Después de trabajar en varias telenovelas, la actriz decidió probar suerte en Europa. En España incursionó en la comedia y en Italia cautivó a millones de personas interpretando a una villana en la miniserie Terra ribelle. Además, protagoniza Solos en la ciudad, una película que se estrena en septiembre en Buenos Aires. “Quiero contar historias que dejen huellas”, dice.
TEXTO: VICKY GUAZZONE DI PASSALACQUA
FOTOS: ANDY CHERNIAVSKY
ASISTENTES DE FOTOGRAFÍA: MARIANA GATTO Y ANTONELA VISMARA
PEINADO: WALLY RIVAS
MAKE UP: MECHI PERALTA
ESTILISMO: ANGIE UGARTE
La expresión “rara avis” refiere a una persona considerada como excepción de una regla, como un caso poco frecuente. Así podría definirse a Sabrina Garciarena, una actriz que cinco años atrás eligió abandonar el seguro mundo de las telenovelas en busca de papeles menos cómodos que representaran un verdadero desafío en su carrera.
Aburrida de interpretar a bellas e inocentes heroínas, aceptó una oferta para participar en una serie española y partió rumbo a Europa sin demasiados recaudos. “Lo hice con cierta inconsciencia”, agregará ella más tarde. Sin embargo, su instinto no falló.
NUEVOS RUMBOS
Garciarena tenía 17 años cuando hizo su debut televisivo en la exitosa serie Verano del ‘98. Su interpretación de la dulce Morita le permitió ingresar con fuerza en el circuito de tiras y novelas diarias. Así, pasó por programas como Una familia especial, Se dice amor, Amor en custodia, Costumbres argentinas, Rebelde Way o Son amores.
Sin embargo, cuando tenía cerca de 24 años comenzó a pensar en cambiar el eje de su carrera y participar en otro tipo de proyectos. En ese contexto, recibió una propuesta para actuar junto a Diego Peretti en la serie española Cuestión de sexo. De a poco comenzaron a convocarla para otros proyectos, como la película Pagafantas (del director vasco Borja Cobeaga), la novela italiana Terra ribelle y la serie española Física o química.
Si bien en estos años Garciarena tuvo tiempo para regresar a Argentina para filmar algunas películas (como Felicitas, Amor en tránsito o Solos en la ciudad, que se estrenará próximamente) y protagonizar la campaña de la marca de lencería Sol y Oro, su carrera parece estar cada vez más enfocada en el circuito europeo.
Tu último trabajo fue para la serie española Física o química. ¿Qué te atrajo de esa propuesta?
Es una serie muy emblemática y famosa de España. Es bastante transgresora porque, si bien toca temas adolescentes, lo hace de un modo comprometido. Habla de sexo, de drogas, de homosexualidad, todo desde un punto de vista muy heavy, con mucha verdad. Eso es lo que me gustó. Muestra conflictos reales. Yo interpreté a una profesora argentina de filosofía que se casa con un profesor del colegio para tener la ciudadanía española. Fue interesante porque se trata de una comedia; en Argentina jamás me habían llamado para algo así.
¿Te gusta que te vean en ese rol?
Sí, me siento muy libre para hacer ese tipo de papeles. Me gusta mucho. Es un gran entrenamiento para el actor. A veces, cuando hacés trabajos más dramáticos o densos, quedás un poco cargado. En ese sentido, la comedia es mucho más liberadora.
¿Es muy distinto trabajar en Europa?
No creo que haya muchas diferencias entre Europa y Argentina, aunque cambian los formatos. En Argentina hay muchas tiras diarias, mientras que en Europa se hacen más unitarios. Ese tipo de programas permiten que los actores puedan realizar mejor su trabajo. En una tira, uno se para frente a cámara y debe aportar todo su oficio porque la toma final queda definida en los primeros intentos. En cambio, en España las escenas se repiten varias veces porque se filman desde diferentes planos, como en el cine. A la vez, eso implica un desafío –sobre todo al hacer una comedia– porque es difícil sostener un chiste con la misma gracia y frescura después de la sexta repetición.
¿El público se comporta de manera distinta?
El público de la serie Física o química es muy efusivo. De todos modos, la actitud varía en las diferentes provincias. El público de Málaga es muy cálido, en Madrid te paran en la calle y te piden fotos… El amor del público es parecido al de acá. En Italia no lo noté tanto porque nunca viví allá. En ese país hice Terra ribelle, una tira con un éxito increíble. Cada capítulo era visto por 8 millones de personas, una barbaridad. Igualmente, la experiencia de trabajo es fascinante donde sea. Soy actriz, me gusta trabajar y si me invitan a participar en un proyecto interesante, voy a donde sea.
¿Te costó tomar la decisión de dejar Argentina?
La primera vez me fui de Argentina lo hice con mucha inconsciencia. Tenía 24 años, había trabajado en muchas series en el país y me mandé. Después, volví a Europa y me quedé durante seis meses. Eso fue un poco más fuerte. Últimamente tengo más claros mis objetivos y soy un poco más consciente de qué dejo en el país cuando me voy a Europa.
¿Y el balance es positivo?
A nivel profesional, es muy positivo. Soy muy intuitiva y me dejo llevar por lo que siento. He rechazado muchos trabajos porque pongo en la balanza lo que realmente quiero.
¿Cómo te llegó la primera propuesta para trabajar en el extranjero?
Me ofrecieron hacer Cuestión de sexo. Era imposible decir que no porque era una serie con Diego Peretti y Willy Toledo, dos actores que admiro mucho. Tenía que interpretar a la hija de Diego. Cuando recibí la propuesta supe que iba a aprender muchísimo con él. Es un actor increíble, uno de los mejores del país. El trabajo tenía una duración definida y me ofrecía la posibilidad de vivir en una ciudad tan linda como Madrid, así que no pude negarme.
Sin embargo, muchos actores eligen quedarse en Argentina. Hay quienes le temen al desarraigo…
Si querés crecer profesionalmente y te alcanza con las propuestas locales, buenísimo. Pero yo había hecho muchas tiras y sentía que las propuestas que recibía eran más de lo mismo. Tenía muchas ganas de hacer cine, pero había empezado en televisión. Trabajar en televisión implica un entrenamiento actoral que ningún profesor de teatro puede ofrecer. Te da seguridad para resolver las escenas, además de una frescura y una espontaneidad increíbles. Sin embargo, después de trabajar en ese ambiente durante tanto tiempo, tenía ganas de hacer otras cosas. Entonces surgió la posibilidad de participar en proyectos diferentes en el extranjero.
En Italia interpretaste a Luisa, la villana de Terra ribelle.
Sí. Al principio Luisa se presenta como un angelito, pero se convierte en un diablo. ¡Nunca antes había hecho de mala! Nadie me veía en ese tipo de roles. En un principio, me convocaron para interpretar a la hermana buena, pero le pedí a la directora que me hiciera un casting para el papel de mala. Ella me miró con desconfianza, pero aceptó y, finalmente, me dio el papel. En Argentina, muchos productores y directores no hacen castings para definir los papeles.
¿Esa es otra diferencia que encontraste al trabajar en el extranjero?
Sí, allá todo el mundo hace castings. Eso me encanta porque te permite ver si encajás en el rol que el director quiere. El director tiene que estar completamente seguro al asignar un personaje a un actor. Yo no interpreto a un personaje a menos que esté realmente segura de que puedo hacerlo. Filmar una película implica muchos gastos y el trabajo de mucha gente. Es una tontería no hacer castings. En Hollywood, hasta Natalie Portman los hace.
¿Te divirtió hacer de mala?
Me pareció increíble. Nunca había hecho un papel similar. Es sorprendente el modo en que el personaje cobra vida. Uno empieza a explorar ciertos aspectos de su personalidad, cosas en las que quizás nunca reparó. Luisa tiene muchos celos de su hermana, así que eso me obligo a dar forma a una personalidad distinta de la mía. De todos modos, tuve que bucear en mi historia. Me encanta esa búsqueda. Hay personajes que son más cercanos a uno, pero la verdad es que me gustan más los papeles en los que debo crear una personalidad diferente.
La psicología es una buena manera de investigar diferentes personalidades. ¿Hacés terapia?
Sí, desde que tengo 17 años. Empecé a trabajar cuando era muy chica y a los 19 ya vivía sola. Además, provengo de una familia grande y protectora, que nunca estuvo vinculada al espectáculo. Entonces, me sentía un poco sola en este medio. Necesitaba hablar de lo que me pasaba. Con el tiempo, uno se pone en sintonía y encuentra cosas en común con las personas con las que trabaja. Entonces, te das cuenta de que elegiste bien. Por supuesto, mi familia también está muy presente. Sé que les gusta mi trabajo. Y cuando algo no les gusta, me lo dicen.
CUENTAS PENDIENTES
Aunque trabaja mucho en España e Italia, Garciarena aún no piensa en instalarse de manera definitiva en Europa. Por el momento, siempre elige volver a Buenos Aires donde se pone al día no sólo con sus amigos y su familia sino también con la programación de la televisión, el cine y el teatro local.
Mencionaste a Diego Peretti como uno de los actores que más te gustan. ¿Qué otros referentes tenés?
Julio Chávez me gusta mucho. Hace poco vi por primera vez El puntero y me encantó. Mercedes Morán, a quien vi en El hombre de mi vida es otra actriz que me encanta. Norma Aleandro me gusta mucho. Interpreta a personajes muy diferentes y siempre se la juega sin miedo. Por otro lado, el trabajo de Carla Peterson, Julieta Díaz, Érica Rivas, Julieta Zylberberg y Vanesa González siempre me interesa.
En los últimos años, los unitarios ganaron terreno en la pantalla argentina. ¿Te interesaría trabajar en el país en un programa de ese estilo?
Sí, me encanta ese tipo de proyectos. Además, conozco y aprecio muchísimo a Daniel Barone, que dirige todos los unitarios de Pol-ka. También me gustó el unitario que hizo Canal 7 sobre la vida de Belgrano, con Pablo Rago.
El cine argentino también parece estar ganando espacio. ¿Es un fenómeno que se ve en España?
Creo que sí. En los últimos tiempos se estrenaron varias películas argentinas en España, como Sin retorno, Un cuento chino o La mirada invisible. Todos los actores españoles aman el cine argentino. Además, los directores argentinos están jugando a abordar distintos estilos. Por otro lado, hice un curso con el director de teatro Claudio Tolcachir, que también está presentando varias obras en España.
Trabajaste mucho en cine y televisión. Sólo te falta incursionar en el teatro, ¿no?
Sí, es un mundo que todavía no exploré mucho porque te exige residir mucho tiempo en un mismo lugar. Las ganas de hacer teatro me surgieron, justamente, cuando empecé a viajar. Mi representante es Daniel Grinbank, que hizo obras interesantes como Agosto, Todos eran mis hijos o Chicago. Por lo tanto, espero tener la oportunidad de meterme en ese universo cuando me instale nuevamente en Buenos Aires. Es un paso que daré en el futuro.
¿Cómo te gustaría que siguiera tu carrera?
En la actuación, no se puede planear mucho. Tu carrera depende de los proyectos que van surgiendo. Sin embargo, tengo ganas de trabajar con distintos directores y hacer cosas diferentes. También estoy leyendo algunos textos para generar propuestas.
¿Te gustaría producir o dirigir espectáculos?
Todavía no me imagino como directora, pero quizás me surja esa inquietud más adelante. Por otro lado, me gusta escribir. No escribo guiones, sino que relato el camino que estoy recorriendo como actriz. Me explayo mucho en el modo en que armo mis personajes; es una suerte de diario de rodaje.
¿Qué desafíos te gustaría enfrentar como actriz?
Quiero ponerme en la piel de personajes fuertes. Tirarme a la pileta, no hacer cosas que no me exijan. Siento que entrego tanto tiempo… Para Terra ribelle pasé seis meses hablando y viviendo como otra persona. Si lo pienso seriamente, me parece una locura. Entonces, si voy a entregar mi vida, quiero que valga la pena. Quiero contar historias que dejen huellas.
Fuente: http://www.revistag7.com/la-brujula/rara-avis-2/
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