El 29 de abril se celebra en todo el mundo el día de la danza y la Municipalidad de La Plata está organizando una gran fiesta de cuatro días en el Pasaje Dardo Rocha. La entidad oficial responsable del encuentro es la Secretaría de Cultura, pero cuenta con la ayuda de una bailarina emblemática de esta ciudad, que es Marta Cipriano.
Su nombre es una referencia casi obligada en el ámbito local y el instituto que hoy lleva su nombre es uno de los más tradicionales, originalmente dedicado a las danzas españolas. Hacía mucho tiempo que teníamos ganas de charlar con ella y esta nos pareció una excelente oportunidad para repasar algunos hitos de su vida y conocer qué la motiva hoy, cuáles son sus reflexiones.
Al igual que la mayoría de las bailarinas, su aspecto físico disimula mucho su edad; su mirada es vivaz y sorprende la lucidez de su pensamiento. Ella misma hace gala de tener cierto entendimiento con las computadoras, aunque confiesa bastante asistencia de sus nietos, y si bien se define como "retirada", mantiene actividades vinculadas con la enseñanza y el diseño de vestuario porque eso le permite continuar al lado de su familia, que es una referencia central en su conversación.
¿Qué se está organizando?
Le preguntamos por los festejos del día de la danza y se le iluminó la cara, denotando mucho entusiasmo en la tarea que se le ha encomendado. Aclara que no tiene ningún cargo municipal y que no toma decisiones, sino que es una especie de "asesora" que brinda desinteresadamente su conocimiento y experiencia en la materia.
Recuerda que conoce desde hace muchos años a José Cipollone, el actual secretario de cultura, porque mientras él estuvo al frente del teatro Coliseo Podestá ella presentó innumerables funciones de danza con su escuela, y a raíz de ello llegaron a trabar un buen vínculo. Por eso recibió el llamado de ayuda para participar en esta celebración especial y, charlando, ofreció también su colaboración desinteresada en la organización. Le expresaron la idea de diagramar una agenda de cuatro días de festejos, del 11 al 13 de mayo, y su primera preocupación fue cómo llenarla con eventos de calidad y variados a la vez.
Así fue como se puso a pensar ideas y repasar su agenda de contactos, y sugirió que desde el jueves hasta el sábado se armara un ciclo de danzas del mundo con trabajos folclóricos diversos, vinculando a las colectividades de La Plata, Berisso y Ensenada, que —según dice— trabajan muy intensamente durante todo el año, y buscando estilos novedosos que se practican en la ciudad; y para el domingo, que es propiamente el día de la danza, reservar una jornada especial para las principales disciplinas como el clásico, el contemporáneo, el jazz, el español y el folclore. En esta tarea se propuso buscar "lo mejor de La Plata" para garantizar el éxito del encuentro, y seleccionó un abanico de alternativas que luego deberán ser concretadas por los funcionarios responsables.
La idea fue bien recibida y enseguida comenzaron las reuniones de armado: las primeras tres jornadas se harán en la sala A del Pasaje Dardo Rocha y la función final tendrá lugar en el hall central, donde se montará un escenario gigante con tapete de goma y todo.
Hoy, como siempre
Cuenta Marta que hace sesenta y cinco años comenzó a dictar clases de danzas españolas, en forma muy casera, reuniendo a amigas del barrio y gente que tenía ganas de moverse los sábados a la tarde, para divertirse. Ese fue el germen del instituto que lleva su nombre, en plena actividad y ampliamente diversificado, y así es como hoy la encuentra quien la busque: pues los miércoles, los viernes y los sábados dicta clases de danzas españolas para quien tenga ganas de bailar. No son clases estructuradas ni siguen un programa rígido; tampoco son de enseñanza de pasos básicos. En realidad son encuentros casi espontáneos, gratuitos, en los que ella busca divertirse junto a otras bailarinas que compartan su pasión, y continuar jugando para mantener vivas las raíces de las danzas españolas tal como ella las aprendió —al estilo de Antonio Gades por ejemplo, remarca.
Durante estas reuniones ella va marcando secuencias, a veces sentada o tomada de la barra debido a sus dos operaciones de cadera, y las alumnas la siguen y bailan al compás, incluso hasta acompañadas por un guitarrista en vivo. Le importa revivir un flamenco de otra época y que según su visión hoy se está perdiendo, algo que expresa con cierta nostalgia. A la danza actual la encuentra falta de elegancia y estilo, "parece más enojo y karate", ejemplifica; le resulta muy violenta en general y por eso añora a los grandes bailarines de los tiempos de su formación.
Hunde la charla en los recuerdos y rememora que en su juventud había muchas compañías españolas que venían de gira al país y entonces era posible tener una visión muy amplia de las danzas oriundas de la madre tierra, con muchas academias y profesores con quienes aprender. Reconoce que su madre era "una adelantada" porque la llevaba a ver todos los espectáculos que había, también comedias musicales, y gracias a eso conoció a José Greco, a Antonio Gades, a Ángel Pericet, "el estilo personificado", dice. Al lado de estos maestros aprendió a bailar al son de las palmas, aprendiéndose el toque de todos los palos y ritmos, lo que a su entender hoy ya no se practica tanto. Y entonces frunce el ceño y afirma que, para innovar en un estilo como se pretende hacer en la actualidad, es necesario conocer las raíces. Por eso intenta rescatarlas y continuar difundiéndolas entre las nuevas generaciones.
La mayoría de las chicas de "su ballet", como llama a las integrantes del taller, son mujeres jóvenes y adultas, mayores de 25 años, que trabajan, tienen hijos, son madres "y todo eso". Muchas son ex alumnas suyas o de otros lados, ex bailarinas que volvieron a reencontrarse con la actividad, "son chicas que saben bailar", resume.
Pero Marta ya no lo hace. A la pregunta que se venía contesta con mucha suavidad en la forma, pero con gran firmeza en el concepto: "la gente dice que bailaba bien, dejala con esa idea", y explica que en su visión uno tiene que ser muy consciente de cuándo parar la pelota y bajarse del escenario, porque pasada cierta edad, ya no es bello.
¿Y el estado de la danza actual, en general?
En un intercambio de ideas varias acerca de la danza y su presente, Marta asegura que hubo un furor de niñas con ganas de aprender a bailar a partir de las audiciones de Tinelli y le reconoce a esos programas el mérito de haber estimulado el interés. Pero no duda en expresar que, si bien en algún comienzo pudieron haber mostrado algunas disciplinas de danza, hoy son simple pornografía.
En el caso de los adultos aprecia que es más difícil porque están todos muy ocupados, "con la cabeza en otras cosas como para dedicarle tiempo a la danza"; comprende que se trabaja y se anda mucho y no hay prácticamente tiempo para desarrollar el arte.
Acerca de las danzas españolas en especial, menciona que son muy ricas y variadas, aunque hoy por hoy están desperdigadas en los centros culturales regionales, dado que el reino de España los apoya y estimula. Explica que cada agrupación tiene su baile, su academia y su grupito porque el gobierno español los subsidia económicamente para mantener vivas las tradiciones culturales, y que por un lado eso es hemoso pero por otra parte disgrega los bailes. A grandes rasgos clasifica las danzas españolas en tres: la escuela bolera, que es la escuela de danza clásica española y se remonta al siglo XVIII. Es la que se bailaba en la Corte y a sus intérpretes se los denomina "bailarines". Luego ubica las danza regionales, populares, como las jotas que se solían ejecutar en las calles y fiestas sociales, y a sus intérpretes se los llamaba "bailadores"; y en el sur de España, en la región de Andalucía, se desarrolló el flamenco de la mano de los gitanos, y a sus intérpretes se los apoda "bailaores". Cada una tiene sus características y a los bailaores nunca se los verá en zapatillas, por ejemplo, comenta.
Ella se dedicó mayormente a la escuela bolera y recuerda que una vez armó una coreografía para todo el concierto de aranjuez completo, que alguna vez había visto en la compañía de Pilar López y había quedado tan maravillada que desde entonces siempre soñaba con montar algo junto a sus alumnos. Creó el primero y el tercer movimiento, y el segundo lo hizo Raquel Rizzo, una profesora de su instituto, porque tenía un matiz más contemporáneo. Era una obra enorme y de mucho trabajo que se llegó a estrenar en el Coliseo Podestá, pero que nunca más pudo repetir porque luego se enteró de que los herederos de Rodrigo, el autor de la música, sólo admiten la reproducción pública del concierto ejecutada por orquestas. Y así es como nació y murió su versión del concierto de aranjuez.
Como espectadora
La profesora Cipriano también continúa siendo espectadora de funciones de danza y cuenta que recientemente estuvo en la gala de ballet que ofreció el cuerpo estable del Teatro Argentino en el Coliseo Podestá, y le encantó. Por supuesto que no podía dejar de mirar los pies de las bailarinas, las posturas, los developpés, y las piruetas de los bailarines, y le sorprendió la calidad con la que está trabajando todo el elenco.
También fue al cine a ver El Artista y la disfrutó mucho, y cuando vienen espectáculos interesantes trata de ir, como el Ballet de España o la compañía de Eva Yerbabuena, aunque confiesa que cada vez le cuesta más organizarse para salir y viajar hasta Buenos Aires.
Es muy orgullosa de su familia, hoy compuesta de cuatro hijos y diez nietos, a pesar de que sólo uno de los últimos es bailarín. Pero bailarín de danzas vascas, como su abuelo, explica. Y a propósito de ello menciona que en el centro vasco de La Plata (14 esq. 58) se enseñan las danzas típicas de esa población y que son muy pintorescas, mantenidas intactas como en su origen. Destaca Marta que reciben mucha ayuda de España y que gracias a eso cuentan con muchos y muy buenos videos y bibliografía que los estimula a mantener un ballet de calidad, además de que tal vez puede influir la característica de los vascos de ser un pueblo muy costumbrista, apegado a las tradiciones.
Como profesora
Por último y ante tanta experiencia acumulada, no podíamos evitar conversar con ella acerca de la enseñanza y las interesantes reflexiones que debe haber elaborado después de tantos años de oficio. Opina que la práctica es excelente para niñas pequeñas de 4 a 6 años, por ejemplo, porque les brinda una formación estética muy linda, muy elegante en los movimientos y en la actitud corporal que no se adquiere de otra manera, y que luego en la adolescencia marca una diferencia. Y además porque con ese estímulo temprano es como se van descubriendo vocaciones, como fue su propio caso según recuerda.
Hoy además busca "que quede algo" de ella en las nuevas generaciones. Transmitir, que sus aprendizajes trasciendan de algún modo su existencia física. "Tendría que escribir", dijo por allí.
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