Un hermoso texto de Jean-Luc Lagarce, encarnado por un actor brillante
Calificación LA NACION:
Lunes 20 de setiembre de 2010 | Publicado en edición impresa
Reglas, usos y costumbres de la sociedad moderna . Texto: Jean-Luc Lagarce. Dramaturgia y dirección: Ernesto Calvo. Con Gerardo Begérez. En La Comedia 2. Todos los lunes, a las 21. Entradas: $ 35.
Nuestra opinión : muy buena
"Cuando el niño nace muerto, el niño nace muerto." Con esta frase casi tautológica comienza la obra Reglas, usos y costumbres en la sociedad moderna, del francés Jean-Luc Lagarce, que interpreta el actor y director uruguayo Gerardo Begérez, con la dirección del español Ernesto Calvo. Un equipo multinacional que logra, con pocos elementos y un enorme talento, el milagro del hecho teatral sobre un escenario pequeño, donde los espectadores casi pueden tocar al protagonista.
Lo que ocurre es muy simple de contar: en un salón literario francés (probablemente de comienzos del siglo pasado), un personaje femenino, supuestamente inspirado en la figura de la baronesa Blanche Staffe, ofrece una amable lección (con comentarios muy personales y no siempre esperanzados) sobre los comportamientos más apropiados en sociedad para la organización de las principales ceremonias que marcan la vida: bautizo, compromiso de boda, matrimonio, bodas de plata, de oro y entierro, siempre a partir de la lectura de un libraco en el cual uno puede suponer que hay volcada parte del Código Civil napoleónico. Sin embargo, y por la hilaridad constante que el discurso de Begérez despertó en el público en la noche del estreno, esas reglas, esos usos y esas costumbres son universales y casi intemporales.
Desaparecido muy joven, Jean-Luc Lagarce (1957-1995) es el dramaturgo contemporáneo más representado en Francia y sus 25 obras de teatro han sido traducidas a más de veinte idiomas y representadas en numerosos países. (Aquí se conoció recientemente Estaba en mi casa y esperaba que llegara la lluvia. ) En este caso, la sociedad congelada de la cual todos pueden llegar a participar en mayor o menor medida es, evidentemente, la francesa, pero no hay que olvidar que hasta no hace mucho Francia marcó el rumbo cultural del mundo, por lo cual sus cánones de conducta burguesa todavía siguen manteniendo parte de su influencia y prestigio.
En una excelente traducción al español, el texto, muy bello y sutilmente despojado, va siendo escandido con mucha solidez por Begérez, de gran presencia escénica y muy buena dicción. Pero detrás de su ceñida interpretación se ve la mano firme del director Ernesto Calvo, que también supo disponer vestuario y escenografía para que todo fuera absolutamente coherente con ese despliegue de vidas matemáticamente marcadas por un aburrido y desesperado sometimiento al qué dirán, por debajo de las cuales todos podemos adivinar un intenso y salvaje deseo de rebelión.
Fuente: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1306304
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