miércoles, 24 de diciembre de 2014

La escena del movimiento continuo

TEATRO › BALANCE DE LA INTENSA TEMPORADA TEATRAL 2014 EN CABA

El luto le sienta a Electra, puesta de Robert Sturua.

Obras de autores nacionales y extranjeros poblaron la cartelera porteña, muchas veces en versiones con tendencia a la mezcla de disciplinas. La escena porteña avanzó programando giras de alcance nacional, como en el área oficial lo viene realizando el TNC.

Por Hilda Cabrera y Cecilia Hopkins
Pägina 12/ Cultura y Espectáculos

En un clima social dominado por la política, la actividad teatral siguió su curso mostrando cierta predilección por los comportamientos sociales y no sólo de esta época. Hubo elencos que miraron hacia el pasado y de ahí surgió la puesta de Muchas felicidades, de Paco Urondo, obra de los años ’60 sobre la identidad argentina, dirigida por Analía Fedra García. Cercana fue, en cambio, Ensayo sobre lo artificial, por el grupo Periplo que dirige Diego Cazabat. Allí, y en el marco de una conferencia, se presentó un prototipo humano, corporizado por tres individuos. El comportamiento fue también eje en Pangea, de Ana Katz, al señalar la relación de una hija con sus padres y la elección de un territorio donde vivir. A su vez, El dragón de fuego (1993), de Roma Mahieu, en versión de Gina Piccirilli, hizo foco en la supervivencia. La indagación sobre el pasado originó otras formas de reaccionar ante la violencia y surgieron obras como Padre Carlos. El rey pescador, obra de Cristina Escofet que dirigió José María Paolantonio; y cuatro piezas de Jorge Palant: Derretida máscara obscena, El pueblo en sombras, Madre sin pañuelo y Encuentro en Roma.

Las intimidades y los conflictos de la relación con el otro expuestos a veces de modo grotesco reaparecieron en obras de autores nacionales y extranjeros, en general versiones con tendencia a la mezcla de disciplinas. Mientras continúan las reformas edilicias en los teatros San Martín y Nacional Cervantes, la escena porteña avanzó incluso programando giras de alcance nacional, como en el área oficial lo viene realizando el TNC, cuyos logros en la puesta de obras y organización de ciclos a través del Plan Federal y las presentaciones de Teatro del País son reales. Otro avance fue la creación de obras de género, como se las denomina, y espectáculos abiertos a la comunidad no circunscriptos a la Ciudad; la permanencia de Teatro por la Identidad y grupos como Catalinas Sur, que lidera Adhemar Bianchi, aportaron creatividad a una temporada en la que se multiplicaron los reconocimientos a la escena independiente y los centros culturales. Se organizaron festivales, encuentros y congresos con participación de especialistas argentinos y extranjeros, y presentaciones de teatro de títeres para adultos que, como en años anteriores, ingresó a la cartelera con su valioso arte. Se recordó y homenajeó a los creadores de la escena, a veces a través de montajes, como, entre otros, Miel de avispas, que dirigió Tino Tinto (Fernando Arroyo), y Vivo Urdapilleta, de Sofía Guggiari. Y esto sin contar, entre otras reposiciones, La máquina idiota, de Ricardo Bartís; Las 50 nereidas, de Norman Briski; La cuna vacía, de Omar Pacheco, y Asuntos pendientes, de Eduardo “Tato” Pavlovsky.

Si la idea es expresarse con humor y al mismo tiempo referirse a la identidad y la dependencia cultural, La Chinagueña (o El rancho de las mutaciones), de Julio Cardoso, interpretada por Mariela Acosta, colmó ese objetivo. Diferente es la identidad planteada en Flechas del ángel del olvido, obra del valenciano José Sanchís Sinisterra sobre la amnesia que dirigió Ana Alvarado. En conjunción con las migraciones, la identidad es también materia de análisis en la Argentina. De ahí la importancia de La maquila, obra de Valeria Medina, referida a la inmigración indocumentada, el trabajo esclavo, la contaminación, el hacinamiento y otras formas de violencia. La inmigración fue también eje en Adiós todavía, pieza escrita por Iaia Cárdenas, argentina radicada en España, que dirigieron Mariano Stolkiner y Xavo Jiménez. A su vez, el argentino César Brie, actualmente radicado en Italia, presentó cuatro unipersonales escritos, dirigidos e interpretados por él, todos, más allá de sus diferencias, atravesados por el compromiso político. Las desigualdades sociales y las traiciones circularon en la puesta de Andrés Bazzalo sobre Amarillo, de Carlos Somigliana. Y Zona de humo, de Verónica McLoughlin, mostró la difícil convivencia de dos presos en una celda y el vuelco a la complicidad. Iván y los perros, de Hattie Naylor, expuso una historia de supervivencia evocada por un niño, y Discurso de la servidumbre voluntaria, los efectos del servilismo en una adaptación del actor Pablo Alarcón basada en un texto del francés Etienne de la Boétie.

¿Por qué no tomar en sorna los contrapuntos y buscar en un espacio irreal visibilidad a lo que está más allá de la mirada? Terrenal, de Mauricio Kartun, acudió al “mito de los opuestos”, a los anacronismos y ciertas coloridas expresiones y logró un espectáculo original y grato para el espectador y los intérpretes: Claudio Rissi, Claudio Da Passano y Claudio Martínez Bel. En otra línea, lo irrisorio y romántico alcanzaron sentido poético en Almas ardientes, de Santiago Loza, obra que dirigió Alejandro Tantanian y donde, entre bromas, surge una inquietud: cómo es eso de “vivir por vivir” en un tiempo cuyo trasfondo es la represión de diciembre de 2001. Destacable fue la puesta de Cartas de la ausente (“sobre la ilusión del amor”), de Ariel Barchilón, dirigida por Mónica Viñao, y la recuperada Sacco y Vanzetti (Dramaturgia sumaria sobre el caso), de Mauricio Kartun, en un montaje de Mariano Dossena. Otra propuesta fue El cuidador, de Harold Pinter, dirigida por Agustín Alezzo, donde la intrusión de un vagabundo en la destartalada casa que habitan dos hermanos con intereses inconciliables deriva en una pesadilla teñida de humor negro. Imaginar a un muerto lidiando con el palabrerío judicial es ocurrencia del dramaturgo Roberto “Tito” Cossa. Esa fue su apuesta en Final del juicio, obra que dirigió Jorge Graciosi, donde el pícaro es el abogado defensor que interpreta José María López. Graciosi ha sido también el director de Nuestro fin de semana, reposición en homenaje a los 50 años de su estreno.

Bla Bla La película, dirigida por Guillermo Angelelli, cruza diversos lenguajes expresivos con la idea de romper la dualidad cine-teatro. Y Odiseo.com, del dramaturgo chileno Marco Antonio de la Parra, ingresó a otro plano utilizando tecnología digital, articulada en tres ciudades simultáneamente. La intención fue mostrar a un empresario que viaja de un continente a otro y se desgasta mientras pasa por aeropuertos y a otros “no lugares” a los que termina habituándose.

La escenografía operística de El jardín de los cerezos, de Anton Chejov, deslumbró a los espectadores de este estreno en el San Martín, donde Cristina Banegas compuso a una singular Liuba (terrateniente), dirigida por Helena Tritek. Creativa fue la propuesta de Muñeca, versión de Pompeyo Audivert sobre la obra de Armando Discépolo. Allí, Anselmo es el enamorado que estalla y la víctima de un entorno que pretendió dominar. Ojo por ojo, versión libre de Acreedores, de August Strindberg, trajo nuevamente a la dirección al maestro Augusto Fernandes, quien además actuó cuando se produjo el reemplazo del actor Federico Luppi. Fedra/Phaidra, del griego Yannis Ritsos, con dirección de Ana Fouroulis y actuación de Carla Solari y Federico Ponce, incorporó el tema de la eternidad del deseo. Del “contemporáneo” Shakespeare se vio Ricardo III, dirigida por Patricio Orozco y protagonizada por Gabriel Goity, en el Teatro Shakespeare, único teatro isabelino móvil de Latinoamérica, instalado en esta ocasión en el Parque Thays. Otro estreno destacable en actuaciones (con protagonismo de Leonor Manso y Paola Krum) fue El luto le sienta a Electra, de Eugene O’Neill, en adaptación de Patricia Zangaro y puesta de Robert Sturua.

Una historia de olvidos y ausencias atravesó Fantasma de una obra de teatro de 1900, de Luis Cano, dirigida por Laura Yusem, y se estrenaron obras breves de Eduardo Rovner, reunidas en 3 XRovner, por el grupo Altro-Ke, dirigido por Gabriel Fiorito. Patricio López Tobarez dirigió una nueva puesta de Soledad para cuatro, de Ricardo Halac, y se estrenó El chico de la última fila, del español Juan Mayorga, con actuación de Julio Ordano y dirección de Enrique Dacal. Mariana Gióvine sorprendió con una puesta atípica de A propósito del tiempo, de Carlos Gorostiza, basada en técnicas de clown. Gióvine fue también directora de Hay que apagar el fuego, del mismo autor, de quien el actor y director Leopoldo Minotti realizó una versión de El puente, y el actor y director Lizardo Laphitz presentó Los hermanos queridos, subrayando el tema de la incomunicación. Dirigida por Carlos Ianni, Donde el viento hace buñuelos, de Arístides Vargas, rescató rasgos de solidaridad y poesía en los protagonistas de los exilios sudamericanos. La señora Klein, de Nicholas Wright, reapareció a años de su estreno para sumirse en el conflicto de una madre con su hija. Dirigió Eva Halac, autora y directora de otro estreno: Café irlandés (ficción sobre la investigación que reunió a Rodolfo Walsh con Tomás Eloy Martínez). Otros títulos fueron Cita a ciegas, de Mario Diament, con dirección y actuación de Luis Agustoni, quien estrenó su dramaturgia Sueño despierto, una obra de suspenso sobre el mundo teatral. Luis Cano dirigió Rinconete y Cortadillo, libremente inspirada en los personajes de Cervantes, y El topo, con destacada actuación de Luciano Suardi, referida a un personaje convertido en “animal de teatro”. Emilio García Wehbi estrenó 58 indicios sobre el cuerpo, espectáculo concebido y dirigido por él sobre textos de Jean-Luc Nancy, y Rafael Spregelburd presentó Spam, obra que fue estrenada a modo de anticipo en el Festival Internacional de Buenos Aires 2013.

La actriz y directora Gabriela Izcovich estrenó dos espectáculos: La música del azar, versión teatral de la novela de Paul Auster, y Alma teatral (ficción y biografía artística de Izcovich). Otros estrenos fueron La verdad, de Ignacio Apolo y Alejandra Toronchik, y Lo sé todo, del dramaturgo y director Ezequiel Matzkin, una reflexión sobre un sistema educativo perimido y deshumanizado. Suya es también la puesta de Un clavo en el corazón, referida a las experiencias y su inscripción en el cuerpo. Por otro lado, y bajo la dirección de Alejandro Tantanian, Analía Couceyro actuó su propia versión escénica de la novela El rastro, de la mexicana Margo Glantz.

La historia de un pianista que nació en un transatlántico y nunca bajó a tierra fue recreada por Darío Grandinetti en Novecento, de Alessandro Baricco, dirigido por Javier Daulte. Red, de John Logan, rescató al pintor Mark Rothko, que contó con la creatividad del actor Julio Chávez, acompañado por Gerardo Otero y la dirección de Daniel Barone. El crédito, del catalán Jordi Galcerán, reflejó el hostigamiento que padecen quienes solicitan un crédito. Actuaron Jorge Marrale y Jorge Suárez, dirigidos por Daniel Veronese. ¿Quién es el señor Schmitt?, del francés Sébastien Thiéry, dirigida por Javier Daulte, con protagonismo de Gabriel Goity, se refirió a la artificial construcción de otros “yo”. El toque de un poeta, de Eugene O’Neill, mostró a un Lito Cruz en el rol de un ser atado a un pasado célebre. Dirigió el estadounidense Barry Primus. El protocolo médico ante un trasplante de órgano fue tema en El comité de dios, de Mark Saint Germain, que protagonizaron Gustavo Garzón y Alejandra Flechner, en el Teatro Picadero.


Sobre el teatro independiente

Por Eva Halac *

Está comenzando a aparecer un nuevo modelo de producción en la escena teatral independiente, una necesidad de salir del amateurismo y de la precarización laboral en que funcionan las miles de cooperativas. Una visión diferente en la elección de los materiales, que obliga a colocarse en la médula de los interrogantes, de los imaginarios y deseos de los que somos parte. Una tendencia a pensar dramaturgias más conectadas con la necesidad de sentido. Necesidad que mantiene viva la ficción. Los textos autorreferenciales, resabios de una sociedad de autoayuda, o las obras corales sin protagonista ni protagonismo, o los pretendidos manifiestos de un sinsentido adolescente, empiezan a aburrir, a revelarse políticamente correctos. 

Creo que asistimos a una saludable crisis. En las conversaciones escucho más pasión y emoción cuando se habla de las historias de las series televisivas. El teatro ruega por materiales que se jueguen una carta más profunda, con riesgo artístico, con seres humanos tridimensionales, atravesados por historias, pensamientos, contradicciones. 

 Quizá nos estemos acomodando a aquello en lo que insiste el teórico alemán Hans Lehmann: un choque entre las ilusiones y las circunstancias, propio del cambio de siglo. Pero en la Argentina, salir del esnobismo implica también pensar producciones que contemplen una inversión económica en serio y no imaginaria. Los subsidios al teatro independiente no alcanzan para cubrir los costos reales de un espectáculo. Sería un avance recuperar la figura de la Cooperativa con Producción, posibilitar el acceso al crédito como en las pymes, trabajar de miércoles a domingos, hacer giras, tener publicidad, apostar a una recaudación sostenida. La idea es abrirse a un público más heterogéneo, a la comunidad, real destinataria del diálogo poético. Teatro independiente no significa amateur, significa independencia. 

 * Titiritera, dramaturga y directora.

lunes, 22 de diciembre de 2014

La Plata: Balance teatral 2014

 

“46XX VARIACIONES HAMLET”, UN ABORDAJE ORIGINAL A LA HISTORIA DE SHAKESPEARE, CONTADA DESDE EL PUNTO DE VISTA DE LAS SIRVIENTES

Más locales que visitantes

Por Irene Bianchi

Cada año, más propuestas locales e “importadas”. Para todos los gustos y edades.

En el Teatro Municipal Coliseo Podestá vimos un imbatible éxito de taquilla, “Toc Toc”, delirante comedia de Laurent Baffie, dirigida por Lía Jelín, que promete volver a agotar entradas en cuanto regrese a La Plata. “Brillantísima”, opaca revista, encabezada por Carmen Barbieri y Flor de la V, de la que rescatamos el excelente cuerpo de baile, el lujoso vestuario y la desopilante labor de Mariquena del Prado. Un Lorca aggiornado por José María Muscari: “La casa de Bernarda Alba”, con María Rosa Fugazot en el rol protagónico, y gran elenco. Cecilia Roth y Darío Gardinetti en un duelo actoral: “Una relación pornográfica”, comedia dramática de Philippe Blasband, en versión de Pablo Kompel. Thelma Biral, Juan Leyrado y Esteban Masturini brillaron en “Dios mío”, de Anat Gov, en versión de Jorge Schussheim, dirigida por Lía Jelín. Coco Sily divirtió con su “Cátedra del Macho 2”, y Aníbal Pachano, en un tono autorreferencial, trajo “Divain”, con redundantes y previsibles referencias a la farándula autóctona. La Compañía Marplatense de circo­teatro “Hazmerreír” deslumbró con “Barlovento”, la nave de los locos, en arriesgada travesía. El Negro Fontanarrosa se hizo presente, encarnado por Mario Vedoya y Gonzalo Urtizberea, subidos los “Dos en una moto”. La chilena Pilar Sordo propuso reflexionar sobre “El miedo a los hijos”, dosificando su charla con humor y emoción. Osvaldo Bazán y su “opera prima”: “ …y un día Nico se fue”, comedia musical dirigida por Ricky Pashkus, basada en una vivencia del autor, protagonizada por Marco Antonio Caponi y Tomás Fonzi, secundados por una troupe de jóvenes y entusiastas bailarines y cantantes.

La Comedia de la Provincia, en su Sala Armando Discépolo, ofreció un variado abanico de propuestas. “El Conventillo de la Paloma”, clásico sainete de Alberto Vacarezza, dirigido por Norberto Barruti, al frente de un elenco de 30 actores. “Antígona 1­11­14 del Bajo Flores”, descarnada versión de la tragedia de Sófocles, a cargo de Marcelo Marán, que ubicó la acción en una villa miseria, diezmada por bandas de narcotraficantes. Gustavo Vallejos abordó con la originalidad que lo caracteriza, otra tragedia, “Hamlet”, desde el punto de vista de las cocineras y maitres de palacio, en su “46 xx Variaciones Hamlet”, en una puesta no convencional, en la que se lució en especial la actriz Ana María Haramboure. Y Shakespeare también se hizo presente con “La Comedia de los H­ errores”, muy divertida ocurrencia del joven Emiliano Dionisi, que combinó con ingenio múltiples lenguajes escénicos. Una fiesta para grandes y chicos.

Teatro Estudio, la sala de Gastón Marioni, también fue sede de variados espectáculos. Emilio Berasain y Martín Eliseo Mendivil (Grupo El Esférico), se multiplicaron en un sinfín de personajes en ·Sherlock Holmes: “El Sabueso de los Baskerville”, dirigidos por Ana Clara González. “Los Desmaravilladores” abordaron una humorada de Dalmiro Sáenz: “Vida Sexual de Robinson Crusoe”, divertido disparate escénico dirigido por Facundo Zerpa. La “Compañía Prematura” deslumbró en “Ruede en La”, en un alarde que combina música, acrobacia, malabares, actuación y magia. Anahí Carnavale y Nazareno Iñiguez, compusieron una singular pareja en “Leitmotiv”, comedia escrita por Roxana Aramburú, dirigida por Germás Crivos.

En “Espacio 44” de Daniel Gismondi: “Malafemmena”, de Laura Coton, dirigida por Claudio Rodrigo, interesante reflexión sobre la mítica figura de Eva Perón. “El fruto”, melodrama de Patricia Suárez, dirigido por Rafael Garzanitti, y un universo femenino signado por la frustración.

En “El Viejo Almacén El Obrero”, Nelson Mallach, en su doble rol de autor y director de “Los Decadentes”, ideó un carromato de actores trashumantes, recorriendo la llanura pampeana, condenados a actuar para seguir viviendo. Destacamos la labor de Jorgelina Pérez.

“La Terraza Teatro”, (“Sala 420”) siempre renovándose en la factura de sus espectáculos, nos invitó a abordar una nave espacial y recuperar “El Diario del Capitán Arsenio”, un visionario que en el siglo XV sentó las bases de la aviación y la cohetería modernas. El “astronauta” Lisandro Amado fue dirigido por Diego Biancotto.

En el Teatro “La Nonna”, de Leo Ringer, Virginia Lago y Héctor Giovine, dirigidos por Manuel González Gil, emocionaron con sus “Milagros del Corazón”, pieza del ruso Alexei
Arbuzovz.

En la hermosa Sala Ginastera del Teatro Argentino, disfrutamos de una Ana Belén cada día más seductora, y del humor inoxidable de “Les Luthiers”.

Tres queridas figuras, entre otras, “se fueron de gira” este año. El enorme Alfredo Alcón, la entrañable China Zorrilla, y la versátil Norma Pons. Irreemplazables. Los tres dejan un
enorme vacío en la escena nacional.

Fuente: EL DIA

miércoles, 17 de diciembre de 2014

Pesar por el fallecimiento del compositor Enrique Gerardi

 

17 de Diciembre de 2014

Enrique Gerardi, destacado compositor y maestro de varias generaciones de músicos argentinos, quien fuera alumno de Luis Gianneo, Gilardo Gilardi y Alberto Ginastera, falleció ayer en la Ciudad, a los 88 años, víctima de una larga enfermedad.

Nacido en Buenos Aires en 1926, realizó sus estudios primarios, secundarios y universitarios en la Universidad Nacional de La Plata, donde se diplomó como Profesor Superior Universitario de Composición Musical, siendo parte de la primera camada de egresados de esta carrera en la Facultad de Bellas Artes. También se recibió de Agrimensor en la Facultad de Ciencias Físico-Matemáticas.

Estudió piano con Dora Harispe y composición con Luis Gianneo, Gilardo Gilardi y Alberto Ginastera. Fue becario del Gobierno Francés, estudiando en París Morfología y Análisis Musical con Nadia Boulanger e ingresó al GRM donde tuvo como maestros a Pierre Schaeffer y Francois Bayle en el campo de la música concreta.

Durante más de cuatro décadas se desempeñó como docente en distintas instituciones, entre ellas, el Conservatorio Gilardo Gilardi, la Facultad de Bellas Artes de la UNLP y la Municipalidad de La Plata. También ha dado gran cantidad de cursos y conferencias, además de haber sido sido maestro de varias generaciones de músicos de nuestra ciudad, formando numerosos discípulos, entre ellos, a los talentosos Osvaldo Golijov y Daniel Teruggi, entre otros.

En su faceta de compositor, hizo música electroacústica invitado por el Laboratorio de Música Electroacústica del Instituto Di Tella de Bs. As; además de haber creado y dirigido la Orquesta Sinfónica Juvenil de la Municipalidad de La Plata. También fue miembro fundador del grupo Cultrun.

Durante su trayectoria, compuso gran cantidad de obras para música de cámara, de orquesta, teatro y cine, además de música electroacústica y para orquesta digital, que se escucharon en las principales salas del país y también en el exterior.

Durante los últimos años se dedicó a difundir la música contemporánea, fundando el grupo Sonoridades Alternativas, nombre que también lleva el ciclo que desde hace unos años se afianza como un clásico anual de la agenda cultural de la Ciudad.

Marido, padre y abuelo, Enrique Gerardi se ganó un lugar de privilegio dentro de la colonia artística, recibiendo ayer con hondo pesar la noticia de su fallecimiento.

Fuente: EL DIA

El ballet “Don Quijote” vuelve a subir a escena

 

A CARGO DEL BALLET ESTABLE DEL ARGENTINO, DIRIGIDO POR MARIO SILVA, “DON QUIJOTE” SUBE A ESCENA EN LA SALA ALBERTO GINASTERA

17 de Diciembre de 2014

El Teatro Argentino bajará el telón de su temporada artística con el ballet “Don Quijote”, una clásica obra que ofrece desbordantes aventuras, amor y fantasía.

Con funciones previstas para el viernes y sábado, a las 20.30, además del domingo a las 18.30 y el martes a las 20.30 en la Sala Alberto Ginastera, 50 entre 9 y 10, “Don Quijote” lleva música de Ludwig Minkus y coreografía de Mario Silva (basada en la original de Marius Petipa).

Esta historia danzada llena de gracia y virtuosismo, con más de sesenta artistas en escena, contará con un colorido vestuario y una sugestiva escenografía, como siempre íntegramente realizadas en los talleres del propio Teatro Argentino.

Inspirada en el episodio de las bodas de Camacho, incluido en el vigésimo capítulo de la segunda parte de la inmortal novela de Cervantes, el argumento narra los amores de Kitri, la hija del tabernero Lorenzo, con el joven barbero Basilio. Como el padre quiere casarla con el viejo y rico Camacho, Kitri y Basilio tendrán que urdir varias intrigas hasta lograr, con la intervención del mismo Don Quijote, que Lorenzo termine por aceptar su unión.

Aunque no es el único acercamiento de la danza a la novela de Cervantes, este ballet creado por el genial Marius Petipa y estrenado en el teatro Bolshoi de Moscú en 1869, es el único que ha logrado trascender hasta nuestros días.

El lenguaje coreográfico de la pieza, rebosante de humor y romanticismo, junto a las oportunidades de lucimiento que ofrece a los intérpretes, por el grado de virtuosismo que les exige, han contribuido para convertirla en una de las obras favoritas del público de todas las latitudes.

Intervendrán el Ballet Estable, que conduce Mario Silva, y la Orquesta Estable, dirigida por Darío Domínguez Xodo. La escenografía es de Augusto González Ara, el vestuario de Eduardo Caldirola y la iluminación de Matías Rodríguez.

El reparto estará encabezado por Julieta Paul (19 y 20) y Stefanía Vallone (21 y 23) como Kitri y Bautista Parada (19 y 20) y Esteban Schenone (21 y 23) como Basilio. Los demás papeles serán asumidos por distintos integrantes del Ballet Estable.

Fuente: EL DIA

martes, 16 de diciembre de 2014

Función de “Gruta de Ninfas” antes del cierre de año en el Teatro de Cámara de City Bell

 

AUGUSTO ARIAS, AUTOR Y DIRECTOR MUSICAL DE “GRUTA DE NINFAS”, LA PROPUESTA DEL TEATRO DE CÁMARA DE CITY BELL

16 de Diciembre de 2014 

Fin de año movido en City Bell: el estreno mundial de “Gruta de Ninfas”, la ópera de Augusto Arias, sufrió las inclemencias del tiempo y la función del sábado, en el Teatro de Cámara de City Bell (ubicado en Diagonal Urquiza entre 462 y 464) se pasó para el domingo, día en que gracias a un gran esfuerzo en el secado de los pisos hasta último momento, la obra de Arias pudo levantar finalmente el postergado telón.

Como por efecto dominó las fichas se cayeron y la función prevista para el domingo se pasó para hoy martes, desde las 21, cuando se volverá a poner en escena la obra, con la soprano sudafricana Erica Eloff en escena al frente de las acciones.

FIN DE AÑO, JUEVES

En tanto, el cierre de las actividades del Teatro, previsto para hoy, tendrá lugar finalmente el jueves: a partir de las 21 horas una vez más, volverá a representarse “Gruta de Ninfas”, esta vez con la soprano Ana Sofía Romagnoli en el rol de Cloé en reemplazo de Eloff.

La obra se presentará precedida por la ópera de Claudio Monteverdi, “Lamento d’Arianna”, que contará con la mezzosoprano Gabriela Cirpriani Zec.

Ambas obras cuentan con la dirección musical de Arias, mientras que la dirección escénica estará a cargo de Alberto Jáuregui Lorda.

Fuente: EL DIA

sábado, 13 de diciembre de 2014

Un recorrido por las entrañas del Princesa

 

UN TEATRO QUE HABLA A TRAVES DE SU GENTE

Bajo la dirección de Beatriz Catani, actores guían al público en un relato en primera persona por la historia del emblemático teatro

13 de Diciembre de 2014 

Cuesta imaginarse un hogar sin una familia y una escuela sin alumnos. Son las personas, en definitiva, las que le dan sentido a los lugares, espacios que dejan de ser meras obras arquitectónicas cuando alguien los habita, los resignifica.

Del mismo modo se puede decir que son los actores los que hacen al teatro, y no sus paredes, ni salas y escenarios, así como tampoco sus gradas y camarines.

Ahora, quizás, se comprende el malestar que siente la gente que hace al Princesa cuando la palabra abandono resuena en cada conversación que tiene al mítico edificio de diagonal 74 como eje, en medio de especulaciones sobre venta y expropiación.

Con “Nos, el Princesa” comenzó el jueves “El Princesa Hoy”, un ciclo que busca relatar la historia del teatro pero contada a través de recuerdos, experiencias y sensaciones que los actores tuvieron desde el momento en el que pisaron por primera vez ese espacio, y que fueron guardando como secretos invalorables entre sus rincones mágicos y enrevesados.

A LA LUZ DE LAS LINTERNAS

Hoy esos secretos salen a la luz y lo hacen desde la oscuridad. Ese teatro es recorrido de punta a punta a través de cinco circuitos, por personajes que guían al público con linternas, una luz tenue que alcanza de sobra para transmitir esas vivencias, relatadas a través de audios que salen desde teléfonos celulares y grabadores chicos, con un volumen ideal que no necesita amplificación porque todo está en su estado natural.

La experiencia es subjetiva, emocionante, real. “Los actores nos cuentan su historia y la historia del Princesa -nuestra historia-, la que está inscripta en el tiempo y en la efímera materia del teatro; efímera como la condición de todos nosotros. Tal vez, en definitiva, sólo nos sobrevivan los fantasmas”, dicen los protagonistas de este ciclo.

En esta primera presentación, que se extendió desde las 21 hasta pasada la medianoche, el público participó de un recorrido visceral por el Teatro Princesa, en el que además de recuerdos en primera persona de sus actores se incluyeron referencias a obras como “Maluco” (Quico García, 1992/1997), “Ritual Mecánico” (García, 2001/2004), “Patos Hembras” (Beatriz Catani, 2005/2014), “Infierno” (Catani, 2014), “Finales” (Catani, 2007/2009), “Si es amor de verdad” (Catani, García, 2011/2013) e “Insomnio” (Catani, 2009/2010).

Sobre un concepto y dirección de Beatriz Catani, “Nos, el Princesa” incluyó las actuaciones de Amelia Pena, Daniel Gismondi, Germán Rétola, Graciela Martínez Christian, Juan Manuel Gianatasio, Juan Manuel Unzaga, Julia Domínguez, Julieta Ranno, Luciana Lima, María Seghini, Matías Vértiz, Ricardo Ibarlín y Viviana Ghessi; vestuario de Edu de Crisci, Kei Pampillón; iluminación de Paula García y Eliana Cuervo; sonido de Daniel Gismondi; colaboración escenográfica Andrea Desojo e Inés Raimondi; intervención audiovisual de Locus; registro audiovisual de Nahuel Lahora, Marcos Migliavacca y Luis Migliavacca; diseño gráfico de Francisco Bargioni; colaboración escénica de Juan Manuel Gianatasio; y asistencia de dirección de Natalia Risso.

El próximo jueves, a las 20, será la última entrega de esta muestra, antes de dar inicio a una serie de presentaciones más fluidas que se llevará a cabo entre febrero y marzo del año próximo. Una cita para conocer un teatro histórico que habla a través de su gente, en la que el público se encuentra de repente recorriendo sus entrañas.

María Virginia Bruno

Fuente: EL DIA

jueves, 11 de diciembre de 2014

El Argentino baja el telón

 

Con el ballet “Don Quijote” y su historia de aventuras, amor y fantasía, el primer coliseo bonaerense cierra la temporada artística

11 de Diciembre de 2014
LOS ENREDOS AMOROSOS DE KITRI Y BASILIO VUELVEN A SUBIR A ESCENA

El Teatro Argentino eligió una obra desbordante de aventuras, amor y fantasía para cerrar su temporada artística. Y lo hará a partir de la próxima semana con el ballet “Don Quijote”, con música de Ludwig Minkus y coreografía de Mario Silva, basada en la original de Marius Petipa.

“A diferencia de otros clásicos que son muy dramáticos, ‘Don Quijote’ tiene pasos de comedia, mucha gracia y humor, con los juegos de seducción entre dos jóvenes inocentes. Mi versión se basa en la de Petipa-Gorsky pero lleva además mi propio sello”, anticipó Mario Silva, director del Ballet Estable, sobre esta producción que fue estrenada el mes pasado en el Teatro Coliseo porteño y cuya música será ejecutada por la Orquesta Estable del Argentino, bajo la conducción del maestro Darío Domínguez Xodo.

Con funciones previstas para el viernes 19 y el sábado 20 a las 20.30, además del domingo 21 a las 18.30 y una última presentación el martes 23 a las 20.30, Silva aseguró que, respetando la versión original y adaptándose a las características de los bailarines, buscó lograr una puesta más ligera y menos recargada. “Lo que intenté fue hacerla más liviana en cuanto a la técnica porque, en general, y por ser obras del repertorio clásico, siempre están recargadas de pasos. Entonces, básicamente, mi propuesta apuntó a estilizar esas secuencias, darles un poco más de aire”, anticipó el coreógrafo, quien decidió “subrayar la alegría de esas danzas que encuentran su culminación en el grand pas de deux del acto final”.

Consultado por la vigencia de este ballet, Silva amitió que se trata de “una obra que la bailan las grandes figuras y que tiene que estar sí o sí en el repertorio de cualquier teatro. Es una obra con música muy alegre, tiene amor, sueños, magia, aventuras y comedia, además de una gran exigencia técnica, no sólo para los roles protagonistas sino para todos”.

KITRI Y BASILIO

Inspirada en el episodio de las bodas de Camacho, incluido en el vigésimo capítulo de la segunda parte de la inmortal novela de Cervantes, el argumento narra los amores de Kitri, la hija del tabernero Lorenzo, con el joven barbero Basilio. Como el padre quiere casarla con el viejo y rico Camacho, Kitri y Basilio tendrán que urdir varias intrigas hasta lograr, con la intervención del mismo Don Quijote, que Lorenzo termine por aceptar su unión.

Aunque no es el único acercamiento de la danza a la novela de Cervantes, este ballet creado por el genial Marius Petipa y estrenado en el teatro Bolshoi de Moscú en 1869, es el único que ha logrado trascender hasta nuestros días. La versión que hoy integra el repertorio de las principales compañías del mundo es la que Alexander Gorsky -con algunas modificaciones en el argumento- presentó en el mismo Bolshoi en 1900.

Esta historia danzada llena de gracia y virtuosismo, con más de sesenta artistas en escena, contará con un colorido vestuario y una sugestiva escenografía, como siempre íntegramente realizadas en los talleres del Argentino. La escenografía es de Augusto González Ara, el vestuario de Eduardo Caldirola y la iluminación de Matías Rodríguez.

BALANCE POSITIVO

Por último, y a la hora de hacer un balance sobre la temporada que se coronará con este título, Silva no dudó en calificarla como sumamente positiva, un año que incluyó coreógrafos y figuras internacionales, además de convocatorias para cerrar destacados encuentros nacionales como compañía invitada.

“Creo que fue un año muy rico porque pudimos presentar diferentes obras, desde las más clásicas, y que no pueden ni deben faltar en cualquier temporada artística, hasta otras más novedosas, como el ballet rock que hicimos con una banda en vivo en el escenario. Estas propuestas más vanguardistas, que tienen que ver con esta apertura que busca alcanzar el Teatro, no sólo apunta a convocar a otros públicos sino, además, a enriquecer a nuestros propios bailarines”, concluyó Silva.

Fuente: EL DIA

miércoles, 10 de diciembre de 2014

El Princesa está vivo y se muestra

 

La dramaturga, directora y docente Beatriz Catani dirige un ciclo de circuitos teatrales que busca relatar la historia de la mítica sala desde el punto de vista de su gente

10 de Diciembre de 2014 

En medio de especulaciones sobre su destino, los protagonistas del Teatro Princesa, aquellos que desde la recuperación que el recordado Quico García hiciera a inicios de la década del ‘90 han deambulado por sus salas dándoles vida a personajes y obras que se apropiaron de los diferentes espacios, tomarán la palabra. Y lo harán con un ciclo de circuitos teatrales, coordinado y dirigido por Beatriz Catani, que buscará narrar la historia del emblemático edificio fundacional de diagonal 74 entre 3 y 4, pero desde el punto de vista de la gente que ha trabajado y producido cultura en sus impactantes entrañas.

“El Princesa hoy (la historia del teatro desde 1889)” es el nombre del ciclo que tendrá mañana y el jueves 18, a las 20, con entrada por calle 4 Nº 414, un pre-estreno en la Ciudad, marcado por el momento de “malestar” que sienten sus protagonistas; los mismos que, en medio de diferentes rumores sobre el futuro del antiguo palacio masónico, siguen produciendo como grupo de teatro independiente con tanta convicción como intensidad.

“Durante todo este tiempo, a través de los medios de comunicación y en las redes sociales, se habló mucho del Princesa y nos parecía que la voz que faltaba era la de las personas que trabajamos acá, de los actores y la gente que ha estado a lo largo de todo este tiempo, desde que Quico lo recuperara, y en el que se han presentado diferentes obras en todas las salas, desde ‘Maluco’, la más célebre, hasta las que comencé a hacer yo a partir del ‘99”, asegura Beatriz Catani, en diálogo con EL DIA, aludiendo al motivo que dio origen a este ciclo.

Catani, una artista de trascendencia internacional, cuyas obras han sido traducidas en inglés, francés y alemán, subraya la necesidad de que la gente sepa que el Princesa está vivo: “nosotros seguimos trabajando aquí, a veces mostrando obras y a veces como lugar de ensayo. Por eso, cuando se habla tanto, nos da un cierto malestar porque pareciera que hablan de un teatro abandonado. Y eso tiene algo de verdad por lo que pasa a veces en el frente pero adentro hay siempre una actividad, no hemos dejado nunca de producir”.

HISTORIA PERSONAL Y ESPACIAL

En este sentido, quien fuera compañera de pasión y vida de Quico García, el dramaturgo y poeta fallecido en 2012, destaca que “lo que queremos hacer es contar un poco la historia del teatro pero desde el punto de vista de la gente que ha trabajado acá. Hay pequeños relatos que tienen que ver con ese lugar de intersección entre lo que es la historia de cada uno y la historia del lugar: el primer día de ensayo, lo que le contaron del teatro, los recuerdos que tiene. Así se va haciendo como algo fragmentario de lo que ha sido el Teatro Princesa para la mirada de cada uno de sus actores”.

El ciclo, que debido a la capacidad de la sala sólo permitirá el ingreso con reserva (elprincesahoy@gmail.com), abrirá con “Nos, Princesa”, una propuesta que incluye cinco circuitos (ver aparte) entre los que el público elige cuál recorrer. En cada uno de esos trayectos, será un personaje el que lo lleve por distintos lugares del teatro, contando sus experiencias, y representando algún fragmento de la obra en la que participó.

Además, y como la performance durará tres horas, iniciando cada salida a un horario determinado, habrá “tiempos muertos” en los que el público que se quede esperando afuera va a poder encarar un circuito especial. En los jardines del edificio, se presentará material audiovisual que documentará todas las expresiones artísticas que albergó en las últimas dos décadas.

“El planteo de este ciclo propone un doble recorrido: por un lado por el espacio (las salas y los pasillos del teatros) y, a la vez, por el tiempo (las obras y los recuerdos de cada uno). Espacio concreto y espacio de vacilación, donde se entrecruzan (confluyen) el cuerpo arquitectónico del teatro, la endeble materia del recuerdo y la emoción”, agrega Catani.

“seguimos produciendo”

Por otra parte, y consultada concretamente sobre la situación que atraviesa el Teatro, la artista platense admite que “por un lado, y en cuanto a su propiedad, sé que corresponde a sus sucesores legales, los hijos de Quico, fundamentalmente. Ellos tienen una decisión de venta, aunque no se ha producido ningún ofrecimiento concreto. Además, también existe una decisión política de expropiar pero eso, hasta donde yo sé, no ha avanzado demasiado”.

Catani concluye que “he tenido un acercamiento con el senador que promueve ese proyecto para contarle lo que hacemos y cómo trabajamos, y parecería que el formato de la expropiación no está definido, no se sabe si pasa a la Municipalidad o a la Provincia... Son cuestiones políticas que no termino de conocer ni de entender, no sé bien qué es lo que pasa, pero nosotros estamos. Y seguimos trabajando acá”.

Fuente: EL DÍA

domingo, 30 de noviembre de 2014

30 de Noviembre – Día Nacional del Teatro


El teatro en la Argentina, aunque con aislados antecedentes en ritos indígenas, manifestaciones africanas y representaciones coloniales y poscoloniales de origen español-americano, nació como tal del circo criollo en las últimas décadas del siglo XIX, con un carácter eminentemente popular, combinando elementos provenientes de diversas disciplinas dramáticas, como la pantomima, la farsa y el monólogo crítico. El teatro argentino tomó identidad a través de expresiones particulares como el sainete -principalmente-, la pieza cómica, el grotesco, y la revista criolla. Una variedad dramática de gran importancia para la cultura popular han sido el radioteatro y el teleteatro.

Época colonial


En las tierras que componen a la Argentina, no se hallaron, a diferencia de otras zonas de América, expresiones de accionar teatral por parte de los pueblos nativos, más allá de danzas y ceremonias religiosas impulsadas por los misioneros católicos para evangelizar y adaptar a los nativos al régimen colonial español.1

El 30 de noviembre de 1783 el virrey Juan José de Vértiz y Salcedo mandó crear en Buenos Aires una casa de comedias. En los fundamentos de la medida dispuesta, decía el virrey, refiriéndose al teatro que “no solo lo conceptúan muchos políticos como una de las mejores escuelas para las costumbres, para el idioma y para la urbanidad general, sino que es conveniente en esta ciudad que carece de diversiones públicas”.

La sala, que fue la primera que existió en Buenos Aires, se levantó en la esquina de las calles San Carlos y San José, actuales calles Alsina y Perú, y se la conoció como Teatro de La Ranchería.

La sala se la habilitó en forma provisoria en lo que era un galpón de depósito, con la idea de construir más tarde un recinto definitivo, pero ese proyecto nunca se llegó a concretar. Juan María Gutiérrez, en el tomo 7 de la Revista de Buenos Aires, dice: “La casa de comedias se construyó bajo un humildísimo techo de paja en La Ranchería (…) [el terreno] pertenecía primitivamente a los P.P. de Jesús y [era] lugar de depósito de los frutos y productos de sus misiones.”

Desde un principio bastante humilde y cuestionada, la sala, poco a poco se fue transformando en el centro de la actividad lírica y teatral de la ciudad, gracias a la buena elección de obras y autores de la lírica y el teatro clásico español.

Además de la excepción de los días festivos, una vez a la semana, los domingos, entre las 16 y las 19:30 , el teatro abría sus puertas para albergar a los ciudadanos, es decir los integrantes de la burguesía porteña, que concurrían al teatro para asistir a veladas de ópera o a disfrutar de las obras de teatro. Se representaron obras de Lope de Vega, entre los más destacados y del porteño Lavardén. Éste se consagró en 1786, cuando presentó en el Teatro de La Ranchería su tragedia en verso Siripo, primera obra de teatro de tema no religioso escrita en el territorio de la actual Argentina. Como complemento de los dramas y comedias, se ofrecían tonadillas –como se hacía por la época en España– que cantaban las actrices y los actores con acompañamiento de guitarra y concluían con el baile de boleras y seguidillas.

Como una forma de publicidad, en la botica de Los Angelitos, en la esquina de las calles San Pedro y San Carlos, actuales calles Chacabuco y Alsina se ponía un farol que servía para anunciar las funciones.

En la sala del teatro, en 1788, debutó la actriz María Mercedes González y Benavides, que al momento se hallaba viuda y era madre de tres hijos. El padre de María Mercedes, descontento con el oficio elegido por su hija, se presentó ante la justicia para impedirle que actuara ante el público porque según él, actuando, su hija , “no sólo echa sobre sí la nota de infamia sino que la hace trascender a todos sus parientes“. El pedido del padre fue aceptado, pero, después de seis meses de apelaciones de ambas partes, finalmente se falló en favor de la hija.

Durante la época de carnaval, después que el teatro quedaba inactivo, se realizaban en la sala los famosos Bailes Populares de Carnaval, a los que acudía el público disfrazado a bailar la danza favorita de la época: el fandango.

El Teatro de La Ranchería permaneció hasta 1792, cuando un incendio lo destruyó por completo. Juan María Gutiérrez, en el texto antes citado dice que “se incendió en la noche del 16 de agosto de 1792, con uno de los cohetes disparados desde el atrio de la iglesia de San Juan Bautista del convento de Capuchinas, cuya colocación se celebraba. Algunos comentarios piadosos debieron hacer las madres y sus capellanes sobre aquel fuego del Cielo que reducía a cenizas la casa del error y de los placeres mundanos”. Lo cierto es que nunca se supo bien si fue un accidente o un atentado. Es de destacar que la jerarquía católica no veía con mucha simpatía la presencia del teatro, por considerarlo pecaminoso, ni compartía la política progresista del virrey Vértiz quien, además, había introducido la imprenta en la ciudad.

Para homenajear permanentemente al Teatro de La Ranchería, cada 30 de noviembre, día de su inauguración, se celebra en Argentina el “Día del Teatro Nacional”. También a modo de homenaje, el centro cultural de la municipalidad de la ciudad de Junín, Argentina, también lleva el nombre del primer coliseo argentino, véase Teatro de la Ranchería.

Teatro de la Emancipación


El 1º de mayo de 1804, se inauguró una nueva sala: el Coliseo Provisional.

Tras la Revolución de Mayo, el repertorio español fue dejado de lado –a excepción de Leandro Fernández de Moratín y El Sí de las Niñas– y se impuso el gusto francés, donde brillaba Molière.

En el segundo aniversario de la Revolución, se estrenó allí El 25 de mayo o El Himno de la Libertad de Luis Ambrosio Morante. También subió a escena el sainete El Detalle de la Acción de Maipú, de autor desconocido, que dramatizaba el parte de San Martín a Pueyrredón anunciándole la victoria. Pero el énfasis rebelde de la época lo marca el estreno de Túpac Amaru, tragedia en verso atribuida a Morante, convertido también en actor, apuntador y director, que daba cuenta de la revolución indígena de 1780 en el Alto Perú.

Durante la época de Rosas


Durante su gobierno se levantaron el Teatro de la Victoria, el del Buen Orden y el de La Federación; sin embargo, ello no implicó el fortalecimiento de una dramaturgia propia, ya que se llevaban a escena variedades, espectáculos circenses y melodramas. Proliferó el teatro propagandístico y la mejor expresión de estos años fue el Don Tadeo de Claudio Mamerto Cuenca. Los autores que optaron por el exilio (José Mármol, Bartolomé Mitre, Pedro Echagüe) poco aportaron a la escena nacional. La excepción fue Juan Bautista Alberdi, quien prefiguró el grotesco en la dramaturgia argentina con El Gigante Amapolas y sentó además las bases para la crítica teatral desde las páginas de la revista La Moda.

La Organización Nacional y el Fin del Siglo


En los años posteriores a Caseros, las compañías europeas frecuentaron el país con un repertorio prolijo y cuidado que abarcaba diversas especies dramáticas y de la lírica, aunque con poco espacio para los autores nacionales. Martín Coronado (La Piedra del Escándalo; Parientes Pobres) sólo era representado por elencos españoles y Nicolás Granada (¡Al Campo!; Atahualpa) hubo de traducir sus obras al italiano para montarlas en escena. Faltaba pues, la compañía nativa para la dramaturgia nacional. Y llegó de la mano del circo criollo.

Éste, también introducido por compañías europeas, gozaba de gran aceptación popular. El primer artista nacional del género fue Sebastián Suárez, quien levantó su carpa con bolsas de arpillera, iluminándola con tela embebida en grasa combustible de viejos envases. Se trató del Circo Flor América, donde actuaba vestido de forma estrafalaria y con el rostro pintado.

Sin embargo, la gran figura fundadora de la arena autóctona fue José Pepe Podestá, creador del payaso “Pepino el 88″, quien desarrolló y dirigió la puesta de la pantomima basada en la novela Juan Moreira de Eduardo Gutiérrez. Estrenada con parlamentos en Chivilcoy, Provincia de Buenos Aires, en 1866, dio nacimiento al verdadero circo criollo que comenzó a recorrer los caminos del país. Con los años, Pepe se quedó con el repertorio gauchesco (que incluía lenguaje y ambientación rural combinados con danzas folklóricas), variedad que se cerró en 1896 con Calandria de Martiniano Leguizamón.

La inmigración, por su parte, había traído consigo el auge del sainete español, origen del sainete criollo, testigo de los conflictos urbanos que planteaba la nueva realidad circundante: conventillos, calles, cafés, se convirtieron en centro de la escena. Autores como Nemesio Trejo (“Los Políticos”), [(Carlos Mauricio Pacheco)] (“Los Disfrazados”) o Enrique García Velloso (“Gabino el Mayoral”) dieron los primeros pasos en el denominado “género chico”, que pasando por [(Alberto Vacarezza)] (Los Escrushantes, “[(El conventillo de la Paloma)]“) concluirá bien entrado el siglo XX en el grotesco de [(Armando Discépolo)] (“Mustafá”, “Muñeca”, “Stéfano”).

Teatro independiente


Los comienzos del siglo XX inauguran la época de oro, donde brillaron los nombres de Roberto J. Payró (Sobre las Ruinas; Marco Severi), Florencio Sánchez (Nuestros Hijos; En Familia) y Gregorio de Laferrere (¡Jettatore!; Las de Barranco), quienes dieron gran impulso a la actividad escénica, basados en una estética costumbrista de alto impacto en el público.

El gran hito se produjo en 1930, cuando Leónidas Barletta fundó el Teatro Del Pueblo, piedra fundamental del movimiento independiente, ubicado en las antípodas de lo comercial. La iniciativa tuvo su período más fructífero entre 1937 y 1943, con un repertorio universal que no descuidaba la producción de autores nacionales como Roberto Arlt (Saverio el Cruel; 300 Millones; La Isla Desierta), Raúl González Tuñón (El Descosido; La Cueva Caliente), Álvaro Yunque (La Muerte es Hermosa y Blanca; Los Cínicos) y Nicolás Olivari (Un Auxilio en la 34).

La década del 40 se caracterizó por la afirmación del teatro independiente y la proliferación del vocacional. Además de Barletta, cabe citar elencos como La Máscara y el Grupo Juan B. Justo. Nuevos dramaturgos como Andrés Lizarraga (Tres Jueces para un Largo Silencio; Alto Perú), Agustín Cuzzani (Una Libra de Carne; El centroforward murió al amanecer) o Aurelio Ferreti (La Multitud; Fidela) estrenaron sus primeras obras. Se afianzó también el teatro de títeres, con la producción de Javier Villafañe (Títeres de La Andariega) y Mane Bernardo (Títeres: Magia del Teatro), que luego continuarán Ariel Bufano (Carrusel Titiritero) o Sarah Bianchi (Títeres para Niños).


La Consolidación del Teatro Independiente


Una segunda etapa del teatro independiente se desarrolló en los umbrales de los años 50. A la entrega de la primera época, se agregó el afán de capacitación, estudio y formación por parte de actores, directores y dramaturgos. Los nuevos elencos: Teatro Popular Fray Mocho, dirigido por Oscar Ferrigno; Nuevo Teatro, conducido por Alejandra Boero y Pedro Asquini; Los Independientes, fundado por Onofre Lovero; a los que se sumó la producción del Instituto de Arte Moderno (IAM), de la Organización Latinoamericana de Teatro (OLAT), del Teatro Telón o del Teatro Estudio, encontraron su réplica en el interior del país.

En 1949, Carlos Gorostiza (El Pan de la Locura, Los Prójimos, El Acompañamiento) estrenó El Puente. A esta segunda etapa corresponden también las primeras producciones de autores como Pablo Palant (El Escarabajo), Juan Carlos Ghiano (La Puerta del Río; Narcisa Garay, Mujer para Llorar), Juan Carlos Gené (El Herrero y el Diablo) y Osvaldo Dragún (La Peste viene de Melos; Historias para ser Contadas).

Los ´60, años de cambio y de cuestionamientos sociales, éticos y estéticos, produjeron una renovación en la escritura teatral y en la puesta en escena, que se perfilará en tres direcciones diferentes:

El teatro de vanguardia y experimentación, a la luz de las búsquedas iniciadas en el Instituto Di Tella, con las producciones de Eduardo Pavlovsky (Espera Trágica, El Señor Galíndez) y de Griselda Gambaro (El Desatino, El Campo), que vigorizaron nuestra escena;

El realismo social, representado por Soledad para Cuatro de Ricardo Halac, Nuestro Fin de Semana de Roberto Cossa o Réquiem para un Viernes a la Noche de Germán Rozenmacher;

El nuevo grotesco, representado por La Fiaca de Ricardo Talesnik, La Valija de Julio Mauricio, El grito pelado o Encantada de conocerlo de Oscar Viale o La Nona del propio Cossa.

El neo Baroco, con “La Juanetarga”, “El Cuiscuis”, “La Pindonga”, “La Bristol”, “La Magdalena del Ojon”, “Tango Macbeth” de Emeterio Cerro.

También en aquella época cobró auge el café concert, que incluía música, varieté y sketches diversos y que tuvo su centro en La Botica del Ángel de Eduardo Bergara Leumann, La Recova, donde se impusieron Carlos Perciavalle, Enrique Pinti, Antonio Gasalla y Edda Díaz, EL Gallo Cojo y La gallina embarazada y el Teatro Latino de San Telmo.

Teatro Abierto


Con la dictadura militar de mediados de los años ´70, soplaron aires sombríos. Muchos actores y gente del oficio se vieron obligados a emigrar, los empresarios sólo llevaron a escena comedias livianas y en los teatros oficiales se impusieron “listas negras” que influyeron en directores y productores.

La resistencia se recluyó en pequeños teatros, se destaca la actividad del Teatro Escuela Central, con dirección de Federico Herrero y fue el movimiento independiente el que oxigenó el ambiente: autores como Osvaldo Dragún (Al Violador, Como Pancho por San Telmo), Roberto Cossa, Carlos Somigliana (El Avión Negro, El ex alumno) y Carlos Gorostiza, con el apoyo de otros dramaturgos y actores, crearon Teatro Abierto, inaugurado el 28 de julio de 1981 en el Teatro del Picadero. Desde la primera función la convocatoria desbordó las 300 localidades previstas en un horario insólito y a un precio exiguo. Una semana después un comando de la dictadura incendió la sala y esto provocó la mayor solidaridad social. Casi veinte dueños de salas, incluidas las más comerciales, se ofrecieron para garantizar la continuidad del ciclo y más de cien pintores donaron sus obras para recuperar las pérdidas. Teatro Abierto continuó y cada función fue un acto antifascista cuya repercusión estimuló a otros artistas y así surgieron, a partir de 1982: Danza Abierta, Poesía Abierta y Cine Abierto.

El Regreso a la Democracia


El retorno democrático permitió el surgimiento de nuevas búsquedas. Un teatro trasgresor modificó la estética escénica a partir de las experiencias del Parakultural y en el Teatro Escuela Central de San Telmo, que incorporó otros lenguajes, en especial, el humor corrosivo y crítico. Son figuras de este movimiento La Organización Negra (antecedente de De La Guarda), El Clú del Clawn, Batato Barea, Alejandro Urdapilleta, Humberto Tortonese, Verónica Llinás y Alejandra Flechner, por citar sólo algunos.

El fin de siglo heredó estas propuestas y ofrece además un teatro basado en una mayor destreza física del actor, al que acompañan títeres y muñecos. El caso más emblemático es el de El Periférico de Objetos.

El Teatro Argentino en la Actualidad


Actualmente el teatro sigue siendo una actividad muy fecunda en la Argentina.

El teatro alternativo de Buenos Aires es todo un movimiento singular a nivel mundial. Creadores como Mauricio Kartun, Rafael Spregelburd, Daniel Veronese, Ricardo Bartís, Rubén Szuchmacher, Javier Daulte y Alejandro Tantanian entre otros, viajan con sus espectáculos por el mundo recibiendo todo tipo de reconocimientos. Ellos allanaron el camino para que luego, creadores más jóvenes como Federico León, Mariano Pensotti, Lola Arias, Romina Paula siguieran el mismo camino. Otro director de índole más popular que también viajó por el mundo prematuramente fue Claudio Tolcachir. Helena Tritek, Adrea Garrote y Patricia Zangaro, entre otras creadoras se destacan también en la escena porteña. Ciro Zorzoli, Guillermo Cacace, Alejandro Catalán, Bernardo Cappa, Luis Cano, Sergio Boris, Marcelo Savignone y Diego Starosta son directores/autores cuyos trabajos han sido muy valorados a nivel Nacional en los últimos años.

Durante este último período han surgido una camada de creadores jóvenes y prolíficos que se perfilan como los grandes referentes de la escena porteña en el futuro: Ariel Farace, Juan Pablo Gómez, Alejandro Acobino, Lautaro Vilo, Matías Feldman, Santiago Gobernori, Maruja Bustamante, Martín Flores Cárdenas, Santiago Loza y Marcelo Mininno, entre otros.

Aquellos primeros teatros de Buenos Aires

Teatro La Ranchería
Autor: Felipe Pigna

Si bien hay antecedentes de representaciones teatrales en fiestas patronales y oficiales, tales como la coronación de Fernando VI, pasos de compañías de cómicos ambulantes y frecuentes representaciones en los patios de las casonas coloniales, el teatro llega a Buenos Aires en 1757 cuando se edifica el Teatro de Operas y Comedias en las actuales Alsina entre Defensa y Bolívar. Allí se representaron desde obras de marionetas hasta la ópera Las variedades de Proteo de Antonio Texeira y  Antonio José Da Silva. Hay pocas noticias de este primer intento previo al virreinato que durará apenas hasta octubre de 1761 cuando la sala fue clausurada por orden el obispo de diócesis de Buenos Aires que venía insistiendo sobre la inmoralidad que propagaban las artes escénicas y logró su cometido argumentando que las representaciones terminaban muy tarde. Recién en noviembre de 1783 quedó inaugurada la Casa de Comedias, nombre elegante que será convertido por el público en el menos prosaico de La Ranchería. El famoso virrey de las luminarias, el mexicano Juan José de Vértiz y Salcedo, había autorizado a Francisco Valverde para encarar la construcción del teatro en las actuales esquinas de Perú y Alsina, en la zona conocida como “la ranchería de las Misiones”, porque allí los jesuitas hasta su  expulsión tenían depósitos donde comercializaban algunos productos de sus famosas reducciones.

¿Cómo era aquel teatro de 1783? Para imaginárnoslo tenemos que empezar por dejar de lado cualquier tipo de lujo. Era una especie de galpón con techo de paja y paredes de ladrillo asentado en barro de 26 varas de frente por 55 de fondo 1. El escenario no era muy alto, con la garita del apuntador y en su parte superior podía leerse en dorado: “Es la comedia espejo de la vida”.El palco oficial, destinado al virrey y las autoridades, estaba decorado con cenefas rojas y amarillas. Para iluminar la sala se usaban velas de sebo distribuidas en candilejas al borde del escenario y arañas ubicadas estratégicamente para que ningún rincón quedara a completamente a oscuras. La entrada costaba dos reales y para saber si había función en aquella Buenos Aires que no tenía periódicos, había que acercarse hasta la farmacia de los Angelitos en las actuales Chacabuco y Alsina y fijarse si el farolito estaba encendido. En ese caso, los aficionados al teatro podían caminar una cuadra más y disfrutar de la función.

Allí, Manuel José de Lavardén, uno de nuestros primeros autores teatrales,  estrenó en 1789 sus obras Siripo y La Inclusa basadas en temáticas históricas locales.

En un principio los papeles de mujeres los representaban hombres hasta que las chicas se fueron animando y así pudo verse a nuestra primera actriz, la “damita joven” Josefa Pepa Ocampos de la que sabemos que había nacido en Buenos Aires hacía 18 años y que su ingreso a la compañía teatral vino de la mano con su casamiento con el tercer galán Angel Martínez. En aquel contexto cargado de prejuicios en el que se asimilaba el oficio de actriz al de prostituta o a “mujeres de la vida”, la notable investigadora de la historia de nuestro teatro Beatríz Seibel, da cuenta de una demanda judicial presentada por el padre de la joven Mercedes González Benavídez para que su hija no pudiera ejercer públicamente su vocación de “actuar, cantar y bailar”. Don Benavídez, que, además de todo lo que las lectores y los lectores están pensando, era abogado, exigía en su escrito que las autoridades locales le impidieran actuar a Mercedes: “no sólo se echa sobre si la nota de infamia, sino que la hace trascender a todos sus parientes”. Decía también: “la compañía se completa con las personas más viles y despreciables como son las mulatas esclavas, siendo tal una de las cómicas”. Lo de despreciables y viles corre por cuenta de Benavídez. Lo cierto es que era habitual que los esclavos y las esclavas participaran de las obras de teatro y los libertos se integraran a alguna compañía. La demanda marchó con bastante celeridad para los tiempos judiciales y teniendo en  cuenta que Mercedes no era una menor dependiente del demandante sino una madre de tres hijos y viuda de dos maridos, el tribunal dictaminó que  podía “dedicarse a cualquier ejercicio con que sufragar su manutención”. 2

La Ranchería estuvo en pie nueve años hasta que se incendió a raíz de un cohete disparado el 15 de agosto de 1792 durante una festividad desde el campanario de una iglesia que impactó de lleno en el techo de paja del teatro.

La ciudad se había quedado sin teatro y varios años después todavía se preguntaba el Telégrafo Mercantil: “¿Y es creíble que una capital populosa, fina, rica y mercantil, carezca de un establecimiento donde se reciben las mejores lecciones del buen gusto, y de una escuela de costumbres para todas las clases de la sociedad?”. 3

Recién en mayo de 1804, durante el virreinato de Sobremonte quedará inaugurado el Coliseo, llamado  Provisional porque se había proyectado uno definitivo, en las actuales esquinas de Reconquista y Rivadavia, en el terreno que hoy ocupa el Banco Nación. Pero el “definitivo” nunca se construyó.

El “Coliseo Provisional”, propiedad de Don Olaguer y Feliú, era más amplio que su antecesor.  El público estaba repartido en palcos, galerías, tertulias, cazuelas, bancos, gradas  y las más baratas, las entradas de pie.  El teatro le dio nueva vida a la ciudad y sumó variedad a las no muchas diversiones de la elite de “vecinos” y “vecinas”, en un espacio de sociabilidad nuevo que, además de su aspecto de cultura y entretenimiento, significaba un lugar donde “lucirse”, en la vestimenta y los modales y para las chicas, junto con el sagrado recinto de la Iglesia, cruzar miradas  con algún muchacho en edad de merecerlas. Trajo además una nueva categoría de personajes a la ciudad: los comediantes o artistas, término que incluía a actores, actrices y músicos,  tramoyistas, escenógrafos y empresarios teatrales, gente de mundo, con la mente más abierta y portadora de muchos menos prejuicios que la media de la ciudad puerto.

Pero la sociedad seguía siendo muy pacata y conservadora y las actrices estaban en el ojo de la tormenta. Por ejemplo, Antonina Montes de Oca, que había iniciado su carrera en los cafés cantantes, remotos antecedentes de los cafés concerts de los 70, fue desterrada a Montevideo en 1805 por  llevar una “vida escandalosa” y cultivar “amistades pecaminosas”. A su colega Anita Rodríguez Campomanes le dijeron públicamente que estaba “condenada al mayor descrédito público por su punible y detestable profesión”.

En 1803, Petronila Serrano, que provenía de una familia rica venida a menos, sólo consiguió la autorización de su padre para trabajar en el teatro, ese sitio “pecaminoso” “donde sólo milagrosamente puede conservarse la virtud y la inocencia”, a cambio de firmar un contrato que le reportaba un salario, casa y una esclava. 4

En aquel contexto tan moralista e intolerante para algunas cosas, y tan laxo y tolerante para otras como el contrabando y la corrupción, nadie debía siquiera intentar aprovechar el espectáculo para otros menesteres como vincularse con las damas. Para evitar el trastorno, ahí estaba el reglamento emitido por Vértiz y reforzado por Sobremonte que obligaba a la separación de los sexos en los palcos y en los camarines. Se prohibía la venta ambulante y la entrada de niños de pecho para evitar molestias a los espectadores. Se aclaraba especialmente que no estaba permitido a los hombres pararse en las zonas de acceso de las espectadoras pare evitar “verlas subir o bajar” y para preservar la moral se había puesto un tabique que impedía ver los pies de las actrices. Para guardar las formas también se prohibía gritarles a los actores durante la representación –cosa que no se cumplía demasiado- y “el decir voces impropias”. Funcionó también una comisión de censura que durante algún tiempo estuvo a cargo de don Domingo Belgrano, el padre de uno de los más notables defensores de la libertad de pensamiento en estas tierras.

La cazuela estaba por encima de los palcos y era más popular pero algunas mujeres distinguidas optaban por la cazuela cuando no querían ponerse de punta en blanco ni lucir todas sus joyas. Era un lugar ideal para chusmear sin ser tan vistas y eso también era un aliciente para alternar cazuela y palco.

Comenzaba una larga y rica historia, la del notable teatro argentino, una marca indeleble de identidad cultural que abarca gran parte de país y que tiene en Buenos Aires un destacado centro de producción que ostenta con orgullo su récord mundial de tener en temporada unas 400 obras en cartel entre teatros oficiales, cooperativos, privados, a la gorra, siempre a pulmón y corazón.

Día del teatro nacional

Se instituye el "Día del teatro nacional"  en conmemoración a la inauguración del Teatro de la Ranchería el 30 de noviembre de 1783, El primer teatro de Buenos Aires se construyó en tiempos del Virrey Vértiz en la esquina de San Carlos y San José, (hoy Perú y Alsina). La también llamada "Casa de comedias" se incendió el 16 de agosto de 1792. Su techo de paja entró en combustión al recibir un artefacto con el que celebraban en una iglesia vecina.Referencias:

1 Una vara equivale a 84 centímetros.

2 Beatriz Seibel, Historia del Teatro Argentino, desde los rituales hasta 1930, Buenos Aires, Corregidor, 2002.

3 “Sobre la necesidad que hay en Buenos Aires de un teatro de comedias” en “El Telégrafo Mercantil”, Buenos Aires, 19 de diciembre de 1801.

4 Beatríz Seidel, op. cit.

sábado, 29 de noviembre de 2014

46xx.Variaciones Hamlet

 

29 de Noviembre de 2014 
 

Por IRENE BIANCHI

“46xx Variaciones Hamlet”: últimas funciones de una particular versión de la obra de William Shakespeare, con el sello innovador y experimental de Gustavo “Tati” Vallejos, en la que las cocineras y maitres de Palacio, comentan las vicisitudes e intrigas de la realeza, los poderosos de arriba. Graciela Martínez Christian, Ana María Haramboure, Nora Oneto, Cora Ceppi, María Laura Belmonte, Ricardo “Mono” Ibarlín y Pablo De La Fuente, componen el elenco de esta travesura shakespiriana, musicalizada por Daniel Gismondi, bellamente enmarcada y vestida por Eugenia Kublic. Hoy a las 21 y mañana a las 20 en la Sala Armando Discépolo, 12 entre 62 y 63.

Fuente: EL DIA

viernes, 28 de noviembre de 2014

“Tosca” baja el telón en el Argentino

 

La ópera de Puccini tendrá este fin de semana sus últimas funciones en la Sala Alberto Ginastera

28 de Noviembre de 2014 
“TOSCA”, EN VERSIÓN DE VALERIA AMBROSIO/Teatro Argentino

Tras un exitoso debut, la moderna versión de “Tosca” presentada por Valeria Ambrosio en el Teatro Argentino tendrá este fin de semana sus últimas funciones en la Sala Alberto Ginastera. Con esta ópera de Puccini, que tendrá funciones a hoy y mañana, a las 20.30, y el domingo a las 18.30, bajará el telón de la temporada lírica 2014.

Con libreto de Victorien Sardou, Luigi Illica y Giuseppe Giacosa, y música a cargo de la Orquesta Estable bajo la dirección de Carlos Vieu, esta “Tosca” busca crear nuevos públicos y acercar la lírica y las expresiones artísticas más variadas a diferentes públicos, con la inclusión de 4 pantallas LED gigantes de 8 x 10 que ambientan de modo particular a este clásico mundial.

Junto a “Madama Butterfly” y “La Bohème”, “Tosca” es una de sus creaciones más logradas y populares. Se cuenta entre las más representadas en los teatros líricos del mundo y también entre las que registra mayor cantidad de grabaciones a lo largo de la historia del género.

El reparto está constituido por Patricia Gutiérrez (29) y Amparo Navarro (28 y 30) como Floria Tosca, Juan Carlos Vassallo (29) y José Azócar (28 y 30) como Mario Cavaradossi, Luis Gaeta (29) y Hernán Iturralde (28 y 30) como el barón Scarpia, Sebastián Sorarrain (29) y Fernando Santiago (28 y 30) como el sacristán, Oreste Chlopecki (29) y Víctor Castells (28 y 30) como César Angelotti, Santiago Bürgi (28 y 30) y Carlos Iaquinta (29) como Spoletta, Felipe Carelli (29) y Fernando Nuñez (28 y 30) como Sciarrone, Leonardo Palma (29) y Oreste Chlopecki (28 y 30) como carcelero y Ana Laura Menéndez (29) y Sonia Stelman (28 y 30) como un pastor.

Fuente: EL DIA

jueves, 27 de noviembre de 2014

La mujer, según Giacomo Puccini

 

27 de noviembre de 2014
Momento de la representación de 'Tosca' de Puccini'/Teatro Argentino

LA NACION
Pola Suárez Urtubey

La casualidad, esa combinación de circunstancias que no se pueden prevenir ni evitar, ha provocado (afortunadamente para nuestra avidez) que en el curso de pocos días los espectadores de la ópera hayamos podido acercarnos a Tosca (desde el domingo último) en el Teatro Argentino de La Plata, y dos días después, a Madama Butterfly, con la que termina el Teatro Colón su temporada de ópera de este 2014. Las dos siguen en cartel en estos días.

Tosca y Butterfly ocupan el quinto y sexto lugar en la producción de Giacomo Puccini, que en su totalidad abarca doce títulos. Una transcurre en Italia (Roma) y la otra en Nagasaki, Japón. Sus protagonistas son dos mujeres, dos caracteres femeninos que arden bajo la pasión del amor. Se ha advertido que las heroínas puccinianas son fuertes o débiles, aunque esa fortaleza o debilidad las conduce a quemarse siempre en la pasión amorosa. En el fondo, la fortaleza femenina es el sello de la producción pucciniana.

Este casual encuentro de dos óperas del mismo autor nos muestra justamente ambos matices. Floria Tosca encarna a la protagonista firme, sólida y de espíritu indomable. Avasallante y segura en su fiereza. En cambio Cio-Cio-San (Madama Butterfly) muestra la otra faz de la femineidad pucciniana. Al comienzo de la obra es imprudente, precipitada, inmadura. Preparada desde su infancia de huérfana para una vida de geisha, que no desea, se lanza en brazos del primero que la seduce. Infiel a su familia, a su país, a su religión, Butterfly, reflejo, en principio, de la debilidad en el teatro pucciniano, crece luego bruscamente. Hacia el final de su obra creadora, Puccini crea un caso semejante, el de Liú en Turandot. También con ella, la fragilidad es aparente. En el momento de las grandes definiciones no la detiene nada.

* * *

Confieso que me resultó emocionante encontrarme, con diferencia de 48 horas (del domingo al martes pasados) con dos de los más extraordinarios personajes femeninos puccinianos. A veces puede ocurrir que las versiones no respondan estrictamente a nuestra concepción de la protagonista. Pero nuestra imaginación completa lo que a nuestro juicio (individualísimo) falta o sobra. Recordemos que Tosca es el vértigo. Es la pasión, el emblema de los celos. Desde el comienzo mismo parece condenada a lanzarse al vacío como lo hará en aquella madrugada del parapeto de Castel Sant'Angelo. Habituada, como cantante de ópera, al arrojo y a las explosiones escénicas, nada la arredra y si es preciso defender su honra, asesina a Scarpia, uno de los pocos personajes masculinos puccinianos de real envergadura teatral.

Por su parte el suicidio de Cio-Cio-San es la sanción que ella misma se inflige y el reencuentro, a través del rito de la autoaniquilación, con sus milenarios ancestros culturales. Espléndida experiencia verlas casi al mismo tiempo.

Fuente: LA NACION

Más allá de la escena

 

GUSTAVO VALLEJOS

Actor, director, “dramaturgista” e investigador en antropología teatral platense, “Tati” le rinde homenaje a las mujeres y a las actrices veteranas de la Ciudad con “46xx. Variaciones Hamlet”, el título con el que la Comedia de la Provincia baja el telón de su temporada

27 de Noviembre de 2014 
Foto archivo 2011

Surgido de la última camada independiente importante entre las décadas del 70 y 80, Gustavo Vallejos tiene 58 años y 37 de trayectoria dentro del universo teatral. Actor, docente, director, “dramaturgista” e investigador en antropología teatral platense, “Tati” asegura que los grupos ya no existen y se inclina más por la cooperativa, una figura que apunta a crecer hacia el horizonte, sin líder a quién seguir, amparado en la absoluta libertad.

Convocado por la Comedia de la Provincia de Buenos Aires estrenó “46 xx. Variaciones Hamlet”, la obra escrita y dirigida por él, basada en el clásico de William Shakespeare, y que tendrá sus últimas funciones mañana y el sábado a las 21, y el domingo a las 20 en la Sala Armando Discépolo, 12 entre 62 y 63.

Protagonizada por María Laura Belmonte, Cora Ceppi, Graciela Martínez Christian, Ana María Haramboure y María Oneto, además de las notables actuaciones de Ricardo Mono Ibarlín y Pablo de la Fuente, la propuesta de Vallejos se presenta como un homenaje a las mujeres, a las actrices veteranas que nutren su elenco y a los emergentes, esas personas que desde abajo gritan por hacerse escuchar, en apariencia invisibles pero tan necesarias para hacer la vida andar.

En diálogo con EL DIA, Tati Vallejos se refirió a su propuesta, a su forma de hacer y ver el teatro y a los planes futuros con este elenco con el que, asegura, volverá a trabajar.

-¿Qué es 46xx. Variaciones Hamlet?

- 46 xx es el cromosoma femenino y me pareció que estaba bueno, por un lado, hacerle un homenaje a las mujeres y, por el otro, también a las actrices más viejas de La Plata, que son con las que trabajo. Esta variación del clásico shakespereano marca un quiebre en la producción de la Comedia de la Provincia con la producción de un lugar diferente que no es de investigación sino de experimentación, un espacio para el que se necesitan muchos más tiempos, porque los convencionales no alcanzan.

“Todo lo que pasa es atípico, desde la entrada del público a la sala, hasta lo que sucede en el escenario. Ni mejor, ni peor, sino fuera de lo común...”

-¿Cuánto tiempo llevó el proceso?

- Justo un parto, nueve meses, un trabajo muy importante que, además, hay que aclarar que se hizo con la buena voluntad de todos, empezando por Eduardo Scarsella, el director artístico de la Comedia, pero también de los actores y yo mismo. Y digo la buena voluntad porque trabajamos muy particularmente, con encuentros de cinco horas tres veces a la semana. Antes de encarar el proyecto yo expliqué cómo iba a ser el trabajo, para que evaluáramos una cosa que en otros términos era bastante complejo de hacer, pero como es gente de mucho laburo y con ganas de seguir trabajando, entusiasta, se pudo concretar sin dificultades.

-¿Cuál es la variación que proponés?

- Es una mirada de Hamlet absolutamente diversa porque esto lo cuentan las cocineras del palacio. A veces se usa la palabra aggiornar y no me parece bien porque los cambios son cambios, no se aggiornan. A veces son excelentes y otras veces son transiciones espantosas. A mí me pareció que era interesante, más allá de homenajear a las mujeres, hablar de los que estamos siempre abajo, como metáfora. A tal punto que el público se va fascinado, pero no en el sentido ególatra de los que hacen teatro, sino que llegan a un lugar en donde creen que van a ver una obra ortodoxa, pero ya se sorprenden de entrada, porque rompemos todos los espacios.

-¿Cómo es la puesta?

-Todo lo que pasa es atípico, desde la entrada del público a la sala hasta lo que sucede en el escenario. Ni mejor, ni peor, sino fuera de lo común. El lenguaje me llevó mucho tiempo armarlo porque lo trabajé basado en una tarea que acá en Argentina no se utiliza mucho y que es la de dramaturgista, diferente del dramaturgo. El dramaturgista es el que generalmente toma un texto que ya existe y lo rehace según diferentes perspectivas como los tiempos, que fue esta propuesta, o su manera de ver esa situación, entre otras posibilidades. Es una tarea que a mí me encanta hacer, de ponerle los ojos del hombre -hombre en el sentido antropológico- de estos tiempos.

-¿Creés que los clásicos son una fuente inagotable?

-Estoy totalmente convencido de eso porque los clásicos, en realidad, persiguen al hombre, es decir, a medida que van pasando los años, y los tiempos, y los siglos, no pierden vigencia, tocan puntos que son inherentes al hombre. El ser humano siempre está rodeado de pasiones, emociones, y es poco ecuánime, generalmente. Y Shakespeare, además, tiene una cosa que no se encuentra en otros grandes autores y que es la permanente acción activa del hoy. Eso es maravilloso. Shakespeare es muy popular, aunque crean que no y aunque lo hayan hecho sacralizar en situaciones estéticas, sobre todo, pero era re contra popular. Y nosotros tomamos esa faceta.

-¿Cómo fue el proceso creativo?

-Es un laburo que vengo haciendo desde hace cuatro años, es medio como el cine, lleva mucho tiempo, tenés que estudiar mucho pero es algo que me encanta, por eso no me cuesta. Lo hacía con mucho placer, algunas cosas probaba en casa solo con Pampa (González, su compañera de vida y profesión) e iba modificando un poco el texto. Pero yo sabía que en algún momento cuando se hiciese iba a ocurrir una explosión. Este proyecto tuvo dos intentonas pero no se dio. Y ahora, cuando Eduardo me llamó para dirigir algo, le dije que no quería hacer otra cosa más que esta.

-Y surgió solo…

-Sí, creo que antes no era su momento. Y después el texto se parió a sí mismo. Yo trabajé los primeros cuatro meses con las mujeres solas, y los varones se integraron después, a sabiendas de que iba a ser así. Todas ellas, menos María Laura, no habían trabajado nunca conmigo, y fue complejo al principio porque yo tengo ese método del fútbol que no es para nada convencional.

-¿Cómo es el método del fútbol?

-Es un método que tiene que ver con mis investigaciones sobre antropología teatral. Y cuando me separo de mis dos grandes maestros, Renzo Casali y Eduardo Barba, empiezo a trabajar con mi experiencia y necesito bucear en lo que más creía yo. Entonces, como soy futbolero, pensaba cómo puede ser que un futbolista malo rinda y a un actor que dicen que es malo no le den una oportunidad. Entonces de ahí surgió este método que es muy simple: Reconocer que el cuerpo del actor se ubica en lo que es el teatro, que es el espacio, porque hay mucha gente, todavía hoy, que cree que el teatro es la obra escrita, la representación de los actores -espantosa palabra-, y el público en un lado determinado y ya.

-Una convención...

- Claro. Y nosotros consideramos que debe salirse de la convención para generar una fiesta, celebrar la vida, un hecho concreto, que es lo que pasa con la gente en “46 xx...”. Entonces les conté a las señoras de qué se trataba y que era un acto de fe, porque si no lo consideraban así mejor no hacerlo, y fue muy cómico, simpático y dolido de a ratos porque todas se quebraron. Yo, por supuesto, más allá del trabajo, voy anotando cosas que me sirven para mi investigación. Si bien no son ancianas, son cuerpos de mujeres mayores, lo que significa que vienen de una escuela estática. Al tomar un sentido propio el cuerpo, es decir, como un instrumento por fuera y por dentro, hay que empezar a trabajar para que ese cuerpo se vitalice y se mueva en el espacio con tranquilidad. Los primeros tiempos ellas esperaban que yo diga cosas y yo no les decía nada, solo les mostraba dibujitos, y les decía “este espacio es tuyo, hacé lo que quieras”.

-Libertad total.

-Absolutamente. Una vez, en un receso, una de las actrices, con mucha ternura, se me acerca y me dice “Tati, no nos des tanta libertad, no estamos acostumbradas”. Y yo paré el ensayo, nos reunimos, tomamos mate, y les dije que no podía ser que ninguneemos a la libertad. El arte es un acto de libertad, no digo que lo que me dicen está mal, pero no debería ser así, nunca es tarde para aprenderlo. La verdad es que fue un día muy bueno porque cambió el laburo, no en su forma sino en su contenido. “Para estar en equilibrio con el entorno es indispensable poder estar en paz con uno mismo, regalarse un tiempo para poder encontrarse con su yo interior...”

-O sea que fue una experiencia muy enriquecedora…

-Sí, totalmente, para todos. De hecho, con las viejas tenemos la ilusión de generar una cooperativa teatral. Yo vengo de los grupos independientes, de la última camada importante, entre el 70 y el 80, yo me formé así. Y ya hace rato que vengo sintiendo que hay una transición en el arte del teatro. Cuando el otro día charlábamos la posibilidad de seguir trabajando juntos, una dijo “¡Qué lindo, volver a ser grupo!” y a mí me hizo ruido. No entendía qué era lo que me había molestado hasta que me di cuenta que los grupos ya no existen. Me parece que cooperarnos a nosotros mismos es mucho más interesante que agruparnos. Un grupo, sin querer, necesita un líder, y yo no quiero ser más líder de nadie ni nada, porque lo fui durante 18 años. Creo que la vida, y no sólo dentro del teatro, se trata de horizontalizar.

Director durante casi dos décadas de la compañía “Devenir”, Gustavo Vallejos asegura que para estar en equilibrio con el entorno es indispensable poder estar en paz con uno mismo, regalarse un tiempo para poder encontrarse con su yo interior. Y para lograrlo, y aplicarlo en todos los órdenes de su vida, más allá de la escena, tiene una fórmula sencilla y exitosa: “Durante una hora un minuto, durante un día una hora, durante una semana un día, y durante un mes, una semana” . ¿La probamos?

Fuente: EL DIA

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