martes, 26 de julio de 2011

“Para llevar una nariz roja hay que tener con qué”

Payaso Adolfito

Espectáculos / 26.07.2011 | Adolfo Ferreyra lleva su espectáculo infantil al Pasaje Dardo Rocha

Es injusto. Cuando –por ejemplo– un inepto o sinvergüenza se postula para candidato a gobernador de una provincia, se le dice “payaso”. Si se reformara –por suponer una situación improbable– un torneo de un deporte popular afectando precisamente la deportividad, se hablaría de “payasada”. “Payaso es una palabra denostada, por eso le puse así al disco. Para los que queremos el oficio y tratamos de hacerlo crecer, es una palabra que pocos pueden usar.” Quien la pronuncia con la autoridad que da el oficio y el estudio es Adolfo Ferreyra, quien bajo la piel de Adolfito se presentará desde hoy y hasta el sábado 30 de julio en la Sala Polivalente del Pasaje Dardo Rocha (50 entre 6 y 7), a las 14 y a las 16.

"El espectáculo es un unipersonal de payaso donde hay un pequeño relato que cuenta cómo fue que Adolfito adoptó ese rol –introduce el protagonista–. En ese pequeño relato lo que hago es intercalar un poco de magia, de malabares, de gags de circo y la participación de los chicos. Y de paso, lo que hago es presentar dos discos: el primero llamado El patio de mi ciudad y éste con músicos colaborando en la composición."

La historia del show es autorreferencial: "Tiene un poco de verdad y otro poco de ficción, pero sí: es autorreferencial. Es un espectáculo con mucha participación de los nenes, donde hay canciones, humor y regalos. Se sortea un disco por función." Y aclara que son "canciones muy cuidadas y honestas. No es punchi, punchi, para pegar nomás. Hay mucha poesía, lo vengo haciendo hace muchos años", y recuerda que ha "estado mucho tiempo trabajando en la República de los Niños hasta el año pasado."

La variedad de su espectáculo sugiere una formación multidisciplinaria: "Soy egresado de la Escuela de Teatro como actor y trabajo en la Comedia de la provincia de Buenos Aires y, el payaso nació por necesidad, espiritual y material. En los primeros años era difícil vivir de actor. Y se fue dando por casualidad. Yo tengo 46. Cuando tenía veintipico di con una pareja de viejos magos que me adoptaron como si fuera un nieto y con ellos empecé a aprender muchas cosas del quehacer del circo y de la magia, ya que trabajaron muchos años en circo y tienen que ver con el show que hago ahora. Con ellos hice mis primeras armas en un mundo distinto al teatro, fui a estudiar a una escuela de circo en Buenos Aires y después empecé trabajando como payaso en animaciones, en eventos y siempre con el camino del actor paralelamente."

Ambos caminos se convirtieron en complementarios y nutrieron el uno al otro: "Cuando vos actuás en una obra de teatro convencional, tenés la cuarta pared, donde tratas de generar una ficción, sujeto al guión del autor y el personaje a trabajar. El payaso te permite romper esa pared y entablar un ida y vuelta con el público. Hay un riesgo y una adrenalina muy lindas de llevar, he aprendido improvisando de lo que los chicos te devuelven y uno toma .Se genera otro juego distinto al planteado de antemano: nunca sé que voy a encontrarme. Por eso con este show, sé que comienza acá, dónde termina, pero nunca sé que puede pasar en el medio. Está abierto a que ellos se expresen."

Por ello es que adhiere a que el infantil es el público más grato, pero también el más complejo: "Si a un adulto no le gusta, por respeto o por convención cultural es muy difícil que se levante que se vaya o que diga ‘me aburro’. Un nene si se aburre o no la pasa bien, te lo va a decir. Y es parte del ida y vuelta, bancarse de igual a igual con el otro. Ese es el riesgo que tiene, esa adrenalina de mantenerlos cautivados."

Según Adolfo/Adolfito, con el espectáculo "se enganchan chiquitos de entre 1 y 7 años de edad más o menos, y los padres que también entran en un estado de gracia muy lindo. Sucede que es un espectáculo simple, sin doble sentido, muy ingenuo en algún punto. No laburo con una franja más grande, porque eso lleva otra dinámica, más del gaste ida y vuelta, y no me siento cómodo en esa parte.”

A la hora de los referentes cuenta que "que cuando era chico, y después de grande, que empecé a ver con un enfoque más analítico, fueron Marrone o Biondi. Esa línea de payasos, han dejado un legado." Y a esos nombres entrañables agrega a los payasos callejeros que ha cruzado en el camino, así como a una generación más chica que yo, que viene muy bien y han crecido mucho."

Y se extiende: "Estas generaciones han hecho que en el oficio circense esa palabra se vuelva a respetar. La gente se da cuenta si alguien se puso una nariz roja y se puso lo que sea. Sin menospreciar el laburo de nadie. Pero es todo un rito y un compromiso: una nariz roja hay que llevarla, hay que tener con qué."

Fuente: http://www.elargentino.com/nota-150247-seccion-114&Redirect=false-Para-llevar-una-nariz-roja-hay-que-tener-con-que.html

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Las tablas le hicieron fuerza a la motosierra

  Balance de teatro 2024 En un año con fuerte retracción del consumo y un ataque inusitado al campo de la cultura, la caída de la actividad ...