martes, 14 de diciembre de 2010

Celeste Cid: actriz del año


13.12.2010 | Esta temporada encarriló su vida: se limpió de drogas, engordó un poquito, volvió a la tele y vio cómo la gente dejó de hablar de su belleza y empezó a elogiar su trabajo

Esto es una charla de chicas en un motorhome estacionado en el barrio de Saavedra con un plato de carne al horno con batatas sobre la mesa. Una charla de chicas en la que el manual dicta hablar de hombres, y entonces se hablará de hombres. Pero también de padres ausentes, del yo puedo todo sola, de asomarse al agujero negro y saltar, de fumar paco, de no fumar porro, del sueño químico, de escritores malditos que también saltaron, del exceso de psicoanálisis, de estar gorda para que no te digan que sos linda, de la maternidad a pesar del agujero, de los libros luminosos de Italo Calvino, de quedarse sola, de reventar. Eso, de seguir y seguir hasta reventar como un sapo porque es la única manera de salir del lodo. Y respirar otra vez. Y ser Celeste Cid otra vez. Y ahora decir:

-¿Querés un poco? Es un plato bastante suculento. No te molesta que coma mientras hablamos, ¿no?

Esta es una charla de chicas sin comida light de por medio ni sueños de ser princesas.

A principios de octubre de 2009, celeste salía del Instituto Fleni después de algunos días de internación. La acompañaba Fito Páez. Los medios, además de debatir si la presencia del músico era la esperada confirmación del romance, lanzaban el rumor de que todo había sido a causa de una sobredosis. No fue sólo un rumor. Un año después, la crisis pasó de la vida real a la ficción. Llamémosle catarsis, método Stanislavski, actuación terapéutica o casualidad cósmica, el personaje que Celeste tiene que interpretar en Para vestir santos -la serie escrita por Javier Daulte que bien podría ser de lo mejor que se vio en 2010 y por la que ahora estamos en Saavedra- se siente al borde del abismo, siempre. Hasta que algo o alguien la salva: sus hermanas -interpretadas por Griselda Siciliani y Gabriela Toscano-, sus intentos de pareja (a veces hombres, casi siempre mujeres y hermosas) o la terapia. Y la tragedia se convierte en farsa.

"Me gusta ese costado cómico de Male, porque es algo que como actriz nunca había trabajado; pero también tiene algo muy oscuro: tuvo un abuso de niña, un pasado que la atormenta, no tiene una línea definida en su vida, va y viene, es bipolar."

¿Solés armar paralelismos entre ella y vos?

No sé, prefiero ponerme a pensar cómo sería el personaje en secreto, qué libros leería. Estoy en mi casa y pienso cosas para ella, casi todo lo que usa es ropa que yo compro y me traje la colección de Robin Hood para su biblioteca. Mi mirada ahora está teñida con la mirada del personaje, y supongo que inconscientemente eso está resonando en algún lado.

Es un personaje en crisis constante, de identidad sexual, de personalidad.

Vive en crisis.

¿No es agotador?

Si estás vivo, con todas las letras, vivís en crisis.

¿Lo decís por vos?

Sí, soy una persona bastante... Me tengo que concentrar mucho, me sirve mucho tener horarios; si está todo demasiado libre, me desbordo. Tengo mucho de eso de Malena, la comprendo perfectamente. El trabajo me funciona, me funciona llevar a mi hijo al colegio y que tenga sus horarios; él necesita orden y yo también.

¿Y cómo fue que se desbordó todo? ¿Qué te llevó a quebrar el año pasado?

Cosas que supe siempre, que me habían pasado a nivel familiar, muy profundo, y que yo había adormecido. Como trabajo desde muy chiquita, siempre tuve la inercia de seguir, seguir y de no querer abrir los ojos. Hasta que cuando lo hacés, ves todo y entrás en crisis. Y lo interesante es eso, verlo, dar un rulo y cerrarlo para que no te siga condicionando. Fue catártico.

Pero llegaste hasta un punto extremo.

A veces hay que llegar a ese lugar para sacarte de encima cosas que lastiman y duelen. Y no me asusta, porque es un lugar renovador. Yo sabía lo que me pasaba.

¿Consumiste paco, como se dijo?

Y... algo de eso hay [silencio]. Hace poco leí una frase que dice: "Si mirás mucho tiempo al abismo, el abismo te devuelve la mirada".

Creo que lo dijo Nietzsche, pero también lo pudo haber dicho cualquiera de los escritores malditos, ¿no?

Uh, sí, más de uno de ellos se asomó y dijo: "Ups, ¡esto no es la literatura!" [carcajada]. Yo vi el abismo y dije: "Uuuh, chau". Pero el problema es que, como no me asusto, no tengo conciencia de que es peligroso; me falla el instinto de autoconservación, como si tuviera un exceso de confianza, de que está todo bien, de que no pasa nada.

¿Y seguís pensando así?

Sí, no quedé muy herida con eso. Vi algo más, qué sé yo.

¿Ahora estás limpia total?

Sí, total.

¿Ni siquiera decís "qué linda noche para fumarse un porrito"?

Nunca me gustó el porro, me pone mal, me pega al revés de todo el mundo, en vez de dormirme o darme risa, ¡me da paranoia!

Además de Para vestir santos, el orden catártico también vino con la filmación y el estreno de Eva y Lola, la película de Sabrina Farji en la que Celeste interpreta a la hija de un desaparecido que se hace amiga de la hija de un apropiador (Emme). Y, otra vez, casualidad cósmica o quién sabe qué, tanto en la serie de Canal 13 como en el film, su personaje tiene visiones y conversaciones con sus padres muertos. Los padres y las madres, siempre los padres y las madres.

"Siempre", confirma Celeste. "Creo que, al final, lo que hago se convierte en pequeñas excusas que me llevan a remover cosas mías. Son cosas que conozco por experiencia propia o de amigos. El día que hicimos las escenas del abuso y en las que yo empezaba a ver a mi madre muerta y a tener diálogos con ella, toqué ciertas fibras mías. Pero eso es lo interesante."

¿Llevás y traés? ¿Terminás la escena y corrés a putear a tu madre o a decirle "te quiero"?

[Risas] Nooo, ¡ahí sí estaría loca! Por suerte todo lo que me pasa con estos personajes le doy forma ahí. Si no, sería como los niños: el monstruo te queda en el imaginario y es tan grande como vos querés. Para mí, el trabajo tiene mucho de eso: las dudas e incertidumbres que tengo las dejo ahí.

¿El hecho de que hayas estado con Fito durante tu crisis no habrá sido la búsqueda de una figura paternal, o estoy haciendo psicología barata?

¿Será que las parejas de hoy en día no te protegen, y entonces uno ya piensa que si alguien lo protege es porque es como un padre? [Se ríe.] En serio, creo que en las parejas de nuestra generación no está la capacidad de cuidado del otro, entonces cuando alguien lo hace se empieza por decir que es paternal. ¿Por qué uno no puede crecer y ser de la misma manera con uno de tu edad? ¿Qué importa que te lleves diez años?

¿Estaremos demasiado psicoanalizadas?

Mucho. Ayer un amigo me contaba una anécdota de Freud en la que un hombre sueña con siete lobos que lo miran desde la ventana y Freud interpreta que todo eso significa un complejo con el padre y algo de la castración [N. de la R: se trata del caso "El hombre de los lobos"]. Y con mi amigo decíamos: "¿Por qué no pueden ser simplemente lobos y todo tiene que remitir a la familia?". Será que es un lugar que queda ahí, como de anclaje, y siempre hay que volver para poder resolver las cosas. Pero también hay que salir de ahí.

¿Y ahora estás sola?

Sí. (N. de la E: en el momento de la entrevista, aún no había comenzado su romance con Gonzalo Aloras, ex guitarrista de Fito Páez)

¿Y la llevás bien?

Me gusta estar sola. Soy muy solitaria en general, puedo estar con alguien y estar sola. Y eso puede ser tremendo para el otro, pero lo disfruto mucho. El año pasado, no; estaba en un momento en el que estar sola me daba miedo, era fantasmagórico todo, no podía estar en la cama mirando una película que tenía que salir; era una sensación muy angustiante. Y los demás no te pueden acompañar mucho, soy de las que dicen "si yo armé un problema, lo resuelvo yo".

Autosuficiente.

Sí, insoportable.

"Señores, no estoy embarazada, estoy gorda." Esta podría ser una de las grandes frases de 2010. No puso en jaque relaciones diplomáticas, no alteró el orden mundial, no inspiró amenazas ni profecías de Lilita Carrió ni provocó la incontinencia twittera de Aníbal Fernández. Es cierto. Pero hizo tambalear el sistema del capital chismoso y las revistas del corazón. Lo que no es poco. Sí, Celeste dijo la palabra prohibida: "Gorda".
¡Lo dije yo!

¿Estás militando contra la tirania de la flacura?

Dieta, como verás, no estoy haciendo [muestra el plato casi pelado]. Yo no tengo un mambo con eso. Es más, siempre padecí bastante que se hablara de que era linda y nunca de mis trabajos. Tal vez porque mis trabajos no interesaban, qué sé yo, recién ahora voy por la calle y me dicen: "¡Qué buena actriz sos!"; antes me decían: "¡Qué linda que sos!". Así que me voy a mantener gorda, sin ningún tipo de pudor.

Alessandra Rampolla, que ahora parece anoréxica,decía que ella empezó a engordar para que le dejaran de decir que era linda...

Es que es una manera de activar la segunda mirada, para que empiecen a ver entre líneas. A mí no me gusta la belleza convencional de revista, me conmueve ver a una señora con sus años, sus arrugas, y no a una mina re estirada.

Con la cara igual a miles de otras caras.

Sí, que debe ser la cara de la madre del cirujano plástico que quiere verla por todos lados [risas]. ¡Ese sí que es un lugar de pertenencia! Igual te digo todo esto, pero también lo padecí, porque engordé veinte kilos por la medicación que tomo para dormir. Soy una persona que no puede dormir, no tengo sueño nunca, mi sueño es químico. Y también engordé por la ansiedad: hubo días en los que me daban atracones y me comía ocho alfajores, uno atrás del otro (no eran tres alfajores, eran ocho); desesperada, con la cara llena de chocolate, un asco. Fue un momento heavy, sin conciencia de lo que hacía.

¿Y con André [el hijo que tiene con Emmanuel Horvilleur] cómo lo manejabas?

Es que mi vida cotidiana nunca se modificó, nadie se daba cuenta de que yo no estaba bien. Muy poca gente.

¿Tuviste una doble vida?

No, tampoco es que estaba hecha mierda o que me volví loca. Soy una persona que más o menos sabe hacia dónde quiere ir, y André siempre fue un chico muy cuidado; su papá es un muy buen papá, y para mí es un lugar adonde volver. Nunca me podría ir de mambo completamente, porque mi hijo vive conmigo y mi casa siempre fue ordenada, nunca faltó al jardín, nunca faltó a un cumpleaños, tiene la vida normal de un niño, y yo soy muy respetuosa de eso, porque sé cómo repercute.

¿Qué cosas de él te conmueven?

Sabe todo de fútbol, todas las formaciones, todos los jugadores, un demente, y te hace una radiografía de jugadores que nunca escuchaste en tu vida. Se levanta para ir al colegio a las siete y media de la mañana, prende la tele y si está jugando el Chelsea, me ruega: "Por favor, por favor, quiero terminar de ver este partido". Y cuando con el papá le preguntamos si le gustaría ser músico o actuar, como nosotros, él dice que no, que quiere ser futbolista. La tiene clara. Igual en casa leemos, dibujamos, hacemos collages, tocamos el piano. ah, y ahora se hace algunos peinados raros, muy divertidos.

¿Eso lo heredará del padre?

No, el padre creo que es más tranquilo. André se hace una colita adelante y otra atrás, y le digo: "Ay, hijo, te van a cargar en el colegio"; y él me dice: "Que me carguen, mamá, a mí me gusta". Y dice que ahora en el jardín hay varios que se peinan así, marcó tendencia [carcajada].

¿Te resulta difícil ser madre separada?

Cuando vuelvo a mi casa a veces me pasa de sentir la falta, la necesidad de compartir con otro. Por suerte, con Emmanuel somos muy cercanos, hablamos todos los días, tenemos una relación muy transparente, de decir "estás bien, estás mal, toco en tal lado". Compartimos nuestras cosas.

Pero no está.

No, y ahí es que se complica y me dan ganas de tener un compañero.

Pero que no sea músico... ¿por qué siempre músicos?

Porque ellos me eligen a mí también. Será que prefiero ir a ver un grupo que ir al teatro. Yo también tengo mi piano y toco.

Y ahora en Para vestir santos cantan.

Uf, sí, cantamos, nos metemos un rato en el estudio y nos hacemos las cantantes, es un delirio, los temas son todos kitsch... ¿Vos decís que se vienen el disco y las giras?

En su casa, además del piano y una cocina llena de cositas -desde vinilos hasta Pequeños Ponys, pasando por el guión de La muerte lenta de Luciana B, la película de Aristarain que está a la espera de productores-, hay libros. Libros por todos lados, dice ella. Libros que saca de la gran biblioteca del living y que empieza a esparcir o a acumular en la mesa de luz. Si cierra los ojos y hace un ejercicio de memoria, en la pila puede visualizar Las ciudades invisibles, de Italo Calvino ("es como un faro que te ilumina"), las obras de teatro de Daulte, Esculpir en el tiempo, de Andréi Tarkovski ("lo releo cada tanto, me encanta") y Pizarnik. Nunca falta Pizarnik. "Fue con la primera con la que dije: «Esto es lo que quiero leer». Es como un túnel del que no se sale más. O en realidad ya estabas en ese túnel, pero al leerla te enteraste."

Estaría bueno tener un final más feliz que el de ella.
Sí, el final tiene que ser feliz.

¿A pesar de la melancolía?

La melancolía es la parte contemplativa de uno, es donde dejás de ser un engranaje más del tránsito organizado, de la maquinaria, y frenás y empezás a ver las cosas como son. A mí me gusta la melancolía, no la depresión.

¡Saudade! Eso, saudade.

Es mi motor para escribir.

¿Y qué estás escribiendo?

Una novela sobre una pareja. Está escrita a modo de guión y personifico cuestiones o cosas abstractas. El destino, el tiempo, tienen un cuerpo. Y la quiero publicar, ya tuve reuniones con dos editoriales.

¿Es de amor?

¿Qué no es de amor en la vida? Hasta las guerras. Es lo único que me importa en el mundo, y es todo. La persona que hizo esta mesita, ¿no puso amor? Bueno, cortó un árbol pero. ¡por amor!

La que se hace pasar por vos en Twitter está atentando contra tu talento de escritora, ojo.

[Risas] Ay, todo eso me genera cierta despersonalización asistida. Nunca había entrado a ver qué hacía. Me enteré por otros que hablaba de política y que agredía. Al final tuve que hacer un video diciendo que yo no tenía ni Twitter ni Facebook ni nada. Es raro que alguien se tome el tiempo de hacerlo.

Sabía que te íbamos a hacer esta nota de Rolling,lo twitteó.

¿En serio? Para mí que es alguien de Pol-ka o del 13... Uh, cuando lean esto me van a llamar y me van a decir: "Mirá, la gente de acá no es así". Una vez puso: "Me estoy yendo a grabar los off del programa". ¿Cómo lo sabe? Hay veces que le pega y veces que no.

¿Ahora qué debería twittear?

Que pusimos una casa de tortas, porque a Male le recomendaron laborterapia y se pasó una noche entera haciendo tortas.

Estar con otras actrices todo el día y hacer una serie en que tres mujeres no paran de hablar, de llorar, de putear, ¿no te quema la cabeza?

No, está buenísimo. Además nosotras, más allá de los personajes, nos la pasamos hablando de cosas de chicas.

Qué difícil es escaparle al estereotipo.

Imposible. Y si sentís que no sos de manual porque todo el tiempo tratás de rebelarte contra eso, da vuelta la página y vas a ver ¡que tu caso está ahí!
Bonus track

¿A ver el tatuaje? Celeste se descubre el omóplato y muestra su nuevo tatuaje: un colibrí libando una flor.

Es una imagen muy optimista.

Yo soy muy optimista, ése es el problema.

¿Por qué te lo hiciste?

De arrebatada. Tenía ganas y me lo hice. Duele, eh.

Podrías inventarle un significado, decir que es tu renacer...
El significado es que es una flor y un colibrí... ¡Basta de Freud!

Por Fernanda Nicolini

Fuente: http://www.rollingstone.com.ar/1333270

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Las tablas le hicieron fuerza a la motosierra

  Balance de teatro 2024 En un año con fuerte retracción del consumo y un ataque inusitado al campo de la cultura, la caída de la actividad ...