Una década de arte
El Camarín de las Musas realiza 800 funciones por año en las cuatro salas que posee el complejo
Martes 02 de agosto de 2011 | Publicado en edición impresa
El lobo, de Pablo Rotemberg. Foto Archivo
Hay un lugar donde los actores se preparan antes de salir a escena: el camarín. Y hay otro sitio al que los dramaturgos recurren en busca de su inspiración: las musas. Emilio y Cristina Gutiérrez, hermanos, y Daniel Genoud, su primo, comprendieron que ambos van de la mano y crearon este espacio cultural, destacado del circuito independiente, que cumple una década de vida, en la frontera entre los barrios de Almagro, Abasto y Palermo. No sólo su permanencia y su oferta de obras -se realizan más de 800 funciones por año y 20 por fin de semana-, sino la calidad y los nombres destacados del teatro se dan cita aquí.
Cuando ardían gomas sobre la avenida Córdoba, en pleno 2001, y nadie quería animarse a comenzar un negocio, Emilio Gutiérrez, productor de espectáculos de vanguardia, y Genoud, ingeniero, encontraron este espacio sobre la calle Mario Bravo al 900, donde funcionaba una escuela de arte y oficinas en los pisos superiores. Las clases de actuación con Norman Briski fueron "un golpe en la nuca" para Genoud. "Así supe que me quería dedicar al teatro."
Pensaron en llamar a este reducto La Resistencia: "Nos rebelábamos contra la «pizza con champagne», contra el consumismo, la tontería. La guionista Irene Itzcovich nos ayudó a encontrar el nombre", dice Gutiérrez. "No queríamos poner un teatro solamente; teníamos en la cabeza otra idea. Siempre estuvo el concepto de espacio", agrega Genoud. En el presente funcionan en El Camarín de las Musas, abierto de lunes a lunes, cuatro salas (en una de ellas funciona un cine), una galería de arte, un bar y restaurante a cargo de Ana Paula Rojas, que además es actriz.
Daniel Veronese, Tato Pavlosky, Julio Chávez, Alejandro Tantanian, Alejandro Catalán, Luciano Suardi, Federico León, Pablo Rotemberg, Mariana Garrote, Agustina Muñoz, Mónica Viñao, y la lista sigue. Todos ellos llevaron sus ideas, sus elencos, sus textos, sus sueños a estas salas. "Aquí los actores se dieron cuenta de que podían hacer todo «chiquito». Esto me lo decía Mirtha Busnelli, que no necesitaba gritar y que la gente la sentía respirar."
"Cierro los ojos y escucho diez años de gente aplaudiendo", confiesa Gutiérrez. Obviamente, no quiere hacer su lista de artistas u obras preferidas, pero admite que quizá nunca haya habido aplausos tan fuertes como los de La caja , con Luis Machín y Alejandro Catalán, aquel delirio sobre dos hombres que vivían en una caja de cartón. El lobo , de Pablo Rotemberg, también se llevaba sus ovaciones, recuerdan los dueños de este espacio cultural. " Un hombre que se ahoga , de Veronese, a las 4 de la tarde, con iluminación natural, fue también un éxito, como Mujeres que soñaron caballos , duraron mucho en cartel. Y claro, La de Vicente López , de Julio Chávez, estuvo tres años y creo que esta obra fue la que más funciones hizo."
Gutiérrez y Genoud explican que no tienen una agenda rígida, aunque sí muchos proyectos. "Si tenemos fechas fijas es contraproducente. No queremos ponerles límite a las obras, que dure lo que tiene que durar. Esto no es teatro comercial", explican.
La época posterior a la tragedia de Cromagnon fue muy dura para ésta y las demás salas independientes, ya que comenzaron a exigirse requisitos muy complejos para permitir la habilitación de las salas. "Fue muy importante lo que hizo la Asociación Argentina de Teatro Independiente [Artei] porque no teníamos ninguna legislación que nos amparara." Hoy buscan un mayor apoyo oficial: "Proteatro y el Instituto Nacional del Teatro [INT] tienen un criterio ilógico. Apoyan a salas que hacen el 10% de lo que hacemos nosotros y cada vez es menor el aporte, a pesar de la inflación. Premian a las salas con gran infraestructura, y no quiero eso, quiero una sala con propuestas", dice Gutiérrez.
Pero luego explican que rechazan esa idea de lo que ellos llaman "teatro sufriente" y destacan la alegría del arte. "¿Por qué tanto sacrificio -inquiere Gutiérrez- si uno está haciendo lo que a uno le gusta. El Camarín de las Musas es lo mejor que hemos hecho en nuestras vidas: crear un lugar para que la gente traiga sus sueños."
Laura Ventura
Fuente: http://www.lanacion.com.ar/1394168-un-espacio-de-la-independencia
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