Espectáculos / La clausura de Pura Vida hizo florecer el rasgo distintivo del género: la resistencia. Diagonales.com viaja en el tiempo y recorre los sitios de los que surgieron leyendas de la música. ¿Quién es el de la foto?
25.04.2012 | 12.11
Por Flavio Mogetta
Amanece en La Plata y Manuel Moretti lo observa desde el balcón de Tinto Bar (foto: Julieta De Marziani)
“Lluvia dorada cae otra vez,/ Oro en polvo Federico, yo te adoré/ tren en Tolosa,/ tarde de sol,/ con la sensación de no hacer nada mejor/ las mejores fiestas se hacen acá/ las mejores risas se oyen acá/ los mejores tragos de preparan acá/ y los mejores puñales se clavan aca”, supo cantarle hace 15 años (y aún hoy) Sergio Pángaro desde “Lluvia Dorada” a la noche platense. Esa noche vivida con intensidad, muchas veces al límite y siempre tan llena de música, “tan dulce y cruel”.
La siempre apuntada vida universitaria, con todos los matices intelectuales que aporta, hace de La Plata un lugar propicio para que se generen y desarrollen distintas actividades artísticas. Entre ellas la música, y dentro de esta, el rock. Así en los ’70 sonaron Dulcemembriyo y La Cofradía de la Flor Solar; y en los ’80, Virus y Los Redondos. Ellos sembraron la semilla para que en estos días el rock coseche las bandas que todos elogian a nivel nacional. Entendemos desde este lugar que la influecia de los muchachos de City Bell fue más importante por estas tierras. De ellos partieron –si se quiere- a fines de los ’80 ese notable combo que fue Las Canoplas, y que marcó a bandas que los sucedieron.
En los ’90 Argentina se adentró en el menemato y tal como suele ocurrir en las épocas de inustidas bonanzas o crisis el arte aceptó el llamado al juego, la puerta que se le abría para crear. En ese contexto nacieron decenas de bandas (Peregrinos, Mister América, Peligrosos Gorriones, Víctimas del baile, Loco Mosquito, Tomatito Cósmico, Elefante Violeta, Topografía Difusa, Falso Primer Ministro, Araras Chichis, Sergio Pángaro, 40 escalones, La ley de Mister Haney o Viejos, Sucios y Feos, por mencionar algunas y sin respetar ningún tipo de orden cronológico) y aparecieron algunos bares para cobijarlas como El Boulevard del Sol (a un costado de la Casa Curutchet), Tinto a GoGo (10 y 49), Bukaro (sobre la calle 39), Coronado (calle 51) o otros como Arenas (una cancha de paddle de calle 7 devenida en bar), y por citar apenas algunos. Y la lista se haría aún más extensa si adosáramos otra cancha de paddle de Camino Centenario La Chimenea (donde hoy funciona Wall Mart), la Vieja Estación (Pasaje Dardo Rocha) o El Bar (7 y 49). También podría sumarse el escenario del Teatro Lozano. Poco después el GoGo cerraría sus puertas y reabriría como Tinto Bar, y ahí sí los ’90 adquirieron su real dimensión. “Estos bares han sido para el artista platense un segundo hogar, un plano de trabajo, una oficina de prensa y un patio para ir a jugar. Sin ellos no tendría este cuerpo el movimiento cultural de la ciudad”, comentó Javier Beresiarte, bajista de Las Canoplas y hoy cabeza visible de El Milano.
Tanta efervescencia quedó plasmada en un disco editado en 1996 y que se llamó La Plata 99. Se trató de un compilado que dió cuenta de buena parte de las canciones que sonaban en cada uno de los bares mencionados. El CD contaba con tapas de cartulina desmontable (una por cada banda que participaba) y con una cartulina que lo recubría con una sugestiva foto: dos oficiales de la montada transitan por una calle desierta. En aquellos días, Eduardo Duhalde, gobernador de la Provincia, impulsó una ley que buscó acotar la noche, acotarla, encerrarla. Las razzias eran frecuentes y pasar la noche en una comisaría por averiguación de antecedentes también. El escenario no era favorable y el gobernador había anunciado su candidatura para presidente para las elecciones de ’99. Un escenario caótico y restringido se acercaba. Finalmente, Duhalde no ganó aquellas elecciones y en esa década el rock del cuadrado perfecto vio como uno de sus hijos, Los Peligrosos Gorriones, fue parte activa del denominado Nuevo Rock Argentino.
Con el cambio de siglo se dieron otros en la escena platense. Cerraron buena parte de los bares mencionados (por no decir casi todos) y la influencia de los Moura cedió su lugar a la de Patricio Rey y sus redonditos de ricota. La Plata no fue ajena al fenómeno que ostentó el rock nacional y sus calles se poblaron de bandas que le cantaban a sus barrios, a la noche y al rock. La Cumparsita, Don Lunfardo y el señor Otario o Encías Sangrantes fueron algunas de ellas (y la mayoría mantiene su vigencia), y entonces ese espíritu de autogestión, banderas, cantitos y bengalas se trasladó a los clubes. Y cientos de chicos comenzaron a cantar esas canciones, a disfrutar de cada una de esas celebraciones que se desarrollaban semanalmente. Claramente todas estas bandas fueron más masivas y convocantes que la de la generación que la antecedió. Pero una noche cercana a fin de año se toparon con la tragedia de Cromañón, y nada volvió a ser igual. Fue un golpe demasiado dura, una herida abierta que aún duele. En esos años, un joven Ciudad Vieja se erguía como el único bar rockero, ahí tocaban Estelares, Mister América, Traviatabosnialafortina, La Secta o Miles.
El segundo lustro de los ’00 marcó un regreso a los primeros planos de una buena parte de los músicos que habían protagonizado los agitados ’90. Cambió una vez más el paradigma musical y el centro de escena, el faro volvió a ser Virus. Aparecieron los Norma, Mostruo!, Crema del Cielo, Mutandina, Pájaros, Villelisa; siguieron Estelares y Guasones (proyectándose a nivel nacional) e irrumpió una más que interesante, fructífera y bella escena indie encolumnada detrás de bandas y solistas como El Mató a un policía motorizado, Shaman y los hombres en llama, Sr. Tomate, 107 faunos o Valentín y los volcanes. A diferencia de lo que sucedió en los ’90, por estos días son cientos las bandas que circulan buscando un lugar para tocar pero muchos menos los bares que les den cobijo. Que ofrezcan un trato justo, quizás sólo exista Pura Vida. Que abren sus puertas al rock un puñado más, aunque no siempre en las mejores condiciones. Por eso es tan importante Pura Vida para todos los que hacen rock en La Plata. ¿Es Pura un bastión cultural? Sí, claro, pero no de la cultura toda porque sus puertas no están abiertas a todos los géneros. Pero sí del rock platense, y que la ciudad ostente la chapa que ostenta a nivel nacional bastante se lo debe al bar de diagonal 78 e/ 8 y 61, en la boca de todos estos días a partir de la queja de un puñado de vecinos, de la clausura municipal y de la masiva y espontánea manifestación que el último domingo protagonizaron músicos, artistas, público y periodistas en su defensa.
“Tocar en Pura Vida para cualquiera de nosotros, implica ser respetado, valorado y bien tratado. Simple como eso. Raro como eso en el rubro de los bares y sucuchos habituales. Diego Cabana, hace cada noche, el trabajo de gestor cultural de las bandas rock. Asistí muchas veces al cierre de lugares vitales para la ciudad por quejas de vecinos, recuerdo La Fabriquera, un espacio que todavía hoy no encontró su espejo. Jueces de faltas, Control urbano, Secretaria de cultura: estudien, analicen, pregunten. Subsidien los espacios donde genuinamente se desarrollan los movimientos culturales. Y pónganle doble vidrio, cámaras, Puertas gigantes, gestionen la cultura. No la prohíban”, sugiere con muy buen tino el músico de Mostruo! Lucas Finocchi.
Ante la falta de lugares oficiales, puestos a disposición de los artistas, sería bueno que la Comuna al menos busque encontrarle solución a situaciones como las que se generaron entorno a Pura Vida. Cerrado Pura Vida, la escena rockera platense esa que tanto elogian en Buenos Aires comienza a tener fecha de expiración. Es necesario que la Municipalidad multiplique posibilidades y espacios, y no que los acote. En ese contexto, vale resaltar la tarea que llevan adelante de los responsables de Juventud La Plata, su director Leandro Burguesi siente que “desde que estamos en la Dirección de Juventud trabajamos para promocionar el arte y la cultura de la ciudad, en ese sentido hay muchos espacios independientes y colectivos autogestionados que trabajan con el mismo fin y uno de ellos es Pura Vida, tal vez el más importante en relación a la música. Lo que sucede con los grupos de música en la ciudad es algo muy importante, no solo por la cantidad de producción y de estilos sino también por la calidad, que trasciende la ciudad y el país, continuando una tradición en La Plata desde hace años, y Pura Vida es un componente muy importante en este proceso, porque les da la oportunidad a los músicos de seguir produciendo, (no les saca plata sino todo lo contrario), de exponerse y tocar, con una trato hacia los artistas que es el que debería ser siempre, es justamente por esto que para nosotros es muy importante que espacios como Pura Vida se puedan desarrollar plenamente, porque funcionan como un amplificador de la producción local y aportan una contención no solo desde lo artístico sino también desde lo económico que es fundamental para la continuidad del proceso creativo”.
Será cuestión de esperar como se desarrollen las cosas, que haya solución y que podamos escribir: Pura Vida para todos.
Fuente: http://diagonales.infonews.com/nota-179246-seccion-114&Redirect=false-Noche-platense-dulce-y-cruel.html
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