Tristan e Isolde

Beer y Zakhozhaev, impecables. Foto: Gtza. Teatro Argentino

Martes 23 de agosto de 2011 | Publicado en edición impresa

Ópera

Un monumental debut wagneriano en el Teatro Argentino de La Plata

Por Cecilia Scalisi | LA NACION

Compositor: Richard Wagner / Dirección musical: Alejo Perez / Puesta en escena: Marcelo Lombardero / Escenografía: Diego Siliano / Vestuario: Luciana Gutman / Iluminación: Horacio Efron / Coro y Orquesta del Teatro Argentino de La Plata / Dirección del coro: Miguel Martinez / Elenco: Leonid Zakhozhaev (Tristán), Katja Beer (Isolde), Adriana Mastrangelo (Brangäne), Hernán Iturralde (Marke), Douglas Hahn (Kurwenal) / Sala: Teatro Argentino de La Plata / Próximas funciones: pasado mañana, a las 19; el sabado y el domingo, a las 17.

Nuestra opinión: excelente .

En su primera producción wagneriana en lengua original, el Teatro Argentino sobresalió con un debut imponente que merece una elogiosa crítica. Empezando por la orquesta, que tuvo el coraje de asumir un desafío de concentración poco frecuente. Alejo Pérez reafirmó su preparación y capacidad transmitiendo energía e inspiración para una ejecución de esta envergadura. Con el correr de las funciones, el Preludio (fragmento implacable) cobrará seguramente la consistencia que le faltó en el estreno y se ajustarán algunas deficiencias (en los metales y notas largas de las cuerdas), que no desmerecen la monumental tarea realizada.

El rendimiento de todos los personajes sumó a una excelente producción. Todos con buenas voces: Estévez (Melot), Monastra (pastor), Spina (marinero) y Thibaud (timonel). El brasileño Douglas Hahn (Kurwenal) se lució con un virtuoso desempeño. La soprano uruguaya Adriana Mastrángelo dio una excelente Brangäne. Sonó joven para el personaje, que demanda una voz más oscura, pero con profundidad y volumen eficientes.

Su magnífico momento fue "Einsam wachend", realzado con un precioso cuadro escénico.

Iturralde compuso un estupendo Marke. En "Tatest du's?" se destacó por la nobleza del timbre y convincente identificación con el papel. Al igual que en Brangäne, el rol está escrito para una voz más solemne (bajo), pero como barítono no dejó expectativas por satisfacer. Dotó a Marke de una humanidad más sensible.

La alemana Katja Beer (Isolde) interpretó uno de los roles más exigidos para una hochdramatischer Sopran (soprano dramática con mayores exigencias de volumen, resistencia y color), con voz potente, sustanciosa e inmejorable figura. Un vibrato excesivo y timbre por momentos árido eclipsaron una performance que fue in crescendo.

Descollante el ruso Leonid Zakhozhaev (Tristan), que contó con el espesor vocal e intensidad dramática para traspasar a la orquesta y dar vida a uno de los más arduos personajes para un Heldentenor (tenor heroico). Las descomunales dificultades del tercer acto fueron sobrepasadas sin esfuerzo aparente.

El vestuario fue acorde con la estética general. La iluminación fue escenográfica, aunque hubo imprecisiones en la marcación del canto (en su entrada, Tristan quedó en la oscuridad). Deslumbrantes la puesta de Lombardero y escenografía de Siliano. Las proyecciones, jugando con distintas profundidades, fueron de lo más logrado de la producción. La variedad de elementos visuales le imprimió ritmo a esta obra eminentemente estática, con escasos hechos exteriores (acción) y tensión psicológica en lo musical.

El uso de una plataforma que despega del mundo y de las convenciones a Tristan e Isolde generó un buen efecto, aunque el ruidoso mecanismo interrumpió el clima de ingravidez. Hubo cuadros grandiosos en consonancia con la música, como la "Trankszene" (escena del brebaje), "O sink hernieder." (el suntuoso dúo de amor) y "Mild und leise." (la muerte de Isolde).

En esa última escena de inmaterial belleza se creó una metáfora sublime de la eternidad; probablemente, una de las imágenes de la muerte de amor más bellas y poéticas que se hayan visto.

Fuente: http://www.lanacion.com.ar/1399819-tristan-e-isolde