sábado, 16 de julio de 2011

La fiesta continúa

Apuntes del teatro platense

Espectáculos / 16.07.2011 | El grupo de Teatro del Colegio de Abogados y su puesta para este año: El Herrero y el diablo, de Juan Carlos Gené

“Ya a esta altura no hay casi nada flojo. Reiteramos mucho las cosas y hacemos la obra hace bastante tiempo”, reconoce el director Roberto Conte, y refuerza sus dichos con un recuerdo: “en 1957, cuando presentamos la obra en Santa Fe, tuvimos el honor de tener como espectador al Doctor Alfredo Palacios (integrante de la Asamblea Constituyente), que dijo que jamás olvidaría el espectáculo que había visto”. Así que, desde esa época, el grupo de Teatro del Colegio de Abogados de La Plata viene puliendo las presentaciones de El Herrero y el Diablo, pieza escrita por Juan Carlos Gené.

La experiencia ganada durante estos años no le impide a Conte y su grupo seguir manejándose con dedicación y profesionalismo, ya que “rigurosamente” se encuentran dos horas antes de comenzar la función para prepararse: los actores se cambian y se maquillan, se prueban las luces, el sonido y se arma la escenografía. Cuando está casi todo preparado, se toman “un cafecito” o “unos mates” y se acomodan, cual espectadores, en las cómodas butacas de la sala, para distenderse antes de subir a escena.

Los chistes y las anécdotas ganan terreno entre los compañeros, y la cosa se pone picante durante la sesión de fotos grupal:

–¿Cómo hacer para esconder las arrugas?

“Fotoshop”, es el pedido unánime para el fotógrafo, que sonríe y les pide que se acomoden los dos protagonistas al frente.

–Con esas caras no se sabe cuál es cuál: quién es el herrero y quién es el diablo- vuelven a bromear.

Respeto y vigencia

Poder hacer “una de las mejores obras del teatro argentino” representa un “orgullo” para el grupo, que ha aprendido a respetar al autor “religiosamente” porque atenerse al texto es fundamental. Gené ha escrito una pieza “muy acertada” en cuanto al tema, al “desarrollo moderno de la trama, tiene un lenguaje apropiado y conserva la picardía del cuento original”, asegura el director, quien define a la obra como “simple y llena de frescura”.

El herrero y el diablo es el título que eligió Juan Carlos Gené para la “fiesta teatral” que construyó sobre la base del capítulo XXI de Don Segundo Sombra, de Ricardo Güiraldes. En este relato, “hombres, diablos y santos se mueven en una tierra santa muy convencional, poblada de gauchos”, apuntó el dramaturgo en sus notas, y se “permitió” una excepción: “tratando de dar realidad teatral al viejo y legítimo recelo de nuestra campaña contra la ciudad, en esta fiesta los diablos son ciudad, el mal viene de la ciudad” y en cuanto al desenlace, también dejó entrever que modificó (apenas) la moraleja del insigne Güiraldes: “confieso no haber podido resistir a la tentación de hacer triunfar a la astucia criolla aún sobre los designios divinos. Miseria (el personaje principal) es de los que si no gana, empatan”.

Gené les propone a los espectadores “creer en esta candorosa historia y divertirse con este juego infantil” y el mismo mensaje es el que da Conte y sus dirigidos, porque ellos se divierten no sólo en el durante, sino en el antes y el después.

La vigencia del relato es otra de las cosas que mencionan como “fundamentales”, pues este texto, “al igual que los de Molière y Shakespeare perdura, no morirá nunca”.

Indicaciones por aquí y por allá

A pesar de tener ritmo y tener “aceitada” la obra, el director no puede contenerse y da unas cuantas indicaciones antes de salir a escena.

“Oscar y Pablo (los actores se acercan a él y escuchan con atención), les recuerdo algo: el acto de ustedes es el llanto, no tienen que olvidarse de eso”.

Y sigue…

“Por el lado tuyo (señalando a otro de sus dirigidos) acordate de ‘un monumento Miseria’ y que resalte el miseria por sobre un monumento”.

Y finalmente, un poco en broma, un poco en serio:

“Y las mujeres, acuérdense de dejar hablar”.

Repasan algunas líneas, se dan más recomendaciones sobre el espacio: “En esta parte queden más amontonados. Y Jesús, no te alejes de San Pedro”.

Falta cada vez menos y al ser un elenco numeroso, se percibe ese ambiente “pre” apertura del telón. “Antes de salir a escena hacemos un juramento, como en el fútbol”, revela Roberto Conte, y segundos después se verá esa especie de rito que el grupo hace, que se podría bautizar como el “Merd”.

Una ronda en el centro del escenario, todas las manos juntas y al grito de “merd, merd, merd” (que se corona con un saltito grupal) todos los integrantes del equipo se preparan para lo que vendrá.

Una vez terminada la ceremonia, el director saluda con un beso a cada uno de los actores que, a su vez, se saludan entre ellos deseándose “éxitos” para lo que está a punto de llegar.

“Acuérdense de dos cosas fundamentales -dice Conte- Lo menos es más (esa sería la primera). Y el respeto por el autor es fundamental, al igual que el respeto por el compañero”.

Y continúa, porque dos cosas no bastan, al parecer: “Es mucho más importante saber escuchar que saber hablar, recuerden que en la comedia francesa te hacen escuchar un texto, no decirlo”. Y el broche: “el público es el depositario de nuestro amor. Si no nos divertimos nosotros, ellos tampoco”. Nada más, porque lo mejor llegará cuando se cierre y se vuelva a abrir el telón.

Una aproximación a la obra desde la obra

MISERIA: –¡Vengan todos que tengo a loh'Infiernos en mi tabaquera! ¡Bien dicen que a los malos los pierde el orguyo!... (Se interrumpe bruscamente, impresionado por sus propias palabras.)
SAN PEDRO: –(Sentencioso.) Eso mesmo digo yo. Te perdió el orguyo.
MISERIA: –¿Y por qué? ¿No era una buena acción encerrar a los diablos? Se acabaron las peleas y las enfermedades y todo anduvo como reló de rico. Qué, si ni había que baldiar los pozos porque toda agua era güena. La gente vivía sana y güena y en paz, hasta que un día se quedaban quietitos porque les había yegao el turno 'e morirse. Y se iban derechito pa'l Cielo con una sonrisa en los labios.
SAN PEDRO: –Pero ansina como no hay caminos sin repechos, no hay suerte sin desgracias. Y vino a suceder que abogados, procuradores, jueces de paz, curanderos, médicos y todos los que son autoridá y viven de la desgracia y vicios de la gente, comenzaron a ponerse charcones de hambre.
MISERIA: –Mejor así…
SAN PEDRO: –¿Cómo mejor así? ¿Pero no ves que siendo el mundo como es no puede pasarse del mal y que las leyes y lah'enfermedades y todos los que viven d'ellas, que son muchos, precisan de que los diablos anden por la Tierra? ¿O te creés que Nuestro Señor los puso para que un cualquiera los encierre?
MISERIA: –¡Lo mesmito me dijo el Gobernador!
SAN PEDRO: –¡Sigue la deschabada! ¿Entonces, hablaste con Suecelencia?
MISERIA: –Sí. Como él también dentraba en la partida de los castigaos, se endilgaron pa'mi rancho en comitiva pa'esigirme que les arreglara la situación.

(***)

MISERIA: –Hay una cosa que yo puedo cambiar por la suelta 'e los diablos y sólo me la puede dar usté, Suecelencia.
GOBERNADOR: –(Perdonavidas, buenazo.) ¡Decí, hombre, decí! Que p'ayudarnos estamos loh'hombres…
MISERIA: –Y es el puesto 'e Gobernador.
(Hay una pausa de estupor general que corta brutalmente el GOBERNADOR.)
GOBERNADOR: –¡Ah, maula! ¡Sabía que ibas a venir con chicanas! ¡Venir a desafiarme en mi mesma casa!... ¿Y adónde está tu ejército pa'que vengás buscando guerra? ¡No sabés que a una orden mía levanto cuatro mil gauchos que van a defenderme?
MISERIA: –Güeno… Si eh' así… Quédese con el puesto y yo con los demonios.
ABOGADO: –¡Un momento! ¡No podemos dejarlo ir!
COMANDANTE DE CAMPAÑA: –Piénselo, Suecelencia…
GOBERNADOR: –¡No tengo nada que pensar! ¡Está decidido! ¡Y que salga 'e mi vista porque de no lo hago degoyar!
MÉDICO: –¡Recuerde, por favor, Su Excelencia, que mientras hay vida hay esperanzas!
GOBERNADOR: –¡Y yo pierdo las esperanzas pero lo degüeyo!

(***)

MÉDICO: –(En un lamento). ¡Ya no hay esperanzas!...
COMANDANTE: –(Dominando el tumulto con su vozarrón militar) ¡Las hay! ¡Acá mi tropa!
(Los soldados y el sargento se reúnen con él y previos los saludos de reglamento deliberan en un rincón. Al cabo de un momento el COMANDANTE se dirige al GOBERNADOR.)
COMANDANTE: –Suecelencia, las tropas bajo mis órdenes acaban de vivar un proclama que yo he lanzao, por la cual declaramos que estamos sublevaos contra el Gobierno y caduca su autoridá, esigiéndole la renuncia inmediata y la entrega del poder a Don Miseria, a quien aclamamos Gobernador.
(Los soldados apuntan al GOBERNADOR.) (EL COMANDANTE lo desarma) Y aura esperamos que entregue las insinias del mando.
GOBERNADOR: –(Patético) ¡Me han traicionao! ¡Pero sólo muerto he de entregar el mando! (Se encasqueta la galera hasta los ojos.)
COMANDANTE: (Con el mismo tono de proclama.) Considerando la resistencia de las autoridades al almitir los derechos del Pueblo, que con justa cólera viene a esigir por intermedio de nuestra tropa, para acabar así con una época de infortunio y alevoso tratamiento de los derechos republicanos, ordenamos el jusilamiento del actual Gobernados, para que deje libre el campo. Quiera Dios que la Patria comprenda el sacrificio que por ella hago, al ordenar con puño sereno el jusilamiento de uno de sus hijos diletos, que debe cumplirse para evitar a esta tierra males mayores. Firmado: Tiburcio Ontaneda. Comandante del Ejército Libertador. Pelotón, ¡apunten…!
GOBERNADOR: –¡No tiren, por su madre! ¡Me entrego! (Arroja la galera) ¡Y que sepa la posteridá que sólo me he rendido para no enlutar a la Nación!
COMANDANTE: –(Siempre en su tono.) Y en este acto, el pueblo deposita su confianza en el nuevo Gobernador, Don Miseria. (Vuelve a colocar la galera a MISERIA.) ¡Viva el Gobernador!
TODOS: –¡Viva!
COMANDANTE: –¡Viva Miseria, Protetor de la Liberta 'e los pueblos
TODOS: –¡Viva!
MISERIA: –(exaltadísimo) ¡Aura sí! ¡Apártensén que áhi va!
(Gran ansiedad en todos. Miseria abre con extrema precaución la tabaquera. Oscuridad, truenos y relámpagos. Y disipada la tormenta, aparecen los diablos en montón, apretujados y temblorosos, mirando desorientados a su alrededor.)
MISERIA: –(Asustándolos.) ¡Juira!...
(Y los diablos escapan aullando y levantando otra tempestad. Revolotean en el viento infernal faldones y polleras y algunos sombreros siguen a los diablos. Pero todo el mundo está contento y gritan disparates a los demonios en fuga…)
MÉDICO: (Borracho, por ahora sólo de alegría.) –¡Acá hay Gobernador para rato!
ABOGADO (Más borracho que él.) –¡Con la Miseria en el poder? ¡Gobernador para siempre! ¡Viva la Libertad!
TODOS: –¡Viva! ¡Viva la libertad!
(Borrachera general.)

FIN DE LA FIESTA

[Ficha técnica]
Puesta en escena y dirección general:
Roberto Conte.
Elenco:
Alberto Paiz (Miseria)
Nico Strático (San Pedro)
Héctor Servin (Nuestro Señor)
Elisa Vallejo (Amazona)
Pablo Espinosa (Diablo "dos")
Juan Annese (médico)
Adrián Rocha (Soldado)
Oscar Rondina (caballero)
Héctor Peñalva (estanciero)
Guillermo Somonte
(comerciante)
Tino Butinof (gobernador)
Ana Larronde
(Doña Gertrudis)
Graciela Cris (vieja bruja)
Escenografía:
Quique Cáceres.
Vestuario y maquillaje:
Titi Landini.
Utilería:
Elisa Vallejo.
Ayudante de producción:
Héctor Servín.


No solo es diversión


Las gigantografías de los personajes principales de la obra, desparramadas por varios sectores del hall de Colegio de Abogados, prometen. Llaman la atención de los presentes: grandes y chicos, un público que se diría “familiar”, quienes comentan o, más bien, imaginan de que se tratará lo que están por presenciar.

Ingresan a la sala, una hermosa sala -no se puede obviar el comentario- y se ubican en las amplias y suaves butacas. El público verá, desde un comienzo, a todos los actores en escena, aunque al principio participan sólo algunos y los demás se quedan detrás, observando o cantando (siempre sentados).

San Pedro (Strático), el portero de los cielos, “pelea” con Miseria (Paiz), ese gaucho que “mal usó” la gracia que Dios le concedió. Él no lo recuerda (dice que no recuerda lo sucedido, ¿no lo recuerda?), entonces el santo ofrece volver el tiempo atrás para activarle la memoria.

En ese punto comienza esta historia, la de El herrero y el diablo, que tendrá toda clase de chistes, enseñanzas y frases para anotar. El nivel de los actores es muy parejo, se nota que disfrutan de lo que hacen y que lo que hacen, lo hacen con ganas. Hay un buen ritmo y la obra no decae en ningún momento y, a cada momento, se vuelve más entretenida.

Desfilan muchísimo personajes (algunos actores interpretan varios roles) y no faltan los cantos en vivo, el baile y, sobre todo, las risas. El autor (Juan Carlos Gené), el director (Roberto Conte) y los intérpretes (13) no se equivocan, porque la obra es una verdadera “fiesta teatral” que dejará a más de uno con ganas de volver y, lo que es aún más importante, con mucho para pensar y reflexionar. Porque el teatro, además de un entretenimiento, es -según el mensaje del equipo- un arte que “no modifica la vida, pero ayuda a sobrellevarla”.

Fuente: http://www.elargentino.com/nota-148896-No-solo-es-diversion.html

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