
16-09-2010 / Los estudiantes de hoy saldrán a la calle a recordar a los adolescentes desaparecidos
Los estudiantes secundarios platenses recordarán y reivindicarán hoy la militancia pagada con secuestro y asesinato por decenas (cientos) de pares, y con tortura y persecución por otros muchos que sobrevivieron. Levantarán otra vez las fotos de los desaparecidos. Gritarán “presente”, al nombrar a María Claudia Falcone, Francisco López Muntaner, Horacio Ungaro, Daniel Racero, Claudio de Acha y María Claudia Ciocchini. Y enarbolarán sus propias banderas. Las de hoy, emparentadas a las de ayer. Se sumarán al reclamo por el comedor universitario, se solidarizarán con los alumnos capitalinos que mantienen tomados sus colegios, expondrán las consignas por un país más justo. Y probarán que aquellas muertes no fueron, solamente, el precio de un boleto de colectivo para los secundarios.
La Noche de los Lápices fue el título de un libro y de una película. Y en honor a aquella jornada hoy se celebra el Día de los Derechos de los Estudiantes Secundarios. Pero la historia es más amplia. Y las muertes, parte de un plan represivo que buscaba terminar con la militancia política.
El 16 de septiembre de 1976, entre las 12.30 y las 5 de la mañana, los grupos de tareas de Ramón Camps secuestraron a los seis estudiantes que protagonizaron, junto a uno de los sobrevivientes, Pablo Díaz, la historia escrita y filmada. Todos ellos eran militantes de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES). Pero la lista es más amplia. Los secuestros comenzaron varios días antes, y siguieron durante varias semanas después.
La cronología da cuenta de lo ocurrido el 4 de septiembre, cuando fueron secuestrados Fernanda María Gutiérrez, del Liceo Víctor Mercante; Carlos Mercante, del Colegio del Pilar; Alejandro Desío, Abel Fuks, Graciela Torrado, del Bellas Artes; y Luis Cáceres, de la Técnica.
El 8 de septiembre le tocó a Gustavo Calotti (ver aparte). A Víctor Triviño, de "La Legión" (EEM Nº 2), el 10. Y el 17, las víctimas fueron Emilce Moler y Patricia Miranda, ambas de Bellas Artes. Pablo Díaz, de "La Legión", fue secuestrado el 21.
Son unos 340 los adolescentes desaparecidos en todo el país. La prueba más cruda de que ellos también fueron blanco del mismo plan.
El testimonio de uno de los sobrevivientes
Gustavo Calotti vivió un largo exilio en Francia, desde donde decidió volver hace un año. Es uno de los sobrevivientes de la denominada Noche de los Lápices porque formó parte de la camada de estudiantes secundarios secuestrados en septiembre de 1976, cuando cursaba los últimos meses en el Colegio Nacional de la UNLP. A 34 años reivindica su militancia y la de aquellos adolescentes jugados con la idea de resistir a la dictadura. Y desmitifica el valor simbólico de aquella jornada.
–¿Qué significa para usted La Noche de los Lápices?
–La Noche de los Lápices fue una historia, no que se inventó, pero que tiene pocas cosas que ver con la realidad. Cuando en el ‘76 se da la represión; incluso antes, no existe una Noche de los Lápices, no es que en una noche detienen a estudiantes secundarios. Los comienzan a detener desde el momento del Golpe de Estado y los siguen deteniendo hasta casi finalizada la dictadura. En el Colegio Nacional de La Plata, por ejemplo, hay 90 alumnos, ex alumnos y docentes desaparecidos, o sea que antes de que me detengan a mí, en septiembre de 1976, detuvieron a muchísimos compañeros que no volvieron a aparecer y después que me detuvieron a mí siguieron deteniendo gente. Lo que pasa es que se hizo una especie de mito en el sentido de que en el ‘83, ‘84, cuando llega la época democrática con (Raúl) Alfonsín, era importante que la sociedad tomara conciencia de la dimensión de la represión, y se creó con (María) Seoane (co–autora del libro La Noche de de los Lápices) una estrecha relación con la detención de los alumnos en septiembre del '76 y la lucha por el medio boleto escolar del '75. Hay un año de distancia y en un año, en esa época vertiginosa, pasaron diez mil cosas. O sea que no hay relación causa – efecto. A mí y creo que a ninguno de nuestros compañeros nos preguntaron, mientras nos torturaban, por qué habíamos luchado por el medio boleto escolar. A nosotros nos detienen porque éramos militantes políticos. Nos detienen no por una lucha, sino porque éramos luchadores populares. Teníamos un compromiso político para con nuestras organizaciones, con nuestro pueblo.
–¿Cómo era la militancia en aquella época?
–Las tareas eran en el Centro de Estudiantes y, evidentemente, teníamos un grado de politización un poco más alto del que existe actualmente. Se refleja en que la mayoría que éramos delegados teníamos una militancia en algún partido político más o menos clandestino o revolucionario –que no viene al caso–, y nuestra tarea se basaba en las reivindicaciones cotidianas como podían ser el medio boleto escolar, entre otras cosas. Por ejemplo, recuerdo cuando en las escuelas industriales deciden desacreditar el valor del diploma de los egresados, se tomaron todos los colegios industriales reivindicando el título que tenían antes. Además, otra de las diferencias con los chicos de ahora es que éramos, tal vez por esa misma conciencia política, más clasistas y teníamos una estrecha relación con el movimiento obrero. Íbamos a apoyar las huelgas de Astilleros Río Santiago o de la hilandería Olmos. No vivíamos en una isla. Estábamos comprometidos con la realidad de la gente.
–¿Qué recuerdos tiene de las asambleas y las reuniones con sus compañeros?
–Eran asambleas bastante multitudinarias, bastante caóticas, con muchas chicanas políticas (sonríe y se regocija en el recuerdo). Pero creo que, en definitiva, eran relativamente festivas, por supuesto que antes de que vinieran los momentos duros. Eran momentos de bastante exitismo y triunfalismo, y nosotros nos llevábamos el mundo por delante. Pensábamos que estábamos a un paso de la toma del poder.
–¿En qué circunstancia lo detuvieron?
–Me detuvieron en mi trabajo el 8 de septiembre de 1976. Yo era correo en la Jefatura Central de Policía y me detiene un personaje que trabajaba con (el jefe de la Policía bonaerense, Miguel) Etchecolatz. De ahí me trasladan al Pozo de Arana, donde estuve 15 días. Después hubo un traslado grande y yo terminé en el Pozo de Banfield, donde quedaron la mayor parte de los chicos de La Noche de los Lápices que nunca volvieron a aparecer. De ahí me trasladaron a la comisaría Tercera de Valentín Alsina, y después a la Unidad 9 de La Plata donde estuve dos años y medio más. Me liberan a finales de junio de 1979.
–¿Cuántos años tenía cuando lo detuvieron?
–17 años. En vísperas de los 18.
–¿Qué opina de la toma de los colegios en Buenos Aires?
–Me parece excelente. Si hoy los chicos de Buenos Aires no hubieran tomado las escuelas o manifestado de una u otra manera, porque poco importa de qué manera, no nos hubiéramos enterado de que sólo se invertía el 5% del presupuesto para los edificios escolares. Es un principio de organización muy válido. Es muy positivo que los chicos se movilicen de esa manera.
–¿Cómo decidió exiliarse?
–Yo pensaba quedarme para rendir libre los exámenes de 5º año y recibirme, pero hubo aprietes. La situación se puso mala y sabía que de un modo o de otro me iban a eliminar y me tuve que ir a Brasil. Y después a Francia, que fue el primer país que me dio asilo político.
Gustavo regresó al país en varias ocasiones. De 1992 a 1996 llegó para quedarse con su esposa y sus dos hijos (franceses todos ellos) pero por la falta de oportunidades laborales se volvió. Estudió Letras Hispánicas y se dedicó a dar clases de castellano. Hace un año cambió de idea y emprendió otro regreso. Acaso sus hijos ya mayores le facilitaron a él y a su esposa la decisión. "Cambiaron los aires políticos, son más sanos y mucho más democráticos", argumentó.
Fuente: http://www.elargentino.com/nota-106704-medios-122-El-homenaje-a-una-militancia-juvenil-que-excede-a-la-lucha-por-el-boleto-secundario.html
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