viernes, 3 de diciembre de 2010

Circo del capitalismo tardío

El gran teatro es el infierno: Julieta Vallina y Blas Arrese Igor, dos de los actores que comparten escena con músicos y cantantes

Interesante mirada de América, de Kafka, según la dupla García Wehbi-Delgado

Viernes 3 de diciembre de 2010 | Publicado en edición impresa

El (a)parecido. Composición y dirección musical: Marcelo Delgado. Libreto y dirección escénica: Emilio García Wehbi. Intérpretes: Juan Francisco Ramírez (tenor), Cecilia Pastorino (mezzosoprano), Johanna Pizani (soprano), Julieta Vallina, Blas Arrese Igor, Román Lamas y Horacio Marassi. En el Centro de Experimentación del Teatro Colón. Hoy y mañana, a las 20.30; el domingo, a las 17.
Nuestra opinión: muy bueno

El último capítulo de América , la novela inconclusa de Franz Kafka, parece haber cobrado una súbita actualidad en la música argentina para la escena. En marzo, Marcos Franciosi estrenó en el Argentino de La Plata El gran teatro de Oklahoma sobre ese texto, y ahora se presenta en el Centro de Experimentación del Teatro Colón (CETC) El (a)parecido , la lectura que el compositor Marcelo Delgado y el dramaturgo Emilio García Wehbi hicieron sobre esas enigmáticas y alegóricas páginas de la obra de Kafka. Pero salvo por la actuación del tenor Juan Francisco Ramírez, algunos momentos de crispación sonora y el paisaje de pesadilla, el enfoque de las dos óperas es diferente.

A García Wehbi no le tiembla el pulso en los subrayados. Ya en principio, quien convoca a entrar en el Gran Teatro es la proyección de un afiche del Tío Sam y su dedo índice que interpela. Más que un teatro, se trata de un circo del capitalismo tardío y de la industria cultural que, con sus medios de reproducción mecánica y masiva (ahí está la alusión a Agape agape , el libro sobre la pianola de William Gaddis) tienden a hacer tabula rasa con la memoria. A lo largo de las cinco escenas y el epílogo de El (a)parecido , el gran teatro es el infierno de la pérdida del "aura", para decirlo con palabras del filósofo Walter Benjamin, mencionado explícitamente en el largo monólogo de Julieta Vallina, especie de programa, por momentos exageradamente evidente, de la filosofía de la ópera.
Formidable

Delgado opta por un ensamble reducido, pero es formidable el partido que le saca al quinteto de flautas chelo, violín, piano y percusión, más otros efectos que incluyen una simple botella de vidrio soplada por el pico y un acordeón tocado por el propio compositor. Es una música que se hace con restos, que trata de acordarse de sí misma y que, en términos dramáticos, articula verdaderamente cada pliegue de la acción y logra una equivalencia verosímil de la babel histórica y teórica del texto. La "Canción de amor para que un muerto querido vuelva y no vuelva" de la tercera parte es emblemática: Delgado alcanza allí un momento de agudo lirismo, pero es un lirismo muy deliberado, y por lo tanto ligeramente paródico. Se lucieron en ese pasaje tanto Ramírez, que tocó además el trombón, como la mezzosoprano Cecilia Pastorino y la soprano Johanna Pizani.

El título de la obra refuerza el doble matiz de recuerdo y olvido: lo parecido, la copia, y lo aparecido, lo que vuelve de la muerte. En el final, en un ejercicio colectivo de anamnesis, los actores, cantantes, músicos y varios invitados cuentan, con la sala progresivamente a oscuras y la música del ensamble reducida a un hilo de sonido, recuerdos de su infancia.

Pablo Gianera

Fuente: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1330207

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