domingo, 20 de marzo de 2011

El drama sublime de la ópera "Eugene Onegin" inaugura la temporada del Teatro Argentino

La temporada lírica del Teatro Argentino de La Plata se inauguró anoche con la ópera "Eugene Onegin", revestida por un discurso musical exuberante en algunos pasajes, intimista en otros; pero siempre con una textura dramática que alcanzó el alto estándard que insinuaba la jerarquía de la pieza.

La obra, con música del compositor ruso Piotr Tchaikovsky y la dirección del estadounidense Stefan Lano, sedujo con el cuidadoso tratamiento lírico de la historia (basada en la novela homónima de Alexander Pushkin) por encima del exquisito programa sinfónico, que tiene algunos segmentos populares.

El esplendor de la puesta escenográfica realzó las secuencias motívicas naturales de la música de Tchaikovsky, como también la reflexión de Vladimir Lienski (el tenor argentino Darío Sckmunck) en el segundo acto y el aria del príncipe Gremin (el bajo uruguayo Ariel Cazes) en el tercero.

La obra, una coproducción del Teatro Argentino de La Plata con la óperas polacas de Cracovia y Poznan; y la Asociación Bilbaína de Amigos de la Opera; tendrá nuevas funciones mañana, el martes 22, el sábado 26 y el domingo 27.

"Eugene Onein" es, acaso, la más célebre de las óperas de Tchaikovsky, autor también de otras piezas líricas consagradas como "El lago de los cisnes" o "Cascanueces", y representa un drama, inscripto en el clima musical del romanticismo, con una trama de desamor montada en la Rusia prerevolucionaria.

Si bien el personaje Eugene Onegin le da nombre a la obra, por encima de él se yergue el de Tatiana (la soprano polaca Magdalena Nowacka) que, inocente y poco sofisticada, sufre en el primer acto el rechazo de un Onegin (Marcin Bronikowski) cínico y calculador.

En ese segmento inicial, los contrastes de los personajes trazan el paradigma dramático de la obra y el discurso musical acoge las diferentes texturas.

En ese contexto, Tatiana sufre el rechazo de Onegin y la soprano Nowacka se luce en el la "escena de la carta", tal vez la más conocida de la obra.

Sin embargo, la opera cobra un nuevo color a partir del segundo acto, donde la puesta visual se impone y la dinámica escénica impregna de vitalidad a la pieza.

Esa sección encuentra su clímax en el duelo entre Onegin y su amigo Lienski, a quien ofendió cortejando a su amada (Olga, hermana de Tatiana).

Ese enfrentamiento se expresa en el aria "Kuda kuda" donde el tenor Sckmunck condensa con maestría el valor romántico de la obra.

El segundo acto termina con la muerte de Lienski, que será el motor del desenlace. Pues el deceso provoca, ya en el tercer acto, la crisis interna de Onegin -su verdugo-, que empuja la obra hacia el epílogo.

El protagonista, arrasado, descubre tardíamente su amor por Tatiana que es, a esa altura, una dama de sociedad, comprometida por el Principe Gremin (Cazes), de participación tan breve como lucida.

Entonces Onegin se entrega a la mujer que rechazó en su juventud, pero Tatiana resiste sus impulsos y lo repele.

La tensión musical crece en el formato de un duelo operístico y Tchaikovsky lo clausura con dramático y efectivo gesto orquestal.

Al cabo, "Eugene Onegin" sintetiza, en las complejidades de su estructura, una obra de composición sublime que ubica al programa del Teatro Argentino en el venerable sendero de ambición artística.

Fuente: http://www.diariohoy.net/accion-verNota-id-130733

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