23.06.2011 | Espectáculos / El prestigioso bailarín regresa a La Plata para presentar La Traviata en el Argentino
“¡Cuerpo en vaivén de música, ojo resplandeciente! ¿Cómo distinguir al bailarín del baile?”, exclamaba en su famoso poema “Entre niñas de escuela” el magnífico poeta irlandés William Butler Yeats. En este caso, lejos de la heroicidad poética -tan propia del espíritu céltico- el bailarín establece cierto límite: al menos durante la charla habla comedidamente, poniendo por delante al profesional del artista sensible que es en las tablas. Hablamos de Iñaki Urlezaga, icono del ballet nacional y figura reconocida en todo el mundo, que pasado mañana y pasado regresa a su ciudad natal -la nuestra- con dos funciones de La Traviata en el Teatro Argentino (51 e/9 y 10). Con música del célebre Giuseppe Verdi, este ballet en dos actos contará con coreografía del mismo Iñaki Urlezaga, con Eliana Figueroa como partenaire, Lilian Giovine en la dirección artística y la orquesta del Teatro Argentino con dirección del platense Luis Gorelik Esta versión de la magistral obra lírica llevó a Iñaki y su troupe a bailar en prestigiosos escenarios europeos.
Sin embargo, estas funciones (sábado a las 20.30 y domingo a las 17) tienen para Iñaki un valor adicional. “Como bien lo decís, profesionalmente podemos decir que apenas se trata de una función más, que es más de los mismo que he hecho por todo el mundo -expresa el bailarín-. Pero personalmente sí es distinto: está mi familia, que es de La Plata, es el teatro de mi ciudad. Tiene un gusto especial”. Y agrega respecto la incidencia de este teatro: “A medida que ese vaya teniendo mayor cantidad de representaciones y más espectáculos importantes, la gente va poder ir compartiendo este lugar y sus disciplinas”.
Y la gente, cada vez que se presenta, desestima aquello de que nadie es profeta en su tierra. “Eso es parte del cariño del publico, te diría que desde el primer día que salí y comencé con mi carrera lo tuve. Quizá sucede que el platense es algo conservador o arraigado y entonces se da como con los jugadores de fútbol: es gente que si se destaca, la ciudad entera celebra cuando uno se hace presente”. Y si de tender puentes entre disciplinas supuestamente no populares, indudablemente él es una de las figuras que trascendió tales fronteras: “En todos lados es así. A mi me tocó una era más desacartonada en todo sentido. La gente puede conocer mucho más a la persona que hay detrás del artista. Yo soy bastante reservado para todo. Pero la gente se sintió identificada, o me tomó como alguien cercano”.
Urlezaga -quien justamente inició su carrera profesional hace veinte años como primer bailarín de este teatro- goza de reconocimiento y afecto no sólo aquí sino en todo el mundo, reafirmado tras el importante desafío de presentar una obra tan conocida. “Cada lugar lo toma de una manera, distinta. Por ejemplo en Italia, en un teatro llamado Giuseppe Verdi, que tenía un misterio especial, y aun así fue un éxito muy grande y amplio donde la gente ha debatido luego, si le gustaba o no, que se sentía. Para un artista es maravilloso, tener esa libertad de trabajo y regocijo”.
Como bien señalamos, Urlezaga no sólo lleva el rol de Alfredo sino que además tiene una responsabilidad extra dado que es el encargado de coordinar más de150 artistas en escena. “Sí, claro -asume sinceramente-. No solo si bailo bien o mal es culpa mía: el espectáculo todo tiene que ver conmigo. Y para ello, uno tiene que saber dónde está parado, afrontarlo con madurez para saber lidiar con todo ello”. De algún modo, es como si debiera tener un pie adentro y otro afuera de la obra: “Uno siempre tiene que ser objetivo y subjetivo a la vez, es la mejor manera de mantener el equilibrio”. Y es que incluso este hombre de apariencia refinada y moderada puede perderlo: “Nadie dice que uno no lo pierda, uno no está libre ni exento de nada. Pero hay que usar el raciocinio, uno no puede guiarse solo por las emociones que están tan abiertas, tan a flor de piel como suele suceder con los artistas”.
A flor de piel se lo puede ver a Iñaki cuando salta al escenario, y se entrega al vaivén de la música ante el ojo resplandeciente. Entonces sí, el bailarín es el baile y también, poesía.
Fuente: http://www.elargentino.com/nota-145292-medios-122-Desde-el-primer-dia-de-mi-carrera-conte-con-el-carino-del-publico.html
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