lunes, 11 de abril de 2011

Ricardo Bartís: "El teatro es aburrido"

Espectáculos. Domingo 10.04.2011 l Montevideo, Uruguay.

Visitante. El prestigioso director teatral argentino llegó a Montevideo invitado por el MEC

CARLOS REYES

"El teatro es aburrido, a la gente no le interesa. Es como un peaje cultural que la gente de vez en cuando tiene que realizar. Pero uno no va con entusiasmo erótico al teatro", dice el director Ricardo Bartís, quien visitó Montevideo invitado por el MEC.

Figura clave en la evolución del teatro argentino de las últimas décadas, este director teatral presentó una de las obras más contundentes en el pasado festival Setiembre escénico, en 2009. Se trataba de La pesca, cuya segunda parte, El box, está en tratativas para presentarse este año en el festival que lleva adelante el MEC.

"Ese aburrimiento que, salvo excepciones, provoca el teatro merece ser pensado seriamente, porque ahí también hay una responsabilidad nuestra, en los hacedores, de cómo hemos ido acumulando ciegamente tradición, que a veces se repiten de manera espantosa. El teatro es un arte de la repetición: pero por eso mismo es un arte que necesita estar muy alerta para desarrollar lenguaje. Porque las otras artes están muchísimo más avanzadas que nosotros. El teatro sigue discutiendo, nombrando y utilizando, procedimientos, y tiene una nomenclatura, que las otras artes han desechado hace 100 años, 150 años", explica el director.

El teatro de Bartís llegó a Uruguay en 1990, cuando en el Festival Internacional de Teatro de Montevideo se presentó Postales argentinas, un "sainete de ciencia ficción" (según se anunciaba la obra) que causó un fuerte impacto. Desde entonces los trabajos de este director han madurado hacia un arte que hurga en las referencias culturales del espectador, buscando alejarse tanto de la vanguardia como de la tradición.

"Existe un mal entendido de considerar lo que nosotros hacemos como vanguardia, y nosotros tenemos bastante distancia con ese concepto, heredado de las metrópolis europeas, de los países industrializados, donde la cultura aparece como un fenómeno crítico, ante una estructura general dormida. También buscamos alejarnos del modelo tradicional, porque anula toda posibilidad de apertura y de goce, y la actuación simplemente termina desarrollando un oficio más o menos eficaz, al servicio de un modelo individualista, narcisista, que no produce nada".

Bartís define el teatro como "una de las últimas actividades a sangre humana, en una época donde la tecnología está al servicio de crear una nueva hipótesis comunicacional falsa". En ese contexto, el teatro, señala el director, "tiene obligaciones muy concretas, convocando al espectador a participar activamente, formulándole (aunque no sea temáticamente) una reflexión sobre la condición humana. El teatro genera momentáneamente una ilusión social, entonces, discute políticamente con el Estado, hable de ese tema o no lo hable".

Desde esa perspectiva, el director considera que maneja una herramienta de comunicación "particularmente potente en esta época, que pone en marcha los elementos más primitivos de la fuerza de lo humano, los más elementales, como la voluntad, la asociación y el trabajo sobre el campo imaginario", remata.
Buscando la resonancia con los intérpretes

Bartís se ha presentado repetidas veces en los mayores festivales europeos, donde obras como Postales argentinas o El pecado que no se puede nombrar han cosechado unánimes elogios.

"Son obras que en Europa han tenido mucho éxito. Incluso me ofrecieron dirigir en Alemania, en París, y yo les explicaba cómo iba yo a poder dirigir allí, si no soy francés ni alemán. Si no sé nada de ellos. Iba a tener que dirigir obras, pero yo las obras las tomo para destrozarlas, para hacer otra cosa, para tratar de desarrollar las opiniones. O si no, trabajo con las personas, pero esas personas tienen que tener lazos comunicantes, existenciales, muy cercanos, para poder resonar. Aunque no tengamos ideas similares".

"Por ejemplo, en La pesca hablamos de Pipo Pescador, un actor que hacía teatro infantil por televisión en los años 70. Esa referencia, más allá de la broma de sentidos, tiene una resonancia entre los actores. Es como cuando Zitarrosa canta: lo que te conmueve no solo es lo que dice, sino también la gramática de su voz, de su melodía. Y eso es intrasmitible, tiene que ver con la vivencia. Y si eso no está, no va a haber un intercambio profundo. O sea que me gustaba la idea de dirigir en Europa, pero la verdad es que me tenía que volver rápido a mi barrio, donde me divierte trabajar, pensar".

Fuente: http://www.elpais.com.uy/110410/pespec-559071/espectaculos/ricardo-bartis-el-teatro-es-aburrido-/

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Una celebración de teatro: un ciclo mostrará obras gratis durante toda la semana

  ESPECTÁCULOS | LA CARTELERA LOCAL “El teatro argentino celebra su público” realizará más de 650 funciones en todo el país. En La Plata, ob...