domingo, 25 de septiembre de 2011

Bartís, de exportación

Ricardo Bartís eligió trabajar sobre la burocracia, un pecado capital contemporáneo. Foto: Patricio Pidal/AFV

Sábado 24 de septiembre de 2011 | Publicado en edición impresa

Teatro / Rumbo a la Bienal de Venecia

El director es uno de los siete seleccionados para participar del encuentro

Por Jazmín Carbonell | LA NACION

En pleno Palermo Viejo, un barrio que se transforma minuto a minuto, el Sportivo Teatral se mantiene inmutable a todos los cambios. Tiene una lógica propia, interna que se modifica según pasan las estaciones. Es que su jardín es inmenso y protagonista de la escena. Por eso, septiembre es especial. Al entrar se vive otra atmósfera, la modernidad se detiene, el olor a flores aparece. Y allá, al fondo, está Ricardo Bartís, el capitán del barco desde que comenzó a construir este maravillo espacio en 1986 y desde entonces todo ha sido mucho. Las obras de Bartís toman forma a partir del encuentro con el espacio, en los rincones van naciendo los diferentes proyectos, uno mejor que el otro, y que lo hicieron una persona reconocida a nivel mundial.

Este año, la Bienal de Venecia, de la mano de su director artístico Alex Rigola, convocó a siete de los mejores directores teatrales del mundo para que cada uno elija un pecado capital, pero con la consigna de que sea uno nuevo, contemporáneo y que con él como vector trabaje, junto con actores europeos, en una especie de work shop para ser mostrado durante los días de la Bienal. Ricardo Bartís fue uno (los otros son Romeo Castellucci, Thomas Ostermeier -ver página 5-, Jan Fabre, Calixto Bieito, Rodrigo García y Jan Lauwers).

-Hablemos de la Bienal...

-Fuimos una semana en octubre de 2010 a trabajar y volvemos ahora para montar quince minutos de ese pecado que se va a ver en combinación con los otros quince minutos de cada director. Es un reconocimiento muy importante al teatro argentino, sobre todo para el alternativo, para un tipo de procedimiento que parece interesarles.

-¿Qué pecado elegiste?

-La burocracia, porque tuve enormes dificultades para establecer los acuerdos de cómo me iban a pagar. Y, por otro lado, tengo aún enormes dificultades para que este lugar sea habilitado. Me llevó a pensar si no participo de esa especie de ley -estoy bromeando un poco teatralmente- al establecer un acuerdo, al estar dispuesto a pagar un precio para sostener tanta idiotez, tanta ineficacia y tanta locura.

-¿Desde dónde empezaron a trabajar?

-Para tener algún tema en común nos propusimos leer Hamlet y pensar qué era la ley, por qué Hamlet cumple el mandato y no se rebela ante lo heredado; cómo la política monta sus acuerdos sobre cadáveres, y sobre ellos, casi como si fueran un mantel, la política establece su reinado; nos llevaba entonces a la conclusión teatral de que toda ley se funda sobre la muerte de algo.

-¿Cómo te entendés con los actores europeos?

-Una actriz catalana traduce del español al italiano, y al revés. Esa situación fue y es un motivo de dificultad enorme porque gran parte de la ejercitación es simultánea: yo hablo mientras la gente se está moviendo. La situación de la traducción le da una entidad a lo que se dice que es excesiva porque a veces se trata de una indicación rítmica o un disparador.

-¿Qué van a mostrar?

-Ser invitado por la Bienal me producía tanta inhibición y temor que la única forma de sacudírmelos de encima fue no creérmela, recordar que el trabajo teatral tiene algo juguetón, que trata de ser una mirada paródica sobre sí mismo y sobre estas convenciones. A la vez, como el tiempo de trabajo es poco la idea sobre la cual vamos a trabajar también es una broma: nunca llegó el espectáculo, ha sido detenido en algún aeropuerto, lo que se ve es como una reminiscencia de aquello que debería haber sido, pero hubo dificultades burocráticas que lo impidieron. Hemos trabajado sobre la idea de una tumba abierta y un problema para recibir al cadáver, hay un trámite, una cola, un número, hay una detención, y entonces la tragedia se daría porque Hamlet no puede enterrar a su padre y, finalmente, habla porque hace mucho tiempo que debería haber sido enterrado.

-Llevás también El box ?

-Sí, primero vamos al Festival de Girona, de ahí a la Bienal y terminamos en el Festival Internacional de Montevideo.

El box duró menos que otras obras...

-Es que tuvo un proceso complicado; en su origen, era un trabajo más reducido que iba a hacerse en los subsuelos del Colón, con una orquesta, y como ahí tuvimos muchos problemas, tuvimos que retrabajar y retraducir. Nos sentimos maltratados por una cosa burocrática, no obtuvimos nunca nada, ni plata, ni vestuario, ni escenografía.

-Luego de La pesca y El box, ¿estás armando la última parte de la trilogía?

-No empecé todavía, primero voy a hacer unos ejercicios de trabajo con actores del Sportivo, más performáticos, más tentativos. Tengo ganas de estar un tiempo sin hacer una obra y hacer experiencias que me permitieran una relación más juguetona, más audaz; quebrar ciertas normas. El Sportivo se ha transformado en un elemento demasiado referencial y habría que distanciarse o vulnerar un poco eso; hacer sándwiches de chorizo en la vereda, algo más popular -en el sentido simpático y jolgorioso del término-, poco moderno, más de quiebre. Tanto las clases como las obras tienen el riesgo de anquilosarse, cristalizarse y terminar siendo una suerte de supermercado.

QUIEN QUIERA OÍR...

Política y horror. "La política sería aquello que viene a impedir que nos matemos los unos a los otros, la construcción de Estado, la ley. Lo que pasa es que la ley se naturaliza y hace que nosotros la amemos y neguemos su origen espurio. Supongamos el tema de Graciela Alfano y su relación con militares de la dictadura: uno se interrogaría hasta dónde se llega en la culpabilidad del contacto con el horror, ¿el horror es un elemento separado de la sociedad argentina o es constitutivo de ella en cuanto llegó a ser la forma de gobierno? Es una interrogación que nos abarca al conjunto, hay intentos de extirpar ese horror, de ubicarlo para no repetirlo, pero hay otros sectores que parecen más propensos a desear que vuelva. Cuando Duhalde dice «vi las banderas subversivas», lo que está diciendo es que deberíamos volver a operar sobre eso que era diferente, cuando en realidad lo que nos demuestra la historia es que estamos mejor, que tenemos menos miedo, que hay menos posibilidades de que te lastimen, que podés tener opiniones divergentes, que podés elegir, por ejemplo, con quién te casás. Hay un avance extraordinario en ese sentido y la sociedad debería tener cuidado de no retroceder hacia lugares de confrontación que derivan en tragedia."

El presente. "Nosotros nunca creímos mucho en esta gesta del kirchnerismo. Pensábamos que sí, que se hacía necesaria la construcción de algún tipo de relato que unifique porque si no la Argentina se iba a desmembrar, y eso logró el kirchnerismo, logró unificar, ordenar y crear un relato posible. Me parece que la Presidenta logra situarse en ese territorio de grandeza que también la Argentina le demanda a la clase dirigente."

FIBA. "El Festival existe y se convierte en una necesidad, porque el teatro argentino es reconocido en el mundo como un teatro de calidad. Esas expresiones en general han sido maltratadas por el FIBA, que se ha preocupado solamente por hacer arreglos internacionales, y a los grupos nacionales les ha dado migajas, y peor aún con Darío Lopérfido al frente, porque no es alguien que tenga prestigio ni pertenezca al ámbito de lo teatral; viene de la gestión cultural y si es por la política está vinculado a lo peor. Igual, el teatro de la ciudad va a seguir vivito y coleando con festival o sin él. Enhorabuena que los grupos alternativos puedan mostrar su trabajo, porque el teatro en Buenos Aires es sólido y hay mucho y bueno, más que en ningún otro lado."

Fuente: http://www.lanacion.com.ar/1408757-bartis-de-exportacionquien-quiera-oir

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Las tablas le hicieron fuerza a la motosierra

  Balance de teatro 2024 En un año con fuerte retracción del consumo y un ataque inusitado al campo de la cultura, la caída de la actividad ...