martes, 28 de diciembre de 2010

Un pintor que retrata su época

Escena de El dolor, sobre texto de Marguerite Duras, una de las piezas que traerá al país.

Entrevista al artista francés en Buenos Aires

El director de teatro y cine Patrice Chéreau presentará dos unipersonales en el próximo Festival Internacional porteño

Martes 28 de diciembre de 2010 | Publicado en edición impresa

A mediados de los 80 una película, El hombre herido , presentaba a Patrice Chéreau en Buenos Aires. Largas colas en el cine Lorca, de la calle Corrientes, llamaban la atención. Era un público que pretendía descubrir, en una historia de amor y perversión entre dos hombres, el arte de un director que escudriñaba en lugares muy oscuros de la conducta humana y lograba un hecho poético conmovedor.

Chéreau ya era reconocido en Europa por su labor como director de cine y teatro y también como ré gisseur. Intimo amigo del dramaturgo Bernard-Marie Koltès, no tuvo reparos en divulgar y defender su producción en tiempos en que tuvo a su cargo el Théâtre des Amandiers-Nanterre. Dirigió sus textos y hasta actuó en alguno de ellos, como En la soledad de los campos de algodón , en el rol del dealer .

El cine es el medio por el que es más conocido entre nosotros. Por sólo citar algunas de las producciones que se han visto aquí: La reina Margot , Gabrielle, Los que me quieren tomarán el tren, Intimidad .

Por estos días, Chéreau estuvo de visita en Buenos Aires. Un viaje de descanso, puro paseo, explica él. Pero también aprovechó para cerrar una serie de presentaciones que realizará en el marco del Festival Internacional de Buenos Aires (FIBA) en septiembre próximo. Traerá dos espectáculos, ambos unipersonales. El primero, una particular versión de El dolor, de Marguerite Duras, interpretada por Dominique Blanc, y luego él mismo subirá al escenario, probablemente en el Teatro San Martín, para mostrar una experiencia singular que realiza hace cinco años. Se trata de El gran inquisidor , quinto capítulo de Los hermanos Karamazov, de Fedor Dostoievski. La particularidad de esta experiencia -y él hace hincapié en esto- es que en escena no asume un personaje propiamente dicho, sino que relata, texto en mano, los acontecimientos de la narración. "Lo que más me interesa -explica- es la reacción de los espectadores cuando termina la función. El asombro y la conmoción que experimentan es sorprendente."

Para quienes conocen su obra no puede resultar extraño que se interese por ambos materiales literarios. Exponen temas que aparecen en casi toda su producción: la soledad, el desamor, la angustia, el dolor, el despojamiento de ciertas tradiciones. Podría decirse que Chéreau pinta muy bien la época en la que vive. Y esto lo lleva en la sangre. Su padre fue pintor y su madre, dibujante. El mismo se inició en el arte dibujando y luego encontró en el teatro, en el cine y en la ópera los espacios esenciales para desarrollar su trabajo.

En este caluroso verano porteño, Patrice Chéreau se muestra cansado y dice no tener proyectos inmediatos, algo que le produce mucho placer. "Leo libros, los diarios -ambos materiales están sobre la mesa del café en el que se desarrolla la entrevista y, mientras esto dice, apoya su mano sobre ellos y los observa-: busco historias." ¿Por qué el cansancio? Acaba de organizar, como invitado especial, una muestra en el Louvre, de París, denominada Los rostros y los cuerpos . Su armado le demandó casi un año y allí buscó "hacer dialogar el arte museístico con el teatro, el cine, la literatura, la música, la danza, la fotografía. Fue un trabajo inmenso. Me ofrecieron el espacio, pero había que darle forma, hasta hubo que construir una sala teatral con sus respectivas butacas". Allí se mostró como creador y, fundamentalmente, como pensador. Hasta tuvo que escribir un libro.

Algo que más rescata de la experiencia fueron ciertas sesiones de discusión que compartió con figuras del cine de diversos países. Entre otros. ¿Cuáles fueron algunos de los temas que más lo movilizaron? "La imagen y la forma de narrar. Cómo ubicar la cámara para encontrar una mayor verdad en este tiempo."

Uno supone que también debió revisar su historia profesional. Pero, en verdad, esto no le interesa tanto. No quiere hablar de eso. "Lo que está hecho, está hecho", dice con mucha tranquilidad. Y lo afirma un hombre que inició su carrera en una época que él mismo considera provocadora, los años 70. Cuando los gobiernos privilegiaban la cultura y el arte obtenía fuertes subvenciones. La Europa en la que hoy vive es todo lo contrario. "El gobierno italiano acaba de bajar el presupuesto de cultura un 30 por ciento, porque afirma que la cultura no da de comer", comenta con cierto fastidio. Lo dice, además, con dolor, con el mismo dolor con el que relata ciertos acontecimientos xenofóbicos que están repitiéndose en diversos países de su continente. "El nazismo en Alemania fue terrible -afirma-, pero mucha gente que habla mal de aquel régimen parece que tiene ganas de volver a él." Vale una aclaración, Chéreau no usa la palabra xenofobia, prefiere hablar "del temor al otro, del temor al extranjero" y considera que es algo que va a aumentar y a repetirse en todo el mundo.

Por ahora, el director no piensa en el cine. Su último proyecto, Persecuc ión (2009), "no les interesó al público y tampoco a la crítica", lo dice con una sonrisa. Pero en el teatro ha descubierto a un autor que mucho lo conmueve, el noruego Jon Fosse. Siente por él una admiración especial. Dentro de su muestra en el Louvre dirigió Sueño de otoño y uno de los proyectos que más lo moviliza para 2011 es representarlo en Londres, con su dirección y con actores ingleses.

El año próximo Patrice Chéreau estará dando cuenta de su teatralidad en Buenos Aires. A un texto emblemático de la posguerra como El dolor de Duras (un muy inquietante diario de vida), sumará a través de El gran inquisidor , de Dostoievski, las graves acusaciones que un creyente (el inquisidor) le hará a Jesús cuando le reprocha que condena a la humanidad a la miseria y a la desesperación con la excusa de la libertad. Todo un reto. Algo habitual en el inquieto mundo creativo de Chéreau.
La fascinación por el teatro

Ligado al teatro desde muy joven y a referentes emblemáticos de la escena francesa como, por ejemplo, Robert Planchon, Patrice Chéreau cuenta hoy que le interesa mucho el mundo de los actores, aunque se reserva para él sólo unos pocos espacios para la interpretación. Explica que no le gusta estar frente a una cámara cinematográfica. El teatro parece ser un ámbito donde se siente más cómodo. Como director le gusta descubrir el interior de una narración y la musicalidad del texto. Lo que más le preocupa es poder trasmitir la idea del autor. Por otro lado, los personajes lo fascinan. Cuenta que le gusta observar a la gente en los mínimos detalles de su conducta. "Puedo pasar horas mirando a la gente", dice. ¿Entonces encuentra en los individuos a sus personajes? "No -aclara- quiero que el actor llegue a una individualidad que merezca ser elevada."

Carlos Pacheco

Fuente:http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1336850

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Las tablas le hicieron fuerza a la motosierra

  Balance de teatro 2024 En un año con fuerte retracción del consumo y un ataque inusitado al campo de la cultura, la caída de la actividad ...