Dos funciones más de la obra de danza de Diana Theocharidis
A las 21 en el TACEC
28.10.2011 | Dos funciones más de la obra de danza de Diana Theocharidis
Son pocos los espacios donde le está permitido a una persona discurrir pero fundamentalmente son pocos los que se lo permiten más allá de sus propios sueños. En ese sentido la coreógrafa Diana Theocharidis en su obra de danza contemporánea Cifra pone en el público un voto de confianza y asumiendo que toda obra es cifrada no busca exponer sus motivos sino permitir que cada quien encuentre su sentido. Para esto construyó un espacio lo suficientemente limpio y bien iluminado donde todos los universos sean pausibles de ser proyectados incluso los propios.
Cifra surge como resultante de la colaboración entre Diana Theocharidis y el intérprete finlandés Anssi Karttunen quienes se cruzaron por primera vez en el 2003 con motivo de la realización de una puesta para el Centro de Experimentación del Teatro Colón y a partir de lo cual siguieron en contacto. Al reflexionar sobre esta relación, Diana afirma que “si me preguntás de qué manera trabajamos al provenir de mundos tan distintos te respondería que se trabaja a la distancia. Anssin vive en París, trabaja mucho en Francia y yo tengo la suerte de tener mucho trabajo allá. Entonces cuando voy aprovechamos para juntarnos y conversar, pero lo más increíble es que a pesar de que no nos vemos muy seguido la cosa funciona. Hay un entendimiento con él y con los bailarines también. Como en la obra, donde a pesar que cada uno de los bailarines son universos distintos que se tocan y coexisten en un mismo espacio de forma abstracta”.
Por el lado del violoncellista a pesar de poseer una reconocida carrera internacional como solista y músico de cámara, Anssi se siente especialmente comprometido con este proyecto lo cual según la coreógrafa tiene que ver con que lo más interesante de la propuesta es que “siente un contacto muy intenso con los bailarines en el escenario. Literalmente están al lado de él mientras interpreta piezas muy frágiles. Si un bailarín salta o respira eso se percibe se escucha, para mí él es uno de los universos dentro del espacio en coexistencia con los bailarines. La obra habla de eso, de la multiplicidad y la unidad. Somos todos seres humanos pero nos está dado que cada uno tiene que construir el universo propio para poder estar”.
Esta obra de danza contemporánea es una especie de continuación de Trascripciones (2003) donde la dupla comenzó a desarrollar la idea de la multiplicidad de mundos contenidos en una escena, en ese caso inmersa en agua que funcionaba como el lugar elemental, capaz de abarcar en forma discontinua y siempre incompleta. Según Diana “la obra hablaba un poco de los universos paralelos que nunca se cruzan. Cada intérprete tenía un mundo de memorias y habitaban planos diferentes. Esos planos diferentes, las músicas y los personajes, convivían en una misma escenografía de Emilio Basaldúa que era un medio acuático. Cuando comencé a pensar Cifra partí de un planteo musical muy particular, le pedimos a 30 compositores diferentes de distintos lados del mundo que compusieran piezas basadas en la primera obra que se escribió para violoncello que se conserva de Giuseppe Colombi en el siglo XVI.
Luego elegimos algunas de esas variaciones, asociaciones libre o sueños en torno a esa primera pieza. Y en el espectáculo Anssi tocás todas esas piezas en continuidad como un continuum tímbrico cuando en realidad es una pluralidad de universos. Es como un río que se mueve a lo largo de toda la obra. Por otro lado, el escenario está cubierto de niebla en la que se empiezan a distinguir las siluetas de los ocho bailarines. No se trata tanto de personajes compuestos por cada bailarín, sino que por su manera de estar en el espacio cada uno arma un universo en sí. Y si bien hay cierto contacto entre ellos, es bastante abstracto como si dos personas que hablan lenguajes distintos se cruzan y ahí se provoca la relación”.
Diana aclara que en “la idea no era construir una dramaturgia sino un espacio poético y relaciones a partir de la coexistencia. En esta obra nadie se relaciona desde el sentido, los encuentros entre los personajes tiene un carácter más azaroso o más imprevisible. Nos interesaba hacer algo más proyectivo donde cada uno que vea la obra pueda proyectar sobre esa relación, lo que quiera, que no sea unívoco como si uno estuviera trabajando desde lo teatral”.
Para lo cual tomaron la desición de borrar todo tipo de información del espacio para construir uno nuevo sin límites ni barreras. El de Cifra es un universo sin orden aparente o en todo caso gobernado por el desorden. Y más que caminar hacia un sentido el espectador no le queda otra que discurrir en este espacio blanco que oculta su propia lógica. La coreógrafa afirma que “el título surgió desde un principio cuando aún no se sabía cuál iba a ser el resultado. Me gustó porque es una palabra que ha caminado mucho, en su origen la palabra significa cero (vocablo árabe ‘zifr’) un espacio sin fronteras, un comienzo pero luego transitó otros significados distintos que también me interesan lo cifrado, lo oculto, lo que tiene que ver con el escritura del sueño. Toda obra está cifrada”. Y de alguna manera Diana confía en que aún desconociendo las reglas que rigen su universo el espacio poético que construyó es suficientemente amplio para que suceda el encuentro.
Fuente: http://www.elargentino.com/nota-164434-La-musica-es-un-rio-que-se-mueve-en-la-obra.html
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