OPINION
Por Adriana Puiggrós Dip. Nacional. Presidenta de la comisión de Educación de la HCDN.
Soñé toda mi vida que este, nuestro país, se podía cambiar para bien”, es la frase que encierra un vuelco copernicano de la pedagogía argentina. Fue el 25 de mayo de 2003, en su discurso ante la Asamblea Legislativa. Ocho años después, al cumplirse el primer aniversario de su muerte, el país ratifica en el acto democrático de la reelección de Cristina el programa que Néstor Kirchner desplegó en ese primer discurso, que ella continúa y va por más.
Aquella frase contiene un mensaje pedagógico que revirtió la dirección de la herencia cultural. Las generaciones crecidas desde la dictadura en adelante lo hicieron bajo el ocultamiento y tergiversación de la realidad y de la paralización pedagógica, porque cuando la negación rige la cultura política de la comunidad, la educación es imposible. Néstor Kirchner asumió en medio de las asambleas del “no se puede” y “que se vayan todos”, cuando los adultos transmitían un mensaje de final de la Nación, motivando toda clase de emigraciones juveniles: del país, de la política, de los estudios, de las responsabilidades ciudadanas.
En 2003 Néstor nos convocó: “vengo a proponerles un sueño: reconstruir nuestra identidad como pueblo y como Nación”, “vengo a proponerles un sueño que es la construcción de la verdad y la justicia”; “vengo a proponerles un sueño: quiero una Argentina unida, quiero una Argentina normal, quiero que seamos un país serio, pero, además, quiero un país justo”.
Néstor logró convocar la voluntad general detrás de su sueño, cuyos contenidos se realizaron: el Estado debe poner igualdad allí donde el mercado excluye y abandona; la pobreza se soluciona con políticas económicas; la desocupación es consecuencia del modelo económico; actuaremos con un concepto integral de la defensa nacional; la “seguridad” no debe leerse sólo en el Código Penal sino en los derechos que establecen los artículos 14 y 14bis de la Constitución Nacional; somos latinoamericanos. La juventud salió de un prolongado letargo porque el gobierno ejecutó lo que proponía y el mensaje pedagógico se apoyó en la Memoria, Verdad y Justicia, mediante políticas que cambiaron su situación y le abrieron el futuro.
En cuanto a la política educativa específica, Kirchner afirmó la inclusión como una herramienta formidable de construcción de la identidad nacional y, ya en ese primer discurso, señaló los tres problemas centrales del sistema: los resultados de una federalización anárquica, la crisis de la formación docente y la desigualdad social y regional, frente a las cuales el Estado nacional debe recuperar su rol en materia de planificación. Néstor Kirchner intervino personalmente en la orientación de la Ley de Educación Nacional (2006) que constituye hoy el marco de filosofía y política educativa al cual deben referirse planificaciones, programas y evaluaciones.
El kirchnerismo tuvo otro efecto político-cultural: la emergencia de un nuevo debate sobre el nacionalismo popular, la democracia y las tareas nacionales y populares en el marco de la cual la formación de cuadros políticos e intelectuales es indispensable para avanzar hacia el futuro que contiene el sueño pedagógico de Kirchner.
Fuente: http://tiempoarg.elargentino.com/notas/sueno-pedagogico-de-nestor
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