Las primeras instituciones de la comunidad italiana en la Ciudad
La imagen tomada de una postal que circuló durante los primeros años de La Plata refleja la fachada del emblemático edificio de la Sociedad Italiana de Socorros Mutuos “Unione e Fratellanza” ubicado en la diagonal 74 entre 3 y 4. Esta fue la primera asociación de inmigrantes italianos en nuestra ciudad fundada el 3 de junio de 1883.
La imagen tomada de una postal que circuló durante los primeros años de La Plata refleja la fachada del emblemático edificio de la Sociedad Italiana de Socorros Mutuos “Unione e Fratellanza” ubicado en la diagonal 74 entre 3 y 4. Esta fue la primera asociación de inmigrantes italianos en nuestra ciudad fundada el 3 de junio de 1883.
Postal perteneciente a la colección de Juan Greco
Construida en medio de la pampa semidesértica, y bajo criterios urbanísticos de avanzada para aquella época, el proyecto naciente de la ciudad se imponía como una oferta seductora para los inmigrantes italianos.
Además de estar sobre la base de un puerto cercano y con una ubicación geográfica alentadora, el hecho de haberse convertido en la capital de la Provincia de Buenos Aires fue un motivo más para tener en cuenta a la hora de elegir un lugar que los cobijara y en el que poder echar raíces. Así, La Plata, les dio la bienvenida y pronto comenzaron a aglutinarse, en diferentes grupos de pertenencia, para ayudarse entre ellos y mantener vivos sus orígenes.
En 1884, apenas dos años después de la fundación de la ciudad, había 4.585 italianos sobre un total de 10.407 habitantes, una cifra que, para 1885, se había duplicado y para 1890, quintuplicado. Hacia 1914, y a pesar de una merma en el flujo migratorio, La Plata contaba con más de 87.000 habitantes, de los cuales 23.731 eran italianos.
Las posibilidades de progreso eran muchas y los que la pudieron aprovechar, desde el profesional de los negocios, pasando por el constructor más avezado y hasta el albañil, aunaron todos sus esfuerzos para levantar la ciudad y convertirla en una verdadera joya urbanística.
Bastaba con recorrer las calles de la ciudad y oír las lenguas que en ellas se hablaban para notar el gran predominio de la colectividad italiana. Almacenes, fondas y pensiones llevaban en su fachada nombres que rendían homenaje a sus ciudades y regiones de origen. Y hasta se editaban periódicos en la lengua del Dante.
En la adaptación de los italianos mucho tuvo que ver, según las memorias de aquellos años, el estilo de vida similar al de los argentinos. Fue por esto que, en gran medida, no hubo problemas mayores con el idioma o con las costumbres. La familia, tanto para uno como para otro, era el valor más preciado.
El espíritu fraterno es una característica innata de los italianos. Y en aquellas épocas, en las que el desarraigo se hacía sentir muy fuerte, no se quedaron sollozando sino que decidieron congregarse en diferentes asociaciones, buscando asistencia para superar las adversidades económicas que implicaba, en la mayoría de los casos, el tener que volver a empezar.
“Jamás salen solos, por temor, sino que se reúnen 10 ó 12
con el objeto de hacer sus excursiones nocturnas. Algunos
de ellos tiene necesidad de ir al almacén, en busca de pan,
queso o vino. Se pasan la palabra y cada uno enciende su tremendo farol y la procesión nocturna se desliza por entre los
árboles. Este servicio se lo prestan mutuamente”, relataba,
en 1884, un corresponsal de El Nacional sobre el comportamiento solidario de los inmigrantes italianos.
Las semillas para la gesta de las primeras organizaciones
de socorro mutuo se sembraban poco a poco y no faltaría
mucho para que, en La Plata, comenzaran a florecer. Para
1910, la ciudad contaba con 25 asociaciones que, a pesar de
algunas pequeñas diferencias, se basaban todas en el mismo
fin solidario y fraterno.
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