Doscientos años de historia viva

11 de agosto 2011

Documentos de gran valor histórico.

Texto y entrevista: Nicolás Poggi.

Fotos: Elías Yañez.

“Ordenar bibliotecas es ejercer de un modo silencioso el arte de la crítica”, dice Jorge Luis Borges. Estamos en los pasillos del Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires y sólo bastan unos pasos entre sus anaqueles para que surja la tentación. Pero lo que tenemos aquí es, en su gran mayoría, historia y no arte. Documentos, testimonios y registros que han cumplido la titánica tarea de mantener viva la tumultuosa historia argentina. “El Archivo tiene tres funciones básicas: incorporar documentación, conservarla de la mejor manera y permitir su consulta”, explica su director, Claudio Panella. Entre sus joyas, la institución cuenta con títulos firmados por San Martín y Belgrano y hasta con el juicio que se les siguió a los asesinos del caudillo riojano Facundo Quiroga.

Panella recibe a LA DATA en su despacho. Es una cálida mañana en La Plata, y la ciudad está como agazapada a la espera de las urgencias del mediodía. En el Archivo, ubicado en el segundo piso del Pasaje Dardo Rocha, hay silencio. Algunos investigadores repasan manuscritos en la sala de lectura. “Nuestros registros sirven para el mejor conocimiento de la historia provincial y también de los distintos municipios”, señala su director, titular de la cátedra de Historia Argentina Contemporánea de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP. La documentación tiene como fechas límite el último tercio del siglo XVIII y la primera mitad del siglo XX. O sea, más de doscientos años.

Creado en 1925 por decreto del gobernador José Luis Cantilo a instancias de Ricardo Levene, ex decano de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, que fue su primer director y a quien se le debe su nombre, el Archivo Histórico nació con la finalidad de ser “un repositorio de documentación histórica provincial y nacional y un centro difusor de la historia de los pueblos y partidos de la Provincia”.

- ¿Hay algún patrón en común que vengan a requerir los investigadores o público en general al Archivo?

- Desde hace décadas tenemos dos perfiles de investigadores: por un lado, uno formado, universitario; y, por otro, el de los historiadores locales, que no tienen un perfil académico pero que sí conocen muchísimo de sus respectivos pueblos. Generalmente es gente que tiene otra formación y que se dedica a hacer historia local. Los primeros son los que, por supuesto, desmenuzan mucho más la documentación, sobre todo los que abordan temáticas de tiempos coloniales o principios del siglo XIX; y los otros son los que, generalmente, estudian sobre origen y desarrollo de pueblos y ciudades. Esos son nuestros perfiles más allá de los estudiantes secundarios o terciarios que vienen a buscar documentación.

- ¿Cuáles son las joyas históricas que tiene el Archivo?

- Aquí tenemos, por ejemplo, el juicio que se les siguió a los asesinos de Facundo Quiroga. Son ocho cuadernillos donde está compilada toda la documentación judicial. Ese es un documento importante. Después tenemos también documentos con la firma de patriotas, como San Martín y Belgrano. Son documentos administrativos de la época, pero que adquieren valor a partir de quien los firma. También tenemos documentación con firmas del Virrey Cisneros, y de otros gobernantes que le siguieron como Rivadavia, Dorrego, Rosas, Sarmiento Es documentación no privada sino producida en el ejercicio de las funciones de estos personajes. También tenemos documentos como el “Auto Libre de Internación”, firmado por Carlos IV, que fue en 1778 cuando se permitió el libre comercio entre varios puertos de lo que era el imperio español en América, en el marco de una política comercial monopólica, porque nosotros podíamos comerciar solamente con España. Antes de ese decreto había restricciones para comerciar entre distintas ciudades, por ejemplo entre Buenos Aires y Lima, o entre Lima y Santiago. Este auto de libre internación permite que varias ciudades importantes de estos territorios de América puedan comerciar entre sí y con España. También hay firmas de Dardo Rocha, cuando era gobernador. Y, en tiempos de Rosas, tenemos la hoja oficial membretada que llevaba el sello “Vivan los federales, mueran los salvajes unitarios”. Hay documentación atractiva para aquel que no es un especialista.

- ¿Cómo se incorpora el Archivo a la era de la digitalización?

- Los documentos digitalizados son los menos, porque es un trabajo lento. Y, además hay que buscar colecciones o temáticas que permitan en lo que alcanza un CD colocar documentos y que sirva al investigador. No es digitalizar por digitalizar. Lo ideal sería digitalizar todo. Pero nos llevaría varios años, y es un proyecto que por ahora está fuera de nuestro alcance. Pero la compatibilidad de las nuevas tecnologías con el patrimonio documental que conserva el archivo se da a través o bien de la digitalización o bien de los testimonios orales. Esto nos permite conservar documentación en un espacio reducido, porque tampoco el espacio físico nos permite incorporar mucha más documentación.

- ¿Cómo se accede a los testimonios orales?

- Se conservan grabados en CD’s. Tenemos programas como el de los ex combatientes de Malvinas del CECIM La Plata, Madres de Plaza de Mayo, funcionarios y ex gobernadores. Hay muy poco desgrabado. Porque también es un proceso lento. En el caso de los combatientes de Malvinas, se plasmaron las primeras diez entrevistas en un libro. Tenemos veintitantas más que seguramente saldrán en un futuro en otras publicaciones.

- De todos modos, para un investigador quizás sea más adecuado escuchar el audio, porque es más auténtico que leer un documento desgrabado…

- Sí, aunque también depende del tipo de investigación. Hay algunos investigadores que se conforman con el libro impreso, y otros que requieren el audio porque buscan el estado de ánimo del testimoniante, y necesitan escucharlo. Eso queda a criterio del investigador.

- Como profesor de Historia, ¿qué significa desde el punto de vista personal ser director de un instituto como éste?

- Es un halago, un reconocimiento. Si bien hace nueve años y medio que soy director, hace 23 que trabajo aquí en planta permanente. Quienes me designaron entendieron que podía contribuir al mejoramiento de la institución, por lo cual, insisto, es una gran satisfacción estar al frente.

- ¿Utiliza material para su tarea docente?

- Sí. Inclusive, parte de ello para mi tesis doctoral, que la hice sobre la política económica de Rosas, concretamente sobre la Ley de Aduanas de 1836, y saqué parte de la documentación de aquí. Así que, en ese sentido, me sirvió. Hay varios colegas que han consultado aquí documentación para sus respectivas tesis, lo cual, en última instancia, hace que el Archivo cumpla su función: incorporar documentación, conservarla de la mejor manera y permitir su consulta. Acá no hay ninguna documentación reservada, todo está al alcance del público. La única restricción es el estado del documento. Es más, con cámara digital se pueden sacar fotos sin ningún inconveniente. Lo que no permitimos es el fotocopiado, porque se deteriora.

- El Archivo también tiene una línea de trabajo estrictamente archivística.

- Sí, esa línea contempla un taller de conservación preventiva, con personal especializado que brinda cursos de capacitación archivística, y comprende también el asesoramiento de los archivos municipales y ministeriales que así lo requieran: cómo se guarda un documento, qué condiciones tiene que tener, cómo debe tratárselo, etc. De hecho, nosotros fomentamos, en la medida de nuestras posibilidades, que los municipios tengan sus propios archivos históricos. En realidad, la función primaria de los archivos municipales es tener documentación que se produce en los respectivos municipios. Nosotros no tenemos por qué tener aquí documentación que es de ellos. No tiene sentido. Y lo que sí alentamos es que conserven esa documentación porque hace a su historia. Si los propios municipios no conservan la documentación que producen, quién la va a conservar.

- Además, para que el Archivo esté en el propio municipio y no centralizado en La Plata…

- Lógico. No es intención nuestra tener documentación producida por los municipios. Tenemos documentación referida a municipios pero producida por la Provincia. De los 135 municipios, sólo una tercera parte tiene archivo histórico municipal, en algunos casos junto con el museo histórico. Estamos trabajando para avanzar en ese sentido. Nosotros deseamos que todos tengan su propio archivo.

El material

Dependiente de la Dirección Provincial de Patrimonio del Instituto Cultural de la Provincia, el material del “Ricardo Levene” está compuesto, sobre todo, por documentación producida por los poderes públicos de la Provincia. Según explica Claudio Panella, “pueden encontrarse registros de lo que era la Dirección General de Escuelas, entre 1818 y 1950; el Ministerio de Obras Públicas, desde 1880 a 1910; la Sala de Representantes de la Provincia, entre 1821 y 1852, que fue un antecedentes de lo que hoy sería el Poder Legislativo provincial; de ambas cámaras legislativas entre 1854 y 1882; el Ministerio de Gobierno, entre 1864 y 1910, y también documentación producida por lo que era la Real Audiencia, que en tiempos coloniales era el organismo encargado de administrar justicia. O sea, desde tiempos coloniales hasta bien entrado el Siglo XX”.

El “Juicio de la Trenza”

Una de las joyas históricas de tiempos coloniales que descansa en el Archivo es el llamado “Juicio de la Trenza”, llevado a cabo contra un hombre que le cortó la trenza a su mujer porque sospechaba que le era infiel. “En aquellos tiempos, y hablo de 1792, cortarle el pelo a una mujer era una deshonra –expone Panella-. Contar con estos documentos también nos permite indagar acerca de las costumbres y las formas de vida de estos años”.

Las incorporaciones

En los últimos años, el Archivo Histórico de la Provincia incorporó otro tipo de documentación como colecciones particulares. “Uno de los ejemplos es la del arquitecto Jorge Lima, que fue uno de los diseñadores de la República de los Niños; la de Santiago Senén González, que es un periodista que nos ha dado documentación sobre la historia del gremio de prensa, y el archivo personal de Adelina Dematti de Alaye, una madre de Plaza de Mayo, que fue declarado ‘Memoria del Mundo’ por la Unesco”, enumera Panella. “El Archivo también tiene publicaciones -agrega el director-, dentro del esquema elaborado por Levene y seguido por los sucesivos directores, entre los que menciono a Enrique Barba, Joaquín Pérez y Fernando Barba, entre otros. Publicamos libros sobre historia de la provincia de Buenos Aires”.

Gracias al avance tecnológico, “Ricardo Levene” sumó también la edición en soporte digital, en CD y DVD, de las publicaciones agotadas del archivo. “La idea es rescatar para los investigadores aquello que es muy difícil conseguir en bibliotecas, como colecciones de periódicos del siglo XIX”, cuenta Panella.

La Gaceta Mercantil en el Archivo Histórico

“Hemos comenzado la colección del primer volumen, que abarca tres años, de La Gaceta Mercantil, que fue tal vez el principal periódico de la primera mitad del XIX”, se enorgullece Panella, que enseguida pasa a reseñar: “Empezó a editarse en 1823 y terminó de editarse cuando cayó Rosas. En un principio, era un periódico estrictamente mercantil, y luego adquiere un carácter político de adhesión a Rosas. Salió durante casi 30 años, lo cual brinda un panorama de la época, sobre todo porque la mayoría de los periódicos de la época salían y dejaban de salir en poco tiempo: duraban un año, dos o tres. Ninguno, o muy pocos, tuvieron esta continuidad, por eso es una fuente indispensable para el conocimiento de la primera mitad del siglo XIX”. Conjuntamente con la Biblioteca de la Legislatura y el Instituto Bibliográfico Antonio Zinny, el Archivo Histórico digitalizó estos ejemplares. Para visitar.

Fuente: http://www.ladatainfo.com/nota.asp?id=241&s=5&ss=5