lunes, 23 de abril de 2012

En La Plata hay milongas de lunes a lunes

En estado de plena ebullición, los lugares para bailar tango se multiplican, y se erigen como un espacio de encuentro entre platenses. La galería  de fotos de la Torre y de lo de Raúl. Y la agenda del 2 x 4.

22.04.2012 | 22.56

Por Cecilia Toledo

Todos los domingos, a la tardecita, se arma la milonga en la Torre I (Fotos: Luis Ferraris)

Ya lo había anunciado el gran Alorsa, uno de los cantores tangueros y poetas populares más viscerales que vio crecer la ciudad: “Vuelve el Tango, señores”. Y después de un largo letargo el dos por cuatro se multiplica, se dispersa, crece y se baila en decenas de milongas de la ciudad. Espacios públicos, bares y asociaciones civiles; al aire libre, con la luz de la noche o del día; bajo tinglados o sobre pisos de fina madera bailarines amateurs, aficionados y profesionales se encuentran y desencuentran.

La Milonga de la Torre I, 12 y 51 (también puede realizarse en la II, de 12 y 54) es uno de los espacios más curiosos de la ciudad donde el tango se baila hasta entrada la medianoche. Y resulta llamativo porque el hall de ingreso a la torre, por el que entre el lunes y el viernes deambulan empleados en apuros, diligentes sin tiempo y funcionarios con los minutos contados, se convierte todos los domingos en testigo privilegiado de la milonga.

Y no es sólo el piso del edificio público el que cambia de aspecto. Las luces se vuelven de una intensidad más baja, lograda a través de parches de papel celofán que embolsan a los focos. Las columnas, que estructuran la construcción, se ven rodeadas de bolsos y objetos personales, y los bancos que cercan la parte central del hall son utilizados por un público curioso que, domingo a domingo, se dispone a observar lo que sucede en la pista: decenas de parejas bailan tango en un círculo que se mueve en sentido contrario a las agujas del reloj.

Esa escena se repite desde hace ya ters años en ese mismo lugar. Y aunque allí, por una cuestión de espacio y de recursos, no pueden llevarse adelante ciertos rituales que hacen al universo tanguero –como un buen plato de comida o un rico vaso de vino- la Milonga de la Torre lleva el tango a la vereda: lo pone al alcance de los peatones, lo exhibe no ya como una pieza de un museo sino como una danza en la que se expresan todos.

Paso a paso. “La gente viene caminando y se va bailando. Con una clase aprendes a comunicarte con el cuerpo del otro y a moverte por el espacio”, comentó Ulises Delle Ville, organizador. El docente, explicó además que la danza tiene su ritmo, que no es sólo el musical: “Cada canción dura 3 minutos, y la tanda dura 5 canciones. O sea que durante quince minutos estás abrazado con alguien”.

El abrazo es uno de los elementos más importante del baile, porque en él se reflejan el encuentro, la conexión y el intercambio. Pero no todo en las milongas es seducción, levante y conquista. Más bien, todos esos atributos forman parte de un imaginario colectivo que poco se corresponde con lo que sucede en los bailes de la ciudad.

Fernando Zingarelli, músico y DJ de la milonga Mandinga, que se realiza los primeros sábados de cada mes en el Centro Cultural Olga Vázquez, aseguró que “la gente está llena de prejuicios sobre las milongas. Es muy fuerte el esteriotipo que pesa sobre el ambiente tanguero, visto como un lugar triste, que está lleno de viejos. Pero el baile posibilita no sólo la unión corporal, sino que tiene que ver con la energía de la gente. Abrazas veinte personas por noche en un ambiente donde reina la camaradería, la tranquilidad. La milonga es un espacio social de encuentro con la posibilidad de bailar”.

La efervescencia que domina las milongas en la ciudad se resume en el proyecto
Tango es Integración Socio Cultural (TEISC), que coordina Delle Ville. La propuesta consiste en vincular, de manera virtual, a todos los grupos que organizan bailes en los diferentes espacios de La Plata.

“Hay una página (www.tangolaplata.com.ar) en la que todos los grupos de tango platenses están cohabitando virtualmente, sin competencias. Antes había muchos celos entre los organizadores de las milongas, estaba muy dividido el tango”, analizó Delle Ville. El objetivo es que esa misma propuesta, que parte de un soporte digital, se replique sobre el suelo bonaerense “para que se reproduzca esta movida en todos los partidos y después en todas las provincias. Lo que queremos es que esté financiado para que sea completamente gratis. Ahora es a la gorra”, explicó Delle Ville.

Ajustadas al ritmo universitario que tanto caracteriza a la ciudad, las milongas también responden a la cadencia estudiantil: la mejor época para acercarse a bailar es a comienzo del año lectivo. Durante el invierno mucha menos gente concurre a los bailes, pero durante la segunda parte del año hay milongas por doquier.

Lo de Raúl. “Tenés que ir a lo de Raúl Gaggiotti. Es como volver 30 años atrás”, es lo que dicen las personas que frecuentan el universo milonguero de la ciudad a cualquier otro para el que es ajeno ese mundillo. Y la sugerencia es certera: la atmósfera que se genera todos los martes en ese inmenso galpón, ubicado en 23 entre 43 y 44, se asemeja mucho al de las antiguas milongas.

Sifones de vidrio, hombres engominados, luces bajas –casi amarillentas- zapatos de charol y un menú con precios que no se ajustan a los del mercado gastronómico actual, son algunos de los detalles que ofrece la "La Corchea Melódica", -más conocida como lo de Raúl-.

Como sucede en otros espacios milongueros, antes de que los asistentes comiencen a sacarle viruta al piso, hay una clase para aprender a bailar tango. Y aunque nadie está pendiente de lo que sucede en la pista, para bailar en lo de Raúl hay que tener una mínima idea del dos por cuatro.

El punto más álgido llega promediando la medianoche, cuando Gaggiotti sale a tocar con su banda. Por encima de la barra en la que se despachan los vistosos platos, esperan los instrumentos para que el Maestro los llene de vida. También pueden verse algunos instrumentos en el salón lateral a la pista. Allí, se exhiben una guitarra, un violín y un teclado junto a algunas fotos en blanco y negro, y objetos que evidencian los años de milongueo que lleva lo de Raúl: más de veinte.

"La Corchea Melódica" comenzó como una empresa familiar, allá por 1988, y es una de las pocas que se mantuvo en actividad durante los años en los que el tango estaba dormido en la ciudad. Lo de Raúl es un negocio atendido por sus dueños: Blanca, la mujer de Gaggiotti colabora con la milonga, al igual que sus hijos, Andrea y Fernando. También su yerno, Alejandro Velázquez, y los nietos de Raúl se encargan de garantizar el servicio de La Corchea.

“¿Se gana en la milonga?”, pregunta un joven a otro hombre, herrero artístico de oficio, que frecuenta bailes desde hace más de 25 años. “Sí. Se gana en la pista, con el baile. Yo me dejo picar”, contesta el señor de camisa a cuadrillé, mientras se compromete a bailar una tanda con la señora que cena ravioles en la mesa vecina.

Como sucede con otros estilos, en la milonga es el hombre el que invita a bailar a las mujeres, aunque esa regla ha ido mutando. El tradicional cabeceo ya casi no se usa en las milongas de la ciudad, más bien los caballeros se acercan a las mesas donde están sentadas las damas, y las invitan a bailar una pieza. Por lo general, la respuesta es un sí. “La que dice que no es porque es nueva”, comenta el hombre que rato antes aseguró dejarse “picar” por las señoritas.

Además de un lugar propicio para el cruzarse con personas del sexo opuesto, la milonga es un espacio de encuentro, en el que hay mucho código. “El que se desubica no dura mucho”, comentó un habitué de lo de Raúl. Y con esas mismas reglas, aunque con una renovación generacional que lo atraviesa, volvió el tango; “muzzarella y sin barullo a reclamar de nuevo lo que es suyo”.

El cronograma milonguero sin descanso

Lunes:

Milonga La mariposa. En la Salamanca, 60 esquina 10 (22.00)

Martes: 

Milonga La Corchea melódica. 23 entre 43 y 44 (22.00)

Espacio de práctica en Estudio de Danzas Naira. 48 entre 18 y 19 (22.30)

Los segundos martes del mes: La milonga de 1887. 6 esquina 56 La Plata.

Miércoles:

La milonguita de los miércoles. El Rincón de los amigos. 51 entre 4 y 5 (22.00)

Jueves:

Milonga Fulanos y Papusas. La Clave. 50 casi esquina 5

Espacio de práctica de baile de tango. Olga Vazquez. 60 entre 10 y 11 (22.00)

Viernes:

Los segundos viernes del mes: Milonga La Tilinga. 505 n° 2347 entre 18 y 19 (22.00)

Los terceros viernes del mes: El zócalo. Centro Estudiantes de Santa Cruz 1 n° 1478 entre 62 y 63 (22.00).

Sábados:

Espacio de Práctica baile de Tango. Pasaje Dardo Rocha, 50 entre 6 y 7 (19.30)

Primer sábado de cada mes: Milonga Mandinga. Centro Cultural Estación Provincial de 17 y 71 (23:00)

Domingos:

Milonga en la Torre 1. 12 entre 50 y 51 (18.00)

La clandestina. 10 nº 1084 entre 54 y 55 (21.00)

Segundo domingo de cada mes: Milonga del campo. Quinta Villa Tonezza.179 y 41. Olmos (13.00)

Fuente: http://diagonales.infonews.com/nota-179113-Las-milongas-no-se-toman-francos.html

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