sábado, 23 de abril de 2011

Un secreto escondido bajo tierra

Más que salas / Próxima apertura

El Centro Cultural San Martín suma dos cines y un espacio multipropósito

Viernes 22 de abril de 2011 | Publicado en edición impresa

Alejandro Cruz
LA NACION

Cuesta pensar que un enorme espacio de 10.000 metros cuadrados, pensado como centro cultural haya estado escondido bajo la tierra (y con excusas varias de varias gestiones) durante 40 años. Cuesta todavía más imaginar que debajo de la plaza seca del Centro Cultural San Martín (esquina de Paraná y Sarmiento) existan 6 subsuelos abandonados. Y parece ya un cuento de ciencia ficción que un enorme sector del abandonado centro cultural esté próximo a relucir.

Sin embargo, creer o reventar, a mediados de mayo el público tendrá la posibilidad de circular por una de las mayores obras de infraestructura cultural de la ciudad abierta en estos años. La apertura será con un espectáculo a cargo del gran creador brasileño Antunes Filho, montaje programado por el Teatro San Martín (el edificio que está por la avenida Corrientes y que está unido al CCSM por la Fotogalería). Así es como Buenos Aires sumará un espacio público al cual se accederá luego de haber atravesado una pirámide vidriada (¿versión libre de la del Louvre?) de la cual nacen enormes escaleras mecánicas (¿versión libre de Les Halles?) que descienden hasta el primer hall. 

Una vez adentro, habrá dos salas de cine, bares, una sala multipropósito con capacidad máxima de 500 personas, la tienda del CCSM, un enorme centro dedicado a propuestas multimedia, talleres, un mural de Pablo Siquier, un restaurante y -en el último subsuelo- un espacio destinado exclusivamente para el personal. Esta variedad de espacios están ubicados debajo de la plaza seca del CCSM y arriba de una napa que requiere que una bomba esté las 24 horas sacando agua.

La obra civil, a cargo del Ministerio de Cultura del gobierno porteño, ya está casi concluida y ahora viene la etapa de terminación y equipamiento. Según cálculos oficiales, el costo ronda los 20 millones de dólares (es la obra del ámbito cultural más costosa de la actual gestión, después de la recuperación del Colón). A esa cifra, hay que sumar unos 8.800.000 pesos que fueron destinados a la compra de proyectores, equipos de luces, mobiliarios y una infinidad de etcéteras que requiere este espacio que, sumado al sector ya conocido del CCSM, alcanzará a un metraje total de 35.000 m2.

El decreto que consignó el inicio de la obra data de 2000. La obra actual, en este sector de submundos, se inició en mayo de 2006. Como es ya natural, tuvo atrasos varios y créditos que quedaron en el camino. Se inaugurará dentro de un mes con la llegada del gran creador brasileño y, semanas después, albergará parte de la programación teatral de Tándem (la movida cultural que establece un puente entre París y Buenos Aires). Una vez concluida esta etapa, comenzará la segunda, que abarca la sala A-B y la torre de 12 pisos (sectores en que ya se hicieron trabajos estructurales en los subsuelos). Según se estima, en otros dos años estará listo.

De ese modo, la larga historia de abandono del centro cultural podría llegar a su fin (el uso del condicional responde a una inevitable prudencia). De hecho, Javier Torre, director del centro que tuvo una recordada gestión durante la gestión alfonsinista, dejó su puesto en 1988 porque los ascensores no andaban. Quien recuerda ese hecho es María Victoria Alcaraz. Desde hace años, ella está a cargo de la dirección general del Centro Cultural San Martín. Ella es quien ahora guía la recorrida por los subsuelos. 

Por ejemplo, en el quinto piso bajo tierra, hay dos salas de cine con capacidad para 100 espectadores, que parecen clones de la Leopoldo Lugones (cuando estaba en buenas condiciones, claro está, y no tenía el techo con goteras). Las dos salas estarán equipadas con proyectores de primera generación para que puedan ser utilizadas en festivales internacionales (de hecho, la próxima edición del Bafici también se desarrollará allí). Es más: Hernán Lombardi, ministro de Cultura de la ciudad, agrega un dato: "Una de ellas estará dedicada durante todo el año al Bafici, para que se exhiban películas que se presentaron durante el festival". Durante las mañanas y las tardes, darán películas para los colegios con el objetivo de generar nuevos públicos.

En estos años de obras, Alcaraz detectó que necesitaba empleados con mayor formación para responder a los nuevos desafíos que trae aparejada la ampliación. Así fue como muchos de los que trabajan allí terminaron la secundaria o iniciaron cursos universitarios. De hecho, no había proyectoristas. "Ahora -cuenta con cierto orgullo- tenemos 12 porque tomaron cursos para que estuvieran a cargo de las dos salas de cine."

Espacio experimental

La decisión de armar una sala multipropósito surgió luego de una ronda de consultas con las autoridades del Teatro San Martín (el hermano rico, aunque ya empobrecido, de todo ese gran complejo cultural ubicado en el centro porteño). "En función del análisis conjunto entre las dos instituciones, salió la idea de hacer una sala multipropósito para proyectos contemporáneos ligados tanto a las artes escénicas como a las artes visuales", asegura María Victoria Alcaraz. De este modo, el enorme espacio con gradas rectráctiles vendrá a cumplir el rol de la sala Villa Villa, del Centro Cultural Recoleta, que, por falta de equipamiento, muy esporádicamente cumple con los objetivos definidos cuando estaba en construcción. En este caso, el equipamiento ya está todo comprado y guardado, esperando la llegada de los actores brasileños.

Para la inauguración oficial, la directora del centro cultural piensa tomarse una pequeña revancha: es que cuando en 1970 se abrió al público el edificio, lo hizo sin fiesta alguna. Por eso, ahora imagina un gran evento. Tanto en 1970 como ahora, el encargado del diseño arquitectónico fue Mario Roberto Alvarez. La construcción fue catalogada entre las cinco obras más representativas de la arquitectura moderna en la argentina. El nuevo sector sigue obsesivamente aquellos mismos parámetros funcionalistas en los que prevalecen materiales sumamente nobles y costosos. Por eso, al recorrerlo, lo retro casi se transforma en una señal de modernidad.

En semanas, este nuevo gigante escondido se pondrá en movimiento, mientras el viejo edificio del Centro Cultural San Martín seguramente verá con cierta envidia a este vecino que estuvo callado durante tantas décadas y que, de buenas a primeras, se toma revancha.

Fuente: http://www.lanacion.com.ar/1367429-un-secreto-escondido-bajo-tierra

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