REFLEXIONES DE LA AUTORA, TRAS LA CHARLA EN EL AUDITORIO CON LUIS CANO
Considerando que no es novedad la tarea del dramaturgo como director, y que hay poco material concreto que diga qué hace durante los ensayos la Comisión de Cultura organizó una serie de entrevistas que invitan a pensar y reflexionar sobre este doble rol. Ya pasaron por el ciclo Laura Fernández, Alejandro Tantanián , Diego Brienza y Mauricio Kartun.
En la última entrega, hace dos semanas, y como se indicara en el número anterior de nuestro boletín, charló en el auditorio y con Luis Cano la dramaturga y directora Beatriz Catani, quien habló de sus procesos de escritura y dirección. A pedido de “Ida y Vuelta”, Catani reflexionó acerca de su conversación con Cano, que aquí compartimos:
“Ser como hombres condenados al suplicio del fuego, que hacen señas sobre sus hogueras. - Antonin Artaud-
Conversar con Luis.
Algunas preguntas sobre texto dramático y escénico. Ideas para arrimar a una charla. Interesante inicio.
Además, para mí que, como dije, trabajo en La Plata, -con mi gente, en mi espacio-, ir a encuentros como este es (como ir a) una fiesta.
Y precisamente la fiesta sucede cuando aparece el público. Y si algo apareció en este encuentro es el público: Primero el que estaba allí, y que sin duda modificó nuestra charla; segundo el que apareció en las reflexiones hasta quedar en mi cabeza como una incandescencia. ¿Esas llamas de las hogueras que hablaba Artaud?
Tal vez haya cierta ironía para mí en estas reflexiones. Siempre he pensado en mí como el público de mis obras. Y no es desdén ni provocación. Al contrario. Trabajo para mí, y para la gente que está conmigo de modo riguroso y exigente, hasta que aparece la forma que emociona, lo que estaba en la cabeza y el corazón, esa potencia de lo falso que crea lo verdadero.
Además, reconozco en el trabajo de los ensayos el tiempo ideal para mí, el de mayor goce. Los trabajos en soledad o con mis grupos, como un modo de vida Y acá recuerdo a Thomas Bernhard: La distracción de la existencia, (porque claro son esos nuestros modos de entretenernos)
Es necio sin embargo no ver que abierta la obra, acontece en, con y, hasta, desde el público. E, incluso, después de algunas comprobaciones, podría decir que una obra no solo se constituye en el público, sino que, además, si es ese público es numéricamente mayor, funcionara mejor la obra.
A pesar de todo esto, la idea de saber del público, de pensar el público de antemano, de seducirlo de alguna manera, me lleva a pensar en una idea de (obra)-mercancía y en la lógica omnipresente de mercado. Me voy de allí.
¿Qué hacer entonces?
Ahora pienso que quiero interrogar al público, ser yo el público de mi público.
Hasta acá he puesto a cruzarse públicos de dos obras diferentes. Y he puesto públicos a mirarse. Un público que mira a otro público.
Ahora pienso en interrogarlos. O en proponer al público que elija su público ¿Podría el público elegir su público? Y no una obra, sino al público de la obra que vería.
Podría ser interesante, o podría ser un delirio.
Tal vez sólo se trate de producir algunas llamaradas donde establecer encuentros, ¿somos hombres quemándose, (vuelvo a Artaud), y eso es lo que puede verse, sentirse, experimentarse, percibirse?
Lo que puedo decir que hago por el público es trabajar y lo que me gusta como público es ver al autor quemándose.
Cuando trabajo intentamos con mi gente lograr esas intensidades en los ensayos. No hay público, y pensarlo en ese momento se me ocurre ahora como una especulación. El público está cuando está. Y hace que el teatro exista claro.
A la fiesta.”
Fuente: http://www.argentores.org.ar/11_servicios_online/04_ida_y_vuelta/2011/293.htm#
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