
Sábado 13 de noviembre de 2010 | Publicado en edición impresa
Verónica Pages
Enviada especial
SANTA FE.- No pudo ser mejor el comienzo -el miércoles- del Séptimo Festival Argentino de Teatro, que, ya se sabe, se caracteriza por tener una muy buena programación. Así lo han ido demostrando las distintas ediciones, hasta llegar a ésta, que con sólo un día en su andar ya refrendó todos los antecedentes encontrados y también los comentarios espontáneos que pudieron surgir luego de un buen par de lisos (algo así como media pinta de cerveza santafecina, claro, servida helada, en vasos muy finitos y sin ningún tipo de agarradera). Con entradas agotadas para las dos funciones de El tiempo todo entero , la bellísima obra de Romina Paula -que sobrevuela El zoo de cristal , de Tennessee Williams-, el festival comenzó con ovaciones, aplausos y corazones a puro galope. Es que no podía pasar otra cosa con ese finísimo y sensible entramado dramatúrgico en el que se meten Pilar Gamboa, Esteban Bigliardi, Esteban Lamothe y Susana Pampín, actores enormes que no dejan ver que actúan. Con ellos, es tan fácil meterse en esa ficción que pronto se deja se sentir que es eso: ficción. Placer de punto a punto, dan ganas de volver a entrar a la segunda función.
Pero no: había que seguir. A pocas cuadras de la sala de experimentación del Foro Cultural, está el bellísimo y centenario Teatro Municipal, que ofrecía otra delicadeza llegada también desde Buenos Aires, El bululú , de José María Vilches, en manos del talentosísimo Osqui Guzmán, quien, con la dirección de Mauricio Dayub -un hombre de la casa, ya que su formación como actor se inició por estas calles-, va cosiendo y entreverando sus propios comienzos en la actuación con la emblemática obra del actor español. Uno, hijo de inmigrantes bolivianos; el otro, amante de las letras llegadas desde el virtuoso Siglo de Oro español, nada parece acercarlos. Sin embargo, Guzmán (creador, junto con Leticia González De Lellis, de la versión) encuentra en los recovecos de los poemas de Cervantes, Lope de Vega o Quevedo rastros de sus propias raíces. El viaje teatrero que emprende Guzmán con los recuerdos de los textos de Vilches llevó a los santafecinos presentes a estados tan disímiles como la melancolía y la emoción hasta la risa más franca y abierta. Guzmán es un artista integral de una capacidad de verdad -además de la física, histriónica y musical- tan grande que es imposible dejar de mirarlo con la boca abierta cuando saca personajes, máscaras y situaciones de su pequeño cuerpo.
La mañana del jueves -y lo mismo sucedió ayer- volvía a sorprender a santafecinos y visitantes reincidentes: una brisa suave y fresca alejaba cualquier vestigio o recuerdo de los consabidos calores húmedos y apabullantes que caracterizan a esta ciudad. Así se hacía más fácil salir a recorrer el casco histórico, la confitería Las Delicias, el puente colgante sobre la laguna Setúbal. Gratas sorpresas para un debutante recién llegado a la ciudad. Todas buenas señales para encarar la segunda jornada del encuentro que anteanoche ofreció Cada una de las cosas iguales , de Alberto Ajaka (Buenos Aires, otra vez), una mirada críptica y muy particular sobre el poder, la política y los hacedores de la patria, con mucho de absurdo y mucho de ensoñación transpirada y pesadillesca. Más tarde, en el Centro Cultural Provincial subió a un enorme escenario (quizá demasiado para la génesis de la propuesta) Medieval , obra llegada de Córdoba -que, en realidad, tuvo su origen en Buenos Aires, de Gonzalo Marull, un buen habitué de festivales de todo el país. Allí se da rienda suelta a un divertido delirio entre princesas, caballeros y ogros en un hostal atendido por una desesperada doncella, interpretada deliciosamente por Florencia Bergallo.
Anoche, subían al escenario los rosarinos de Blut, una pareja de sangre , que dirige Miguel Bosco, y más tarde el Municipal recibía a un Shakespeare de la mano de Claudio Martínez Bel, con Sueño de una noche de verano . Todo es disfrute teatral en Santa Fe, quizá con algunos vaivenes, nada que no se pueda amenizar con otro liso. Mozo, por favor.
Fuente: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1324198
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