jueves, 9 de febrero de 2012

Una cosa es ser músico de rock, pero otra es ser un artista único

Espectaculos | 09.02.2012

Recuerdos de infancia, memorias de la época de la revista Expreso Imaginario y hasta un sueño reciente donde Luis Alberto Spinetta le pedía que su mujer no se enterara de la discusión que habían tenido por teléfono y por mensajes de texto.


Por: Roberto Pettinato

En una habitación en penumbras me acerqué a la cama y separados por una silla se asomaba con simpatía Luis, metiendo y sacando la cabeza como si fuera un pequeño teatrillo de marionetas. Me dice: “Sobre los mensajes que nos hemos enviado, sólo te pido que no quiero que se entere tu mujer.” Lo decía como si supiera que ella, artista plástica, se pudiera avergonzar de escuchar a otro Spinetta hablar. Yo iba hasta la pequeña ventana. Me asomaba y volvía la vista hacia él. Estaba aun más inmerso en la penumbra. Me recosté en la punta de la cama y tomé un pequeño lápiz y empecé, como quien dibuja automático algo mientras habla por teléfono. Eran pelos. Pelitos uno al lado del otro. Seguí haciéndolo, cada vez más delgados, como un flequillo y ahora una cola de pelos ahí sobre la sábana. Miré para pedir su aprobación. Había desaparecido. No estaba más. Me desperté con una angustia tremenda y le conté esto a mi esposa. Todo el día canté en voz baja uno que otro tema de Pescado, de los que me gustaban. Le dije: “Sabés que vengo de familia espiritista y ellos siempre se vienen a despedir. Spinetta se fue.”

Veinticuatro horas después me entero, encendiendo la tele, que el tipo que tanto quisimos ser y no pudimos, se había ido, tal cual como me lo habían pronosticado cuando me dijeron que tenía uno o dos meses de vida y no lo creí.

Una cosa es ser músico de rock, baladista o vocalista o perfecto afinador, pero otra es ser un artista único. ¡No único sólo por lo hermético, sino porque los invito a buscar en el mundo uno parecido! Ya lo hice. No hay. Ni siquiera dejó una estela que nos señalara su influencia de Led Zeppelin o su paso por Gino Vanelli o la Mahavishnu. Nada. Todo lo absorbió y lo devolvió con otra forma y un alma nueva. Con sólo 16 años compuso “Muchacha” en el país de “Las olas y el viento”, escribió poesía en el libro Guitarra Negra, se peló para los carnavales de GEBA, creó Artaud, el mejor disco del rock nacional, y nos hizo conocer al poeta maldito, nos llevo a través de Castaneda y nos dijo que seríamos “Barro tal vez”, que las “Nenas bobas no saben bailar”, que te gusta ese tajo, que quién sabe por el “pradooo vaaa”, parvó a su hermana, ¡y acentuó las palabras donde quiso!, nos dijo que le demos tibia leche de tu cuerpo a tu hijo y lo alejes de droga, caminó por encima de los coches en Cabildo y Juramento fuera de sí, quiso ser guitarra solista, delante mío lloró porque Edelmiro practicaba tiro con arco y flecha en los árboles en aquella gira de Almendra y los lastimaba, y se puso mameluco y un día le pregunté qué había inventado en su vida y sorpresivamente me dijo: “¡La camiseta con batik! Nadie la usaba para salir al escenario y yo se las robaba a mi viejo”.

“Ana lloró, Gustavo se fue al suelo/ estos son los problemas que aquejan a mamá / superando el cálculo”, era su descripción de la vida familiar junto a sus hermanos… y recuerdo cuando en la redacción del Expreso Imaginario venía con sus cuadernos Arte.29 a leerme sus relatos y ensayos de sus encuentros personales con sus dioses propios, ¡y cuando puteaba porque el Sólo el amor puede sostener, el disco que grabó en inglés para los EE UU, le parecía una mierda, pero aun más que en la gacetilla de prensa hayan comparado a Pescado Rabioso con Zeppelin! Y no por Zeppelin, sino porque consideraba que Pescado era superior y diferente. ¡Dios!, la complejidad de sus temas, de sus letras, su campana de oxígeno que sólo él podía respirar y su eterna resistencia a caer en la vulgaridad a menos que viniera dictada por él.

Seguirá existiendo el blues, el rock and roll, pero Spinetta nació, vivió y murió para ser él, ni siquiera un ejemplo, ya que es y será imposible de seguir o replicar, como nacido con dientes de oro sin haber visitado jamás un dentista. 

En la oscuridad, en el ocaso, quedarán sólo caras que emanadas de su propia cara… lo mirarán por todas partes.

Cuando se va un artista podemos seguir viviendo. Cuando se va uno de estos, no puedo dejar de sentir por un segundo… que el Muerto soy Yo… que por “la mañana temprano amaneció… a terminar su trabajando lindo”.

Fuente: http://tiempo.infonews.com/2012/02/09/espectaculos-661-una-cosa-es-ser-musico-de-rock-pero-otra-es-ser-un-artista-unico.php

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