miércoles, 1 de febrero de 2012

Murió Juan Carlos Gené, un hombre que hizo del teatro su pasión

El adiós a un creador

Publicado el 1 de Febrero de 2012

Por Mercedes Méndez

Tenía 82 años. El mundo de la cultura lo recordará como un maestro del teatro, alguien que tanto desde sus textos como desde su cuerpo y sus enseñanzas se convirtió en un mito de los escenarios.


Juan Carlos Gené caminaba con la mirada hacia abajo. Todos los sábados, cerca de las diez de la mañana, cualquier vecino de San Telmo podía adivinar su recorrido. Salía de su casa sobre la calle Perú, a paso lento y ayudado por su bastón, se mezclaba con los turistas en ese paisaje colonial, hasta llegar al café La Poesía, en la esquina de Chile y Bolívar. Este maestro de actores se sentaba en la mesa más cercana al piano, frente a las paredes decoradas con fotos de Alejandra Pizarnik, Borges y Astor Piazzolla. Leía los suplementos literarios y de espectáculos y repasaba libretos con jazz como fondo. Gené se podía quedar un largo rato pensando. Cuando el café se llenaba de gente, él saludaba con su sonrisa espontánea y se iba. Siempre que le preguntaban por qué miraba el piso, el actor respondía: “Busco el paraíso perdido.” Ayer murió a los 82 años. Su figura ya es un mito para el mundo del teatro. En todos los espacios que recorrió, queda la estela de su tranquilidad y sabiduría, un eterno personaje anacrónico.

Para nombrar algunos de los cargos de gestión cultural emblemáticos que ocupó, Juan Carlos Gené fue presidente de la Asociación Argentina de Actores, director del Teatro San Martín, presidente del Centro Latinoamericano de Creación e Investigación Teatral (CELCIT) y director de Canal 7. Sus restos fueron velados en Avenida Córdoba 5080 y hoy a las 14 serán inhumados en el Pantéon de Actores del cementerio de la Chacarita.

El teatro fue, para Gené, un hecho revelador. “Como el camino de Damasco, se me apareció. No lo puedo explicar. Es bien raro el oficio del actor”, decía. Nació en Buenos Aires el 6 de noviembre de 1929. Su casa de la infancia quedaba en Bulnes 1735, un caserón inmenso que cada vez que pasaba con el auto no podía creer dónde había estado semejante casona, entre tantos edificios. Tuvo, decía, una infancia normal en un hogar librepensador, de origen radical. Su primera influencia en el mundo del arte fue gracias a un mucamo de la familia, que se llamaba Alonso. “Era un personaje insólito que llegó a mi casa. Un muchacho hijo de españoles, muy lector, de una solidaridad y de un amor hacia nosotros muy grande. Cada vez que mis hermanos o yo nos enfermábamos, el que estaba siempre a nuestro lado era Alonso, un comunista que nos leía a Salgari, Julio Verne y la novela policial”, contaba.

Alonso fue la primera persona que lo dirigió. Fue en el garage de la casa de su abuelo: Juan Carlos Gené leía un poema gauchesco, mientras sus hermanos simulaban una pelea a cuchillazos. No tenía más de cinco años.

Luego de un paso de tres años por la carrera de abogacía, Juan Carlos Gené descubrió que eso no era lo suyo e integró un grupo de teatro experimental que se proponía indagar en formas teatrales, sin estrenar.

Su debut como actor fue el 17 de diciembre de 1951, con un espectáculo de pantomima. En 1953, por estímulo de su hermano Enrique y junto al actor Roberto Durán actuó en Dulcinea, una adaptación del texto cervantino en el que interpretaba el rol de Sancho Panza, ya que en aquella época “tenía 30 kilos más que ahora”, dijo en 1971. En 1954, estrenó en el ex Teatro de la Luna El herrero y el diablo, obra que lo ubicó como una promesa en el campo de la dramaturgia.

El teatro le daba energía. Como le pasa a los grandes actores, en su vida cotidiana pueden sufrir dolores y sentirse cansados, pero cuando están en el escenario se vuelven fuertes y poderosos. El arte lo transformaba. “Mi forma de felicidad es estar sobre el escenario. Mientras la biología me ayude seguiré haciendo las mismas cosas”, decía. En un ambiente donde abundan el ego y la búsqueda de fama, Gené era humilde y sólo se hacía notar a través de sus personajes y sus textos.

En la década de 1960 trabajó como actor en las películas Quebracho y Tute Cabrero, y fue guionista de La Raulito en cine. En 1968, también fue el guionista del exitoso programa de televisión Cosa Juzgada, que se emitía por canal 11, sobre casos judiciales reales. El programa explotó de audiencia y estuvo tres años en el aire. En 1973 se puso al frente de Canal 7 por 56 días.

Casado con la actriz Verónica Oddó, en 1975 la situación política del país lo llevó al exilio. Estuvo en la lista negra de la Triple A y se fue, primero a Colombia y luego a Venezuela, donde fundó el Grupo Actoral 80 y comenzó su trabajo con el Celcit, en el que participaron Aroldo Betancourt y Fermín Reyna, entre otros actores. Vivió en Venezuela hasta 1993. “Tengo un enorme afecto por ese país y nada de lo que ahí pasa me resulta indiferente o alejado de mis emociones”, recordaba.

Cuando volvió a la Argentina, se desempeñó como director del Teatro San Martín de Buenos Aires entre 1994 y 1996. En el San Martín dirigió, entre otras, Las delicadas criaturas del aire de Federico García Lorca (1993), El zoo de cristal de Tennessee Williams (1993), El avaro de Molière (1996), más recientemente, Krapp, la última cinta magnética de Samuel Beckett (2009) y Hamlet de William Shakespeare (2011). En 2002 integró, junto a Alicia Berdaxagar y Alberto Segado, el elenco de Copenhague, la obra de Michael Frayn dirigida por Carlos Gandolfo, estrenada en el San Martín. El espectáculo se repuso en 2003, 2004 y 2005, y fue visto por 124.029 personas en 270 funciones. En 2007 presentó su obra Todo Verde y Un Árbol Lila, escrita a partir de una serie de cartas reales de una niña judía perseguida en Europa en la década de 1930, que intenta emigrar a la Argentina. En 2009 se desempeñó como actor en Minetti del dramaturgo Thomas Bernhard, dirigida por Carlos Ianni. En 2010, dirigió y actuó en una de las obras clásicas de García Lorca, Bodas de Sangre.

LA VIDA COMO MAESTRO. Además de escribir, actuar y dirigir, Juan Carlos Gené dedicó gran parte de su vida a la docencia. Sus alumnos destacaban que Gené apuntaba a lo simple. Mientras los actores se enloquecen analizando la psicología del personaje, indagando en sus motivaciones, él le decía a los estudiantes: “Pensá qué querés del otro, qué querés de tu compañero.” “Una de las cosas lindas de ser actor es que uno ‘juega’ a ser otro, ‘juega’, no pasa de ahí, si no es esquizofrenia”, decía en sus clases. Un eterno reflexivo sobre el hecho teatral, Gené se preocupó por pensar en la vigencia del teatro y en el rol del espectador. “La gente en el mundo quiere ir al teatro porque quiere ver actores, hechos vivos, que no se pueden repetir. Esa situación le dio su meta mucho más clara. A diferencia de cualquier lenguaje artístico que se pueda reproducir, el teatro es un hecho vivo, único e irrepetible”, pensaba.

La lista de premios que le dieron a Juan Carlos Gené es enorme. En 1984 fue condecorado por el gobierno de Venezuela con la Orden Andrés Bello, y en 2002, la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires lo declaró Ciudadano Ilustre. En 2008, el Fondo Nacional de las Artes de Argentina le otorgó el Premio Nacional a la Trayectoria Artística.

Cuando le preguntaban sobre su oficio, que él mismo denominaba extraño, Gené decía: “Estoy tan hecho para el teatro que uno de mis defectos es pensar, con persistencia, que la realidad sucede en el escenario y todo lo demás es ficción.” Su sonrisa amigable y sus ojos pequeños están ahora en un retrato en el café La Poesía, justo encima de la mesa en la que él, cada sábado, se sentaba a pensar. <

Fuente: http://tiempo.infonews.com/notas/murio-juan-carlos-gene-hombre-que-hizo-del-teatro-su-pasion

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