sábado, 31 de julio de 2010

Una genuina realización barroca

CLEOPATRA-EVA EN LA BRILLANTE PERSONIFICACIÓN DE LA SOPRANO PAULA ALMERARES, UNO DE LOS GRANDES MOMENTOS DE ESTA AUDAZ PRODUCCIÓN PLATENSE: TRASLADA LA ÓPERA DE HAENDEL DE EGIPTO A LA ARGENTINA DE LOS AÑOS ‘50.

31/07/10 / Crítica “Julio César en Egipto”. La ópera de G. F. Haendel subió en La Plata en una admirable producción escénica.

PorFederico Monjeau

De acuerdo con la información suministrada por la dirección del Teatro, la puesta de Julio César en Egipto de Georg Friedrich Haendel en el Argentino de La Plata llena una laguna un tanto inexplicable: es la primera vez en sus 120 años de historia que este Teatro produce una ópera barroca.

Pero en este caso no se trata de una reconstrucción histórica; la apuesta del régisseur argentino Gustavo Tambascio es más audaz y, sin duda, más genuinamente barroca: no se busca reestablecer un verosímil (con todo lo verosímiles que puedan ser las cosas en el mundo de la ópera), sino activar el sistema de afectos y pasiones del barroco. Para concretar ese objetivo la representación puede trasladarse de un marco supuestamente egipcio a la Buenos Aires de los años 50, con Cleopatra convertida en Eva Perón.

Pero lo más notable de esta puesta es que ese pasaje no tiene un efecto cómico sino estremecedor: toda la escena del segundo acto con Cleopatra-Eva cantando como si estuviese en un balcón, inmóvil, sostenida de ambos lados, es uno de los momentos musical y dramáticamente más intensos que se hayan presenciado en mucho tiempo en un teatro, lo que sin duda tiene que ver también con la actuación de Paula Almerares, buena de punta a punta de la ópera, pero particularmente extraordinaria en esa escena.

Es la diferencia que media entre las ocurrencias oportunas y la captación de algo profundo, que está “ahí”, disponible; y esas transposiciones no se perciben como ocurrencias porque de algún modo están preparadas desde la obertura y durante todo el primer acto, con la superposición de distintos planos visuales-temporales y con la envolvente escenografía general (de Daniel Bianco): una amplia y mortuoria bóveda de mármol negro. Pero la puesta es convincente no sólo en sus potentes conexiones a distancia sino en sus mínimos detalles, en lo cual colabora eficazmente el imaginativo y ambiguo vestuario de Jesús Ruiz y la coreografía de Yolanda Granado.

Paula Almerares no es la única figura notable del elenco. Adriana Mastrángelo tiene una actuación descollante como Sexto, tanto en la parte vocal como en su presencia escénica, y el contratenor italiano Flavio Oliver brilla como el perverso perfecto en el rol de Ptolomeo. El tenor Sebastián Sorarrain destaca como Aquilas. El rol de Julio César fue confiado a otra “repatriada” (como el régisseur Tambascio y el director Facundo Agudín, que han desarrollado su carrera en el exterior): la mezzo Nilda Palacios, que compensa una voz chica con gran estilo. A la mezzo Cecilia Díaz se la oyó algo destemplada en el rol de Cornelia, por momentos tan oscuro.

Es evidente que la orquesta no está muy adaptada a esta gimnasia del barroco. Facundo Agudín obtuvo un buen rendimiento de la cuerda, pero los vientos -en particular los metales- no siempre acompañaron. El Coro cumplió correctamente.

Fuente: http://www.clarin.com/espectaculos/musica/genuina-realizacion-barroca_0_308369338.html

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