El Cierre del Festival Ciudanza
12.03.2011 | El coreógrafo Luis Garay repasa la investigación que desarrolló durante el festival
Durante cuatro días la danza interfiere en los paisajes urbanos al mismo tiempo que los elementos arquitectónicos, las particularidades del paisaje se cuelan en la composición. De eso se trata el Festival Ciudanza además de acercar la danza al público y el público a la danza. Pensar los lugares, tomando cuatro puntos de partida: la Plaza Miserere, la Plaza San Martín de Tours, la plazoleta que circunda el Monumento a Carlos T. de Alvear y el Parque de la Memoria pero principalmente pensar el lugar de la danza. O por lo menos así lo interpretó el bailarín y coreógrafo Luis Garay cuando fue convocado para coordinar un taller en el marco del festival y cuyo montaje final se podrá ver hoy a las 18 en la Plaza Miserere.
El coreógrafo que nació en Bogotá, empezó a bailar en Finlandia y que en el 2000 recorriendo Latinoamérica llegó a Buenos Aires donde se instaló y comenzó a producir obras extremadamente particulares que captaron la atención de la escena, encontró la posibilidad de reafirmar su postura. Cuenta Garay que “desde un principio propuse que teníamos que rescatar la danza que había ahí, en la plaza. Porque si una danza puede realizarse de igual forma en Plaza Once o en un teatro, no tiene mucho sentido hacerlo afuera. Propuse otro tipo de laboratorio apuntando al sentido en el que el Festival puede crecer: un aspecto conceptual sobre que se considera una intervención en el espacio público. Me parece que puede crecer y va a crecer en ese sentido”.
Ya desde el momento de la audición el coreógrafo escapó a los lugares comunes y le propuso a todos los participantes revertir la lógica. Según él “en vez de que yo seleccionara a la gente, dejé que ellos me audicionaran a mí. Les expliqué cuál era mi idea y luego dejé que decidieran si querían ser parte o no. Ellos estaban en completa libertad de participar sea cual sea su formación. En principio me parecía ridículo evaluarlos porque para eso haga mis propios trabajos, mis propias obras con la gente que me interesa. Pero además al invertir la situación de audición, que en sí me parece un poco anticuada, hay una posición con respecto a lo que creo de la danza. Un grupo de 40 personas investigando la plaza para recolectar la información que había en disponibilidad alrededor suyo, me parecía muy interesante”.
Para sorpresa de los participantes que esperaban participar del montaje de una obra similar a Ouroboro o la recientemente reestrenada, Maneries junto a Florencia Vecino en el Camarín de las Musas (Mario Bravo 960) donde el entrenamiento físico de los intérpretes es un pieza fundamental en la composición, el director apostó a la investigación colectiva. Según Luis “Maneries es una obra con la cual trabajamos muchísimo y decidimos volver a hacerla porque la sentimos necesaria para la escena. La disfrutamos mucho pero también es una actitud política que esté en cartel más allá que vayan cinco o cien personas. Mis principios de búsqueda están siempre relacionados con el adentro y el afuera, como abordar el proceso creativo, empezar a romper el límite entre el proceso y el resultado, meterse cada vez más en las acciones metafóricas como salida a la problemática de la representación. Lo que yo trabajo en mis trabajos es la idea de ritual donde esa acción se carga de una acción metafórica y en la plaza trabajamos bajo esos mismos preceptos”.
Durante los diez días de búsqueda, los participantes del taller deambularon en el lugar tomándose el tiempo de hacerlo, un tiempo diferente al productivo, y observando qué cuerpos se construían en contraste con los lógicos de encontrar en el espacio. Y en ese sentido concibe Luis cuál es su aporte a la danza: “La crisis de la danza no es nueva. Me parece que el que está desubicado es el que todavía no se enteró de esa crisis. Para mí la crisis es algo completamente positivo, porque no es que se termina el movimiento sino que se vuelve un campo abierto para la investigación del cuerpo con respecto “a”. Puede ser a el tarot; a la arquitectura; a la inmovilidad; el cuerpo con respecto a las estrellas; con respecto a la cibernética; al vestuario. Tenemos que trabajar la resistencia a esa crisis y en vez de pensar que el movimiento ya no existe, ver movimiento donde antes no se veía . Un movimiento que no tiene que ver con actuar, sino con lo visible, con lo real y cada vez más con lo que nos rodea”.
Fuente: http://www.elargentino.com/nota-129901-medios-122-La-crisis-de-la-danza-es-la-oportunidad-de-investigar-nuevamente-el-cuerpo.html
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