Domingo 17 de julio de 2011 | Publicado en edición impresa
Entrelineas
Por Pablo Sirvén
La presencia constante de artistas, como decorado presidencial, cada vez que habla la jefa del Estado; la afiebrada defensa del "modelo" por parte de grandes, medianas, pequeñas y diminutas figuras, y la activa y frecuente participación de famosos en celebraciones multitudinarias o como conductores de espacios de radio y TV son una marca creciente del kirchnerismo, desde 2003 para acá, que se ha acentuado particularmente durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.
Más allá de los altísimos cachets pagados por el Gobierno para asegurarse las actuaciones de ciertas figuras en presentaciones multitudinarias aquí o en embajadas culturales en el exterior, hay ciertas líneas de acción oficial que vienen beneficiando a quienes trabajan en el ámbito del espectáculo y que son percibidas con verdadera simpatía por sus miembros.
Con la colaboración de periodistas especializados, sindicalistas, empresarios, docentes, archivo, libros y la propia memoria de quien esto escribe, se incluyen a continuación, a manera de punteo, algunos de los hechos más relevantes en esta materia:
El regreso de las negociaciones paritarias, en la búsqueda de favorecer al conjunto, y no ya como arreglos individuales, gracias a la voluntad política de que sea de esa manera y que, según la Asociación Argentina de Actores, ha logrado para este año importantes recomposiciones salariales, incluso por encima de la inflación real (30% para trabajadores del cine y de la TV; 32% para teatro y, nada menos que el 50% para publicidad, dado que el sector venía muy rezagado).
La prolongación por decreto de las licencias de radio y TV por diez años, que firmado por el presidente Néstor Kirchner en 2005, suponía un statu quo muy conveniente para la industria televisiva tradicional, experimentó un cambio de paradigma a partir de la sanción de la ley de medios, cuatro años más tarde, impulsada por su viuda y sucesora, que abandonó la pasividad prescindente que supo tener su marido durante su mandato.
La creación y expansión de la Televisión Digital Argentina (DTA), que alienta el Estado, incluye la aparición de nuevas señales, en tanto que la ley de servicios de comunicación audiovisual procura descentralizar y federalizar la producción al imponer a los canales provinciales que prácticamente sólo replicaban la programación capitalina, la posibilidad de mayores fuentes laborales artísticas, también en las nuevas señales de cable que han ido e irán apareciendo (públicas o privadas, aunque éstas por lo general en manos "amigas" del Gobierno) que deben crear contenidos para llenar sus grillas. Asimismo, impone porcentajes de música local a las radios.
Las sociedades de gestión, creadas en estos años, reconocen derechos a los actores (Sagai) y a los directores de cine (DAC), para ser compensados monetariamente los primeros por el uso de sus imágenes, cada vez que un programa o película es emitido o repetido, y los segundos, el reconocimiento como autores de sus films, lo que los habilita también a cobrar por ello.
El Instituto de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa) viene desde hace años abriendo distintas posibilidades para mejorar el fomento de la producción y la exhibición del cine argentino con cuotas de pantalla, subsidios, créditos blandos, facilitar la coproducción con otros países y concursos varios para fortalecer la industria audiovisual, también de telefilms, documentales y apertura de salas. Y las medidas que se toman no se limitan a la pantalla grande como lo demuestra la creación de la Unidad de Fomento de Producción televisiva, la señal Incaa TV y la Cinemateca y Archivo de la Imagen Nacional (Cinain).
El óptimo nivel del Canal Encuentro, la realización de producciones ambiciosas, por parte de Canal 7 y el Incaa, como Revolución . El cruce de los Andes (para el cine) y Belgrano (exhibida primero gratuitamente en todo el país y emitida el 20 de junio último por la TV pública) y la comedia en tira Sr. y Sra. Camas , más allá de sus paupérrimos resultados artísticos y de audiencia, revelan una sugestiva reactivación del rol del Estado en materia de producción audiovisual.
El incremento de los fondos para el Instituto Nacional de Teatro (INT), la ley de teatro independiente y la creación del bonaerense Instituto Provincial de Teatro dieron, al mismo tiempo, nuevo impulso a las actividades escénicas (en Capital, a su vez, apuntaladas por Proteatro).
Pendientes: ley del actor (que procura la relación de dependencia y el derecho a la jubilación, pero que perdió estado parlamentario, aunque insistirían pronto en su tratamiento, pero entrando por el Senado). La ley nacional de música, Protango y la ley de folklore son todavía borradores. También quedó demorado el tratamiento de gravar las copias privadas (canon digital) mediante una tasa aplicada a la venta de medios de grabación y cuya recaudación recibirían, en distintos porcentajes, autores, editores, productores y artistas.
Este tipo de proyectos, por lo general, reciben más impulso en el mismo seno del Poder Legislativo, aunque con lentos avances y retrocesos. "El enorme crecimiento de la conexión a banda ancha en Internet -opina al respecto Martín Becerra, profesor e investigador de la Universidad Nacional de Quilmes y del Conicet- en los últimos siete años, sobre todo en áreas urbanas, modifica las formas del consumo y del acceso a la cultura industrializada, planteando nuevos retos que hasta ahora se mantienen huérfanos de respuestas por parte del Congreso".
psirven@lanacion.com.ar
En twitter: @psirven
No hay comentarios.:
Publicar un comentario