sábado, 26 de marzo de 2011

¿Y ahora quién podrá protegernos?

Teatro

26.03.2011 | Ayer, a los 67 años de edad falleció el talentoso actor, autor y director Hugo Midón. Él, como ningún otro, pudo capturar ese mágico mundo de fantasía en el que los niños son inmensamente felices

El teatro, como género, es acción. Así como el cine es imagen, el teatro es acción. Y sobre todo en el teatro para chicos hay que contar a través de lo que pasa, más que a través de lo que se dice. La palabra ahí cumple una función, naturalmente, pero no es lo más importante, como lo es en la literatura. En el teatro lo más importante es lo que pasa. Eso me llevó a desarrollar mucho el género de la comedia musical, donde lo que pasa es muy fuerte, y a hacer escenas fuertes y contundentes, muy limpias de texto”, comentó en una entrevista hace cinco años el genial actor y dramaturgo Hugo Midón, y algo sobre el tema sabía. Sin dudas, que él como ninguno otro supo capturar y reproducir ese mágico mundo de fantasía en el que suelen moverse, vivir y jugar los chicos.

Lejos de los prejuicios y los estereotipos con los que solía/suele tratarse a los más pequeños, Midón se encargó de ponerlos a la altura de los adultos y por qué no por sobre ellos. El camino lo inició en 1970 con La vuelta manzana, y lo siguió con Pajaritos en la cabeza, Cantando sobre la mesa y El imaginario; y nada en el universo teatral infantil volvió a ser igual (claro, que muchos siguieron desandando el camino más fácil, y para muestra basta con recorrer las propuestas televisivas, que inundan por estos días la televisión abierta).

Lejos de los clichés propuso como interlocutores niños curiosos, inteligentes, imaginativos, capaces de construir sentidos y de resignificar discursos. Por eso no dudó en los '80 en proponerles con Narices, una obra que hablaba de la dictadura cívico-militar y de la recuperación de la democracia.

En torno al por qué de su propuesta supo explicar: “En principio, se ha modificado un poco en la sociedad el trato y la consideración con respecto a la niñez. Creo que ha cambiado positivamente. Por ejemplo, los padres de hoy somos más dialogadores que lo que fueron nuestros padres, cuando había reglas claras de lo que era una familia; funcionaba de esa manera, y uno tenía que canalizar las inquietudes siempre fuera el hogar. Hoy me parece que hay más apoyo -lo siento con mis hijos, ahora lo empiezo a sentir con mis nietos, en el sentido de facilitar la concreción de sus sueños-; eso es una cosa que 35 años atrás era diferente.

Había pocos espectáculos para chicos, y desde el arte consideraban que ese público era inferior al público adulto. ¿Por qué era inferior? Porque eran más chicos. Había una teoría que decía ‘con dos globos y un payaso entretenemos a los chicos’. Era una especie de colonialismo a ultranza. La función del chico dentro de la sociedad era distinta. Eso fue cambiando, y dio oportunidad a que el teatro se fuera desarrollando, teniendo en cuenta esos cambios de concepción de la niñez.

En ese sentido, yo desde el comienzo sentí una valoración especial por los chicos, a los que consideraba mis pares en cuanto a seres humanos y a importancia en la vida. Me interesaba mucho el diálogo con los chicos, aun fuera del teatro -eso era una cosa que yo traía, no sé bien el porqué de ese interés espontáneo. En una reunión, me interesaba más hablar con un chico o una chica que con un grande. Y en ese diálogo con los chicos que establecí dentro y fuera del teatro aprendí todo lo que sé de teatro.

“Al comienzo, tuve muy en cuenta lo que en la educación se planteaba como las necesidades e intereses de los niños en determinadas edades, y hacía un tipo de espectáculo de mucha sencillez, que no iba más allá de lo que en ese momento se podía pensar que había que hacer para niños. Lo que de entrada sí fue más allá fue la atención a cada uno de los elementos que conforman un espectáculo. Incorporé profesionales al vestuario, escenografía, iluminación, coreografía, música, considerando que esto era importante en sí mismo. Mi criterio fue: tiremos abajo esta teoría de ‘un globo y un payaso’, y vayamos en serio. Veamos qué tenemos para contarles”.

¿Chicos grandes o grandes chicos? Puede ser un buen interrogante de partida para intentar comprender el por qué su propuesta no tenía etiquetas etarias. “Me parece que el rasgo infantil está ligado a la intención que yo tengo de comunicar a un espectador de distintas edades. A todo ese público nos dirigimos con un espectáculo que tiene distintas lecturas, según la edad y la experiencia del espectador. Como decía Ariel Bufano, un maestro titiritero que estuvo muchos años en el Teatro San Martín: ‘no hay rosas para niños y rosas para adultos’, no hay paisajes para niños y paisajes para adultos.

El paisaje es el mismo, la obra es la misma, pero con esa obra un chico de dos años va a hacer una experiencia y el adulto va a hacer otra, y es así como tiene que ser. Por eso, nosotros lo llamamos teatro para todo público, no teatro para niños. Yo sé que hay muchas cosas que los chicos no van a entender en toda su profundidad; a lo mejor lo entienden literalmente. Por eso a veces los niños se ríen con una cosa con la que los padres lloran”.

Pero sin dudas, en el mediodía de ayer no hubo espacio para la risa y padres e hijos habrán compartido el llanto al tomar conocimiento del fallecimiento del talentoso actor y director. Tenía 67 años y desde agosto de 2009 luchaba contra una enfermedad terminal. Sus restos serán velados hasta hoy a las 14 en su domicilio del barrio de Palermo. Luego sus restos serán trasladados al cementerio de la Chacarita y ahí, sus seguidores podrán darle el último adiós.

Junto a él trabajaron actores de la talla de Alberto Segado, Perla Szuchmacher, Omar Calicchio, Diego Reinhold, Cristina Moix, Roberto Catarineu, Carlos March, Andrea Tenuta, Gustavo Monje, Florencia Aragón, Fabio Posca, Ana María Cores y Divina Gloria; quienes dieron vida a los personajes que ideó para obras como Narices, Vivitos y coleando, Locos re-cuerdos, Cantando sobre la mesa, El imaginario, Popeye y Olivia, Huesito caracú, Stan y Oliver, Derechos torcidos y Pajaritos en la cabeza.

Fuente: http://www.elargentino.com/nota-131708-medios-122-Y-ahora-quien-podra-protegernos.html

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