jueves, 11 de agosto de 2011

Jorge D´Elía: “El dolor no otorga derechos”

11 de agosto 2011

Protagonista del teatro y de la vida

El experimentado actor de “El Elegido” reflexiona sobre la actualidad de la pantalla chica y hace un repaso de su extensa carrera. Cómo superó la muerte de dos de sus hijos. El fútbol y la política. Un reportaje intenso con un hombre de teatro que hace televisión.

Entrevista: Facundo Arrechea

Fotos: Yolanda Veloso

“Ser actor contempla la posibilidad de tener el indispensable tiempo para crear sin dejar de ser. Tiempo para comer, bañarse, discurrir, estudiar, razonar, entender, ir al café. Es decir: ser un ser humano”. Lo dijo alguna vez y lo ratifica con cruda sinceridad una voz autorizada en ese arte de combinar la profesión, el oficio, y el trajín de la vida. Jorge D´Elía (73) llega a la hora pautada a un tradicional bar del barrio porteño de Belgrano R, a pocos metros de la casa en la que vive con su familia.

Integra un elenco de jerarquía en la telenovela “El Elegido” –Telefé- y dirige la revista Arlequín, una publicación perteneciente a la Sociedad Argentina de Gestión de Actores Intérpretes (SAGAI).

- ¿Qué clase de televisión tiene hoy Argentina?

- La televisión está en un momento superador de algunos años atrás. Hay productos soberbios como “El Elegido” y otros destacables. Yo no veo absolutamente nada de televisión, pero tengo entendido que hay programas como “Herederos de Una Venganza” que son realmente buenos. Siempre se dice que la TV argentina es una porquería, pero nuestra televisión es superior por lejos a la de Estados Unidos, España y cualquier otro lado del mundo. Tuve la suerte de viajar y esto es una comprobación personal. No tenemos nada que envidiarle a otras pantallas, y lo dice un tipo que detesta la televisión.

- ¿Y en ese marco, puede ser que “El Elegido” tenga como mérito principal la caracterización de los personajes más allá de la historia que narra?

- Sabés que…, ahí está mi hijo (NdR: Federico D’Elía) de productor; Pablo Echarri que es otro hijo mío…, prácticamente me obligaron a que yo participe del programa. Lo hago por obligación y también por gusto. Grabo dos veces por semana… Yo viví más de 14 años adentro de estos estudios. Andrea del Boca pasó a ser más familia mía que cualquier otra persona… A mí me saturó, porque la televisión tiene una cosquillita que habla de la fama y la imagen, y a mí no me interesa desde ningún costado. Yo tengo la vida antes de todo lo que es trabajo. Fue una lógica de siempre y si te fijás en mi hijo Federico –con quien comparte la pasión por Estudiantes de La Plata-, le pasa lo mismo. Yo tengo un hijo que es menor que los hijos de él, fijáte que somos nota aunque sea por ese detalle.

- Hay productos destacables, pero en el fondo da la sensación de que lo que vale siempre es el rating. A “El Elegido” se lo valora por tener un promedio de 12 ó 13 puntos con un piso de 8 y un techo de 20…

- Para mí el rating es mentiroso y nadie me va a hacer creer en eso. Es la lucha del minuto a minuto. ¿A vos te llamaron alguna vez por teléfono? Es como las encuestas en la política en algún punto.

- ¿El mejor actor es el que tiene ductilidad para interpretar distintos tipos de personajes? Eso sostiene, por ejemplo, Lito Cruz.

- (Reflexiona) Y… ese sería un actor capacitado. No es mala la definición, es muy buena. Además Lito puede hablar con más autoridad del tema porque se dedica a la enseñanza. Es la primera vez que escucho eso y no me parece malo. Uno debe saber esconderse detrás de cada personaje que hace. Si yo lo veo a Marlon Brando agarrar la filmografía de él y hacer, por ejemplo, el personaje de “Viva Zapata” o “El Padrino” y otras cosas distintas… y entonces pasa por ahí. No quiere decir que sean tipos dotados, porque Brando era incapaz de estudiar dos palabras seguidas porque no le daba la cabeza. La gente habla por el resultado siempre, pero importa la trastienda. Ejemplo: Jorge D´Elía tiene que filmar. Tiene que decir “te quiero”. `Acción`: “te quiero”. Después hacemos otra toma para cubrir y así sucesivamente infinitas veces. Después van a la consola y agarran el “te” de esta y el “quiero” de la otra. Juntan, pegan y la edición hace casi todo.

- Usted es hijo, como tantos, del teatro independiente. ¿Qué lugar tiene hoy este espacio?

- El teatro independiente tuvo lugar en los años ´60 y era cuando el movimiento comercial en calle Corrientes era muy fuerte y entonces se generó un grupo antagónico, que vendría a ser el equivalente en la actualidad al “teatro del off” –NdR: teatro vocacional sin fines de lucro- que tiene lugar acá y en todo el mundo. Entonces, en la ciudad de La Plata, en esa década en el teatro La Lechuza hubo una escisión y se formó el Nuevo Teatro y el Teatro de Los Duendes. Yo fui a parar ahí y el flaco Federico Luppi al Nuevo Teatro, que estaba en 44 y 5. Nosotros funcionábamos en La Protectora… en ese momento los teatros eran formativos: aprendías a hacer la gacetilla, a vender la entrada, a ser boletero, decorados y también a ser actor. Hoy el teatro off no es eso igualmente.

- ¿El teatro comercial atenta contra la esencia de esta disciplina?

- Yo por ideología no critico el trabajo de otros. Todos tienen algo que ofrecer y hay público para todo. Mal haría yo en decir que no es teatro lo que hacen en Córdoba o Mar del Plata en temporada de verano. Son espectáculos formados para ganar dinero rápidamente. Pero hay que tener cuidado, porque vos pasás por un kiosco de revistas y están las minas en las tapas, los problemas de fulano con mengano… No podés creerte que eso es la profesión. Porque la profesión son 8 mil tipos que están metidos en la Asociación Argentina de Actores, y no trabajan más de 200 actores. Y de los 200, 20 son los que ganan mucho y los demás no pasan los 6 mil pesos mensuales. El resto, es decir, casi el 90 por ciento, no ganan en el año 6 mil pesos, están por debajo del índice de la canasta básica. Esto lo digo con autoridad porque lo conozco.

- ¿Cuál fue el personaje con el que más se vio identificado porque se pareció más a usted afuera de las cámaras o del escenario?

- Ahí no me sentiría identificado, por ese preciso detalle. Me sentiría identificado por contraste. Si yo soy una buena persona, me identificaría con hacer el personaje del maldito. El personaje mayúsculo que hice en televisión fue el de Amadeo Pizzamiglio –un médico engrupidor- en “Celeste siempre Celeste” -1993-. Después hice personajes importantísimos como en “Amo y Señor” –NdR: su primer contrato televisivo- y uno que no recuerdo el nombre ahora, en “Por siempre mujercitas” -1995-, que fue el que más resonancia publicitaria me dio. A tal punto, que yo estaba viendo en vivo a Woody Allen en Nueva York y la gente venía a pedirme autógrafos y yo no entendía un carajo lo que pasaba…

Jorge D´Elía mira fijo a los ojos cuando habla. Pide un café mientras hace una pausa para analizar la actualidad del fútbol argentino y especialmente el de la Selección nacional: “Un equipo tiene que tener jugadores buenos pero otros que se maten por la camiseta. Ningún equipo se forma solamente con jugadores habilidosos y goleadores”, dice. Más tarde, sin eufemismos ni dramatismo, tratando de describir con palabras el sentido del dolor, comenzará a desgranar algunos de los episodios fatales que hicieron que durante muchos años su vida se convierta en un calvario. La muerte de dos de sus hijos –uno a los 23 y otro a los 37 años-, la ausencia de su madre en la plenitud de su infancia -a quien reencontró 34 años después-, marcaron algunos de los rasgos esenciales de su personalidad.


Frente al espejo

- Seguramente no hay forma de desmentir que tras la muerte de un hijo la vida continúa de otra manera. ¿Cómo se sobrepuso a estos episodios cruciales?

- La vida continúa con las luces apagadas. Hay otros cuatro -Facundo, Demian, Diego y Federico- que necesitan un padre alegre y al día… que te lleve al colegio, que te compre regalos… Tenés que sacar de adentro lo que sea para seguir. No se sale de algo así. Vivís con eso y no lo demostrás. Tenés que saber una frase de cabecera que no la sabe nadie: el dolor no otorga derechos. Si otorgase derechos yo, sería presidente de la República, o yo que sé… Que te quede en claro –enfatiza con tono decisivo-: te puede pasar lo que te pase pero no vayas a ponerlo en juego porque no le importa a nadie.

- Son cosas que hacen sentir que no existe el sentido de un Dios o de la justicia…

- … Yo en Dios no creo; ni antes ni después de lo que pasó. Pero decís: "no estaba bien con uno…, a dos te me llevaste? ¿Por qué?” Yo a veces voy manejando y tengo que apagar el auto porque tengo ganas de llorar… -habla con mayores intervalos, dando lugar al silencio, y sigue-: pasa por niveles muy grandes…, por ejemplo: si de repente compro un sobre de queso por ahí me pongo a llorar. Y vos mirás, y decís: “Este tipo está pirado”. Pero, ¿por qué?: a mi primer hijo yo le decía “no le pongas tanto queso al pedo a los fideos ni comas tanto queso…”. Solamente por eso. Entonces a esas cosas quién las puede entender. Nadie. La cosa pasa por vivir. Si vivís pensando en la muerte te convertís en un hongo, en un parásito.

- Se llega a concluir que lo que queda es la vida…

- Claro. ¿Cuánto más vas a durar?

- ¿Cuál es el recuerdo más nítido que tiene de su infancia?

- ¿Más nítido…?

- Sí.

- Mi infancia no fue buena. Puedo decirlo de otra manera: no se la deseo a nadie. Pero más nítido… –piensa y mira lejos-: Que mi vieja me haga bocadillos de verdura. Ese poquito nada más. Yo tenía 6 años cuando se fue de mi casa y no la vi más hasta los 40. Y mi viejo era un tarado mental que me sacaba antes del colegio para ir a atender los boliches de mierda que tenia llenos de borrachos… tuve todo en contra. Un día me dije: “¿Cómo zafo yo de todo esto?”: estudiando.

- Y ahí se tuvo que despegar de ese niño. ¿En qué se convirtió?

- Y… tuve que matar todo. A ese “Jorgito” que yo no veía hace rato y el otro día me mandó una foto no se quién…, lo tuve que matar. Pero cuando lo vi, estuve tres días llorando. No sé quien me mandó esas fotos (reniega). Es una foto en la que estoy de pantalones cortos; una imagen de ése Jorgito que yo había mandado a la reconferencia de su madre…

- El dolor genera en muchos casos resentimientos…

- Ves, ahí está… en mi caso fue todo al revés. Nada me resintió. Tengo unos amigos increíbles. Unos hijos que amo y me aman. Tengo una vida profesional linda, no soy peleador, no soy envidioso. Igual envidio como diciendo “me gustaría ser como este”, pero es una envidia de admiración, de anhelo.

- ¿Cómo deberían recordarlo?

- …Me rompí el culo para ser un buen padre y nunca lo logré (Lo repite).

- ¿Qué cosas del manual del buen padre no cumplió?

- Cosas chiquitas donde te convertís en un mezquino circunstancial y después te querés matar a trompadas…


Sello de autor

Comida: Salmón ahumado –su especialidad-

Bebida: “No me gusta nada que no sea el vino en las comidas”

Libro: Historia de una pasión argentina, Eduardo Mallea

Automóvil: “Que me lleve y me traiga”

Momento del día: “Las mañanas leyendo el diario con mate”

Virtud: “No querer lo que tienen otros”

Defecto: “No reaccionar contra la agresión”

Un amigo: Rodolfo Ramón “Bicho” Rojas


D`Elía dixit:

La familia: “Una célula grandiosa, lo más importante”

La televisión: “La detesto”

El sufrimiento: “Me lo banco, nos hicimos amigos”

La felicidad: “Viene de a ratos, con mis hijos”

La muerte: “Es el monumento a la democracia”

El fútbol: “Lo que elegí para evadirme”


Perfil

Fecha de nacimiento: 28 de abril 1938

Signo: Tauro

Familia: Esposa y cuatro hijos

Hobie: La cocina

Barrio: Soho; Manhattan (EE.UU.)

Profesión: Actor, autor, director teatral.

Fuente: http://www.ladatainfo.com/nota.asp?id=242&s=5&ss=4

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