Teatro Comunitario de Berisso
Diagonales / 27.09.2011 | La historia de una ciudad según los vecinos-actores
Florecen en los barrios. Crean aún sin ser artistas. Y acaparan distintos escenarios de la vía pública. Representan un género popular que, con sus propias raíces, y al calor de la poderosa llama del esfuerzo comunitario, se expande día a día. Los "teatros comunitarios", que entre otros rasgos forman una comunidad integrada pese a su amplia variedad de oficios, procedencias, edades y estratos culturales, son el sostén de un grupo de vecinos que, con el tiempo, se transforman en actores. Y permiten, desde un escenario, en este caso el de la Fundación Osde, rescatar la memoria e identidad de sus ciudades, con sus triunfos y ocasos.
Algo así ocurre con este aventurero grupo del Teatro Comunitario de Berisso, que representa Primeros Relatos, una obra de 40 minutos que pone en escena un magnífico retrato de la ciudad en 1917, cuando florece la lucha obrera fabril, encabezada por los inmigrantes.
"Nos parecía que en Berisso había una historia importante que contar –introduce Javier De Jesús–. Porque todos los que venían, tenían una historia con la fábrica (frigorífica). Y porque también pensamos que una manera de dominar a la gente es borrarle la cultura y la identidad; entonces, decidimos contar los primeros años del siglo en la ciudad", recuerda con Diagonales sobre el origen de la obra y del teatro callejero, que "crece en la región por la idea de tener un proyecto en común, una construcción grupal".
Y continúa el director general de Primeros Relatos: "Yo creo que, en general, el teatro comunitario es una respuesta a la necesidad del hombre de juntarse. Y en nuestro caso hubo una influencia del Grupo Catalinas Sur (de La Boca), con quien también nos sentíamos hermanados porque en sus representaciones hablaban de los inmigrantes", dice antes de la función, en el sexto piso de Osde (50 entre 13 y 14), donde el elenco se pone a tono para la ocasión, con un maquillaje gris triste en su rostro, que explica el adiós a su tierra natal.
La trama medular de la historia, que cuenta con Clementina Zir en asistencia de dirección y entrenamiento actoral, y con Lala D´Angelo en dirección musical, narra el esplendor y el ocaso del frigorífico “Swiftlandia" o la catedral del "corned beef", la ilusión y el desamparo de los inmigrantes; la promesa patronal, que nunca llega (pero en cambio sí responde con discriminación: "¡Son inmigrantes!, ¡vinieron en barcos!, ¿adónde van a ir?", los menosprecia el burgés), la lucha obrera, las huelgas y, al final, la represión que no cesa, pero que tampoco los frena.
"Nosotros nos queremos seguir juntando para hacer memoria; para reflexionar sobre hechos históricos, sobre anécdotas de nuestro lugar de origen. Para saber quiénes somos. Por eso decimos que hacemos un trabajo de memoria e identidad. Y también para tener una mirada esperanzadora del futuro", reflexiona De Jesús.
La puesta en escena avanza: "¿Quieren aumento salarial?", ironiza el burgués, que lee una especie de petitorio en reclamo de 8 horas laborales. Y, airado, exclama: "Son rusos (y también lituanos y ucranianos, entre otros). Son comunistas. Son revolucionaros". Entonces, sólo hay un camino posible: la represión.
"Con el teatro, pudimos recuperar ese espíritu de la vecindad. Que, de alguna manera, tuvieron aquellos obreros. Nos dimos cuenta de que la gente de Berisso, que tiene origen en abuelos inmigrantes, es muy orgullosa. Que seguimos estando, y que, pese a todo, pese a que la ciudad fue condenada por haber adherido a un movimiento popular, no nos fuimos. Seguimos", evoca De Jesús, a cargo de más de cuarenta vecinos-actores, que ensayan lunes y viernes, durante tres horas, en la Escuela N° 2, en calle Montevideo esquina 12.
"La expresión artística es una necesidad del hombre. Esto (la obra) es un todo. Por eso cantamos comunitariamente porque entre todos nos olvidamos que somos desafinados", comenta.
El desenlace de Primeros Relatos, irónico, y con humor ácido, es, también –vaya coincidencia– producto de un proceso de integración, en este caso de los obreros. Los trabajadores, explotados, tienen ganas de partir, pero se quedan apostando al mañana, "por una patria justa, libre y soberana". En definitiva, el guión relata, de la manera menos cruel posible, cómo es la vida ahí. Y cómo, en la clandestinidad, los obreros empiezan a organizarse.
Al fin y al cabo, la obra cierra con un sonido suave que cautiva, y genera nostalgia con el golpe seco de un bombo que anunciaba, poco a poco, el final de una etapa –la fábrica en ruinas– y siembra una esperanza. Porque, como cantan sus actores, "tenemos el orgullo de ser presente de aquellos obreros". Y porque "apostamos a un futuro digno, estamos acá".
Fuente: http://www.elargentino.com/nota-159648-Un-magnifico-retrato-de-la-lucha-obrera-fabril.html
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