Diagonales / 06.09.2011 | El actor habló de su personaje en El elegido y de la televisión actual
Es el malo de la novela El elegido (lunes a jueves a las 23, por Telefé), sin embargo, es uno de los personajes que más acogida tuvo entre el público. “Nadie es malo ni bueno, todos somos seres complejos”, dice Lito Cruz al improvisar una respuesta sobre qué hace querible a su personaje, Oscar Nevares Sosa, un abogado poderoso y despiadado, cuya maldad no reconoce límites, según la historia de la ficción producida por El Árbol (a cargo de Pablo Echarri y Martín Seefeld, en asociación con Telefé Contenidos).
–¿Qué es lo que hace que esta ficción sea distinta a otras?
–Este programa lo que tiene, y por eso me pareció interesante, es que Pablo Echarri y Martín Seefeld tomaron el comando de la producción junto a un canal de televisión que tiene un buen ojo sobre el rating, sobre el gusto del público. Ellos dos están al frente de un equipo que cuida la luz, la ropa, los objetos, la actuación. Entonces, todos los que estamos en la parte "laboral" digamos, los actores y los técnicos, tenemos comodidad porque la parte de la producción artística está en manos de Echarri y Seefeld. Y la parte del canal es la que le corresponde: vender el programa y difundirlo. Entonces se cumplen bien todos los roles. Me parece que programas así tendrían que ser un ejemplo, como lo que hizo Alejandro Fiore con Dromo (América). Así, los actores estamos protegidos. El otro día, por ejemplo, en una escena que otro director dice "ya está", no estaba, entonces insistimos hasta que salió. Y el público se da cuenta. Cuando el programa es débil, los canales "hacen música": se cierra una puerta y se escucha "charán…", y el público dice “qué va a pasar”, y no pasa nada, sólo se cerró la puerta.
–¿Pensó que su personaje iba a tener tanta repercusión, sobre todo siendo el malo de la novela?
–La verdad que no. Tampoco me doy mucha cuenta.
–Todo el mundo habla de Nevares Sosa…
–Son muchos años de carrera… Yo aprendí que nadie es malo ni bueno, todos somos seres complejos. El torturador seguramente violaba a una chica y después iba a la casa y amaba a su hijo, su mujer le metía los cuernos y la cagaba a palos. Entonces cuando tratamos de mostrar la complejidad de un ser humano, la gente se identifica, siente que es como él, ni tan malo ni tan bueno. Pero este Nevares Sosa es demasiado malo…
–¿Al personaje se lo marcaron como se ve o usted le fue encontrando las vetas?
–Yo fui un poco sugiriéndole a los autores como armarlo y también hay muchas cosas que improviso yo, le agrego humor, por ejemplo...
–Es un estereotipo real...
–Eso es por lo menos lo que trato de hacer y el público lo recibe así. Porque al ridiculizar una pequeña cosa, en la pantalla merece una chispita de vida y la vida contagia. Eso es interesante, porque es lo que pasa con la gente. No es lo mismo que un teleteatro cualquiera, donde te tratan de hipnotizar. Por eso en un teleteatro con mucha música, donde todo el tiempo es "chan chan", uno tiene cara de estúpido, pero cuando aparece algo real cambiás la pose, porque entrás en la forma.
El peligro está en que te hipnoticen, que es lo que hizo Hitler: contó una estética nazi, todos iguales levantando el brazo mientras él mataba judíos; se inventó una estética para existir. Mahatma Gandhi no necesitaba nada, el poder estaba en él, no estaba de ninguna escenografía.
–Y en El elegido hay un elenco de primer nivel para mostrar lo que quieren contar...
–Sí, son todos buenos actores, hicieron una buena selección, por eso el programa tiene un buen nivel. Y hay muchos comentarios de la gente con respecto a todo: a la luz, al sonido, y a los temas, como los pueblos originarios, las sectas, la masonería, de los que estamos bastante informados, entonces la gente sabe de qué habla.
–Se nota que también se tomaron el tiempo para desarrollar la historia…
–La historia de amor está armada sobre una base política, social, ideológica y cultural sólida, entonces no está en el aire. Como la de Romeo y Julieta, que está basada en el enfrentamiento de dos familias durante años, o como Hamlet, que sucede cuando Alemania invade Dinamarca.
–¿Este tipo de programa se podría haber hecho de esta manera en otro momento político de la Argentina?
–Sí. Se dio cuando estaba Alejandro Doria con Situación Límite (ATC, 1983 - 1987), cuando apareció el ciclo de unitarios Compromiso, siempre se da. Es casi como una necesidad: de lo que el público quiere queda algo en el aire y de pronto aparecen programas que hacen lo que el público quiere oír y algo sobre lo cual quiere, necesita y debe reflexionar.
–Eso contradice la idea de que si la TV es mala es porque da lo que la gente quiere. Porque cuando aparecen este tipo de programas la gente los acepta…
–La gente elige también. Como ser humano de pronto querés reírte un rato, o querés emocionarte o querés algo más liviano o más pornográfico. El ser humano tiene distintas necesidades, no puede estar todo el tiempo leyendo Borges o todo el tiempo viendo Tinelli. ¿Qué tiene Tinelli? Que toca el meollo de lo que significa la curiosidad, que es la competencia. Tinelli agarró un núcleo que es la competencia. En cualquier nivel, en el baile, en el canto, también pasa en el box, en la política, hay competencia. Puede ser malo o bueno, pero el núcleo de eso es que a la gente le gusta saber quién gana y quién pierde, porque es el nudo del conflicto de la humanidad. A mí me parece que está bien, el oro verdadero existe porque existe el oro falso. Y la gente tiene un arma: el control remoto. Uno puede elegir.
Fuente: http://www.elargentino.com/nota-156434-Nadie-es-malo-ni-bueno-somos-seres-complejos.html
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