En nuestra ciudad funciona una escuela de titiriteros, donde personas con o sin experiencia previa aprenden los detalles de este arte por todos conocido pero no por muchos explorado. Las clases son tres veces por semana y el curso dura dos años´.
En sus raíces, el espectáculo de títeres está muy emparentado con la infancia de todos, desde el momento en que un chico “hace hablar” a sus juguetes, les da vida, los mueve, y les atribuye sentimientos y deseos.
Claro que el teatro de títeres como disciplina artística necesita de muchos elementos que lo caracterizan y distinguen de otras artes. A grandes rasgos, es preciso saber actuar, animar un objeto, interpretar uno o más personajes, tener destreza con las manos, adaptar una historia.
“El títere es, entre otras cosas, un oficio y, como tal, se aprende al lado de un maestro, y también construyendo uno mismo”, reflexiona en diálogo con Hoy Daniel Melluso, director de El Teatrino, sala de títeres de nuestra ciudad (calle 11 entre 61 y 62).
Desde esa concepción, en su teatro se fundó el año pasado la Escuela Taller de Titiriteros, cuyas clases están dictadas por artistas que, como Daniel, tienen décadas de trayectoria en el tema.
Con clases tres veces por semana y una duración de dos años en total, en la escuela está muy presente la idea de que se aprende “haciendo”, y por eso se pone especial énfasis en la parte de “taller”, que se dicta en dos de las tres clases semanales.
Allí, los alumnos aprenden actuación, manipulación y animación de objetos, estructura del drama y sus elementos, puesta en escena, materiales y armado de muñecos, y más. A su vez, estos conceptos se trabajan en cada una de las técnicas de títeres: de dedo, de guante, de gran tamaño, con hilos, con sombras, entre otros.
Como complemento, la tercera clase está destinada a distintos seminarios, que se van renovando. En este momento, por ejemplo, se dicta uno de trabajo corporal y vocal, mientras que para el próximo semestre ya preparan uno de dramaturgia, y el próximo año se abrirá otro de marionetas.
¿Y qué se puede contar con títeres? “Todo”, dice, terminante, Daniel, y explica que “las posibilidades de exploración son infinitas, mucho más que las que brinda el teatro convencional”. Según explicó, los títeres para chicos se distinguen de los de adultos más que nada por las temáticas que tratan, aunque siempre lo hacen desde el grotesco, estilo que los caracteriza.
A la Escuela Taller de Titiriteros puede ir cualquiera, aunque no tenga conocimientos o experiencias previas en el tema. “Ahora mismo, en el grupo hay algunas personas que vienen de la plástica, pero también hay quienes se dedican a algo totalmente desvinculado a los títeres.
Tampoco hay, en principio, límites de edad para cursar los talleres, aunque Daniel explicó que “para la gente de cierta edad se torna complicado cursar tres veces por semana durante tres horas cada día”, a lo cual piensan buscarle alguna solución a partir del próximo año.
De entre las miles de maneras que existen para contar algo, los títeres aparecen con una magia extra, dada por la cuota de nostalgia que despiertan, y la entrada a un mundo de fantasía en el que los muñecos no son sólo para chicos, y donde es posible hacer reír, pensar, recordar y comprender la realidad desde otro lugar.
El dato
Eventos titiriteros
En Buenos Aires acaba de terminar la VII edición del Festival de Títeres para Adultos que organiza la compañía El Babastel. Además, el 18 de julio arranca el Festival Internacional de Invierno Títeres de Vacaciones, del que participarán la nuestra y otras ocho ciudades bonaerenses.
Fuente: Hoy
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