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Espectáculos / 06.08.2011 | El ballet estable del Teatro Argentino llevará la puesta de El lago de los cisnes a la ciudad de Rosario
Sólo (¿sólo?) un mes de ensayo porque es una reposición (si se tratara de una nueva puesta serían 2 o más). El cuerpo de baile estable del Teatro Argentino se preparó durante ese período de tiempo (con ensayos de martes a sábados de 12 a 17) para encarar la gira que este fin de semana tiene como destino Rosario, exactamente el teatro El Círculo de esa ciudad santafesina.
El lago de los cisnes es la pieza que se exhibirá fuera de la ciudad, y que cuenta con coreografía de Mario Galizzi (basada en los originales de Marius Petipa y Lev Ivanov), repuesta por Sabrina Streiff, quien estuvo al frente de los últimos ensayos antes de viajar, para terminar de pulir algunos detalles.
Con los bolsos y pertenencias de los bailarines depositados al costado del cuadrado de madera que simula el escenario, la sala de ballet estaba -durante el último día de ensayo- ocupada por las primeras figuras que “necesitan”, según precisó Julieta Paul, más pasadas. Cuatro parejas mixtas repasan distintos fragmentos de la obra, y algunos integrantes que están por fuera del cuadro no dejan de moverse y “estirar”.
Los jeté, pliés, deboulés, fouettés y batman ocupan prácticamente toda la escena y, cuando baja el volumen o se corta la pista, se oyen fuerte las respiraciones de los bailarines, que rinden la máximo, como si estuvieran en plena función. No hace falta permanecer durante largo rato para percibir concentración en la tarea y atención a las indicaciones de la coreógrafa, que pone el cuerpo a la situación. Sabrina Streiff es detallista, ordenada y muy clara al momento de transmitir eso que quiere transmitir. Se incorpora (cuando los bailarines repasan está sentada frente a ellos) y les muestra ella misma como hacer determinado paso o, en determinada situación les pide que repitan y corrige luego.
–Ella pica así, bien cortito. Así es, ahí va- comenta la coreógrafa mientras observa a Stefanía Vallone (que interpretará a Odile, papel que también hará la bailarina Julieta Paul) y a Bautista Parada (el Príncipe Sigfrido de esta puesta).
Los tutús ceden su espacio (momentáneamente) a las mallas, y el repaso masculino toma protagonismo. De inmediato, una de las primeras bailarinas hace su última pasada: “Stefanía, no desarticules tu plié” y la cosa continúa…
–¿Quién quiere hacer otra pasada? Hoy tengo tiempo. Al que quiera lo puedo torturar un poquito más.
Salir de casa
La preparación fue similar a la que hubiesen tenido si la pieza era presentada en el Teatro Argentino, hubo que hacer algunos ajustes con respecto al espacio, pues en escenario del teatro El Círculo es de menor dimensión con respecto al del primer coliseo bonaerense.
“Se complica con la diferencia de tamaño, el escenario de acá tiene 16 metros de boca y el de allá cerca de 12 y es en declive”, revela Julieta Paul, que además dio precisiones acerca de algunos “pequeños cambios” que tuvieron que realizar para estas dos fechas fuera de La Plata: “acomodamos todas las figuras porque la cantidad de gente en escena es la misma, pero el espacio es menor”.
Otra de las cuestiones a tener en cuenta es que la música que compuso Piotr Illich Tchaikovsky (quien, antes de hacer esta obra nunca había escrito música para ballet, pero aceptó el desafío porque estaba con problemas económicos) no será interpretada por una orquesta, como habitualmente lo hace el cuerpo estable del Argentino, sino que los bailarines danzarán con pista. Si bien esto no implica un obstáculo para ellos, significa una alteración de la rutina: “estamos acostumbrados a la orquesta y al director, que te siguen, y allá no va a pasar eso, tenemos que estar atentos a la pista”, reconoció Paul.
“¿Qué otros detalles hay que tener en cuenta?” Que si bien los intérpretes, la coreografía, el vestuario y la escenografía son los mismos, salir del teatro es “otra historia”, porque los maestros de ensayo no van y la delegación es menor, entonces los bailarines que pueden arreglárselas solos (o sea vestirse, maquillarse y peinarse sin ayuda) deberán hacerlo para colaborar con el equipo de asistentes que será reducido.
“No estás en tu casa y eso conlleva actuar de diferente manera, igual es una satisfacción y considero que las giras son necesarias. Te acostumbrás, es bueno salir, y son pocos los teatros oficiales que hay. Nosotros llevamos todo el ballet, va completo, se lleva todo y eso implica una movida bárbara”, contó la bailarina.
El viaje fue el miércoles, porque los bailarines necesitaban llegar antes para reconocer y familiarizarse con el espacio, y fundamentalmente descansar luego de un trayecto largo, que las piernas no agradecen… Pero previo a eso, se organizó todo como de costumbre: el ensayo fue haciéndose “por partes”, el equipo se fragmentó y practicó, para ir uniéndose de a poco hasta llegar al ensayo pre general (con luces y escenografía) y terminar con el ensayo general que es como una función.
El profesionalismo y la dedicación permanecen intactos a la hora de presentar este clásico del ballet, sin importar donde sea, si en casa o fuera de ella. Porque lo verdaderamente importante no es el dónde ni el cuándo, sino el cómo.
Mágica
Está de más decir que las obras clásicas son clásicas porque tienen la capacidad de mantenerse a lo largo del tiempo, vigencia le dicen.
Y el ballet El lago de los cisnes es la pieza más aclamada del género a lo largo de todas las épocas. Y su poder se ve reflejado en que, hasta el día de la fecha, continúan las producciones que se inspiran en este ballet para realizar nuevas creaciones. Uno de los ejemplos más recientes es la película El cisne negro (Black Swan), del director Darren Aronofsky y protagonizada por Natalie Portman.
Delicadeza y movimientos suaves, pero al mismo tiempo mucha expresión por parte de los intérpretes del cuerpo estable del Teatro Argentino, que ya han demostrado sus habilidades en años anteriores (cuando la pieza subió a escena en La Plata) y ahora debieron trasladar todo eso al Teatro rosarino.
La historia arranca en el jardín del palacio, con el festejo de cumpleaños del príncipe Sigfrido, quien recibe el regalo de su madre (un arco de caza) que en realidad “oculta” un mensaje. Casi de inmediato entran en escena los protagonistas: los cisnes, y este es uno de los casos en los cuales la cantidad no quita la calidad, pues la coordinación del cuerpo de baile es perfecta.
La aparición del mago von Rothbart y la transformación de la Princesa Odette en un blanco Cisne llevan, poco después, al intervalo.
La obra es larga, sí. Tres horas de duración pueden llegar a asustar a algún que otro espectador, pero lo que llegará tras el parate será lo mejor: La fiesta en el palacio y nuevamente el lago del bosque como escenario. Lo que podríamos decir “el nudo” y “el desenlace” de esta historia, tan fantástica como real, cuando es llevada a escena por un equipo de trabajo altamente capacitado.
Una aproximación a la obra desde la obra
Acto I
Cuadro primero
El joven príncipe Sigfrido celebra su cumpleaños con una fiesta que tiene lugar en los jardines del palacio. Nobles acuden para ofrecerle regalos y rendirle homenaje. La Reina madre entrega al Príncipe un hermoso arco de caza, recordándole al mismo tiempo que ya se encuentra en edad de desposarse. Para esto ha invitado a cinco bellas princesas que le serán presentadas al día siguiente en el baile que se ha dispuesto en su honor. Entre ellas el joven deberá elegir esposa.
Sigfrido acepta esta noticia con bastante desagrado, ya que por el momento se encuentra mucho más feliz en su vida libre y despreocupada. Al retirarse la Reina, el preceptor de Sigfrido invita a los nobles para que distraigan al Príncipe. El joven recobra su ánimo y se une a las danzas.
El mismo preceptor, inspirado por la bebida, trata de evocar recuerdos de juventud, pero ya no está en condiciones de bailar. Al caer la noche, cuando los invitados se disponen a retirarse, una bandada de cisnes sobrevuela los jardines. El Príncipe, fascinado por esta inesperada aparición, toma su arco y junto a sus compañeros, se interna en la espesura del bosque siguiendo su rastro.
Cuadro segundo
Persiguiendo a los cisnes, el Príncipe ha llegado a orillas de un lago, donde se levanta el castillo del mago von Rothbart, cuyo poder transforma a la Princesa Odette en un blanco Cisne. Es ella la princesa encantada, que ante la presencia de Sigfrido experimenta una extraña inquietud. Presiente la amenaza que se cierne sobre su maleficio.
Sigfrido intenta atacar al mago, pero Odette se interpone, implorándole que desista de su propósito, ya que su desaparición implicaría también la de los demás cisnes. Fascinado por Odette, el Príncipe jura amarla eternamente. La princesa comprende entonces que ha llegado el hombre que podrá liberarla del fatal hechizo. Los cisnes desaparecen al amanecer.
Acto II
Cuadro tercero
En el gran salón del castillo todo está dispuesto para iniciar el baile. Anunciadas por los heraldos aparecen las cinco princesas. El Príncipe baila con cada una de ellas, pero sus pensamientos están tan lejos de la realidad. La Reina, preocupada por la indiferencia del Príncipe, invita a las princesas a bailar para él, pero un heraldo anuncia una inesperada visita: es el mago von Rothbart, quien, bajo el aspecto de un noble caballero, presenta a su hija Odile, haciéndola aparecer como si fuera Odette. Odile viene acompañada de un séquito que baila para la Corte.
El engaño es ahora total y el Príncipe está convencido de que se trata efectivamente de la princesa Odette. Radiante de felicidad la presenta a la Reina como la esposa elegida. Von Rothbart exige ahora al Príncipe un juramento de fidelidad. Sigfrido lo pronuncia con firmeza y en ese momento el mago hace aparecer la visión de Odette y el Príncipe desesperado se da cuenta del engaño.
El Príncipe no puede dar crédito a sus ojos. El mago se da a conocer. Von Rothbart, demostrando aún la fuerza de su poder, hace desaparecer el castillo y se presentan nuevamente los cisnes atribulados por el juramento de Sigfrido.
Cuadro cuarto
Los cisnes presienten un inminente peligro para Odette. La desdichada joven sabe que todo se ha perdido y que no recuperará ni su amor ni su forma humana. Enfurecido, aparece Von Rothbart y desata una gran tempestad.
Con poder, obliga al Príncipe a hundirse en la profundidad de las aguas. Cree entonces haber triunfado definitivamente, pero Odette -en un acto de fidelidad- se arroja también a las aguas. Esta suprema actitud quiebra el hechizo fatal, y con ello el maléfico poder del mago. A través de las ondas del lago aparecen ahora Odette y Sigfrido, reunidos finalmente en la muerte. Juntos ascienden hacia la eterna felicidad.
Fuente: http://www.elargentino.com/nota-152005-Preparados-para-todo.html
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