Símbolo de lucha contra la dictadura
Publicado el 23 de Julio de 2011
Por Mercedes Méndez
El aniversario se celebrará hoy con actividades en el pasaje Discépolo, donde está ubicado el Teatro del Picadero, emblema del movimiento que se opuso sin más armas que el arte al feroz gobierno ilegal.
En una noche lluviosa en Buenos Aires, mientras Frank Sinatra cantaba para una multitud, un grupo de hombres y mujeres lloraba de pena ante los escombros del Teatro del Picadero, luego de que una bomba lo destruyera. Eran los autores y artistas que durante la dictadura militar le pusieron el cuerpo a la censura y se hicieron presentes –con textos llenos de metáforas– para hablar de la falta de libertad, de la opresión, del miedo y de la ausencia de sus amigos. Lo hacían en esa sala ubicada en pasaje Santos Discépolo 1850. Lograron que una utopía fuera un hecho concreto que se llamó Teatro Abierto. Estaban hartos de quedarse callados y se expresaron a través del arte. Este jueves se cumplen 30 años de aquel gesto revolucionario que había comenzado un 28 de julio de 1981.
El 6 de agosto de ese mismo año, los escritores vieron las cenizas y los restos del teatro donde estaban haciendo una transformación política y cultural y se pusieron a llorar. Había pasado una semana desde el comienzo del movimiento de artistas teatrales que surgió en la dictadura para demostrar que existían autores argentinos que se resistían a la censura de las salas oficiales. Pero esta necesidad de hacerse oír les valió una bomba en el teatro donde todos los días se creaba el fenómeno. Contaba el escritor Osvaldo Dragún, el recordado fundador de Teatro Abierto y que murió hace 12 años: “En la madrugada del 6 de agosto del ’81, mientras Frank Sinatra cantaba para el Buenos Aires de la dictadura y para los comunicadores sociales, los militares y la policía incendiaron el Teatro del Picadero. Alguien me avisó. Yo avisé a algunos. Algunos avisaron a otros. Y bajo la llovizna de esa madrugada nos fuimos reuniendo todos, ante las ruinas del teatro. Era nuestro teatro. Y la llovizna nos corría por los ojos. Como habíamos recuperado la vergüenza, no tuvimos vergüenza de llorar.”
El ciclo surgió de encuentros vocacionales, es decir, de charlas entre los autores en sus casas, con mate y facturas. “Así, por lo menos podríamos hablarnos, oírnos, mirarnos y demostrarnos a nosotros mismos que éramos un entero”, contó Carlos Gorostiza, autor de El pan de la locura.
Pero lo que comenzó como una charla de colegas, se volvió un hecho concreto. Al parecer, la motivación surgió después de una provocación, cuando el director de una sala oficial dijo que no existían los autores argentinos. Pero sí estaban y se pusieron a escribir 21 obras breves para ser representadas por 21 directores y cientos de actores. Todas las obras hacían referencia a la libertad.
El impulsor de Teatro Abierto fue Osvaldo Dragún y en su casa enseguida fueron convocados Roberto “Tito” Cossa, Carlos Gorostiza, Carlos Somigliana y Omar Grasso. Escribió Dragún sobre los comienzos: “Lo hicimos de noche. Buenos Aires es la ciudad de la noche. De los laberintos nocturnos. En otras ciudades, se usa la noche para perderse. En Buenos Aires, uno espera la noche para encontrarse. Durante el día están los horarios, de los ejecutivos, de los portafolios. Teatro Abierto comenzó de noche. En la mesa de un bar. Un grupo de autores y el primer proyecto.”
Teatro Abierto se inauguró el 28 de julio de 1981 en el Teatro del Picadero. Los artistas decidieron hablar en los escenarios de la libertad, mientras el militar Roberto Eduardo Viola dirigía el país. Es la Argentina previa a las Malvinas, la de los desaparecidos, del Boca campeón con Maradona y de la conmoción por el parricidio de Sergio y Pablo Schoklender. Los espectáculos que se presentaron fueron Decir sí, de Griselda Gambaro; El que me toca es chancho, de Alberto Drago y El nuevo mundo, de Carlos Somigliana. Desde el primer día, la convocatoria del público superó las expectativas de todos los realizadores: se ocuparon las 300 localidades del teatro y muchos quedaron afuera. Las filas de personas que esperaban para entrar en la sala ubicada en el pasaje Santos Discépolo (a la altura de Corrientes y Callao) daba la vuelta por Callao.
El público los acompañó. Necesitaba apoyar la hazaña artística de estos creadores. ¿Cuál era el objetivo de Teatro Abierto? Osvaldo Dragún lo explica: “Creo que el objetivo profundo fue volver a mirarnos a la cara, sin vergüenza. Afeitarnos sin temor de cortarnos por vergüenza propia y ajena. Olernos nuevamente. Reconocernos en la piel y el aliento de otro. Y cuando a la primera reunión que llamamos vinieron más de cien personas, y la gente del Teatro del Picadero aceptó estar con nosotros y que nosotros estuviésemos en su teatro, sentí que habíamos atravesado el espacio del miedo.”
El 5 de agosto terminó la primera semana de este acontecimiento histórico y al otro día estuvo la respuesta del Estado: una bomba. Recordó Ricardo Halac, otro de los autores del movimiento, sobre ese día: “Nos juntamos varios de nosotros en el bar La Academia, con lágrimas y la decisión de seguir. Al día siguiente, 500 artistas y público indignados dio el presente en la conferencia de prensa que se realizó en el teatro Lassalle.” Para Tito Cossa, a los militares el tiro les salió por la culata. “Fue un acto cruel innecesario. A la semana siguiente, Teatro Abierto reapareció en una sala más grande, en plena calle Corrientes, duplicó la cantidad de espectadores y obtuvo la solidaridad de todo el medio cultural. Los responsables, expertos en armas, se habrían sorprendido cuando comprobaron que el tiro salía por la culata.”
Teatro Abierto se prolongó por dos ediciones más. En 1984, el ciclo continuó con nuevas manifestaciones, como fue Teatrazo. Teatro Abierto también estimuló el desarrollo de otros ciclos como fue Danza Abierta, Cine Abierto y Poesía Abierta. Ya en 2000, el surgimiento de Teatro por la Identidad se puede entender como una consecuencia de lo que fue la respuesta de los artistas a un régimen autoritario.
El 21 de septiembre de 1981 terminó el primer ciclo de Teatro Abierto con la sala del Tabarís colmada. Osvaldo Dragún intentó dar una explicación de por qué se hizo este movimiento artístico y político: “Lo hicimos por utópicos. Pero en América Latina ser utópico es ser realista. Si no hubiésemos sido utópicos, no hubiésemos sobrevivido, ni el país flotaría como un corcho, ni hubiésemos hecho nada de lo que hicimos. Teatro Abierto incluido.”
Fuente: http://tiempo.elargentino.com/notas/se-cumplen-30-anos-de-teatro-abierto-desafio-utopia
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