domingo, 1 de abril de 2012

María Abadi: MÁs esperanZa QUe Miedo

ARLEQUINO REViSTA iNSTiTuCiONAL DE SAGAi. SOCiEDAD ARGENTiNA DE GESTióN DE ACTORES iNTéRPRETES. Nº 5. ABRIL DE 2012

La charla trascurre en un bar de Palermo Hollywood, a escasos metros de la casa donde vive, ejercitando su reciente independencia de la casa familiar. Hija menor del psicoanalista josé abadi, su andar trasluce confianza en sí misma. no parece sorprendida del modo en que su carrera fue encauzándose en tan poco tiempo, aunque reconoce su buena suerte.

La charla trascurre en un bar de Palermo Hollywood, a escasos metros de la casa donde vive, ejercitando su reciente independencia de la casa familiar. Hija menor del psicoanalista José Abadi, su andar trasluce confianza en sí misma. no parece sorprendida del modo en que su carrera fue encauzándose en tan poco tiempo, aunque reconoce su buena suerte.

escribe CRIsTIna ZUkER     Fotos sEBasTIán mIqUEL

Hija y nieta de psicoanalistas. Para vos la profesión representaba casi un mandato.Es algo que me gusta, que está en mí a priori. Tengo muy cercano el psicoanálisis: me analizo desde los 12 años, y me cuesta mucho no pensar de modo psicoanalítico, pero no me interesa ejercerlo como una profesión.

¿Con quién empezaste a estudiar teatro?

Con Elena Nesis en la escuela de adolescentes de Raúl Serrano durante tres años, y a los 18 hice dos años con él. Después seguí con Ciro Zorzoli y luego con Julio Chávez. Entrené también teatro antropológico con Guillermo Angelelli (el método fue creado por Eugenio Barba y exige un riguroso entrenamiento corporal y vocal, tres horas por día todos los días). Además di clases de clown con Marcelo Katz.

¿Te resultó dificil incorporarte a la carrera profesional?

Debo confesar que he tenido mucha suerte. No siempre tenés trabajo ni los trabajos son lo que se espera. Depende de que te vaya bien o no, y tampoco la continuidad está asegurada. Inicialmente realicé trabajos pequeños pero fue a partir de Géminis, la película dirigida por Albertina Carri, cuando me empezaron a llamar con continuidad. Mujeres asesinas, Montecristo, y muchos otros trabajos que me permitieron mostrar mi trabajo y que me sigan llamando.

¿Ya estás en condiciones de elegir tus papeles?

Creo que tengo margen para elegir porque, si bien vivo de esto, no mantengo una familia. Entonces me puedo dar la posibilidad de rechazar un trabajo si no me gusta, pasar unos meses sin trabajar, y así estudiar. En este momento tengo muchas ganas de hacer cine y también teatro. En fin, hay que armarse de mucha paciencia y esperar el proyecto anhelado.

¿Es necesario planificar la carrera?

Sí, pero es muy difícil porque depende de muchos factores externos. Yo creo que hay que formarse e intentar ser lo mejor posible. Luego, a partir de lo que se vaya presentando, decidir lo que más se acerque a su objetivo.

¿Existe igualdad económica entre un actor y una actriz?

La verdad que no lo sé. Núnca he sentido que un actor haya tenido más beneficios que una actriz, en ese sentido. A veces modifican el guión cuando las cosas no andan bien. 

¿Ponés límites al respecto?

Depende del rol. Los cambios tienen que ver con el objetivo de mejorar el programa, hacerlo más dinámico y encontrar el punto justo de ganar audiencia. Yo a esta altura no lo juzgo porque sé que esas son las reglas.   

¿Te dejás llevar por tu intuición para la construcción del personaje?

Me dejo llevar mucho por la primera impresión. Pienso cómo es, cómo habla, cuál es su mundo. Le doy mucha importancia a su infancia porque allí encuentro siempre “algo” que me ayuda mucho para la composición. En el teatro se sabe dónde empieza y dónde termina el rol, igual que en el cine. En cambio, para construír un personaje en la televisión tenés que hacerlo sobre la marcha. Hay que tener algo de esponja para tomar lo que sirve y sacar lo que no.

¿El director tiene mucha incidencia en tu trabajo?

A mí me importa mucho el director, compartir su mirada y que le importe lo que hago. Hay directores como Sorín o Albertina (Carri) que quizás están tres años con la película en la cabeza, escribiendo el guión, buscando plata, y hay que estar en función de eso. En televisión es diferente porque está trabajando ahí, a tu lado, codo a codo, e inevitablemente el director se convierte en un par tuyo. Trabajé con directores de los que aprendí mucho, como Daniel Barone o Miguel Colom que me contuvieron en el dificil momento en que empecé a tener continuidad. Ahora, con Gustavo Luppi, en Ciega a citas y Un año para recordar, aprendí a hacer comedia porque Gustavo tiene mucho timing, es muy activo y lo transmite.

¿Cómo te manejás con el éxito?

No me considero una persona exitosa. He tenido épocas de estar en tele en programas más o menos vistos, pero nunca viví una situación de invasión ni salí con un famoso, ni por suerte tuve guardias en mi casa. Yo lo vivo como mi trabajo y eso es algo circunstancial. No me importa demasiado.

¿Y con la crítica?

La crítica me importa y estoy satisfecha de no haber recibido nunca una mala crítica. Pero siempre me fijo en lo que dicen, no sólo los medios sino la gente, ahora que hay tantas redes sociales opinando de los  programas. Podés escuchar o leer: “Sos la mejor” o “No sirve para eso” y hay que estar muy cuerdo para que esos comentarios no te hagan derrapar y te sirvan como aprendizaje.

¿Tomás prevenciones frente a una eventual falta de trabajo?

Soy ahorrativa, y pienso que puedo estar meses sin trabajar, sobre todo ahora que vivo sola. Tampoco me privo de cosas, medoy los gustos que me quiero dar pero no soy consumista.

¿Pensás que un actor puede ahorrar?

Y, depende… Yo me mantengo a mí misma y ya es bastante. Hay actores que mantienen a sus familias y muchos tienen que pasarles cuota alimentaria. Es un tema, porque muchas veces te dicen “ganás un montón” y la gente no entiende que estar un año sin trabajar para un actor es lo más normal del mundo. A la mayoría le pasa: son muy pocos los afortunados que tienen continuidad. Así que creo que todos los actores deben tener algún sentido del ahorro. Si bien el tema de la edad no es tu problema, para los actores también hay una suerte de discriminación cuando llegan a determinado momento de la vida. Es cierto, van cambiando los roles. Se pasa a ser mamá, tía, abuela. Pero hay actores mayores que trabajan muy bien e incluso los mejores papeles les llegan en la madurez. También creo que si uno es consecuente con su carrera, con loque le interesa mostrar como actor, hay que confiar que va a seguir sirviendo para distintos papeles.

Teatro, cine, tele, radio. ¿Dónde te sentís más completa?

La verdad, todos los medios tienen lo suyo. Tengo muchas ganas de experimentar en el cine, que fue el primer lugar donde trabajé y hoy, con más experiencia, me encantaría probarme en otros personajes. El cine te pide un trabajo de búsqueda, de paciencia, y esa sensación de que te vas de viaje con la película me interesa muchísimo. Soy alguien a quien le gusta el trabajo pausado, investigar, conocer a mis compañeros con tiempo, ver los vínculos. Creo que lo que te pide el cine es algo que tiene mucho que ver conmigo y lo quiero experimentar. Después te diría que teatro es lo que menos hice y tengo deudas pendientes, ya que todavía no he encontrado la obra que quiero hacer, pero es muy importante poder desarrollarme ahí porque es la base de todo. Estoy buscando “esa” obra. Me interesa mucho el movimiento independiente, hay allí directores muy talentosos. Me encantaría trabajar en el San Martín, es un sueño que tengo. Y la radio, que es raro que me la nombres, porque ahora es más de los periodistas y no de los actores, es un medio que me fascina.

¿Qué significó el trabajo después de la muerte de tu madre?

Fue un bálsamo. El primer trabajo intenso que hice fue un año después, Ciega a citas, en un personaje que tenía mucha relación con la madre y la hermana. Fue todo un desafío porque estaba todo el día diciendo “mamá, mamá”. Y, sin embargo, para mí fue muy sano y terapéutico. Hasta te diría que me la mandó mi mamá a Georgina Barbarrosa: me ayudó mucho construir ese vínculo y realmente nos queríamos como madre e hija.

En este momento de tu carrera, ¿un embarazo te haría bien?

Me siento chiquita todavía pero es algo que deseo mucho. No pienso pasar por esta vida sin tener hijos, pero no es mi momento todavía. Creo que debe ser difícil para una actriz, aunque el deseo de mujer sea más fuerte, pero hay que estar un año sin trabajar y si justo es un momento en que estás muy plena como actriz es difícil renunciar. Pero imagino que la felicidad de tener un hijo hace que te olvides de todo eso.

¿Qué es lo que más disfrutas de tu profesión?

Actuar me deja una sensación de mucho placer. Y es muy intenso también, me pasan cosas que me ayudan a conocerme. Es un trabajo muy completo y me gusta que mi instrumento sea todo mi cuerpo, mi mente, mi voz: el músico trabaja con su guitarra, su piano, y el actor tiene su cuerpo, su cabeza, su sensibilidad, y eso  me resulta maravilloso.

¿Cómo te soñás en el futuro?

Me sueño con una familia, con hijos, casada, y viviendo de esto. Me gustaría escribir, dirigir, pero no me quiero apurar. Está bueno que llegue cuando me sienta madura para animarme a desarrollar ese aspecto. Tarde o temprano va a pasar porque me interesa y siento que en algún momento, más allá de que me fascina 
actuar, voy a necesitar la dramaturgia y la dirección. Me imagino viajando, investigando, enseñando teatro…

¿Te halagan los premios?

Gané un Clarín Revelación en 2006 por Montecristo, y después me nominaron dos veces para el Martín Fierro, una como Revelación y otra como Mejor Actriz de Reparto en Comedia por Ciega a citas. Y también estuve nominada al Cóndor de Plata en cine por Géminis. Creo que siempre es lindo que te nominen y también ganar porque es un reconocimiento. Pero me parece que es como todo en la vida, hay una gran arbitrariedad, una cuestión de suerte y casualidades. No siempre los que ganan son los mejores. Estaría bueno también que hubiera más pluralidad. Pero es lo que nos toca…

¿Seguís haciendo terapia?

Estoy abonada. Ya voy por mi tercer terapeuta. Siento que me hace bien. Iba tres veces por semana, dos, ahora voy una. Más allá de todo sé que tengo esos cincuenta minutos para mí, para pensar en lo que me hace bien y lo que no. Soy más bien acelerada y la terapia me ayuda a parar, pensar, e intentar ser lo más feliz posible en este mundo de neuróticos.

Vinculada con la profesión actoral desde 2004, cuando interpretó un pequeño papel en Los Roldán, María Abadi no debió esperar mucho para lucirse en la película géminis, interpretando el audaz rol de una adolescente ligada a su hermano por una relación incestuosa. A partir de ahí, no cejó en su empeño por convertirse en una actriz reclamada, descubriéndose también como una deliciosa comediante. Hoy, a sus jóvenes 25 años, siente que tiene toda la vida por delante para desarrollarse en esta profesión que ama 
profundamente.

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