado al Canal Encuentro, que cuando Tristán Bauer era el director me pidió que ponga el hombro, y trabajé para hacer los 23 capítulos de Historia de América del Siglo XX. Me pagaron en ese momento y no más, pero Noticias cree que me pagan cada vez que aparezco en el canal. No recibo aporte, ni subsidio, ni ayuda.
Fuente: http://tiempo.elargentino.com/notas/concibo-teatro-como-una-militancia
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