sábado, 18 de junio de 2011

“Pocas personas pueden creer que soy buen tipo”

Entrevista a Lito Cruz

Publicado el 17 de Junio de 2011

Por Mercedes Méndez

Revela en quién se inspiró para componer al villano de El elegido, cuenta por qué trabaja en las cárceles y cómo es La Otra, la obra que dirige en el Teatro Sha.

Dónde queda el psiquiátrico?”, pregunta Lito Cruz por teléfono, mientras camina por un paredón de la calle Amenábar. Una vez que le pasan la dirección del lugar donde en unas horas tendrá que grabar una escena y convertirse en el villano Oscar Nevares Sosa, guarda el celular en un bolsillo e intenta hablar, pero la concentración le durará poco: su otro teléfono empieza a sonar y él tiene que atender. El actor sólo se parece al imperturbable abogado en la cantidad de asuntos que tiene que resolver. La diferencia entre el artista y su personaje en la novela El Elegido es que mientras uno quiere crear un “nuevo Oriente” a costa de matar a cualquiera que se cruce en su camino, el otro busca un mundo más justo que pueda conmover a través del arte.

“Pocas personas pueden creer que soy bueno”, cuenta Lito Cruz sobre la repercusión que tiene su personaje en El Elegido y que le ocupa, en este momento, casi todo su tiempo en los estudios de Telefe. Pero el actor se suma nuevos proyectos. Además de continuar con su cargo como director del Consejo Provincial de Teatro Independiente de la provincia de Buenos Aires, sigue con sus clases de teatro y dirige la obra La Otra, de Javier Daulte, donde actúa su mujer, la actriz y bailarina María Dutil y Eliana Manzo.

–¿En El Elegido te tocó representar al malo de la historia, pero que tiene un ideal del Bien?

–Mi idea no es hacer un personaje ni bueno ni malo, ni rico ni pobre. Utilizar todos los matices que tiene un ser humano, eso le llega mucho a la gente. A este personaje le puse una carnadura humana, él tiene motivos por los cuales ejerce el Mal. Además, cuanto más poderoso es el malo más poderoso es el bueno. Esto ya es una ley del teatro, que viene desde los griegos en adelante. Los poderes tienen que estar equilibrados.

“¡Uh! Esperame que este teléfono no para”, dice Lito y atiende su celular, que sonará unas cinco veces durante toda la entrevista. Pero él, que parece estar acostumbrado a las interrupciones, retoma la charla en el mismo lugar donde la dejó.

–¿En esta novela hay una evocación al personaje que hiciste en El Garante?
–Puede ser, aunque al personaje de El Garante todo lo que lo rodeaba era sobrenatural. Él no tenía alma, era como una navaja, era elegante. Creo que la diferencia entre José Sagasti y Nevares Sosa es que este personaje tiene cierta humanidad, tiene un amor por su hijo, tiene cierto anhelo por una humanidad diferente que él quiere, a costa de matar a toda la gente que pueda. En realidad el problema de Oscar Nevares Sosa no es matar gente, sino a quién deja vivo.

–Pero en El Elegido también hay una mística sobrenatural.

–Hay una mística del Mal, por eso Nevares Sosa dice, en un momento, que la maldad y la bondad son inventos que tiene el cerebro humano. El tiburón no se preocupa si sos grande, chico, feo, bueno; está en su hábitat y no tiene remordimientos. Tampoco le pasa al rottweiler ni al tsunami. Entonces la idea es ingresar al plano de la mística, no para salvar a Nevares Sosa, pero sí para entenderlo. A la gente lo que le pasa con este personaje es que no sabe cómo terminará, cómo lo destruirán. Eso genera mucho suspenso. ¿Cómo termina alguien con tanta maldad? Lo interesante, para el público, es pensar cómo es el exterminio de este hombre, con qué herramientas le va a ganar Andrés Bilbao (el personaje de Pablo Echarri).

–¿Te inspiraste en algún villano famoso?

–Volví a leer el personaje de Yago y Ricardo III. He vuelto a esos pensamientos donde Ricardo III no entiende por qué llega al mundo deforme, odiado por su familia, despreciado por su mamá. No entiende por qué tanto castigo con él. Por eso cuando ejerce el mal, lo ejerce hasta las últimas consecuencias, no tiene piedad. Esta injusticia de cómo vino al mundo Ricardo es lo que releí, no con la idea de tomarlos como referencia, sino porque sabía que algunos de esos pensamientos iban a quedar como un resabio, quería saber qué se depositaba en mí sobre tamaño pensamiento sobre el Mal. Esas lecturas me sirvieron para ver qué memoria corporal, emocional e intelectual quedaba en mí. Ahora, por ejemplo, estoy llevando a las cárceles un espectáculo con mi mujer (ver recuadro) y recibimos las cartas de algunos presos. Son lecturas que tienen emoción, uno no sabe en qué palabras, pero tienen emoción. De alguna forma se puede recibir. Sentía lo mismo cuando San Martín le hablaba a Guido, que fue su gran amigo de toda la vida. Ese amor por la patria que tenía San Martín y ese impulso por luchar contra la injusticia se siente en el cuerpo. Son hipótesis de trabajo, yo las hago, las analizo, después si quedan y aparecen en mi actuación, mejor. De todos modos, muchos de los pensamientos de Oscar Nevares Sosa son míos. Las frases que dice, por ejemplo, son cosas que recuerdo. La otra vez encontró mi mujer una frase que utilicé en la novela: “No me pregunto por qué mato gente, lo que me pregunto es por qué no los mato a todos.” Esa la dije hoy en las grabaciones. Son pensamientos que tienen algo de surrealistas, casi borgeanos.

–Con tu experiencia en la televisión, ¿notás algo nuevo que aporta esta tira?

–Creo que lo que tiene el programa son dos hombres como Martín Seefeld y Pablo Echarri que comandan el proyecto. Ellos son un intermediario entre nosotros y el canal. La tarea de ellos hace que resalten los actores, porque cuidan la luz, la escenografía, la ropa, el texto, las actuaciones. Nos permitimos hacer más de una vez una escena. Son cosas que en un canal es muy difícil, no se puede. Todo eso tiene que ver con la calidad del programa. No soy yo, ni Pablo. Es todo. Hay que pensar que Seefeld y Echarri hace dos años que vienen trabajando en este proyecto. En los autores también se nota un gran tiempo de trabajo. Con tanta dedicación, los personajes tienen vida propia. La actuación se vuelve un trabajo inconsciente, sale desde algún lugar. Es como cuando manejás: si te ponés a pensar dónde está el embrague, chocás. Si lo pensás, no surge con espontaneidad.

–Tenés un personaje central en una novela y seguís sumando proyectos, ¿cuántas horas dormís?

–Duermo muy poco. Por eso tengo problemas con María. (La mira y se ríen). Son todas cosas que me interesan, son útiles, son proyectos que tienen una proyección individual, artística y también una proyección social. Como esto de las cárceles, que con sólo ver lo que les pasa a ellos, uno ya tiene ganas de ir. El mundo no termina ni empieza en mí. La otra vez uno de los internos dijo se había olvidado de la pasión de vivir. Es muy fuerte. De esas cosas saco la energía. Si uno tiene la hipótesis de que hay algo más que esta vida, el organismo se activa. No importa si después es verdad o no. Si uno piensa que esta vida es así y nada más, no le importaría nada. Se paraliza, no vale la pena hacer ni un movimiento. Tengo 70 años, estoy disfrutando de la última etapa de mi vida. Pero yo me voy a morir tratando de dar un paso más.

Fuente: http://tiempo.elargentino.com/notas/pocas-personas-pueden-creer-que-soy-buen-tipo

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