sábado, 18 de junio de 2011

El tiempo de la canción

Plaza Ideas

18.06.2011 | Estrenando su cuarto disco, Alvy Singer y su Big Band se presentan esta noche en la sala principal del Centro Cultural Islas Malvinas. Anclado en géneros como el jazz, el foxtrot y hasta el dixieland pero, siempre bajo un delicado manto pop, este compositor porteño de formación académica trae a nuestra ciudad un catálogo de letras tan cómicamente desgarradoras como elegantes.

Alvy Singer es, en realidad, Jano Seitún. Entonces: ¿quién es Jano Seitún? Veamos: Jano Seitún (1978, Buenos Aires) es, entre otras cosas, un músico joven con currículum vitae, una rara avis en el mundo de la canción contemporánea, ya que antes de animarse a proyectos propios, Seitún hizo las veces de contrabajista de la Orquesta Académica del Teatro Colón. También ejerció como violonchelista de la Orquesta Escuela de Tango de Bs. As. Y de la Orquesta Sinfónica San Martín, entre otras formaciones vinculadas a la música clásica.

Hasta que, con la intención de ganarse un piso propio en la Torre de la Canción, se inventó un alter ego y se rebautizó como "Alvy Singer" -en un explícito homenaje a Woody Allen y su filosofía sobre los avatares del amor en las grandes urbes. Bajo ese concepto, en 2005 grabó Volumen Uno, su premiado disco debut.

Y desde aquel entonces no se quedó quieto un minuto. Porque en 2007 presentó La elegancia. En 2009, El corazón fantasma y en este año de elecciones (¿?) El tiempo del amor, que además de salir por el prestigioso sello Los Años Luz (discográfica en cuyo catálogo figuran Kevin Johansen, Liliana Felipe, Lisandro Aristimuño, etc.), trae un compilado con lo mejor de las placas anteriores, cuyas canciones formarán parte del repertorio que abordará esta noche cuando a partir de las 21.00 se presente en el Centro Cultural Islas Malvinas, en el marco del ciclo organizado por el programa radial Carbono 14 (FM Universidad).

– Esta noche presentás tu cuarto disco y la pregunta se torna inevitable: ¿qué diferencia encontrás con respecto a la producción de tus discos anteriores?

–Con el correr de los años, la banda que me acompaña se fue solidificando, resumiendo, compactando y encontrando un sonido único. Aprovechando esta realidad, realizamos el año pasado un espectáculo semanal que funcionó además como un gran ensayo de este disco. Y así fue que, a fin de año, nos metimos en los míticos estudios ION y grabamos en vivo, en sólo dos días, este nuevo repertorio. Nos volvimos más temerarios, proponiendo juntos los arreglos musicales, y cantando todos juntos en muchos momentos.

–Este disco parecería un poco más alegre que los anteriores…

–Es menos llorón que los otros. Es cierto. Es un relato dividido en 10 canciones, que retratan la historia de una conquista amorosa; emocional y sonoramente, es una vuelta de página, y sin renegar de lo anterior (de hecho el disco viene con un compilado de regalo con lo mejor de los discos anteriores), lo estamos viviendo casi como un debut.

–Entiendo que no venís de una familia de artistas... ¿Cómo llegaste a decidirte por entero a la música?

–Creo que nunca lo elegí… nunca lo puse en la balanza en contraposición a otra cosa. Fue más bien el llamado de la nave nodriza, jeje, fui abducido por una fuerza que no da opción. No puedo no hacerlo. Algo no me deja.

–¿Te acordás de tus primeros encuentros musicales?

–Algunos chicos de séptimo grado llevaban sus guitarras para la misa y para mí era la imagen más poderosa de la elegancia. Llevar una guitarra al colegio era como portar una espada, ¿no? La primera canción que aprendí, y que no formaba parte del cancionero de misa, era “El Oso”, de Moris.

–Los invitados al ciclo organizado por Carbono 14 forman parte de una generación de músicos que retoman la idea de la canción como una manera o, mejor dicho, como una vía para relatar algo... En tu caso, ¿te pusiste a pensar cuál sería el eje de tu narración?

–Sí, supongo que toda mi obra hasta ahora es una investigación sobre las canciones de amor. A la manera de Chico Novarro o Armando Manzanero, que manejaron ese universo con una maestría única. Busco canciones sencillitas, munditos de tres minutos que retraten distintos estadíos en esa dirección. Eso, en el terreno de las palabras. Si hablamos del sonido, trato de trasladar a la banda una mixtura que hay en mi cabeza; el fruto de muchas y muy disímiles experiencias musicales.

–Además de estar al frente de Alvy Singer Big Band, también participás de proyectos paralelos como "Los Campos Magnéticos" y en bandas amigas como "Onda Vaga" o "Nacho y los Caracoles"... ¿te tomaste muy en serio lo de Hombre Orquesta?

–Me entrego de lleno al oficio, le pongo el cuerpo entero. A veces la agenda se complica y me encuentro corriendo por la ciudad para cumplir con todos esos proyectos, pero es muy importante para mí no cerrarme en una sola idea, en un solo estilo, en una sola manera de hacer las cosas. Me encanta esa esquizofrenia. Hace bien al ego, y al alma. Aprendo mucho así. Es como jugar al fútbol en distintos puestos, hay que ponerse distintos chips.

–Como si fuera poco, también coordinás un taller para músicos amateurs. ¿De qué se trata "La oreja atenta"?

–Es un taller de canciones que hago desde hace tres años con mi colega Tomi Lebrero. Lo disfrutamos mucho, es muy desafiante y enriquecedor poner tus canciones sobre la mesa y someterlas a una disección grupal. Es un estadio intermedio entre estar tocando sólo en tu casa y subirte a un escenario con público. Es un espacio donde los alumnos pueden probar cosas, meter el dedo en la salsa y decir “falta o sobra tal ingrediente”. 

Fuente: http://www.elargentino.com/nota-144656-medios-122-El-tiempo-de-la-cancion.html

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