
El Grupo de Titiriteros del Teatro San Martín fue creado en 1977, cuando se convocó a Ariel Bufano para adaptar y dirigir la obra de Sim Schwarz David y Goliat. Después de esa primera y exitosa experiencia, Kive Staiff, director del Teatro, y el propio Bufano, junto con Adelaida Mangani, gestaron la creación de un elenco estable de titiriteros que contara con el apoyo económico y técnico necesarios para desarrollar y experimentar alrededor de un arte milenario, aunque entonces poco difundido en la Argentina.
Con años de permanente estudio, de un constante perfeccionamiento a través de sus espectáculos, de propuestas de investigación siempre renovadas, y de la incorporación sucesiva de una amplia gama de técnicas, el Grupo de Titiriteros logró obtener el reconocimiento de artistas y de público.
Paralelamente a la evolución del Grupo, en 1987 se creó el Taller de Titiriteros del Teatro San Martín, con el objetivo de volcar las experiencias en las nuevas generaciones de titiriteros y formar actores-titiriteros, muchos de los cuales han pasado luego a integrar el elenco del Grupo.
La importancia del Grupo de Titiriteros del Teatro San Martín, que en 2007 cumplió 30 años de labor ininterrumpida, se verifica en su repertorio, que excede la treintena de obras, y en la influencia que ha ejercido sobre varias generaciones de creadores en el arte de los títeres y el teatro de manipulación.
El fundador
Ariel Bufano (1931-1992), quien sería el fundador y primer director del Grupo de Titiriteros del Teatro San Martín, encontró en los títeres, a edad muy temprana, su vocación, su medio expresivo, el soporte de una actividad creadora que abriría caminos y dejaría su sello en varias generaciones de artistas, y en la formación estética de un público vasto y agradecido.
A los nueve años ya fabricaba sus propios títeres, y a los diecisiete se enroló como discípulo de uno de los más prestigiosos titiriteros argentinos: el maestro Javier Villafañe. Con él aprendió la esencia del arte titiritero mientras lo acompañaba en su recorrida por la provincia de Buenos Aires. En 1957 debutó profesionalmente con dos obras de su maestro: La calle de los fantasmas y El burlador burlado, y otra de su propia autoría, El encuentro. Más tarde fue incorporando obras propias, mientras creaba títeres, armaba escenografías, vestuarios y todo lo necesario para el montaje del espectáculo titiritero.
Con el tiempo, luego de recorrer el país llevando apenas un retablo y una valija llena de títeres, Ariel Bufano incorporó una larga serie de técnicas innovadoras que renovarían el arte titiritero en el país. Por los años cincuenta, creó el Teatro Rodante de Marionetas junto al dramaturgo Sergio De Cecco, con quien montó un proyecto muy ambicioso: muñecos de más de un metro de altura recorrieron la Capital Federal y el Gran Buenos Aires presentando una versión completa de Romeo y Julieta de William Shakespeare, junto con una obra del propio De Cecco titulada ¡Abajo Polichinela!.
En 1977, convocado por Kive Staiff para montar David y Goliat, escrita por el propio Bufano y Ruth Schwartz, y ante el éxito rotundo de ese primer espectáculo, Bufano fundó y asumió la dirección del Grupo de Titiriteros del Teatro San Martín, el primer elenco estable de la Argentina dedicado al arte titiritero con apoyo oficial. Al frente del Grupo estrenó algunos de sus espectáculos más recordados, como Carrusel Titiritero, La Bella y la Bestia, El gran circo criollo, Pequeño varieté, Amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín y La historia de Guillermo Tell con su hijo Gualterio, entre tantos otros. Pero, fundamentalmente, Ariel Bufano le dio al Grupo de Titiriteros del Teatro San Martín el gran impulso y la jerarquía artística, el espíritu de búsqueda y la coherencia estética e ideológica que, así pasan los años de la desaparición de su fundador, la compañía mantiene intactos.
El hombre y su sombra
Un texto de Ariel Bufano
¿Por qué, en pocos segundos, un títere puede lograr lo que a un actor le llevaría un período más prolongado de tiempo? ¿Cuál es su lenguaje dramático? El títere es una máscara. Aparece y no necesita presentación. Es el bueno, el malo, el sabio.
La expectativa del público ha sido colmada. No hay duda sobre lo que es. Sin embargo, esa máscara se muestra persona. Se muestra con todas las contradicciones. Y resulta que el sabio tiene dudas, que el valiente tiene miedo, que detrás de la risa puede estar el llanto.
Somos sorprendidos porque esa cosa, ese objeto, es la vida misma. Y no lo esperábamos.
De la misma manera que no nos damos cuenta de que estamos viviendo cuando estamos viviendo.
En el lenguaje dramático del títere, el personaje está movido por sus mecanismos más primarios, más íntimos. Se mueve por lo que siente. Vive por lo que necesita. Ama y se ama. Cómo es y cómo se es.
Un pobre objeto, un trozo de tela y cartón, asume toda la humanidad que, lamentablemente a veces, el hombre no se anima a rescatar para sí mismo. El hombre, ser supremo de la naturaleza, es desnudado en toda su pavorosa y bella humanidad, por una simple cosa, un pobre objeto de cartón y tela: un títere.
Fuente: http://www.teatrosanmartin.com.ar/titeres/institucional0.html
Ariel Bufano (1931-1992), quien sería el fundador y primer director del Grupo de Titiriteros del Teatro San Martín, encontró en los títeres, a edad muy temprana, su vocación, su medio expresivo, el soporte de una actividad creadora que abriría caminos y dejaría su sello en varias generaciones de artistas, y en la formación estética de un público vasto y agradecido.
A los nueve años ya fabricaba sus propios títeres, y a los diecisiete se enroló como discípulo de uno de los más prestigiosos titiriteros argentinos: el maestro Javier Villafañe. Con él aprendió la esencia del arte titiritero mientras lo acompañaba en su recorrida por la provincia de Buenos Aires. En 1957 debutó profesionalmente con dos obras de su maestro: La calle de los fantasmas y El burlador burlado, y otra de su propia autoría, El encuentro. Más tarde fue incorporando obras propias, mientras creaba títeres, armaba escenografías, vestuarios y todo lo necesario para el montaje del espectáculo titiritero.
Con el tiempo, luego de recorrer el país llevando apenas un retablo y una valija llena de títeres, Ariel Bufano incorporó una larga serie de técnicas innovadoras que renovarían el arte titiritero en el país. Por los años cincuenta, creó el Teatro Rodante de Marionetas junto al dramaturgo Sergio De Cecco, con quien montó un proyecto muy ambicioso: muñecos de más de un metro de altura recorrieron la Capital Federal y el Gran Buenos Aires presentando una versión completa de Romeo y Julieta de William Shakespeare, junto con una obra del propio De Cecco titulada ¡Abajo Polichinela!.
En 1977, convocado por Kive Staiff para montar David y Goliat, escrita por el propio Bufano y Ruth Schwartz, y ante el éxito rotundo de ese primer espectáculo, Bufano fundó y asumió la dirección del Grupo de Titiriteros del Teatro San Martín, el primer elenco estable de la Argentina dedicado al arte titiritero con apoyo oficial. Al frente del Grupo estrenó algunos de sus espectáculos más recordados, como Carrusel Titiritero, La Bella y la Bestia, El gran circo criollo, Pequeño varieté, Amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín y La historia de Guillermo Tell con su hijo Gualterio, entre tantos otros. Pero, fundamentalmente, Ariel Bufano le dio al Grupo de Titiriteros del Teatro San Martín el gran impulso y la jerarquía artística, el espíritu de búsqueda y la coherencia estética e ideológica que, así pasan los años de la desaparición de su fundador, la compañía mantiene intactos.
El hombre y su sombra
Un texto de Ariel Bufano
¿Por qué, en pocos segundos, un títere puede lograr lo que a un actor le llevaría un período más prolongado de tiempo? ¿Cuál es su lenguaje dramático? El títere es una máscara. Aparece y no necesita presentación. Es el bueno, el malo, el sabio.
La expectativa del público ha sido colmada. No hay duda sobre lo que es. Sin embargo, esa máscara se muestra persona. Se muestra con todas las contradicciones. Y resulta que el sabio tiene dudas, que el valiente tiene miedo, que detrás de la risa puede estar el llanto.
Somos sorprendidos porque esa cosa, ese objeto, es la vida misma. Y no lo esperábamos.
De la misma manera que no nos damos cuenta de que estamos viviendo cuando estamos viviendo.
En el lenguaje dramático del títere, el personaje está movido por sus mecanismos más primarios, más íntimos. Se mueve por lo que siente. Vive por lo que necesita. Ama y se ama. Cómo es y cómo se es.
Un pobre objeto, un trozo de tela y cartón, asume toda la humanidad que, lamentablemente a veces, el hombre no se anima a rescatar para sí mismo. El hombre, ser supremo de la naturaleza, es desnudado en toda su pavorosa y bella humanidad, por una simple cosa, un pobre objeto de cartón y tela: un títere.
Fuente: http://www.teatrosanmartin.com.ar/titeres/institucional0.html
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