domingo, 17 de abril de 2011

Contra la balcanización cultural

Teatro de integración latinoamericana (til)

Publicado el 17 de Abril de 2011

Por Jorge Dubatti

Un grupo de jóvenes creadores recorre la América profunda llevando espectáculos, pedagogía teatral y deseos de integración. Está compuesto por actores, payasos, malabaristas, acróbatas y titiriteros. Instalado actualmente en Bolivia, planea llegar hasta México.

Un anhelo recorre las entrañas de Latinoamérica: el del crecimiento de las conexiones teatrales, que logren vencer al fin la balcanización cultural que produjeron las dictaduras. En los últimos años se han multiplicado felizmente los tránsitos, los intercambios, los proyectos en común. Así surgió, con la participación de España, el programa Iberescena, que fomenta las producciones entre las naciones latinoamericanas, del norte mexicano y caribeño al sur chileno y argentino. Así nació también la CIELA, Cátedra Itinerante de la Escena Latinoamericana, inspirada en el modelo de la Escuela nómade fundada por Osvaldo Dragún para América Latina y el Caribe. Cada vez es mayor el movimiento de los espectáculos locales en los festivales teatrales continentales. Y se forman además grupos de jóvenes creadores que viajan de un país a otro, como el Teatro de Integración Latinoamericana (TIL) destinado a llevar espectáculos y pedagogía teatral por Nuestra América. 

Desde El Alto, Bolivia, cuenta el argentino Juan Ruy Cosín, de apenas 25 años: “El TIL es un colectivo de artistas multidisciplinario: actores, payasos, malabaristas, acróbatas, un mago, cuentacuentos, titiriteros, dramaturgos y directores. Nació a partir del encuentro en un viaje por Bolivia, por un festival de clown en La Paz, Empayasados, que se hizo en 2010. Por vueltas de la vida, es que Luciano Mansur (argentino), Ariel Baptista (boliviano), Dario Tamiazzo (italiano) y yo, nos encontramos con el objetivo en común de recorrer Latinoamérica haciendo espectáculos y dando clases. Más tarde, y con el mismo objetivo, se suman Teresa Gomis y Majo Pérez Colman (argentinas) y José Luis Calcina (boliviano)”. 

¿Por qué la idea de “integración latinoamericana”? Cosín afirma: “Porque es lo que más nos identifica. Elegimos viajar por Latinoamérica porque sentimos que en este momento ‘está caliente’; que hay fenómenos políticos que nos hablan de que es un tiempo de unión (como la Unasur en el caso de Sudamérica) y que es hora de que los latinoamericanos ‘miremos más para adentro’ y que profundicemos mucho más en nuestras culturas, originarias y mestizas, que la ‘historia oficial’ por tanto tiempo ha relegado, sobre todo en el arte. Y en esto, los argentinos somos campeones.”

Para los integrantes del TIL, la experiencia que vienen realizando en Bolivia muestra que el arte produce hermanamientos, permite intercambios y reconocimientos. “Nuestras actividades son tanto la creación y representación de espectáculos, como brindar talleres y seminarios dentro de las disciplinas que practicamos. Estamos presentando varios espectáculos: Poderis Pudrendum Clowno, La Rumba Varieté y Varieté Viajera. También estamos preparando una versión de títeres del cuento de Elsa Bornemann Un elefante ocupa mucho espacio y Palabristas de Lucía Laragione. Con Poderis Pudrendum Clowno, que ya se presentó en algunas salas de La Paz, estamos invitados a dos festivales en Perú: FITECA (Lima) y FIACPO (Chiclayo), que se hacen en mayo de este año. Pero además, llevamos nuestros espectáculos a cuanto espacio no convencional podemos: plazas, parques, comunidades, escuelas, universidades (como la Universidad Pública del Alto) y cárceles (como la de San Pedro, en La Paz)”, agrega Cosín.

Los nuevos teatristas descubren una realidad cultural inédita de relaciones entre los países latinoamericanos, propicia para el desarrollo de proyectos con futuro. “Los que hacemos el TIL –señala Cosín– vemos, por lo menos, una intención de cambio tanto en sus gobiernos como en su gente, y creemos en ella. También sabemos que es un proceso en el que deberá seguirse trabajando mucho para que se profundice y se afiance, para que los intereses imperialistas no puedan desbaratarlo y para que la unión que viene mostrando Sudamérica por la fuerza de la Unasur, pueda extenderse a toda Latinoamérica. La experiencia en Bolivia nos muestra que hay mucha gente de este pueblo que cree en la hermandad de los latinoamericanos. Algunos de ellos admiten que antes eran más cerrados, pero que ahora están más abiertos.”

En la página del TIL, , se lee una presentación, a manera de manifiesto: “Creemos que el arte es un lugar de encuentro, de integración, de intercambio, de aprendizaje, un lugar de y para todos donde es posible la conformación de una identidad latinoamericana ocultada por tanto tiempo. Desde nuestro lugar queremos aportar al movimiento de hermandad que viene mostrando la coyuntura actual del mundo. Por eso es que partimos desde el sur del continente con el sueño de recorrerlo y llegar hasta México, conociendo estas tierras, sus historias, sus mitos y la gente que las habita. Buscamos que esta gran experiencia sirva como inspiración para nuevos espectáculos y creaciones; profundizar en nuevas disciplinas que tanto se destacan en América y transmitir nuestros conocimientos propios. Para llevarlo a cabo buscamos la manera de trabajar en base al intercambio y la cooperación en diferentes aspectos, con una orientación al espíritu del ‘ayni’, palabra en la lengua aymara, pueblo indígena de las tierras bolivianas, cuyo amplio significado contempla el intercambio de saberes en una relación comunitaria.”

Los jóvenes integrantes del TIL promueven un determinado pensamiento artístico, político, social. “Somos de los que creemos que todo fenómeno artístico impulsa, de una u otra forma, su propio pensamiento artístico-político-social, inseparable de sí mismo. Buscamos un teatro popular, del cual la gente, nuestro público, tenga una necesidad genuina. Una mujer mayor, en Santiago de Huata, pequeña comunidad de Bolivia, se acercaba a preguntarnos si ‘iba a haber circo’ con la mirada de una niña. Ese público, ávido de entretenimiento, humor y poesía, es a quien nos dirigimos mayormente. Que pueda vivir algo nuevo y que podamos conocernos mutuamente. Tenemos plena confianza en nuestras pequeñas acciones. Hacer, en cada espectáculo que brindamos, una pequeña revolución.”

Así como en 1930 surgió en la Argentina una nueva forma de asociación y producción escénica, el “teatro independiente”. Cabe preguntarse si la idea de “integración” no es el comienzo de un nuevo camino. “Cada día nos vamos inventando –concluye Juan Ruy Cosín–, porque como grupo queremos funcionar de una forma distinta a las que conocemos. Partimos de la base de que cada integrante tiene algo que aprender del otro, y por eso nos gusta trabajar entre nosotros (y con quienes se dé la ocasión) con intercambio no monetario. Por otro lado, dentro del grupo no tenemos una estructura verticalista, ni tampoco nos gusta tomar las decisiones por mera mayoría, sino lograr una real conciliación de opiniones. Esta forma de trabajar nos presenta dificultades cotidianas, no es ni lo que aprendimos ni a lo que estamos acostumbrados, pero es en lo que creemos, y lo que queremos para nosotros como grupo, transformándonos a nosotros mismos.”

Fuente: http://tiempo.elargentino.com/notas/contra-balcanizacion-cultural

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